En la más reciente edición de su jueves de filosofía, Miguel Ángel Pérez Pirela conversó con el intelectual venezolano Luis Britto García acerca de las implicaciones del llamado metaverso, que aunque fue utilizado por primera vez en una novela de ciencia ficción de 1992, hoy cobra nuevos aires con el reciente anuncio de un gigante tecnológico.

El metaverso como realidad virtual

Para comenzar la disertación, Britto García precisó que el metaverso puede entenderse como una realidad virtual muy difícil de distinguir de lo que habitualmente se entiende como realidad, pues aunque las sensaciones motrices, táctiles y auditivas son derivadas artificialmente, se experimentan de una manera semejante a lo que ocurre en el mundo real.

Empero, acotó que esta situación ha capturado el interés de la literatura desde tiempos ancestrales, como puede constatarse al revisar el Mito de la Caverna de Platón, donde los que están atrapados en la caverna solamente ven las sombras proyectadas en una pared débilmente iluminada y las confunden con el mundo real, con el agravante de que aunque se les muestre el fraude, son incapaces de creerlo y matan al mensajero.

Asimismo, en La Vida es un Sueño, de Calderón de la Barca, un pequeño príncipe es encerrado en un oscuro calabozo, luego de que una adivina vaticinara que mataría a su padre. Pasado el tiempo, prosiguió, es liberado por 24 horas para que contemple el mundo, es devuelto nuevamente a su celda y después de muchas peripecias, logra recuperar su reino.

No obstante, cuando esto sucede, el joven, cuya vida ha transcurrido prácticamente dentro del calabozo, es incapaz de distinguir cuál es el mundo real, si el de fuera o el que siempre conoció. De ahí la frase «toda la vida es un sueño y los sueños, sueños son», apuntó el intelectual venezolano.

A su parecer, la pregunta central que guía uno y otro relato es: ¿Cómo se puede estar seguro de que la realidad es la realidad? Es también, desde su punto de vista, lo que trata de mostrar Cervantes en El Quijote, porque mientras que para Sancho Panza, Don Quijote lucha contra molinos de viento; Don Quijote experimenta una batalla real.

Otro tanto, aseguró, sucede en el ámbito de la religión –donde estas fantasías son tenidas por reales por millones de personas en todo el mundo–, así como en el teatro, el cine y la internet, que nos sumergen en mundos mucho más fascinantes que el real, en los que la gente se refugia para evadirse de los innúmeros problemas y desafíos con los que ha de lidiar cotidianamente.

Sin embargo, advirtió que cuando existen tecnologías capaces de emular el mundo real, es una situación a la vez fascinante y atemorizante, porque puede convertirse en suerte de droga, que ya sido usada como arma geopolítica.

A propósito de esto, recordó que el opio fue usado por el Imperio Británico para anestesiar a poblaciones de India y China, que acudían a fumaderos para alejarse de las desgracias cotidianas.

Enfatizó, asimismo, que no puede dejarse de lado que el narcotráfico es uno de los tres negocios más grandes del mundo y en este caso, el metaverso ofrece la posibilidad una realidad plena, gratificante, ausente de conflictos, en la que todo el mundo es feliz y justo por eso vale la pena preguntarse qué consecuencias tendrán estas tecnologías que están prontas a ser producidas en masa.

La falsificación en superlativo: la experiencia en el metaverso

La experiencia en el metaverso, que sus promotores presentan como la oportunidad compartir experiencias de inmersión una realidad otra, fue otro de los aspectos sobre los que Miguel Ángel Pérez Pirela invitó a disertar al maestro Britto García.

Con el propósito de ilustrar que esta noción no es tan novedosa como pudiera parecer, el también historiador comentó que hace algún tiempo probó una mascarilla tridimensional que le permitió experimentar el mundo alucinatorio de los cuadros de Salvador Dalí,

Así, indicó, la imaginación puede crear mundos extraños en el que las personas pueden experimentar sensaciones inéditas, pero también relacionarse con multitud de alteridades que, a su parecer, estarían basadas cuando menos en una versión mejorada de sí mismos cuya expresión es el avatar, que a suerte de falso yo, muestra aquello que no se es en la vida real.

