Entre lo que nos ha mostrado a lo largo de estos meses la actual crisis ucraniana, provocada y manejada por el presidente de Estados Unidos (EEUU), Joe Biden, creo que lo más escandaloso es el manejo que él y sus cercanos funcionarios hacen a diario de los dóciles medios mundiales que controlan, no solo para mentir y manipular a los lectores o telespectadores que los siguen, algo que es ya corriente, sino también para despreciarlos y humillarlos tratándolos como bestias, lo que pienso merece un comentario. 

En política y diplomacia no es nuevo mentir, afirmar algo sin base, pasar propaganda como información. Y en especial EEUU es experto en hacerlo. Su facilidad para mentir es infinita y su lista de mentiras crece a diario, pero con frecuencia olvidaba que el mentiroso tiene las piernas cortas. Porque la discusión en los medios y el acceso a ellos de críticas bien fundamentadas solía poner las cosas en su sitio. Pero se alargó las piernas sacralizando sus medios, con lo que sacralizó al propio poder gobernante que es su dueño, e impidiendo el acceso de toda crítica a ellos. Convirtió sus periodistas en mercenarios del poder, receptores pasivos de su propaganda y repetidores de sus argumentos falsos o sin base. Esto es ya normal, pero aún escandaliza que convirtiera a los seguidores de sus medios en borregos que perdieron su capacidad de pensar y razonar y se tragan esa basura como si la creyesen infalible palabra divina. Así, desprecia e insulta a esa población y le manda cuanta basura produce confiando en que la devorará y repetirá como única verdad. EEUU ha fabricado así, y lo muestra a diario en el caso de Ucrania, el modelo ideal de prensa imperial capitalista: exclusiva, autoritaria, sin críticos, con periodistas mercenarios y una enorme multitud de receptores pasivos a los que convierte en bestias y trata como tales. 

Empero, habría cierta esperanza. Hace una semana un viejo periodista, Matt Lee, enfrentó a Ned Price, vocero del Departamento de estado por acusar sin ninguna base a Rusia de preparar un falso atentado para iniciar la invasión de Ucrania con la que EEUU miente a diario. Price lo criticó por no creer en una información de inteligencia y Lee le respondió que él recordaba las armas de destrucción masiva de Irak y otras mentiras, por lo que a Price solo le quedó decirle que dudaba de su patriotismo recomendándole acudir a los portales rusos. 

Pero esto es excepcional y no es lo más importante. Las piernas nunca son suficientemente largas y más temprano que tarde las mentiras empiezan a quebrarse. No importa. Biden sigue acusando a Rusia de preparar con cualquier pretexto la invasión de Ucrania y mientras saca a toda prisa a los estadounidenses de esta, amenaza de nuevo a Rusia enviando 8 mil soldados a Polonia. Entretanto varias altas funcionarias suyas escupen nuevas mentiras. Una tal Sherman dice que no sabe cómo, pero que está segura de que Rusia prepara la invasión, y otra, Jen Psaki, miente descaradamente diciendo sin base alguna que en los últimos años Rusia ha invadido diversos países que no nombra y que usa armas químicas. Total, para mentir y calumniar, EEUU no tiene límites, pues sus medios se ocupan de hacerlas digerir así sea por cierto tiempo. 

Lo más importante sigue siendo lo referente a la tan inminente como fantasiosa invasión de Ucrania que prepararía Rusia y de la que habla a diario EEUU, que mientras sigue armando a Ucrania y acercando tropas a Rusia, le exige a esta retirar las tropas defensivas que mantiene en su propio territorio en previsión de un ataque ucraniano. Y aquí tendrían cabida varias informaciones importantes que muestran el panorama de estos días. Así, serguei Karagánov, alto funcionario ruso experto en política exterior, señala en un notable artículo publicado en una revista rusa, que la invasión de Ucrania sería un disparate sin sentido; que si el podrido gobierno ucraniano atacara el Donbass, Ucrania sería destruida; que sabe que EU no lucharía en Europa contra un país nuclear como Rusia; y termina añadiendo que sin las propuestas rusas sobre paz y seguridad, que  EEUU y la OTAN rechazan no puede haber arreglo, y que la verdadera tarea pendiente es construir un sistema viable para la paz sobre las ruinas del actual manejado por el belicismo de EEUU y su OTAN. El artículo de Karagánov fue enviado antes a Financial Times, pero este no lo publicó “por falta de espacio”. 

