A propósito del 20º aniversario del golpe de Estado del 11 de abril de 2002, el presidente Nicolás Maduro recordó una anécdota de ese día, en el que estuvo a punto de ser apresado por la entonces Dirección de Inteligencia Militar (DIM, actual Dgcim) mientras se encontraba en el despacho del ministro de la Defensa, cargo que ejercía en aquel momento José Vicente Rangel Vale. 

Maduro relató que a eso de las 2:00 p.m., Rangel se disponía a ofrecer declaraciones en compañía del Alto Mando Militar cuando irrumpió en el recinto una comisión de la DIM con armas y actitud desafiante, lo que hizo que abandonara el lugar inmediatamente en compañía del diputado Pedro Carreño. 

«Yo estaba con Pedro Carreño y entraron. Como uno conoce –el que es pica’o e’ culebra, cuando ve el bejuco brinca–, vi la mirada de quienes entraron con unas pistolas, una subametralladoras y unas esposas. Le dije a Pedro: ‘vienen por nosotros, vámonos’. Habían dado la orden de detenernos», aseguró. 

Tras esto, ambos se dirigieron al estacionamiento ministerial, donde se les facilitó un vehículo para marcharse. Sin embargo, el mandatario contó que al pasar frente a las antiguas instalaciones del Batallón Bolívar en el Fuerte Tiuna, la mayor base militar del país, identificó al fallecido general Jorge Luis García Carneiro, quien en compañía de otro general cuyo nombre no mencionó, pero al que calificó como «patriota» y «valiente», daba una arenga a la tropa.  Yo me acerqué y me dije: ‘Dios mío, ¿qué es esto?’. Bajé el vidrio y me puse al lado de ellos. Ellos estaban concentrados en su tarea y el general García Carneiro diciéndoles: ‘en Venezuela hay en marcha un golpe de Estado contra el comandante Chávez'», refirió. 

Maduro enfatizó la claridad del general García Carneiro en aquellas horas aciagas: «Eran las «2:00 p.m. y él ya tenía claro cuál era su papel, ya tenía claro lo que estaba sucediendo verdaderamente», indicó. 

Recordó, asimismo, que el plan insurreccional contempló el cierre de todos los accesos a la ciudad, lo que hacía muy difícil la circulación de vehículos. Esta acción fue reivindicada posteriormente ante las cámaras por Leopoldo López, quien para aquel entonces era alcalde del municipio Chacao, al este de Caracas. 

«Después él salió por la televisión diciendo que sí, que él había trancado todas las entradas a Caracas, que había colocado autobuses y obstáculos para que nadie entrara a Fuerte Tiuna, como parte del plan del golpe de Estado, para que no salieran las unidades militares a proteger el Palacio de Miraflores, para que no salieran las unidades militares a desplegarse en defensa de la ciudad», puntualizó al respecto.

«Ellos pretendieron imponer al país una cúpula económica de la oligarquía, pretendieron imponer una cúpula política de componendas y pretendieron imponer al país y a la Fuerza Armada una cúpula militar, que en las primeras de cambio terminaron divididos, repartiéndose un poder que no tenían, como unos borrachos con una botella vacía», añadió. 

También rememoró que entre tanto, en los batallones, los oficiales de media graduación y la tropa tenían «un hervidero», pues estaban «construyendo una visión que luego se antepuso muy claramente a los intereses de los golpistas», al punto de que se negaron a obedecer las órdenes de sus superiores. 

«Pretendían imponer y no pudieron, pretendían imponer un golpe de Estado un puñado de agentes captados por el Pentágono, el Comando Sur, la CIA; comprados, arrastrados a la oligarquía y a la derecha», subrayó el mandatario, quien sostuvo además que dos décadas más tarde se ha producido una verdadera transformación en el seno de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) que hace inviables esas agendas injerencistas. 

«Veinte años después podemos decir: ¡Venezuela tiene una nueva fuerza militar, una nueva FANB, en su doctrina, en su concepción, en su moral, en su organización y en su preparación para la defensa de nuestra patria», sentenció.

(LaIguana.TV)