De allí que Britto García sostiene que el metaverso se trata de un mundo ilusorio, con el riesgo de que podría ser más importante que el mundo real, pues ofrecería alivios y anestesias para el sufrimiento cotidiano.

Sobre esto, destacó, ya existe la experiencia de los adictos, que lejos de reflexionar sobre lo irreal del mundo en el que se sumergen cuando consumen sustancias e intentar reconectar con la realidad, prefieren mantenerse en el mundo ilusorio, antes que exponerse a los desafíos que supone la vida real.

Por lo antes dicho, para el ensayista venezolano, estas tecnologías plantean una serie de problemas filosóficos y éticos sobre los que urge reflexionar y apuntalar algunas directrices.

¿Se reproducirán las desigualdades presentes en la vida real en el metaverso?

Desde el punto de vista del también director de LaIguana.TV, aún sin estar plenamente en marcha, el metaverso ya se presenta como un mercado en el que, según la cantidad de dinero virtual disponible, se puede acceder a cierto tipo de mercancías.

Así las cosas, Miguel Ángel Pérez Pirela consultó a Luis Britto García sobre la posibilidad de que en este entorno inmersivo virtualizado se reproduzcan las desigualdades de clase y de otros tipos presentes en el mundo real?

Sobre este tema, Britto García sostuvo que muy seguramente habrá un metaverso para marginales, pobres y excluidos en las que se venderán «modas buhoneriles», mientras que en otros se comercializarán mercancías de marcas caras, a las que solamente podrán tener acceso las élites, que muy probablemente establecerán barreras informáticas para impedir que los excluidos accedan a su burbuja.

Indicios, afirmó, ya hay unos cuantos, porque en el presente, en el metaverso se transan tierras, ropa, accesorios y hasta monedas digitales, lo que hace pensar que efectivamente en él se reproducirán las desigualdades de clase.

No obstante, a su juicio no puede perderse de vista que el metaverso pretende compensar las deficiencias del mundo real por medio efectos de anestesia y de conformidad alucinatoria, que mantengan al sujeto atado a un mundo en el que, si lo desea, podría ser Dios.

El problema, apuntó, es que será muy difícil que alguien que se cree Dios en el metaverso, salga de allí para avanzar una revolución o algo parecido en el mundo real.

En su criterio, esta amenaza se ve potenciada porque más de la mitad de la humanidad tiene cuentas en las redes sociales, que son el mecanismo clave para difundir estos metaversos, incluyendo aquellos que prometan la inmersión en el paraíso prometido en las Escrituras, sin tener que morirse primero para acceder a él. O al menos físicamente.

La realidad de las acciones en el metaverso

A sugerencia de Pérez Pirela, el cuarto punto abordado durante la conversación fue el carácter –o no– de realidad que reviste a las experiencias en el metaverso, que bien podría tener impactos físicos y psicológicos, como se ha comprobado tras la denuncia de la primera violación grupal así como de situaciones de hostigamiento.

Sobre este tema, Luis Britto García avanzó que, por ejemplo, si se determinara que estas acciones son sancionables dentro del metaverso, podrían concretarse castigos que impliquen la exclusión del infractor de ese entorno, como ocurrió cuando Donald Trump fue excluido de las redes sociales.

Para él resulta particularmente importante pensar en los efectos políticos que tienen esta clase de acciones, pues al impedírsele a una persona el acceso a ciertos espacios digitales, se estaría desapareciéndola de facto y de una forma casi tan efectiva como las nefastas desapariciones de seres humanos que se suceden en el mundo real.

La identidad desde la falta

Luis Britto García considera que la discusión sobre la identidad en el metaverso, que colapsa en avatares, remite a la figura del doble, de uso extensivo en literatura para ilustrar la luz y la sombra presente en los seres humanos.

La pregunta, sugirió, será quién tomará el control de ese avatar, si bien estima que lo más probable es que los usuarios opten por incorporar en él todo aquello de lo que carecen en la vida real e incluso exacerben sus propias cualidades.

