Estados Unidos y la Unión Europea, los socios de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), quedaron en ridículo al demostrarse que la tantas veces anunciada invasión rusa a Ucrania no era más que una provocación, acompañada de una intensa guerra mediática, en la que no cayó el gobierno de Vladimir Putin. 

Esta es una de las conclusiones del trabajo periodístico realizado por el Equipo de Investigación del programa Desde Donde Sea, que modera el filósofo y comunicador venezolano Miguel Ángel Pérez Pirela. 

A pesar de terminar en ridículo, la operación ha sido muy costosa para la población de Ucrania, por los daños causados a su economía, y muy peligrosa para la seguridad global, pues EE.UU. y Europa han armado a una clase política de extrema derecha que está desarrollando un genocidio en la región prorrusa del Dombás y que en el futuro podría volverse en contra de los intereses de quienes la han aupado en esta circunstancia. 

“Llegó el 16 de febrero y no hubo invasión. El asunto se convirtió ya en un motivo para tomarle el pelo a Estados Unidos y la OTAN. En Venezuela decimos para ‘mamarles gallo’. Quedó en evidencia que era un pote de humo, una provocación más de EE.UU. para montar guerras bien lejos de su territorio en las que Europa siempre funge de tonto útil porque termina siendo el foco de la destrucción y luego se ve obligada a pagar los costos de la reconstrucción a las empresas de EE.UU. No olvidemos que después de la Segunda Guerra Mundial, EE.UU. surgió como el gran hegemón, luego de absorber científicos y otros cuadros nazis para usarlos en su ‘progreso’ industrial y militar”, expresó el analista en la introducción del reportaje.  

“Este tipo de maniobras busca también parar el crecimiento económico de Rusia y China, que es ya la primera economía del planeta –añadió-. EE.UU. sabe que no ganaría una guerra contra Rusia, pero sí afectaría su desarrollo. Por eso sigue el ‘ahí viene el lobo’ por parte de la OTAN, mientras Vladimir Putin ha sido muy hábil, un gran estratega, un gran jugador de ajedrez, esquivando esta guerra de provocaciones, con gran componente mediático que se ha desplegado contra Rusia”. 

Al cerrar el segmento editorial, presentó el Iguanazo de Iván Lira, una caricatura en la que puede apreciarse un corazón que gotea sangre, atravesado por un misil, a modo de flechazo de Cupido, y la cara del Tío Sam, con la leyenda: “Estados Unidos ama la guerra”.  

“Es así: la guerra es y siempre ha sido el motor fundamental de la economía gringa”, sentenció Pérez Pirela. 

Los “anuncios” y los hechos

Llegó el 16 de febrero y ocurrió lo que se esperaba: a despecho de Washington y de algunos países miembros de la OTAN, Rusia no invadió Ucrania y no precisamente por nada que haya hecho occidente para evitarlo.  

Todo lo contrario. A pesar de no contar con ninguna evidencia, altos funcionarios del gobierno estadounidense, incluyendo al presidente Joe Biden, así como otros líderes europeos, insistieron en la inminencia del ataque ruso e incluso se aprestaron a evacuar su personal diplomático de Kiev.  

El pasado 11 de febrero, en una entrevista concedida a la NBC, Biden aconsejó a sus compatriotas en Ucrania a abandonar el país en 48 horas amparándose en el supuesto riesgo que correrían ante las acciones militares que Moscú ejecutaría en los próximos días. 

«No es como si estuviéramos tratando con una organización terrorista. Estamos lidiando con uno de los ejércitos más grandes del mundo. Es una situación muy diferente y las cosas podrían volverse locas rápidamente», justificó el gobernante.  

Sus dichos fueron enfatizados ese mismo día por el asesor de seguridad de la Casa Blanca, Jake Sullivan, quien dijo a los periodistas que Rusia podría atacar a Ucrania «en cualquier momento» antes de que concluyan los Juegos Olímpicos de Invierno.  

Pese al alarmismo, al momento de sus declaraciones, el personal diplomático estadounidense permanecía en Ucrania y los representantes de la Organización para la Seguridad y la Cooperación de Europa (OSCE, por sus siglas) también, aunque la prensa hegemónica alineada con la OTAN decía lo opuesto.  

Asimismo, aunque subrayó la existencia de una amenaza real, Sullivan tuvo que admitir que no podía garantizar que efectivamente Rusia invadiría Ucrania, puesto que Estados Unidos no estaba «en la mente de Vladimir Putin».  

