La muerte de un conocido delincuente venezolano, cara más visible de una megabanda delictiva desarticulada meses atrás en Caracas, fue el punto de partida para que el filósofo, comunicador y analista político Miguel Ángel Pérez Pirela disertara en torno al acontecimiento, así como sobre sus implicaciones.

En sus reflexiones, Pérez Pirela apuntó hacia las acciones que el Estado venezolano ha emprendido para frenar y desarticular un fenómeno que, sin ser reciente, tomó un vuelo inédito en los últimos años, gracias a la asociación de estos grupos criminales con paramilitares y cárteles colombianos, configurando una suerte de paramilitarismo binacional.

A su juicio, estos eventos no pueden analizarse sin las recientes detenciones de altos funcionarios por sus nexos con el narcotráfico y la parapolítica, así como el tránsito de grupos irregulares armados –paramilitares– a través de la frontera colombovenezolana, que hoy las fuerzas del Estado venezolano combaten con fuerza.

El surgimiento y consolidación del paramilitarismo colombiano, indicó, están ampliamente desarrolladas en libros como Parapolítica: la ruta de la expansión paramilitar y los acuerdos políticos (Mauricio León), Narcoterrorismo: La guerra del nuevo siglo (ETA, Farc, Al Queda, IRA: La Cadena del Terror al Descubierto) (Luis Alberto Villamarín), El señor de las sombras: Biografía no autorizada de Álvaro Uribe Vélez (Joseph Contreras) y el Narcotraficante número 82 (Sergio Camargo).

En el caso venezolano, en el libro La invasión paramilitar: Operación Daktari, escrito hace una década, él y Luis Britto García, advierten sobre la invasión silenciosa del Estado venezolano con lógicas narcoparamilitares colombianas y mexicanas.

En el llamado Caso Daktari, recordó, documentos desclasificados demostraron que detrás de esta acción se encontraba el gobierno colombiano de entonces, incluyendo a su presidente, Álvaro Uribe Vélez.

«Diez años después, la invasión no ha cesado: hay manchas paramilitares en Caracas y rastros de insurgencia armada en los estados fronterizos e incluso, en grandes urbes», añadió.

En todo caso, acotó que toda la bibliografía recomendada habla de cómo se desestructura un Estado Nación y una vez que se logra el cometido, las lógicas imperiales y coloniales penetran con mucha más facilidad en las sociedades, en complicidad con los negocios del narcotráfico.

De otra parte, el comunicador insistió en que las nuevas guerras no se libran de forma convencional, razón por la cual la invasión a un país no necesariamente implica bombardeos o la incursión de un Ejército regular.

Con el propósito de aportar otro ángulo a la descripción general del problema, que en ningún caso se refiere al deceso de un delincuente, por muy elevada que haya sido su peligrosidad, comentó que la investigación desarrollada la semana pasada en ocasión de la captura de funcionarios electos en las urnas por narcoparapolítica reveló que la fuente de reclutamiento y financiamiento procede de Colombia y opera en contubernio con factores venezolanos.

De este modo, a su parecer, estos indicios irrefutables de la presencia de paramilitarismo y sus lógicas en el país no son un acontecimiento sobrevenido, sino «una invasión anunciada», pues al juntar las piezas del rompecabezas –bandas paramilitares, grupos irregulares y parapolítica–, las alarmas se encienden y dan cuenta de «un plan bien articulado para desestructurar el Estado venezolano», de manera semejante a lo que se ha sucedido en Colombia.

Los antecedentes de esta invasión silenciosa, precisó, se remontan a los tiempos de cuando el hoy prófugo de la justicia venezolana, Leopoldo López, ejercía como alcalde del municipio Chacao, al este de Caracas y aprovechaba su cargo para tejer alianzas y recibir asesorías de funcionarios del uribismo.

