«Estamos en medio de una guerra». Con esta lapidaria frase inició el filósofo, comunicador y analista político Miguel Ángel Pérez Pirela su programa Desde Donde Sea de este martes 2 de marzo, que estuvo dedicada a disertar acerca del conflicto que tiene como foco a Ucrania y como protagonistas a Rusia y a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), organismo este integrado por países que han protagonizado bombardeos e invasiones contra terceros países en las últimas décadas. 

En ese orden, apuntó que existen dos visiones antagónicas sobre el conflicto: la Occidental, que presenta la situación como la resulta de un imperialismo expansionista de Rusia que tiene en el presidente Vladimir Putin su protagonista único y la de Rusia, que acusa al expansionismo de la OTAN hacia sus fronteras como causa última de este agravamiento de la crisis. 

A lo anterior, Pérez Pirela añadió la difusión masiva de ‘fake news’ y la censura mediática impuesta en Europa y Estados Unidos a medios rusos como RT o la agencia Sputnik, con la que se pretende imponer una sola visión de la realidad, impulsada desde la OTAN. 

Otro punto al que hizo referencia en su introducción al tema fue que ya se está hablando abiertamente de la Tercera Guerra Mundial. En particular aludió a las declaraciones del presidente estadounidense, Joe Biden, quien aseguró que, si no se sancionaba a Rusia, se desataría un conflicto de escala planetaria y las del mandatario bielorruso, Aleksandr Lukashenko, quien indicó que el conflicto amenazaba con escalar a una guerra mundial. 

A su parecer, esta guerra de sanciones –que han incluido o excluido entidades a conveniencia de la Unión Europea– es la demostración clara de que Occidente no tuvo cómo vencer financiera, diplomática o mediáticamente y tuvo que apelar a estos métodos para lograr imponerse. 

Empero, el analista advirtió que esta ola de restricciones podría revertirse rápidamente contra la OTAN, pues los efectos ya se empiezan a sentir en los mercados de diversas materias primas. 

Desde su punto de vista, las amenazas de la Alianza Atlántica formuladas horas antes del inicio de la operación militar de Rusia, detonaron la situación, que bien pudo haberse evitado si Ucrania se hubiera incorporado a la Unión Europea, como pidió ayer su presidente Volodímir Zelenski, en lugar de amenazar con hacerlo a la OTAN. 

«Estamos en nombre de una dictadura global, donde en nombre de los derechos humanos, nos dejan sin derechos humanos y después hacen unos trabajos de manipulación como los que hemos visto tantas veces, en los que países que se la pasan bombardeando a otros países quedan como defensores de los derechos humanos», aseguró. 

Para él, los fundamentos de la geopolítica y de la geoestrategia internacional están cambiando y se están moviendo, pues no se trata de una guerra más y Rusia, con su inmenso poder militar, no es equiparable a otros países como Afganistán, Libia o Irak.  

Pese a ello, órganos como Naciones Unidas, que han mirado a otro lado ante bombardeos e invasiones perpetradas por la OTAN, hoy se aprestaron a votar condenando las acciones de Rusia. 

Acorralada, Rusia inicia una operación militar en Ucrania 

Entrando en materia, recordó que al amanecer del pasado 25 de febrero, hora de Moscú, se concretó el peor escenario asociado a la crisis en Ucrania: el presidente ruso, Vladimir Putin, anunció el inicio de una operación militar especial, a petición de los líderes de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk. 

Según expresara el mandatario, la situación en el Donbás, donde el ejército ucraniano y milicias neonazis arreciaron sus ataques contra la población civil, requería de Rusia «acciones contundentes e inmediatas», si bien luego se indicó que las fuerzas rusas actuarían en distintos puntos de Ucrania para «desmilitarizar» y «desnazificar» el país. 

El comunicador explicó que Putin argumentó que a Rusia no le había quedado «otra alternativa» que la incursión militar para defender a la población rusoparlante de Ucrania, a lo que sumó la falta de garantías de seguridad por parte de la OTAN.  

Refirió, asimismo, que, aunque la acción fue inmediatamente tachada de «invasión» por Occidente, desde el Kremlin adujeron que Rusia no pretendía permanecer en territorio ucraniano más allá del cumplimiento de su misión –que aspira completar en breve lapso– y tampoco poner en riesgo a la población civil.

En ese orden, precisó que voceros del Ministerio de Defensa de Rusia aseguraron que sus ataques de alta precisión están dirigidos a la infraestructura militar, incluyendo aeródromos y aeropuertos, no a zonas residenciales. 