Entre tanto, la OTAN anunció la concentración de más contingentes militares en Polonia y desde Washington se insistió en que en el Kremlin preparaban una operación de bandera falsa para incursionar en el Dombás, al este de Ucrania, controlado desde 2014 por milicias prorrusas.  

En el transcurso de esa misma jornada, se confirmó que Vladimir Putin y su homólogo estadounidense sostendrían una llamada telefónica el sábado 12 de febrero, en un intento por frenar la escalada.  

El anuncio estuvo acompañado de acusaciones de Moscú acerca del despliegue de una campaña mediática a gran escala plagada de falsas acusaciones para deteriorar la situación en Ucrania, una práctica que si bien no es nueva, superó con creces los límites conocidos durante las últimas semanas.  

Ese mismo día, tras el encuentro del Cuarteto de Normandía (Alemania, Rusia, Ucrania y Francia), desde el gobierno ruso denunciaron que Kiev está saboteando lo pactado en los Acuerdos de Minsk, con los que se pretendió poner fin a la guerra civil ucraniana de 2014.  

En la misma fecha acudió a Moscú para reunirse con el canciller ruso, Serguéi Lavrov, la secretaria de Asuntos Exteriores de Reino Unido, Liz Truss. Sin embargo, la conversación no produjo los frutos deseados y el diplomático eslavo la tachó de diálogo de sordos.  

Para más, Truss aseguró que no reconocería nunca la soberanía de Rusia sobre las regiones de Rostov y Vorónezh, aunque de hecho forman parte de su territorio ruso desde hace centurias y al ser increpada por el fallo, alegó una confusión. En las redes sociales, los usuarios se burlaron de los escasos conocimientos geográficos de la ministra, quien se excusó diciendo que pensaba que estaban hablando de ciudades ucranianas. 

Más allá de estos dislates, la funcionaria británica visitó Rusia como vocera de la OTAN para reiterar que occidente impondrá sanciones a Moscú, si osare a atacar militarmente a Ucrania. Esto se le había escapado al canciller español. 

«Aún hay tiempo para que Rusia acabe con sus agresiones contra Ucrania y persiga la vía diplomática. La OTAN se expresó de manera muy clara: si esta vía no es elegida, habrá consecuencias serias», amenazó la ministra, mientras en su país hacían cambios legislativos para sancionar a empresas públicas o privadas que realicen negocios con Rusia, en Crimea o en el este de Ucrania.  

¿Qué pasará ante la no invasión?

El pasado fin de semana, la agenda diplomática no cesó. Continuaron las negociaciones entre los ministros de defensa y de asuntos exteriores de la Federación Rusa y Estados Unidos, al tiempo que Putin conversó telefónicamente con el presidente francés Emmanuel Macron, con quien se reunió en Moscú el 7 de febrero. 

Medios franceses reseñaron que tras el intercambio presidencial, Francia no encontró indicios de que Rusia estuviera preparando una agresión contra Ucrania y, antes bien, se conoció que los mandatarios acordaron continuar con el diálogo para implementar los Acuerdos de Minsk y frenar la escalada en la zona.  

En el ínterin, decenas de diplomáticos occidentales abandonaron Kiev, el precio del petróleo se disparó a 95 dólares y las aseguradoras se negaron a cubrir vuelos a la capital ucraniana, a pesar de que las autoridades de ese país indicaron que no cerrarían el espacio aéreo.  

Sin embargo, la atención estuvo centrada en la conversación telefónica que sostuvieran los presidentes Vladimir Putin y Joe Biden el pasado sábado sobre la crisis ucraniana.  

De acuerdo con informes de la prensa rusa, Putin denunció nuevamente que no ha recibido respuestas adecuadas acerca de las demandas de seguridad para Europa que su gobierno presentó el pasado mes de diciembre y acusó la campaña de desinformación avanzada por la prensa occidental.  Rusia ha señalado expresamente que no entiende por qué EE.UU. proporciona a los medios información deliberadamente falsa.  

Con respecto al foco del encuentro, el presidente ruso aseguró que la escalada de tensiones es el resultado del incumplimiento de los acuerdos de Minsk por parte de Ucrania y los países occidentales, que lejos de aminorar el conflicto, se están encargando de militarizar a su vecino.  

Por su parte, Biden amenazó otra vez con actuar «de manera decisiva» si Rusia incursionara en Ucrania y voceros de su gobierno manifestaron estar «preocupados» ante la prácticamente consumada invasión rusa.   

De otro lado, la supuesta inminencia de los ataques rusos y toda la histeria mediática occidental fueron nuevamente desmentidos por el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, cuya opinión a menudo es omitida o minimizada en la prensa pro-OTAN, pesar de ser el gobernante de la nación presuntamente amenazada.  

