El golpe de Estado internacional perpetrado por Estados Unidos al promover la guerra en Ucrania para conquistar mercados europeos, fue el complejo escenario sobre el que conversaron el filósofo comunicador y analista político Miguel Ángel Pérez Pirela con el sociólogo Ramón Grosfoguel, catedrático de la Universidad de Berkley y uno de los pensadores más prominentes de la corriente descolonial en la edición 429 de Desde Donde Sea transmitida este 31 de marzo.

Para iniciar el intercambio, Pérez Pirela recordó que un mes atrás, cuando apenas iniciaban las hostilidades, Grosfoguel compartió análisis audaces, que en su día fueron calificados como polémicos, pero que visto lo visto, han mostrado su veracidad.

¿EEUU consiguió sus objetivos con la guerra en Ucrania?

El intelectual puertorriqueño comenzó sus reflexiones refrescando algunas de las ideas que compartiera con la audiencia un mes atrás. En primer lugar recordó que la guerra en Ucrania había sido fabricada en los EEUU, con base en un documento del ‘think tank’ RAND Corporation que data de 2019.

Por ello destacó que si no se tienen en cuenta estos elementos, puede llegar a creerse que se trata de una acción contingente realizada por Rusia en contra de Ucrania, cuando en realidad Washington azuzó el conflicto armando a las milicias neonazis que han cometido genocidio contra la población rusoparlante en el Donbás.

Sobre esto refirió que unas semanas atrás, muchos negaron los crímenes de los grupos neonazis amparados por el Estado ucraniano en el Donbás, pero ya circulan numerosas pruebas y testimonios que demuestran que es cierto lo que Rusia tiene ocho años denunciando.

Para ilustrar indicó que agencias noticiosas alternativas han mostrado que en bases militares capturadas por el ejército ruso había cámaras de tortura, al tiempo que en Mariúpol, los rusos encontraron a miles de personas acribilladas por milicias neonazis, que al mismo tiempo impedían que los civiles accedieran a los corredores humanitarios instalados por la Federación Rusa para evitar el deceso de inocentes.

Seguidamente, Grosfoguel reiteró que se trata de un golpe de Estado internacional orquestado por Estados contra China y Europa a través de Rusia y Ucrania, cuyo objetivo no era otro que capturar los mercados de Rusia en los países europeos de toda suerte de mercancías, principalmente las energéticas.

Por ello cuestionó que mientras los europeos miran al presidente ruso, Vladímir Putin y lo responsabilizan de la crisis, Estados Unidos les mete una puñalada por la espalda, al reemplazar el suministro de gas ruso pero vendiéndoselos 40 % más caro.

Al mismo tiempo, aseguró, al conseguir que estallara la guerra en Ucrania, Washington también apuñaló a China, porque al instalarse una nueva Cortina de Hierro, la Ruta de la Seda quedó bloqueada y países como Alemania o Francia quedaron al margen de negocios lucrativos con el gigante asiático.

Por si ello no bastara, Estados Unidos consiguió que los países europeos aumentaran su presupuesto de defensa y accedieran a comprar armamento a los fabricantes de armas estadounidenses, aun cuando algunos de ellos como Alemania están en perfecta capacidad de producirlas.

De otro lado, apuntó que incluso el secretario general de la ONU anunció que sobrevendrá una hambruna internacional puesto que están bloqueadas las rutas de abastecimiento de materias primas y fertilizantes que salen de Ucrania y de Rusia, a lo que se agrega que el incremento en el precio de los hidrocarburos hace costoso el transporte y los alimentos se encarecen.

Estamos en la Tercera Guerra Mundial

El pensador descolonial asevera categóricamente que se está configurando un nuevo orden internacional y que estamos transitando parte del recorrido de una Tercera Guerra Mundial que no empezó en Ucrania, sino en Siria.

Argumentó este polémico comentario citando documentos estadounidenses fechados en la década de 1990 en los que se enumeran los países a invadir: Irak, Afganistán, Libia, Yemen y Siria, un plan que avanzó sin mayores contratiempos hasta el inicio del conflicto en Siria, pues en ese caso las hostilidades se tornaron globales.

Así las cosas, con el fin de derrocar al presidente Bashar al Assad, el imperialismo estadounidense se involucró directamente, apoyándose en una primera instancia en milicias yihadistas-wahabistas proveídas por Arabia Saudita y el Estado de Israel, que brindó apoyo militar y logístico a los mercenarios.

En su opinión, las tornas cambiaron cuando Hezbolá, Rusia e Irán se implicaron en el conflicto para respaldar a Al Assad y frenaron los planes imperiales, que habían resultado exitosos en el resto de los casos, incluyendo Libia, a la que dejaron desmembrada y envuelta en una sangrienta e inacabable guerra civil.

De este modo, alegó, al contrario de lo que difunde la propaganda occidental, Estados Unidos, el wahabismo saudí y el sionismo israelí fueron los grandes derrotados en esta guerra y militarmente ganó Siria, pues incluso gran parte de quienes adversaban a Bashar al Assad y protestaron en las calles para exigir su salida, acabaron por ponerse de su lado, al quedar reveladas las intenciones imperialistas.