Así también, mientras el gobierno ucraniano declara de nuevo que no hay ningún peligro de invasión rusa y llama a la calma a EEUU y a Occidente, el sábado pasado se reunió en Kiev el partido nacionalista pro nazi CI 4. Y su líder, un tal Karás, proclamó que les sobraban armas entregadas a ellos por Occidente, no porque fueran buenos, sino porque hacían las tareas de este y porque amaban guerrear y matar. Y lo celebraban porque ahora sí podían hacer lo que querían, que es enfrentar a Rusia. Lo que faltaría aclarar es el alcance real de esta bravuconada nazi. 

El otro tema central, un tanto descuidado últimamente, es el del gasoducto North Stream 2, que EEUU saboteó desde el principio. Ese gasoducto libera a Rusia de los problemas del anterior, el North Stream 1 que, para llegar a Alemania atraviesa Ucrania y Bielorrusia, debiendo pagar derechos por ello, y que se ve afectado en el caso de Ucrania por el problema generado por EEUU para armar a Ucrania y acosar a Rusia. El North Stream 2, mayor y de más capacidad, es marítimo y atraviesa el Mar Báltico para llegar a Alemania. Se lo terminó al fin pese al sabotaje de EEUU, pero el nuevo gobierno alemán, siervo suyo, coloca los intereses del amo yankee por sobre los propios y con pretextos limita y encarece el suministro de gas ruso a Europa en pleno invierno. Para EEUU, en el caso de Biden, se combinan 3 intereses en proporciones parecidas: el interés geopolítico yankee de dominio sobre Europa; su interés económico en sacar del mercado europeo al gas ruso, limpio, mejor y más barato, para vender el suyo, de esquisto, inferior, menos limpio y más caro por su licuado y su transporte; y también los intereses particulares de su familia, pues su corrupto hijo está conectado con el negocio del gas en Ucrania. El negocio de Biden es pues redondo. Y la política que sigue no está separada de ello. 

Europa es doblemente afectada por su servidumbre ante EEUU: por la escasez de gas y por la menor calidad y costo mayor del gas de esquisto. A Rusia por supuesto la afectaría también perder ese mercado, que limitaría su peso en Europa, pero menos que a esta. Y de hecho acaba de inaugurar un gigantesco gasoducto terrestre, el Fuerza de Siberia 2, capaz de cubrir toda la enorme demanda de gas que requiere China. 

Rusia y Bielorrusia han iniciado maniobras militares. Ningún motivo de preocupación, son defensivas. El canciller ruso Lavrov reitera que Rusia es siempre la amenazada y que no amenaza a nadie. Y que luego de las maniobras con Bielorrusia los soldados regresan a sus países. Pero como EEUU las considera una amenaza y saca a sus ciudadanos de Ucrania, Rusia saca también los suyos. Y el bombardeo mediático sigue. Biden, que no deja de provocar, dice ahora que la invasión rusa de Ucrania será el 16 de febrero, mientras su jefe de Seguridad declara que no es seguro. 

Biden añade que no enviará soldados de EEUU a Ucrania para no chocar con los rusos y evitar una guerra nuclear. La guerra que él quiere es la de Rusia con Ucrania para intervenir enviando solo tropas de sus siervos europeos y volar el North Stream 2. En medio de este tenso y asfixiante clima, casi irrespirable, sigue flotando en el aire la seria amenaza de un inminente atentado yankee en Ucrania disfrazado de ataque ruso para desatar el caos. Pero en todo caso, Rusia ha declarado que sabe cómo responder. 

(Vladimir Acosta)