Habiendo transcurrido varios días desde el inicio de las hostilidades, desde Occidente se ha respondido con medidas coercitivas unilaterales inéditas, que han implicado, entre otras cosas, cercos financieros, aéreos e informativos, indicó Pérez Pirela. 

Desde el otro lado de la acera, precisó que el gobierno ruso asegura que ya estaba preparado para un ataque de semejantes magnitudes, para el cual dispone de respuestas variadas que se irán implementando conforme la situación lo amerite.

En continuidad con el recuento de algunas de las principales situaciones que se han suscitado desde que estalló el conflicto, relató que el pasado lunes, delegaciones de los gobiernos de Rusia y Ucrania comenzaron negociaciones de paz en Bielorrusia y se confirmó un segundo encuentro que se realizará este miércoles, sin que hayan trascendido aún resultados concretos. 

También, en una decisión sin precedentes, resaltó la Unión Europea anunció que proveerá de armamento a Ucrania, a pesar de que ese país no forma del bloque comunitario. 

Guerra mediática y censura a gran escala

Toda guerra es lamentable y siempre entraña pérdida de vidas humanas, pero desde que comenzaron los enfrentamientos, periodistas, ‘influencers’ y medios de comunicación alineados con la narrativa impulsada por la OTAN, se han encargado de difundir informaciones falsas orientadas a mostrar la «barbarie» del ejército ruso en Ucrania.

Inclusive, en su afán por torcer la realidad, cadenas como Univisión han pretendido desmentir a residentes del Donbás acerca de la situación en el terreno. 

Ahondando en esta información, comentó que Luis Muñoz, un colombiano residenciado en la república de Donetsk, salió al paso a la desinformación sobre la operación militar rusa desplegada en la región del Donbás que adelantan medios afines a la OTAN y posicionadores de opinión, según la cual, Rusia está bombardeando objetivos civiles ciudades.

Más precisamente, indicó que en conversación con la periodista Patricia Janiot y claramente en contra de lo que ella expresaba, Muñoz ratificó que el ejército ucraniano lleva ocho años atacando a los cuatro millones de personas que residen en Donetsk y, que, en su decir, la incursión de los militares rusos había traído tranquilidad a la población.

«Ocho años en medio de una guerra y hoy he dormido muy tranquilo. En mi casa, las ventanas tienen tres vidrios y no se oye mucho, pero (…) cuando yo abrí por la mañana la ventana, escucho de lejos, muy, muy lejos, a Dios gracias, esos sonidos», citó el filósofo las palabras del ciudadano colombiano.

Este fiasco informativo no impidió que cierta prensa alineada continuara difundiendo bulos, de los cuales destaca el aplastamiento de un vehículo por parte de un supuesto tanque ruso en Kiev, que, desmentida por el representante permanente de Rusia ante las Naciones Unidas, Vasili Nebenzia, quien precisó que el ejército ruso no cuenta «con sistemas tan obsoletos como estos en su armamento militar». 

Sin embargo, Pérez Pirela subrayó no se trata de la única ‘fake news’, pues el falseamiento ha incluido la presentación de capturas de pantalla de videojuegos y bombardeos de otros conflictos como situaciones ocurridas en los últimos días, además de la utilización propagandística de refugiados del Donbás, a quienes presentaron como refugiados que huían de Rusia y no hacia Rusia.

Ante tal proliferación de mentiras e inexactitudes, recordó que Rusia acusó en la ONU a Estados Unidos, a la OTAN y a sus aliados de desplegar una «guerra informativa» sin precedentes en su contra.  

Además, refirió que, en paralelo, por las redes sociales han circulado videos en los que se muestra la «preproducción» de algunas de las pretendidas noticias de la guerra entre Rusia y Ucrania. 

A su juicio, los objetivos parecen claros: presentar una visión estándar del conflicto basada en informes retocados o deliberadamente falsos para justificar un enjuiciamiento de las autoridades rusas en la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra. 

Así, se ha apelado al maquillaje e incluso a la transmisión «en vivo» desde centros de recopilación de cadáveres que, milagrosamente, se levantan durante la emisión. 

«Los medios de comunicación que podían desmentir esto están silenciados, censurados», reiteró.

De regreso a la idea anterior, enfatizó que, para alimentar esta tesis del enjuiciamiento de Rusia en tribunales internacionales, el pasado 26 de febrero, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, introdujo una demanda contra Rusia en la Corte Penal Internacional (CIP) de La Haya por crímenes de guerra y genocidio. 

Así, mencionó que, a través de su portavoz, Dmitri Peskov, el Kremlin refutó estas acusaciones, subrayando que sus ataques han estado dirigidos a blancos militares. Adicionalmente, las autoridades rusas devolvieron en señalamiento a Kiev, en razón de los ataques perpetrados por el ejército ucraniano y milicias ultranacionalistas contra infraestructuras civiles y porrusos en el Donbás. 