A modo de cierre y antes ofrecer detalles del caso que motivó el programa, aseveró que asistimos a la paramilitarización de Venezuela, a imagen y semejanza de Colombia, lo que se hace más grave si se considera que se trata de una operación dirigida a desestructurar el Estado-Nación que alberga las reservas de petróleo más grandes del mundo y las sextas más grandes de gas, importantes provisiones de biodiversidad, recursos hídricos y minerales, a lo que se añade una privilegiada posición geoestratégica.

«Basta de negacionismos: el paramilitarismo está en Venezuela, está actuando en las estructuras políticas, sociales y comerciales de Venezuela», remató.

La caída de «El Koki», uno de los delincuentes más buscados de Venezuela

Entrando en detalles, el filósofo refirió que la mañana de este 8 de febrero se conoció que comisiones policiales dieron de baja a Carlos Luis Revette, alias «El Koki», uno de los líderes de la megabanda paramilitar que operaba en las inmediaciones de la Cota 905 (Caracas), en fuga desde el pasado mes de julio.

Comentó, asimismo, que Remigio Ceballos Ichaso, ministro de Interior Justicia y Paz, confirmó lo expresado por fuentes periodísticas que alias «El Koki» cayó en un enfrentamiento con las autoridades en la población Las Tejerías del estado Aragua, al centro de Venezuela.

Las hipótesis preliminares apuntan a que Revette, sobre quien pesaban órdenes de captura por asesinato, extorsión, secuestro y narcotráfico, entre otros graves delitos, se habría refugiado en la zona y aliado con Carlos Enrique Gómez Rodríguez, alias «El Conejo», quien logró escabullirse durante la confrontación.

Pérez Pirela puntualizó que a pesar del alto perfil mediático de Carlos Luis Revette, alias «El Koki», la hoy desmantelada megabanda de la Cota 905 en realidad estaba liderada por Carlos Calderón, apodado «El Vampi». Revette y Garbys Ochoa, alias «El Galvis» eran sus lugartenientes.

Tras su evasión el pasado mes de julio, el gobierno venezolano estableció recompensas de 500.000 dólares para quien pudiera aportar información relevante que condujera a la captura de alguna de estas personas, detalló.

A modo de contexto, comentó que desde tempranas horas del pasado domingo 6 de febrero, se informó que comisiones mixtas se encontraban desplegadas por aire y tierra para cercar y atrapar a alias «El Conejo», cuya organización criminal está adscrita a la megabanda El Tren de Aragua.

Citando lo reseñado por portales especializados como Insight Crime aseguran que esta última estructura delictiva desarrolla actividades en al menos siete estados del país, así como en Colombia, Brasil y Chile.

En la mañana del domingo, relató, transeúntes de la Autopista Regional del Centro –que conecta la capital con el centro y occidente de Venezuela– comunicaron a través de las redes sociales enfrentamientos entre los delincuentes y la fuerza pública.

Los internautas advirtieron que el tráfico estaba interrumpido en los dos sentidos y exhortaron a la ciudadanía a mantenerse alejados de la vía, pues videos tomados desde el sitio mostraron a transportistas atrincherados tras sus camiones, en un intento para ponerse a salvo de la balacera.

En continuidad con el relato, indicó que avanzada la jornada, periodistas especializados en la fuente policial informaron que tras una primera ola de enfrentamientos y posterior repliegue, en su huida, uno de los criminales dejó caer un teléfono celular en el que se encontró una fotografía reciente de Carlos Luis Revette, alias «El Koki», tomada en una de las garitas que «El Conejo» y su banda habían instalado para controlar el paso por la zona.

Seguidamente, puntualizó que a mediados de la tarde de este 6 de febrero, el ministro de Interior, Justicia y Paz, Remigio Ceballos Ichaso, confirmó el despliegue de la Operación Guaicaipuro 2 en contra de «grupos delictivos que en la zona de Tejerías, cometían delitos de tráfico de drogas, extorsión, secuestro, sicariato, robo y homicidio».

Este lunes 7 de febrero, Ceballos Ichaso ofreció un balance preliminar del operativo, que incluyó descripciones sobre el modus operandi de la banda, así como de su poder de fuego, similares a los que se encontraron meses atrás en la Cota 905.