Sin embargo advierte que «todas las historias de dobles tienen un fin maligno» y no resulta intrascendente preguntarse cómo será esa relación con el avatar y quién triunfará en esa batalla entre el yo y la sombra.

Con pesimismo, el intelectual vaticinó que por falta de imaginación, mucha gente elegirá como avatar a un personaje famoso con el cual se identifica, por lo que el metaverso estaría sobrepoblado de dobles y de falsificaciones de distinto cuño, pues nadie querrá al avatar de una persona mediocre.

Este sombrío pronóstico, explicó, en realidad significa que mientras más grande sea la distancia entre lo que se proyecta en el avatar y lo que realmente se es, en la misma medida será el vacío existencial que atenaza a ese ser humano.

La hegemonización del metaverso

En opinión de Miguel Ángel Pérez Pirela, Mark Zuckerberg está realizando movimientos para garantizarse la hegemonía del metaverso –que incluyen el cambio de nombre de su conglomerado–, pero que ello solo es posible porque sus empresas tienen la hegemonía entre los usuarios.

En este orden, Britto García reiteró que más de la mitad de la población mundial posee alguna cuenta en alguna red social. Para más: algunas redes sociales tienen más usuarios que China, el país más poblado del mundo, lo que en el futuro podría derivar en la creación de formaciones políticas con inmenso poder.

Además resaltó que los opacos términos y condiciones de las redes sociales se garantizan –bajo aparente consentimiento– el derecho de espionaje de los usuarios y también el derecho de propiedad de todo cuanto estos publican en sus cuentas.

A esto añadió que estas compañías tecnológicas ya modifican las conductas de los seres humanos y posicionan ideas que son asumidas como verdades, aún cuando no lo sean, valiéndose de la manipulación de mensajes.

De este modo, en su opinión, la realidad en que vivimos ya es una especie de metaverso, donde hay unos malos –los enemigos del capitalismo– y unos buenos –los multimillonarios que disponen de la vida del resto, a los que guían a través de una tabla de valores inventados por ellos mismos.

Para empeorar la situación, estas compañías tecnológicas, que disponen de nuestros datos reales, con el metaverso tendrán al alcance de su mano, en una suerte de psicoanálisis continuo, el inconsciente –fantasías, odios, fobias, deseos, sueños–, la «verdad más íntima» de sus usuarios, posibilidad que se le antoja «escalofriante».

¿Puede ser el metaverso una oportunidad de liberación y salvación para la humanidad?

Un último aspecto discutido por Pérez Pirela y Luis Britto García orbitó en torno a las posibilidades del metaverso como instrumento de liberación de la humanidad, a pesar de los múltiples desafíos que parece entrañar su puesta en marcha.

Empero, aunque el escenario no luce del todo auspicioso para formular pronósticos optimistas, Britto García opina que el metaverso podría ofrecer la oportunidad de superar la hiperconcentración urbana, un fenómeno que está cuestionando desde la década de 1970 porque somete a millones de personas a dinámicas que suponen hacinamiento, contaminación y multitudes, sin que existan razones insalvables para mantenerlas.

A su juicio, en las ciudades, la mayor parte de las personas trabajan en asuntos relacionados con el intercambio de información, lo que permite que muchas de las tareas asociadas puedan realizarse a través plataformas virtuales de intercambio, más todavía si se considera que el sector terciario de la economía –educación, servicios, tecnología– representan el 70% del PIB mundial, sin que ello implique la renuncia al contacto social, pues este se establecería solamente con aquellos que se desea.

En todo caso, dijo para concluir, en este debate que apenas comienza se mezclan dos cosas: el mundo de la producción, que es ese trabajo que puede hacerse virtualmente y el mundo del entretenimiento, que es el que está ofreciendo el metaverso, que es alivio y también suplantación del universo real.

El problema es que mientras peor se vaya haciendo el mundo real, la humanidad tendrá mayor necesidad del mundo ilusorio del metaverso y puede quedar entrampada y sin capacidad de reaccionar a hecatombes, aunque ello signifique la desaparición de ese mundo real del que cada vez menos quiere saber.

(LaIguana.TV)