Concretamente, Zelensky cargó contra occidente por el pánico derivado de la guerra de desinformación, por los perjuicios que supone para su país.  

Según el titular de LaIguana.TV, Ucrania se rebeló contra EE.UU. por estar en desacuerdo con la guerra híbrida de desinformación  

«Como presidente tengo que decir la verdad a la población. Y la verdad es que tenemos diferentes informaciones. Y ahora el mejor amigo de los enemigos es el pánico en nuestro país. Y toda esta información solo ayuda al pánico y no nos ayuda a nosotros. […] no puedo decir si estoy de acuerdo o en desacuerdo [con el análisis estadounidense]. Reunimos información y la analizamos. no es tan simple y por eso no puedo dar una respuesta simple», dijo el mandatario a los medios.  

La semana inició con el anuncio de la culminación de varios los ejercicios militares a gran escala que había emprendido Rusia y que fueron a menudo usados como pretexto para argumentar la inminencia de un ataque armado a Ucrania.  

En decir del canciller Lavrov, tales decisiones no estuvieron influidas por las demandas occidentales, sino que se corresponden con una agenda independiente desarrollada por su país dentro de sus fronteras y con sus aliados. 

Además, tras una parada en Kiev, el canciller alemán, Olaf Scholz, realizó su primera visita oficial a Moscú, donde fue recibido por el presidente Vladimir Putin en una reunión que se extendió por más de tres horas.  

A pesar de que las partes reconocieron que tenían una postura común sobre ciertos temas, las diferencias salieron a relucir cuando se evaluó la posición de la OTAN en el conflicto del este de Ucrania, pues mientras que el germano aseguró que la alianza no impulsaba una guerra en Europa, Putin recordó que a finales del siglo XX, la OTAN bombardeó a Yugoslavia, un país europeo.  

Ante esto, un Scholz visiblemente incómodo, argumentó que la situación en Yugoslavia era «distinta» porque había que impedir «un genocidio» y celebró que los países de la desmembrada nación hubieran encontrado «una perspectiva en dirección a la Unión Europea».  

Este alegato fue ripostado por el mandatario ruso, quien señaló que en el Donbás se sucede, según sus evaluaciones, «un genocidio». Aunque no lo precisó, posiblemente se refería a los ataques que padece la población de origen ruso en Ucrania, concentrada especialmente al este de ese país.  

 Lo que sí quedó claro es que pese al fracaso de todas las conversaciones precedentes, las partes apuestan a que la solución del conflicto secesionista en el Donbás se resuelva a partir de los acuerdos de Minsk y no fuera de ellos. 

En la práctica, esto implica un cese al fuego real entre el ejército ucraniano y las milicias, así como la puesta en marcha de reformas para otorgar mayor autonomía a las autoproclamadas repúblicas populares de Lugansk y Donetsk.  

En paralelo, la Duma rusa (Parlamento) solicitó a Putin que reconociera formalmente a estas repúblicas, pero horas después el Kremlin y el Ministerio de Asuntos Exteriores respondieron que esto contravendría lo pactado en los acuerdos de Minsk.  

De su parte, el portavoz presidencia Dmtri Peskov advirtió que la tensión en la zona se debía más que todo a la concentración de tropas ucranianas cerca de la línea de contacto, por lo que no descartaron una operación de Ucrania en el Dombás.  

Mientras esto se sucedía, el secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, anunciaba el traslado de su embajada en Kiev a la ciudad de Leópolis, al occidente de Ucrania con el argumento de resguardar la seguridad de sus diplomáticos.  

Según el Departamento de Estado, la decisión se tomó tras largas evaluaciones, que aparentemente no consideraron el retiro de las tropas rusas de la frontera común con Ucrania.  

Análisis del discurso mediático

Aunque la prensa y muchos voceros occidentales aseguraron que Rusia atacaría a Ucrania en la madrugada del miércoles 16 de febrero, llegó el gran día y no ocurrió la tan anunciada invasión.  

Este ridículo fue claramente aprovechado desde Moscú, cuyos portavoces se aprestaron a ironizar a partir de los vaticinios bélicos no concretados de occidente, que en su peor versión incluyeron inclusive estimaciones de las bajas que se producirían en los enfrentamientos.  

María Zajárova, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, se permitió un sarcasmo con respecto a la situación e instó a medios estadounidenses y británicos a publicar el cronograma de invasiones del Kremlin, para que los funcionarios pudieran «planificar las vacaciones».  