Inicialmente, el operativo pretendía cercar y capturar a los miembros de los grupos delictivos del sector, pero la posible presencia de Revette intensificó las acciones policiales y echó al traste la especie de que se hallaba en Cúcuta, como aseguraron las autoridades colombianas poco después de su huida.

Más precisamente, Óscar Moreno, comandante general de la Policía de Cúcuta, dijo en una entrevista con un medio local que había recibido información de que los cabecillas de la desarticulada banda de la Cota 905, alias «El Koki», alias «El Galvis» y alias «El Vampi» estarían escondiéndose en la localidad fronteriza, indicó el analista.

Moreno aseveró que la inteligencia de su país estaba investigando e instó a la ciudadanía a comunicarse con la Policía, en caso de tener alguna información relevante sobre la materia.

El especialista enfatizó que «desde Colombia se desinformó» sobre este hecho, algo que no es anodino. En ese orden, acotó que en opinión del comunicador, documentalista y experto en temas de seguridad Daniel Quintero, en realidad «El Koki» y sus secuaces nunca abandonaron el territorio venezolano.

Para Quintero, desde Colombia se hicieron esas declaraciones para enfriar su búsqueda en Venezuela y permitirles recomponerse, puesto que estos delincuentes cuentan con la asesoría de paramilitares procedentes del vecino país, como se concluyera de la Operación Gran Cacique Guaicaipuro, desarrollada a inicios de julio de 2021.

A propósito del balance presentado en razón de esta acción, con la que se desmanteló la megabanda de la Cota 905 en Caracas, la vicepresidenta Delcy Rodríguez confirmó que entre los capturados habían tres paramilitares colombianos, a imagen y semejanza de los paramilitares que estaban en Venezuela en el gobierno de Hugo Chávez, recordó Pérez Pirela.

En aquel momento, Rodríguez informó que la estructura criminal poseía armamento de factura colombiana y estadounidense y en el mismo evento, la entonces ministra de Interior, Justicia y Paz, Carmen Meléndez, ofreció detalles sobre el arsenal de guerra incautado durante el operativo, que se extendió por varios días.

«Ya esto no es casualidad, es causalidad; ya están sembradas estas bandas paramilitares» en Venezuela, insistió.

De vuelta al operativo realizado en julio de 2021, destacó que Meléndez, actual alcaldesa de Caracas, refirió que la megabanda tenía instalado un laboratorio clandestino para la producción de cocaína, de cuya venta y distribución se lucraban sus líderes.

Asimismo, puntualizó que poco después, el presidente Nicolás Maduro informó que más de 20 paramilitares colombianos habían asesorado a alias «El Koki», alias «El Vampi» y alias «El Galbis», cabecillas de la red delincuencial, en la planeación de operaciones terroristas ejecutadas por medio del uso de francotiradores.

«Hay tres paramilitares capturados en la Cota 905, quienes declaran que hay más de 20 paramilitares colombianos que tenían meses entrenado a los delincuentes en acciones terroristas con francotiradores y diversas tácticas», dijo el mandatario en julio de 2021.

A juicio del filósofo, para esto habría sido esencial el control territorial, que ejercían mediante un sistema de garitas ubicadas en puntos estratégicos a lo largo de un corredor que se extendía entre el centro-oeste y el suroeste de Caracas, que les ofrecía una visión en 360º de la capital potenciada por el uso de drones. 

«Esto mismo estaba sucediendo ya no en Caracas, donde fue desarticulada la banda, sino un poco más hacia el occidente», reiteró.

La Operación Gran Cacique Guaicaipuro dejaría todavía más saldos nefastos, pues días más tarde, el presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, ofreció detalles acerca de un nuevo plan magnicida en contra del presidente Nicolás Maduro, que se ejecutó en el acto de inauguración del monumento por los 200 años de la batalla de Carabobo, el 22 de junio de 2022.