Específicamente aludió a que los yihadistas dispararon contra las manifestaciones antigubernamentales para acusar al gobierno sirio de masacrar a la población, como en su día hicieron en Ucrania y antes, en el golpe de Estado de abril de 2022.

De regreso a Ucrania, enfatizó que en 2014, mientras participaba de la guerra en Siria, Estados Unidos derrocó a un gobierno democráticamente electo, armó milicias neonazis comparables con las yihadistas usadas en las guerras del Medio Oriente y creó las condiciones para provocar a Rusia.

El fin último, resaltó, no es la guerra en sí misma, sino lo que esta podría significar para el gigante euroasiático, pues como figura en el documento de la RAND, el propósito era usar a Ucrania para obligar a Moscú a sobreextender sus capacidades económicas e implosionar al país desde dentro.

La decadencia de EEUU como potencia imperialista

A su parecer, el problema es que aunque estos planes fueron desarrollados con años de antelación, en la práctica no han resultado como estaba previsto, toda vez que aunque es evidente que las empresas estadounidenses se están beneficiando ampliamente, Estados Unidos perderá la confrontación en el largo plazo, pues aceleró la alianza entre China y Rusia, cuyo impacto no se restringe a sus propias economías, sino que tiene alcance mundial.

Sobre este particular, detalló que estas naciones están constituyendo una alternativa económica real frente a la hegemonía estadounidense, que en términos prácticos implica su retroceso –y decadencia– como potencia imperial.

Para ilustrar el punto, refirió que esto se expresa claramente en la negativa de la mayoría de los países de Asia (destacando el caso de India, además de China), América Latina y África a secundar a las potencias occidentales en su tentativa de aislar a Rusia.

El catedrático es de la opinión que antes bien, ha sucedido todo lo contrario: Rusia se está recuperando rápidamente del golpe que recibió las dos primeras semanas de sanciones, pues llevaba años preparándose para ser atacada financiera y económicamente por Occidente.

En su decir, Moscú compró oro a granel durante varios años y ahora está obligando a países «no amistosos» a pagar mercancías estratégicas como el gas en rublos cotizados en oro, no a partir de tasas de cambio que pudieran ser manipuladas exteriormente.

Así las cosas, con este movimiento ruso, se acelera la caída del dólar, pues amén de que el rublo está respaldado por oro, el petrodólar, que servía como fundamento de la moneda estadounidense, también se resquebraja.

Sobre esto precisó que Arabia Saudita, que fue un actor fundamental para garantizar que todo el comercio de hidrocarburos se hiciera en dólares, luego de que Estados Unidos decidiera abandonar el patrón oro, hoy negocia con China la compra de petróleo en yuanes.

Con este panorama, calificó de «arrogancia» las pretensiones de chantajear a China para que se sume a la lista de países sancionadores de Rusia, cuando es claro que Beijing es el próximo objetivo de la Casa Blanca.

Para Grosfoguel tampoco es cierto que Europa entera está dispuesta a plegarse a los dictámenes de Washington relacionados con la negativa a pagar en rublos, pues el Banco del Vaticano acaba de comprar cientos de millones de dólares en rublos para cubrir los gastos del gas y Alemania ha tenido que comprar rublos para seguir importando gas ruso, porque el estadounidense no le alcanza para satisfacer sus necesidades energéticas.

De esta manera, este «jaque mate estadounidense» es de corto alcance, porque las poblaciones europeas no tienen cómo soportar los embates de la crisis que produjo Estados Unidos.

El especialista se detuvo en el efecto de la inflación galopante –que según pronósticos, podría convertirse en hiperinflación–, en virtud de la correlación históricamente demostrada entre esta variable y el ascenso del fascismo, que en el presente ha servido para movilizar a grupos neonazis en todo el continente, con el pretexto de la guerra en Ucrania.

¿Puede vencer Rusia en Ucrania?

Desde el punto de vista de Ramón Grosfoguel, una de las cosas que han quedado claramente establecidas es que a contrapelo de la narrativa sostenida por la prensa hegemónica, que apunta hacia una derrota militar de Rusia, la verdad es que las tropas enviadas por el Kremlin han tenido suficiente cuidado de no asesinar a la población civil y se han concentrado en derrotar a las milicias ultranacionalistas y al ejército ucraniano, objetivo que ha conseguido en un mes.

Más allá de su parecer, indicó que generales del Pentágono han desmentido en reiteradas ocasiones que la resistencia ucraniana impidió el avance de Rusia o que su ejército sea débil.

En concreto, los analistas militares estadounidenses han alegado que Rusia no ha desplegado su armamento más poderoso, no ha bombardeado indiscriminadamente el territorio ucraniano y se ha concentrado en atacar quirúrgicamente instalaciones militares y trincheras.

