innn.jpg

«Nada menos que una prisión».

 

Así describió el domingo en un tuit el congresista demócrata estadounidense Peter Welch luego de visitar junto a otros legisladores y periodistas un centro de detención en Texas (EE.UU.) en medio de la polémica sobre la política migratoria «tolerancia cero» en la que los niños son separados de sus padres.

 

La instalación de Texas se la conoce como Úrsula, aunque los inmigrantes la llaman «La Perrera», en referencia a las jaulas utilizadas para albergar a niños y adultos que son enviados allí después de cruzar la frontera de México ilegalmente.

 

Las autoridades no permitieron que se tomaran fotos o videos dentro del centro, pero el servicio de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP, por sus siglas en inglés) luego publicó varias imágenes.

 

«Acabo de salir de una ‘instalación de procesamiento’ de la patrulla fronteriza conocida como ‘nevera’. No es nada menos que una prisión», dice el tuit.

 

Jaulas encadenadas

 

El congresista Welch no fue el único que comparó el complejo con una prisión.

 

La exprimera dama Laura Bush dijo que se parecía a los campos de internamiento utilizados para los estadounidenses de origen japonés durante la Segunda Guerra Mundial.

 

«Una jaula tenía 20 niños dentro. También había botellas de agua, bolsas de papas fritas y hojas de láminas grandes destinadas a servir como mantas», informa la agencia AP.

 

El senador demócrata Jeff Merkley fue quien lideró el equipo de legisladores durante la visita al complejo Úrsula el domingo.

 

Merkley fue noticia a principios de este mes cuando no se le permitió el ingreso otra instalación que albergaba a unos 1.500 niños en una tienda Walmart en desuso.

 

Tras la visita a Úrsula, el senador le dijo a CNN que una gran cantidad de menores estaba dentro de «una jaula de malla de alambre de unos 10×10 metros cerrada con cadenas».

 

«Debo decir sin embargo que eran muchos menos de los que vi cuando estuve aquí hace dos semanas. Me dijeron que autobuses llenos (de niños) se los llevaron antes de que yo llegara».

 

También el senador de Maryland Chris Van Hollen expresó conmoción e ira por las condiciones que vio.

 

«Acabo de salir del Centro de Procesamiento de la Patrulla Fronteriza en McAllen, también conocido como ‘la perrera’. Fui testigo de cómo niños estaban amontonados en grandes corrales de vallas con cadenas separadas de sus madres y padres. @realDonaldTrump, ¡cambia hoy tu vergonzosa política! #FamiliesBelongTogether», dice el tuit.

 

Tres alas

 

Dentro de Úrsula, más de 1.100 inmigrantes están esperando ser procesados.

 

Están separados en tres alas: niños no acompañados, adultos solos y padres con sus hijos.

 

Las autoridades dijeron que casi 200 de los detenidos eran menores no acompañados y otros 500 eran padres con sus hijos.

 

El diario Los Angeles Times, que también envió a un equipo al centro de detención, describió la instalación de unos 22.000 metros cuadrados como «limpia, espaciosa y con pisos de concreto».

 

El agente de patrulla actualmente a cargo del sitio, John Lopez, dijo al diario que los 42 retretes portátiles en el lugar se limpian tres veces al día.

 

Hay tres paramédicos, dos médicos miembros del personal y 310 empleados, pero no hay personal de salud mental, o capacitación, detalla el periódico.

 

Las luces en el edificio están encendidas en todo momento.

 

La extienda de Walmart

 

A unos 80 km de distancia, en la ciudad de Brownsville, unos 1.500 niños están alojados dentro de un edificio que alguna vez fue un hipermercado Walmart.

 

Los niños, de entre 10 y 17 años, fueron detenidos al cruzar la frontera ilegalmente.

 

Es la instalación más grande de Estados Unidos para ese tipo de menores y las cifras aumentaron en el último mes en cientos.

 

El 4 de junio, el senador Merkley mostró en un Facebook Live que personal de seguridad le negaban la entrada a ese lugar, conocido como «Casa Padre».

 

Ese hecho generó preguntas sobre las condiciones en las que se encontraban los niños allí.

 

La semana pasada varios medios de comunicación pudieron entrar a ver las instalaciones. No se mencionaron jaulas, pero compararon el alojamiento con un almacén gigante.

 

Para hacer frente a quienes llegan tras la entrada en vigor de la nueva política de «tolerancia cero» se agregaron catres a las áreas para dormir en la Casa Padre.

 

The New York Times lo describió como «limpio, enorme y con mucha luz», con niños recibiendo clases seis horas cada día de la semana y con tiempo de juego al aire libre durante dos horas al día.

 

Cuentan con 48 trabajadores, entre ellos tres médicos.

 

¿Trauma a largo plazo?

 

«Esos niños que se fueron separados de sus padres ya están traumatizados», advirtió el senador Merkley.

 

Según Merkley, una vez separados ya no importa si se barre el piso o si están bien arropados.

 

Los funcionarios dicen que están tratando de mantener a los hermanos juntos y no separar a los niños menores de cuatro años de sus padres.

 

Pero Anne Chandler, directora del Centro de Justicia Tahirih en Houston, una organización sin fines de lucro para ayudar a niños migrantes en la frontera sur de Estados Unidos, le dijo a la revista Texas Monthly que había escuchado historias de «niños muy pequeños, incluso que necesitan ser amamantados, y menores de tres años, separados de su padres en los refugios».

 

«Estaba hablando con una madre, cuando ella dijo: ‘No se lleven a mi hijo’, y la niña comenzó a gritar, vomitar y llorar histéricamente. Y les preguntó a los funcionarios: ‘¿Puedo al menos tener cinco minutos para consolarla?’ Pero ellos dijeron no», relató Chandler a la revista.

 

La Academia Estadounidense de Pediatría advirtió la semana pasada que «las experiencias altamente estresantes, incluida la separación familiar, pueden causar un daño irreparable al desarrollo de por vida al alterar la arquitectura cerebral de un niño».

 

(BBC)

sustento-16.jpg

sustento-17.jpg