Así, refirió, Rodríguez dijo que gracias a labores de inteligencia del Ejército venezolano, se desactivaron los cuatro drones cargados de explosivos, que serían detonados a distancia.

La oposición extremista y las bandas paramilitares de la Cota 905

Pérez Pirela destacó que fue el fracaso de esta operación con drones contra el primer mandatario, la que motivó a agentes extremistas de la oposición a activar la violencia en la capital por medio de bandas criminales, a las que armaron y pagaron a través de organizaciones no gubernamentales.

En una rueda de prensa, relató, el presidente de la Asamblea Nacional presentó varias capturas de pantalla recuperadas de los celulares de los detenidos durante el operativo en la Cota 905, en las que se detallaba claramente una arremetida de violencia paramilitar bautizada con el nombre de «La Fiesta de Caracas».

En los teléfonos reposaban conversaciones entre Leopoldo López –desde Madrid–, Freddy Guevara, y otros personeros de la oposición venezolana vinculados en planes conspirativos para asesinar a Maduro y a personas inocentes, por medio de acciones, que a su parecer, son características de la violencia política colombiana.

Entonces, recordó, durante su comparecencia ante los medios, Rodríguez mostró conversaciones entre los dirigentes Alfredo Jimeno y Gilber Caro, en las que admitían que «los malandros quieren muestras de fe –dólares»– que debía conseguir, entre otros, el exalcalde de Chacao, Emilio Graterón.

Además, indicó, el vocero presentó capturas de diálogos de WhatsApp en las que Graterón –ahora prófugo de la justicia– le pedía al exdirigente estudiantil Hasler Iglesias «activar a los chamos», para tenerlos «protestando durante ‘La Fiesta de Caracas'» y mostró evidencias de las reuniones del exburgomaestre con delincuentes de la megabanda de la Cota 905.

De hecho, enfatizó, las investigaciones dictaminaron que los pagos a la banda de la Cota 905– de la cual el hoy ultimado Carlos Luis Revette, alias «El Koki» era uno de los líderes–, se realizaron a través Organizaciones No Gubernamentales por intermediación del político opositor Yon Goicoechea.

Específicamente, Goicochea fungió como mediador para convertir el dinero de criptomonedas en efectivo, que fue utilizado para cancelar acciones desestabilizadoras con firma paramilitar, puntualizó el especialista.

«No queda la menor duda de que el paramilitarismo es un fenómeno que está creciendo de más en más en Venezuela. Nunca lo ha dejado de hacer en los últimos 10 años, pero ahora está a la vista de todos», señaló para redondear.

Paramilitarismo, fenómeno creciente en Venezuela

La explosión de los efectos del creciente paramilitarismo fue advertido por personas como  Abdel el Zabayar, exdiputado por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), quien en una entrevista concedida al periodista Clodovaldo Hernández para LaIguana.TV aseguró que si el Estado venezolano no tomaba cartas en el asunto, las megabandas se fortalecerían en el futuro cercano y adquirirían la forma de células paramilitares.

En ese momento, añadió, el también presidente de la Federación de Asociaciones y Entidades Árabes de Venezuela y veterano de la guerra de Siria subrayó que estos grupos aparentemente delincuenciales tenían fuentes de financiamiento poderosas, contaban con gran capacidad de fuego y tenían asesoría externa.

En este punto, se permitió citar extensamente al exparlamentario socialista: «Desmantelar a los grupos armados requiere voluntad y determinación por parte del Estado. Habrá fuertes consecuencias, pero el Estado tiene la posibilidad hoy de retomar el control en corto tiempo, es decir, dos o tres años, pues estos grupos ya avanzan en una articulación muy compleja. (…). Creo que retrasar las operaciones un año más, sería comprometer el país a una guerra de diez años, ya que estos grupos se habrán desarrollado, potenciado y ocupado más extensiones, en lugares estratégicos del país».

En el mismo orden, el comunicador mencionó que a inicios de 2021, El Zabayar conversó nuevamente con Clodovaldo Hernández y alertó que la localización de estos grupos delincuenciales de tinte paramilitar, ponían en grave riesgo el control territorial de Caracas por parte del Estado venezolano, puesto que en la peor situación, la capital podría quedar atrapada bajo una especie de alicate.

