La industria y la población alemana deben entender la seriedad de la crisis energética que podría desatarse en Alemania en caso de un posible cese de los suministros del gas ruso, afirmó este martes Klaus Muller, jefe de la Agencia Federal de Redes del país europeo, en una entrevista para ZEIT.

Tres objetivos para evitar una crisis

Según explicó Muller, las primeras etapas de la estrategia elaborada por el país para evitar una crisis energética consisten en comprar, ahorrar y almacenar gas.

El funcionario detalló que Alemania se adhiere también a tres parámetros que podrían aumentar su independencia del gas ruso: reducir el consumo, acumular más gasolina y llenar los depósitos hasta la mitad, tareas que podrían completarse dentro de unos cuatro años «a un costo razonable» para Alemania, si bien significarían un desvío en la política de la neutralidad de carbono.

«Al mismo tiempo, necesitamos una expansión acelerada de la red y de las energías renovables», agregó Muller.

De acuerdo con Muller, de momento no se trata de una catástrofe inminente ya que los depósitos de gas del país no están completamente vacíos. «Incluso si —¡hablo en subjuntivo!— mañana no hubiera más entregas de gas desde Rusia, para lo cual no hay indicios, Alemania tiene otras fuentes», afirmó. «Actualmente tenemos suficiente gas hasta finales de verano o principios de otoño», agregó el director de la Agencia Federal de Redes.

Una emergencia del gas

No obstante, reveló que Alemania también se prepara para otra etapa, una «emergencia del gas», cuando las cantidades almacenadas ya no cubran todas las necesidades del país.

«Entonces tendremos que emitir órdenes de cierre», dijo el jefe del regulador alemán al precisar que las autoridades tendrán que evaluar «según las circunstancias» quién será el primero en ser desconectado del sistema de gas. «En caso de una emergencia, podremos identificar a las industrias y a las empresas más importantes, que seguramente corresponden a los sectores alimentario y farmacéutico, por ejemplo», explicó.

El funcionario precisó que los reglamentos europeos definen como clientes más protegidos a los hogares privados, los hospitales y las centrales eléctricas de gas responsables de la calefacción urbana. Aun así, reconoció que «la protección ilimitada de los consumidores privados es muy difícil» de garantizar en las condiciones actuales, por lo que instó a todos a ahorrar la energía.

«Ya no se trata de ponerse agradable y cálido»

Al preguntarle si sigue siendo aceptable tener un apartamento individual totalmente climatizado o incluso un sauna, Muller opinó que «en una emergencia de gas ya no sería justificable». «No solo las empresas, sino también la población no ve la situación actual con la seriedad adecuada», se lamentó. «Para muchas personas, el escenario todavía puede parecer muy abstracto. Pero es un escenario en el que también estamos hablando de costos adicionales de entre 1.500 y 2.000 euros (entre 1.630 y 2.170 dólares) para una familia media, o quizás incluso 2.500 euros (2.715 dólares) o más», aseveró.

«Ya no se trata de ponerse agradable y cálido. Porque no puedo descartar que el próximo invierno tengamos que arreglarnos sin el gas ruso», reveló Muller. «Sin embargo, es de esperar que la habitación del bebé y de los niños en el piso esté suficientemente calentada o [la habitación] donde duerme alguien que necesita atención. Pero, no sé si puede ser agradable y cálido en el resto del apartamento», dijo.

(RT)