La idea de que Colombia deje de explotar petróleo se coló en el debate público de cara a las elecciones de mayo de 2022. Consultados por Sputnik, tres expertos en energías renovables coincidieron en que la transición a energías renovables es inevitable pero hay algunos desafíos a tener en cuenta.

La transición energética está sobre la mesa de debate en Colombia desde hace varios meses. En octubre de 2021, el candidato presidencial de izquierda Gustavo Petro —que encabeza las encuestas de intención de voto— anunció que, en caso de llegar a la Presidencia, no entregaría más contratos de exploración petrolera.

Petro, líder de la coalición Pacto Histórico, señaló que seguirán operando los actuales contratos para la búsqueda del recurso pero que Colombia debería enfocar sus esfuerzos en la transición hacia energías renovables. La propuesta ocasionó un aguacero de críticas y análisis sobre el futuro del país en caso de que se acabara el petróleo.

Es que si bien hay acuerdo en que Colombia y el mundo deben acelerar la transición energética, cuál es la mejor forma en que el país sudamericano debe encarar el tránsito desde energías fósiles hacia renovables inquieta a los académicos.

¿Cómo sostener la viabilidad energética de Colombia?

«El país tiene recursos como el petróleo o el carbón, que no solo son fuentes energéticas, sino de otra cantidad de productos de alto valor agregado y forman parte de la canasta energética. Ahora, ¿cómo se sostiene la viabilidad energética del país en medio de una transición?”, dice a Sputnik el profesor Farid Chejne Janna, físico de la Universidad de Antioquia (en Medellín, noroccidente de Colombia) y docente de la Facultad de Minas de la Universidad Nacional de Colombia.

Para Chejne Janna, es necesario tomar medidas para disminuir los daños al medioambiente. Eso implica buscar medios para garantizar energías limpias, pero también garantizar la sostenibilidad energética.

La cuestión es que existen recursos renovables como la energía solar, la eólica o la biomasa, pero no son tan constantes en el tiempo y están relacionados muy de cerca con cambios en el estado del tiempo, la situación ambiental o la cantidad de residuos que generen las industrias, agrega el profesor.

Además, asegura que actualmente los recursos como el petróleo generan divisas al país, por lo que, de manera temprana, el Estado colombiano debería trabajar en la implementación de otros modelos de generación de energía e ir dejando de lado, con el tiempo, los convencionales.

En 2021, el promedio de producción de petróleo fue de 736.356 barriles promedio día (bpd), lo que significó una reducción del 5,7% respecto de 2020. Esa disminución, según registraron algunos medios de comunicación, obedeció a fallas eléctricas en algunos campos petroleros, fallas mecánicas o problemas de orden público.

La transición es imperativa

Para Santiago Arango Aramburo, profesor visitante Fulbright del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y docente de la Universidad Nacional, la transición energética no debería ser la bandera política de ningún candidato porque es un ejercicio social que no tiene colores.

«La transición energética es algo que se tiene que hacer. El cambio climático está encima y la evidencia es dramática. Sin embargo, la Edad de Piedra no se acabó porque se acaba la piedra, entonces, el petróleo no se va a acabar si no hay tecnologías que lo reemplacen. Los gobiernos tienen que apuntar a desarrollar estas tecnologías y Colombia tiene muchas oportunidades en energías renovables y más limpias, como el desarrollo que puede haber en la energía marina», anota Arango Aramburo, en diálogo con Sputnik.

Ahora, es peligroso o inconveniente tener plazos cerrados porque la consecución de la transición depende de muchos factores.

«La velocidad de la implementación de estos nuevos modelos dependerá de los gobiernos, y cada gobierno lo hará a su manera. Ya eso está en marcha y no lo para nadie. En Colombia no solo están dadas las condiciones, sino que la transición ya comenzó. No obstante, hay campos de transformación que son muy complejos», manifiesta Germán Corredor, director ejecutivo de la Asociación de Energías Renovables – SER Colombia.

Esos campos más difíciles son, ejemplifica Corredor, la movilidad eléctrica, porque implica un cambio en el parque automotor que se mueve con gasolina o diésel por vehículos eléctricos.

Mezcla de modelos y un cambio inteligente

Un último elemento a tener en cuenta es que la transición de energías fósiles a energías más limpias implica que haya también un factor gradual. Es decir, no se puede frenar de tajo una para implementar la otra.

«Hay que mezclar inteligentemente. Tener sistemas híbridos con un control ambiental riguroso. La transición debe permitir la combinación de recursos para que se vayan mitigando los efectos nocivos de los convencionales. Debe haber una captura de los gases que emiten las fuentes convencionales. ¿Pero qué pasa si decimos que mañana no hay petróleo ni carbón? Se para el transporte, se para buena parte de la industria y la generación de energía», advierte el profesor Chejne Janna.

Corredor concuerda con ello: «Los combustibles fósiles tienen muchos usos. Por ejemplo, en la aviación aún no hay una alternativa para sustituir el combustible que usan los aviones. Hay intentos de aviones solares, pero son muy primarios. El proceso puede demorar años, no es algo que se resuelva durante un gobierno», concluye.

Los tres expertos coinciden en que, si bien Colombia no es uno de los mayores emisores de CO2 a en el mundo, sí se deben hacer esfuerzos hacia la transición energética y entrar, como todos los países —incluso los mismos ciudadanos desde sus casas— en la tarea de reducir las emisiones para enfrentar el cambio climático.

(Sputnik)