Con inusual rapidez, el fiscal general de la CPI, Karim Kahn, anunció el pasado 28 de febrero que solicitaría a los jueces del organismo el inicio de una investigación por crímenes de guerra y delitos de lesa humanidad «cometidos por cualquiera de las partes en todo el territorio de Ucrania», señaló el analista.

La campaña de desinformación, cuyos efectos políticos ya empiezan a sentirse, ha estado acompañada de una creciente censura hacia medios y periodistas que ofrecen una perspectiva del conflicto distinta a la presentada por la prensa alineada con la OTAN. 

Es el caso de la periodista francesa Anne-Laure Bonett, corresponsal en Ucrania, quien fue censurada en Facebook tras publicar un video en el que aseguró que el gobierno de Zelenski es el que está bombardeando a los rusoparlantes en Lugansk. 

«No estoy defendiendo a Putin, solo estoy siguiendo a los civiles (…). El gobierno ucraniano está bombardeando a su población», citó el comunicador las palabras de la periodista. 

Sin embargo, destacó que la advertencia de que no estaba tomando una posición –manifestó que había pasado el año previo en Armenia– y que no defendía al gobierno ruso, no bastaron para que la red social de Mark Zuckerberg calificara su contenido como desinformación y lo eliminara, aunque el caso pudo conocerse gracias a la labor de activistas. 

En paralelo y a contrapelo del ejercicio de la libertad de expresión, miles cuentas en Twitter de medios y de periodistas que difunden la postura o las declaraciones de los funcionarios rusos sobre el conflicto, han sido tachadas, con razón o sin ella, como «afiliadas al gobierno de Rusia». 

A su parecer, todavía peor ha sido el cerco impuesto por la Unión Europea sobre las agencias oficiales de noticias rusas, como Sputnik y RT, que cuentan con una amplia audiencia dentro de Europa y en América Latina, una acción que para Margarita Simonián, directora de la cadena internacional RT, ya estaba decidida y que se valió del conflicto en Ucrania para no quedar tan mal ante sus ciudadanos. 

Pérez Pirela resaltó que esta medida de censura fue impulsada por la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Layen, quien acusó a estos medios de ser «maquinaria mediática del Kremlin en la Unión Europea» y amenazó con prohibir «su desinformación tóxica y dañina en Europa», lo que se concretó al día siguiente. 

En claro atentado a los principios que dicen defender, casi de inmediato, Meta y YouTube suspendieron todos los canales de Sputnik y RT en el espacio de la Europa Schengen y aunque sus cuentas continúan activas en Twitter, pero los mensajes en ocasiones aparecen ocultos y con una alerta en la que se indica al usuario que podría tratarse de desinformación. 

El experto agregó que, de momento, estas agencias han invitado a la audiencia que reside en países donde se impusieron bloqueos, a conectarse a través de redes como VK o Telegram, al tiempo que aumentaron la frecuencia de sus publicaciones en Twitter y habilitaron la transmisión en vivo en sus portales principales. 

En América Latina, se conoció que el regulador estatal de Uruguay prohibió las transmisiones de RT y en Argentina pidieron su exclusión de la red de televisión pública digital. Sin embargo, matizó que estas posiciones no reflejan adecuadamente la postura regional con respecto al tema, pues hasta el momento, con excepción de Uruguay, ningún otro gobierno ha prohibido las transmisiones ni ha bloqueado la difusión de su contenido e incluso algunos se han manifestado abiertamente en contra de la censura impuesta sobre los medios rusos. 

Así, refirió que, a las esperables declaraciones de repudio procedentes de países como Venezuela, Cuba o Nicaragua, se sumó la del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, quien pidió el cese del hostigamiento medios y ciudadanos y señaló que no podía haber «doble moral» al hablar de libertad de expresión. Y este miércoles, el mandatario fue todavía más lejos y tachó de «fascismo» el etiquetamiento al que está sometiendo Twitter a personas que se manifiestan a favor de determinadas opiniones. 

Para redondear este tema, indicó que la mayor parte de los presidentes latinoamericanos, más allá de su alineación política, han evitado pronunciamientos extremistas y han abogado por una resolución pacífica del conflicto, incluyendo al propio López Obrador, quien, junto a su homólogo brasileño, Jair Bolsonaro, anunciaron que no impondrían sanciones a Rusia porque les interesa tener buenas relaciones con todos los países.  