En su decir, el control de las llamadas megabandas sobre las barriadas es tal, que incluso devienen en administradores de los subsidios gubernamentales y servicios como el gas doméstico surtido a través de bombonas.

En opinión de Pérez Pirela, esto que refiere el excombatiente, es una demostración fehaciente de la penetración paramilitar, que no solo se contenta con controlar el territorio, sino que además somete a la población por las armas y a través de dádivas. 

Más todavía: cuando aún no se habían revelado los nexos directos de estas organizaciones criminales con paramilitares colombianos, el dirigente político descartó que se tratara simplemente de grupos de crimen organizado y enfatizó que su poder bélico era indicio de una militarización creciente de los barrios financiada por agentes externos, destacó el especialista.  

El problema, reflexionó, es que no se trata de incidentes aislados, sino de «manchas paramilitares» que ocupan ya no solo barriadas y establecimientos populares como mercados en estados como como Zulia, Táchira, Barinas, Apure, Aragua y el Distrito Capital, sino que han alcanzado espacios políticos.

Alias «El Conejo», ¿relevo de «El Koki»?

El desmantelamiento de una megabanda y aún la muerte de un delincuente como «El Koki», no bastan para dar por terminado un problema tan complejo. Por eso, recordó el experto, en este momento, las autoridades están siguiéndole los pasos a Carlos Enrique Gómez, alias «El Conejo».

Este hombre opera una franquicia de El Tren de Aragua, megabanda delictiva con ramificaciones en varios estados de Venezuela así como en Colombia, Brasil y Chile, cuyas actividades incluyen extorsión, secuestro, asesinato y narcotráfico.

Como en 2019 se les acusó de entrenar a menores de edad con armamento presuntamente perteneciente a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, exclamó que «esto no puede pasar en la República Bolivariana de Venezuela –se trata, dijo, de prácticas naturalizadas en Colombia–, esto debe detenerse».

Según la información hasta ahora disponible, «El Conejo» habría ayudado a «El Koki» a ocultarse del radar de las autoridades y por eso ahora existe la sospecha de que en la zona también se encuentran alias «El Vampi» y alias «El Galvis».

Detrás de esta alianza estaría el interés de alias «El Conejo» de conformar una ruta para el trasiego de drogas a través de cinco estados, según reseñara el periodista de sucesos Eligio Rojas, en una investigación publicada después del anuncio del deceso de «El Koki» y consultada por Pérez Pirela a propósito de la preparación del programa.

Siempre siguiendo lo expresado por Rojas, precisó que «‘El Conejo’ tomó los cerros y construyó garitas para el negocio de las drogas proveniente de Colombia. La idea era empalmar con la Cota 905 y expandir la ruta del narcotráfico por los estados Carabobo, Miranda y Guárico».

De acuerdo con esta fuente, tras haberse hecho de un capital por medio de extorsiones a los comerciantes de Las Tejerías (Aragua), «El Conejo» invirtió el dinero en drogas y fue captado por cárteles colombianos que buscaban nuevas rutas para sus negocios ilícitos, como ya lo habían hecho con la megabanda de la Cota 905.

A modo de consideración final, Pérez Pirela insistió en que este plan acaso ha sido el mejor de todos cuantos se han puesto en marcha para echar mano del país. Así, desde su punto de vista, esta amenaza no se trata solamente de perder un gobierno, sino de perder la unidad de la nación, la paz y la democracia participativa y protagónica, consagrada en la Constitución de 1999. 

«O se saca de raíz el narcoparamilitarismo de la política, de la sociedad, de sus implicaciones con el pueblo todo o, lamentablemente, nos vamos a ver en el espejo de Colombia, que tiene una Nación dividida en tres Estados: el burgués, el controlado por los paramilitares y el que está bajo el control de las guerrillas», dijo para concluir.

(LaIguana.TV)