Ironías aparte, en una intervención pública, Zajárova denunció el tratamiento informativo de la escalada de tensiones y acusó a los medios occidentales de azuzar una guerra entre Rusia y Ucrania. 

La funcionaria formuló señalamientos hacia las principales cadenas y agencias de noticias, que sin rubor alguno desplegaron sus equipos en Kiev la madrugada de este miércoles, sembraron en sus audiencias la falsa expectativa de que algo grave ocurriría y avanzaron la idea de que estaban allí para revelarlo al mundo desde el mero lugar de los hechos.  

Lo sucedido en las últimas semanas concede la razón a Zajárova, pues como se muestra en un recuento realizado por la agencia rusa RT, grandes medios fallaron no solo en la fecha de la anunciada, sino que en su afán por otorgar alguna credibilidad a sus dudosos pronósticos, construyeron relatos cada vez más rocambolescos amparándose en fórmulas de resguardo de identidad de las fuentes e «información de inteligencia».  

De acuerdo con esta reseña, la ola de desinformación arreció luego de que Bloomberg publicara un supuesto plan de invasión que contemplaba el uso de 100.000 efectivos rusos contra Ucrania. 

Entonces, la agencia estadounidense citó «informes de inteligencia» y alegó que cientos de reservistas habían recibido cartas de movilización, una práctica que era común en la época soviética, pero ya no.  

Esta delirante historia fue desmentida de plano por el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, quien indicó que lejos de ser ciertas, estas acusaciones pretendían ser un «camuflaje» para acciones armadas por parte de Ucrania en el Dombás.  

Todavía más increíble fue la apuesta que hicieron medios como Politico, The Mirror y The Sun, además de Bloomberg, que con base en declaraciones del presidente Joe Biden, fijaron como fecha de la agresión rusa los días 15 y 16 de febrero.  

Otros, como la cadena CNN, matizaron el pronóstico alegando que si Rusia pretendía incursionar en territorio ucraniano en tales fechas, tendría que hacer frente en el terreno al barro que producirían las inusualmente altas temperaturas previstas, aunque de todas maneras dispondría de aviones y artillería de largo alcance para cumplir su cometido.  

El rotativo The New York Times protagonizó un vergonzoso episodio, al publicar en su primera plana que Rusia había evacuado su embajada en Kiev, solo para ser desmentido poco después por la cancillería rusa.  

The Washington Post dio un paso al frente en materia de especulación periodística y se aventuró a publicar un pronóstico bélico, según el cual Kiev caería en dos días bajo el ataque ruso, operación que se transaría con 50.000 víctimas civiles y causaría «una crisis humanitaria con cinco millones de refugiados».  

Además de la prensa, el gobierno británico se sumó a estas aventuras propagandísticas, al publicar un comunicado en el que se sostenía sin pruebas que Moscú pretendía instalar un gobierno títere en Ucrania que encabezaría el exdiputado Evgeni Muráev, pese a que este tiene prohibida la entrada a Rusia.  

El tabloide alemán Bild sumó su grano de arena a esta guerra mediática, al divulgar que Rusia pretende invadir Ucrania para conformar un estado unificado, del que también participaría Bielorrusia.  

Y este martes 15 de febrero, el británico The Sun apuntó que la invasión a Ucrania era apenas el «primer paso» en las intenciones expansionistas del Kremlin, pues el supuesto plan implicaba también la conquista militar de Lituania, Letonia y Estonia «al estilo Hitler».  

Más allá de lo inverosímiles que puedan resultar tales versiones y de que la realidad haya acabado por comprobar que son falsas, para analistas como Vladimir Acosta, esta operación de terror tiene un claro autor intelectual: Estados Unidos, cuyo propósito es ocultar lo que sí está sucediendo: los países occidentales están armando a Ucrania.  

Acosta precisa que «en política y diplomacia no es nuevo mentir, afirmar algo sin base, pasar propaganda como información. Y en especial EE.UU. es experto en hacerlo. Su facilidad para mentir es infinita y su lista de mentiras crece a diario, pero con frecuencia olvidaba que el mentiroso tiene las piernas cortas”.  

“Porque la discusión en los medios y el acceso a ellos de críticas bien fundamentadas solía poner las cosas en su sitio. Pero se alargó las piernas sacralizando sus medios, con lo que sacralizó al propio poder gobernante que es su dueño, e impidiendo el acceso de toda crítica a ellos. Convirtió sus periodistas en mercenarios del poder, receptores pasivos de su propaganda y repetidores de sus argumentos falsos o sin base”. 