Rusofobia desatada: todo lo ruso es proscrito

En opinión de Miguel Ángel Pérez Pirela, asistimos a una escalada fascista comparable a la que padecen a diario los palestinos, pues el cerco sobre Rusia es multiforme y en las últimas jornadas ha adquirido visos xenófobos, dada la proscripción sin precedentes no solo de medios sino de personalidades rusas y de lo ruso en general. 

En ese orden, refirió es que analistas advierten que la censura, sumada a declaraciones xenófobas de personajes públicos, además de pretender imponer una única visión de las cosas, empieza a desatar una oleada de rusofobia en la población de la Unión Europea, que puede interpretarse como una «caza de brujas», lo que dicho de otro modo significa que se pretende responsabilizar al pueblo ruso por las decisiones que toma su gobierno. 

Tanto es así, que, a las largamente reseñadas sanciones económicas y financieras, así como a los bloqueos mediáticos sin precedentes antes descritos, se agrega la suspensión de los equipos deportivos nacionales de fútbol de Rusia de todas las competencias internacionales, incluyendo la venidera Copa Mundial de Fútbol Qatar 2022.

Sobre este tema, indicó que este 27 de febrero, el Consejo de la FIFA y el Comité Ejecutivo de la UEFA decidieron «suspender a todos los equipos rusos, tanto a sus selecciones nacionales como a sus clubes» por tiempo indefinido, lo que implica, entre otras cosas, que la selección de Rusia no podrá disputar el Mundial de Fútbol de Qatar de 2022, según se lee en un comunicado difundido por el máximo regulador del fútbol en su portal.

En el documento, las organizaciones toman partido por «el pueblo ucraniano» y manifiestan su interés en que «la situación en Ucrania mejore cuanto antes para que el fútbol pueda volver a ser un elemento de unidad y de paz para el mundo».

En adición, refirió que el Comité Olímpico Internacional (COI) «recomendó» este martes «la no participación de atletas y entrenadores rusos y bielorrusos» en competencias oficiales. 

A este respecto, subrayó que esta resolución, claramente discriminatoria, involucra a un tercer país –Bielorrusia–, pese a que su presidente, Aleksandr Lukashenko, está acogiendo las conversaciones de paz entre Rusia y Ucrania, más a contrapelo de lo que ocurre en la realidad, el alegato ofrecido por el COI es que el gobierno bielorruso «respalda» las acciones de Rusia en Ucrania, versión para la que no se han ofrecido pruebas, pero que ha sido repetida insistentemente por voceros de Kiev y funcionarios de la Unión Europea. 

En continuidad con esta sucesión de actos discriminatorios, mencionó que la Federación Internacional de Judo suspendió Vladimir Putin de su cargo de presidente honorario, mientras que la Federación Internacional de Taekwondo le retiró el cinturón negro que le había otorgado en reconocimiento a su alto nivel en varios estilos de artes marciales.   

Estos actos que tachó de «fascistas» se han extendido al ámbito de las artes, pues el alcalde de la ciudad de Múnich, Dieter Reiter, despidió al director de la Filarmónica de esa ciudad, Valeri Guérguiev, por no distanciarse «clara e inequívocamente» de la operación militar desplegada por Rusia en Ucrania.

En este caso, precisó que el funcionario alemán justificó su proceder alegando que «esperaba que [Guérguiev] reconsiderara su evaluación muy positiva del gobernante ruso [Vladímir Putin]», pero «no lo hizo». 

Similar destino corrió la diva de la ópera Anna Netrebko, quien, obligada por la presión, canceló sus funciones en Europa «hasta nuevo aviso», pues se le cuestionó por su cercanía personal con Putin, pues no bastó que previamente la cantante publicara un mensaje en su cuenta de Instagram en el que se manifestó contra la guerra y expresó sus votos para que culmine rápidamente. 

Para redondear la idea, apuntó que, dentro de Rusia, los ciudadanos también sufren los embates de esta ola rusofóbica aupada desde distintos frentes, en tanto empresas como Apple o Nike anunciaron la suspensión de la venta de sus productos en en tierra rusa y gigantes del ‘streaming’ como Netflix han anunciado su salida de ese país, con el pretexto de que se les impone incorporar a su plataforma canales locales. 

Además, en acuerdo con la censura impulsada por la Unión Europea, Apple eliminó de su tienda las aplicaciones de las agencias Sputnik y RT, que en adelante solo podrán ser descargadas desde Rusia. 

El neonazismo, la carta oculta de Ucrania y Occidente

Un aspecto que para Pérez Pirela resulta central para la instalación de esta dictadura global es en este conflicto, el neonazismo ucraniano juega un papel central, pese a que los países que promueven el bloqueo contra Rusia e impulsan la rusofobia evitan referirse al tema o minimizan su alcance. 