En relación con los más recientes anuncios derivados de las negociaciones entre las delegaciones de Rusia y Ucrania, apuntó que las demandas rusas no solo están geopolíticamente justificadas, sino que tuvo que venir una guerra para que las autoridades de Kiev se sentaran a negociar la neutralidad, lo que Rusia llevaba más de una década solicitando.

Bajo este ángulo, Occidente parece haber calculado erróneamente un alargamiento del conflicto en Ucrania, pues no solo no parece que no tendrá lugar, sino que vistas las sanciones impuestas a Rusia, diversos países se están organizando para ofrecer una salida al dólar que pasa por la vuelta al patrón oro impulsada por Rusia, el intercambio de petróleo en diversas monedas y la constitución de otros mecanismos de intercambio comercial internacional al margen de los controlados por Estados Unidos.

Está emergiendo un nuevo orden mundial multipolar

De todo lo anterior, Grosfoguel extrae una relevante conclusión: el nuevo orden mundial, aún dentro del capitalismo, será multipolar y por ello es absolutamente imprescindible que la guerra en Ucrania le permita a Rusia conseguir las garantías de seguridad que ha venido exigiendo.

A su juicio, no es equivalente que una sola potencia hegemónica imponga su ley a sangre y fuego, dejando de lado todas las leyes del comercio internacional, a que existan contrapesos.

Justo por ello le mereció crítica una cierta izquierda que ha tratado de presentarse más allá del bien y del mal, al punto de equiparar las figuras e intereses de Joe Biden y Vladímir Putin en el marco de la guerra en Ucrania.

El académico asegura que esta posición no solamente es equivocada, porque pierde de vista el aspecto central del conflicto: que fue fabricado por Estados Unidos, un reconocimiento que no implica de ninguna manera compartir la ideología o el proyecto político de Putin.

En blanco y en negro, el pensador descolonial considera que si Rusia fracasara en conseguir objetivos de seguridad, la hegemonía estadounidense se consolidaría de una manera inédita, con toda la violencia que ello significa para el resto del mundo, al tiempo que el triunfo de la estrategia Putin, es la garantía de que se conformará un orden multipolar.

Estados Unidos, por su parte, también ha puesto mucha carne en el asador y hoy debe enfrentar esas consecuencias, porque antes de entrar en Ucrania, Putin dijo que había armas biológicas y eso acabó siendo cierto, pues se demostró que el Pentágono había financiado 30 laboratorios biológicos con fines militares en Ucrania, en los que además está implicado Hunter Biden, el hijo de Joe Biden.

Ya no se trata solamente de afirmaciones rusas, destacó, pues la subsecretaria de Estado Victoria Nuland, al ser interpelada en el Congreso, admitió que había laboratorios en Ucrania y manifestó preocupación ante la perspectiva que estas informaciones cayeran en manos rusas.

Además, uno de los patógenos que desde 2018 el Pentágono estaba investigando en uno de los laboratorios que financió en Ucrania, es el coronavirus de murciélagos, similar al laboratorio de Wuhan (China) de donde algunos presumen que surgió la actual pandemia, naturalmente con miras a usarlo contra Rusia.

Grosfoguel subrayó que la implicación del hijo de Biden en estos hechos salió a colación en un debate de la campaña presidencial de 2020 y Biden dijo entonces que eran mentiras y propaganda, cuando existen datos que comprueban que Hunter Biden está implicado en el caso de las armas de destrucción masiva en Ucrania que fueron extraídos de una laptop de su propiedad.

De esta manera, aseveró, hay evidencia contundente de que en esta ocasión, Estados Unidos se pasó de la raya, al ocultar deliberadamente los laboratorios bacteriológicos, así como al financiar y entrenar milicias neonazis que luego incorporó al ejército ucraniano, que se encargaron de exterminar a las poblaciones rusoparlantes en el Donbás.

Insistió, asimismo en que si Rusia pierde esta guerra, vamos al peor unilateralismo que hayamos conocido, por lo que el mejor resultado sería que Putin venciera militarmente porque ello permite consolidar el multipolarismo, en tanto la humanidad no necesita un mundo unipolar donde todo se impone por la fuerza, a través de la guerra o del saqueo y la piratería, sino de un mundo en donde se respeten las reglas del comercio y el derecho internacional.

En este marco es que vislumbra el advenimiento de un mundo multipolar en el que Rusia, China e India, junto a otras naciones del Sur global jugarán en un rol central, en desmedro de los Estados Unidos, que insiste en su política de saqueo de recursos a países sancionados y estimula a naciones cuyos gobiernos solían estar alineados a la Casa Blanca –Arabia Saudí o India, por ejemplo– a mirar en otra dirección, pues entienden que en cualquier momento les podrían hacer lo mismo.

Para concluir, enfatizó en que esta es una guerra mucho más profunda y compleja de lo que la prensa hace creer, pues se enfoca en presentar a Putin como un loco que un buen día decidió atacar a su vecino, cuando en realidad con su acción militar intenta contener armas bacteriológicas y a milicias neonazis entrenadas por la OTAN desplegadas en sus fronteras.

(LaIguana.TV)