“Esto es ya normal, pero aún escandaliza que convirtiera a los seguidores de sus medios en borregos que perdieron su capacidad de pensar y razonar y se tragan esa basura como si la creyesen infalible palabra divina. Así, desprecia e insulta a esa población y le manda cuanta basura produce confiando en que la devorará y repetirá como única verdad. EE.UU. ha fabricado así, y lo muestra a diario en el caso de Ucrania, el modelo ideal de prensa imperial capitalista: exclusiva, autoritaria, sin críticos, con periodistas mercenarios y una enorme multitud de receptores pasivos a los que convierte en bestias y trata como tales».  

Ya del lado de las verdaderas pretensiones estadounidenses, en las cuales los medios solamente son un instrumento, el analista indica:  

«Lo más importante sigue siendo lo referente a la tan inminente como fantasiosa invasión de Ucrania que prepararía Rusia y de la que habla a diario EE.UU., que mientras sigue armando a Ucrania y acercando tropas a Rusia, le exige a esta retirar las tropas defensivas que mantiene en su propio territorio en previsión de un ataque ucraniano. Y aquí tendrían cabida varias informaciones importantes que muestran el panorama de estos días.  

“Así, Serguéi Karagánov, alto funcionario ruso experto en política exterior, señala en un notable artículo publicado en una revista rusa, que la invasión de Ucrania sería un disparate sin sentido; que si el podrido gobierno ucraniano atacara el Donbás, Ucrania sería destruida; que sabe que EE.UU. no lucharía en Europa contra un país nuclear como Rusia; y termina añadiendo que sin las propuestas rusas sobre paz y seguridad, que  EE.UU. y la OTAN rechazan, no puede haber arreglo, y que la verdadera tarea pendiente es construir un sistema viable para la paz sobre las ruinas del actual manejado por el belicismo de EE.UU. y su OTAN. El artículo de Karagánov fue enviado antes a Financial Times, pero este no lo publicó ‘por falta de espacio'».  

El perdedor en toda esta disputa, apunta Acosta, no es otro que Europa: «Europa es doblemente afectada por su servidumbre ante EE.UU.: por la escasez de gas y por la menor calidad y costo mayor del gas de esquisto. A Rusia por supuesto la afectaría también perder ese mercado, que limitaría su peso en Europa, pero menos que a esta. Y de hecho acaba de inaugurar un gigantesco gasoducto terrestre, el Fuerza de Siberia 2, capaz de cubrir toda la enorme demanda de gas que requiere China».  

Reflexiones para la discusión

Al cierre del programa, Pérez Pirela señaló que el amarillismo, los titulares apocalípticos y la guerra diplomática fueron los ingredientes de este episodio de la confrontación entre el bloque de EE.UU. y la OTAN contra Rusia. “Todo fueron hipótesis y verbos condicionales. Así lleva EE.UU. este tipo de provocaciones. La guerra mediática por parte de la OTAN no tiene parangón. Hasta predijeron el número de muertos civiles y militares que causaría la invasión”. 

Planteó que siempre ha tenido preocupaciones porque desde EE.UU. y sus aliados de la OTAN se genere un falso positivo, un casus belli tan grande, tan difícil de obviar, que lleve finalmente a Rusia a la guerra. 

Aseveró que Ucrania está pagando los platos rotos por haberse prestado al papel de actor secundario en esta operación geopolítica. “Zelensky se dio cuenta de que está fungiendo de tonto útil y por eso se queja de la campaña de desinformación, pero son los mismos medios occidentales los que lo ignoran”, dijo, refiriéndose al presidente ucraniano. 

Como conclusión, indicó que “si Putin hubiese caído en esas provocaciones, las consecuencias podrían haber sido catastróficas para toda la humanidad”.  

“Lo cierto es que EE.UU. y la OTAN están armando a un país con un gobierno ultraderechista que está cometiendo genocidio. Terminarán arrepintiéndose de aupar a esa extrema derecha”, expresó.  

Jueves de filosofía en la órbita marxista

Invitó al público a participar en el Jueves de Filosofía del 17 de febrero en el que conversará con la doctora en Filosofía y Ética Katya Colmenares, quien hablará desde México. “Ella es especialista en Marx, tal vez la estudiosa más importante de Marx en América Latina. Hablaremos del Marx oculto por el estalinismo y de la dialéctica de Marx, comparada con la de Hegel”, precisó. 

Fuentes citadas

La Iguana.TV / El Iguanazo de Iván Lira / RT. 

(LaIguana.TV)