De este modo, la tolerancia de la llamada «comunidad internacional» hacia la glorificación del nazismo, el neonazismo y otras formas de discriminación se reflejó patentemente en votación que se hiciera el pasado mes de diciembre a una resolución de la ONU promovida por Rusia que condena a estas prácticas. 

Más precisamente, la Asamblea General de la ONU aprobó una resolución propuesta por Rusia contra la glorificación del nazismo y neonazismo con el apoyo de 130 países y 49 abstenciones –incluyendo a los 27 miembros de la Unión Europea y el Reino Unido–, mientras que solo dos naciones votaron en contra: Estados Unidos y Ucrania.

Entonces, Estados Unidos argumentó su negativa amparándose en la Primera Enmienda de su Constitución –que consagra el derecho a la libertad de expresión- y subrayando que esta «contraviene la glorificación del nazismo», explicó el filósofo. 

El caso de Ucrania es distinto, aseguró, pues hay suficientes muestras del resurgimiento de movimientos ultranacionalistas y neonazis, especialmente desde el golpe de Estado de 2014. 

Para añadir contexto recordó que a propósito del rechazo de Kiev a la propuesta, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia advirtió que «en la política de Ucrania está ganando terreno una línea que glorifica el nazismo y que se manifiesta en la decisión de las autoridades del país de revisar los resultados de la Segunda Guerra Mundial», que  se ha traducido en «interpretaciones distorsionadas de los eventos históricos tienen como objetivo cultivar los sentimientos nacionalistas en la población».

En favor de estos dichos rusos está la creciente glorificación de figuras como el colaboracionista nazi Stepán Bandera, quien fue elevado a la categoría de «héroe nacional» por el gobierno del presidente Petro Poroshenko, que el gobierno de Zelenski no revirtió. 

Las agrupaciones ultranacionalistas, muchas de ellas sindicadas de masacrar a la población rusoparlante en el Donbás con la venia del gobierno ucraniano o de avalar estos actos, defienden el cuestionable legado de Bandera con el argumento de que se opuso a la Unión Soviética y por extensión, a Rusia. 

Desde su punto de vista, capítulo aparte merece el Batallón Azov, un grupo de neonazis que desde el Euromaidán goza del estatus de regimiento de la Guardia Nacional de Ucrania, a quienes se señala de hostigar y asesinar a ucranianos de origen ruso en el este de Ucrania. 

Por ello subrayó que, pese a todos los indicios disponibles, en Occidente no se admite la existencia de estos colectivos extremistas y, antes bien, hay quien sugiere armar y entrenar a «voluntarios» –calificativo usado por las autoridades ucranianas para referirse a ellos–, como la exsecretaria de Estado de los Estados Unidos, Hillary Clinton. 

«Occidente está armando al menos desde 2014 a estos neonazis que están atacando a los residentes del Donbás de origen ruso o prorrusos», enfatizó. 

Con respecto a las declaraciones de Hillary Clinton, precisó que, desde el punto de vista de la exfuncionaria, los países occidentales podrían respaldar militarmente a Ucrania sin necesidad de involucrarse directamente en una confrontación con Rusia, como hicieran en la década de 1980 con los muyahidines de Afganistán, quienes forzaron la retirada de las fuerzas de la Unión Soviética tras una década de conflicto armado.

Seguidamente, se permitió citar textualmente lo expresado por Clinton a la cadena estadounidense MSNBC, que la consultó para analizar la situación en Ucrania: «Rusia invadió Afganistán en 1980 y aunque ningún país entró, ciertamente tenían muchos países que suministraban armas y consejos e incluso algunos asesores a aquellos que fueron reclutados para luchar contra Rusia (…). Creo que tenemos que observar esto cuidadosamente. Tenemos que proporcionar suficiente armamento para el ejército y los voluntarios de Ucrania y tenemos que seguir apretando las tuercas», insistió, tras lo cual aseguró que «una insurgencia muy motivada y luego financiada y armada básicamente expulsó a los rusos de Afganistán». 

Sin embargo, señaló que la política evitó mencionar que los muyahidines financiados y entrenados por Occidente acabaron conformando el gobierno Talibán, a quien la OTAN no pudo derrotar en dos décadas. 

Antes de cerrar la emisión, invitó a la audiencia a sintonizar la edición del jueves de filosofía en Desde Donde Sea, en la que tendrá como invitado al profesor colombiano Roberto Almanza, con quien disertará sobre Filosofía Caribeña. 

(LaIguana.TV)