En la más reciente entrega de su programa Cara a Cara, el periodista Clodovaldo Hernández entrevistó a Basem Tajeldine, analista internacional venezolano de dilatada trayectoria, para conversar sobre las consecuencias de la guerra entre la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y Rusia que se libra en el territorio de Ucrania. 

La guerra en Ucrania, gran negocio para el complejo militar industrial de EEUU

En opinión de Tajeldine, la guerra en Ucrania no implica «necesariamente» una entrada abierta en el conflicto de la Alianza Atlántica y ni siquiera resulta a sus ojos «conveniente» porque la inversión de Estados Unidos apunta a su complejo militar-industrial, aunque no puede dejarse de lado que existe «una amenaza latente». 

«Ha sido una fórmula perfecta, de cómo confiscar los fondos públicos al pueblo estadounidense y también a los pueblos europeos para los fines y necesidades del complejo militar industrial», independientemente de que existan sobradas dudas de a qué manos irán a parar la multitud de armas que los países de la OTAN están enviando a Ucrania, como advirtieran en data reciente altos voceros del gobierno de Rusia y demuestra la experiencia en otros países como Siria o Irak. 

Así las cosas, el experto valora que bajo los auspicios de la Casa Blanca, el aparato militar-industrial «está haciendo negocios», al tiempo que Ucrania «es hoy un Estado fallido» que corre el riesgo de quedar como «tierra arrasada» y sumarse a la lista de «peones» sacrificados en pos de los intereses estadounidenses. 

A esto añade que los negocios no se limitan al campo bélico sino que incluyen al mercado de la energía, vista las decisiones contraproducentes y autolesivas que ha adoptado una cada vez más tutelada Europa. 

«Si la mediocre clase política europea sigue la política exterior de Estados Unidos, a la cola, como perritos falderos de Estados Unidos, ¿qué va a pasar con la energía en Europa? Allí están las primeras consecuencias: los precios se han disparado enormemente y el pueblo europeo está pagando. No solamente sacas fondos públicos para ir al complejo militar industrial para una estrategia que en nada conviene a Europa, sino también sacas fondos públicos para pagar ahora los altos costos de la energía», sentenció. 

Demonios sueltos en Europa: el peligro de respaldar al neonazismo

Basem Tajeldine advierte que al respaldar al neonazismo abierto del gobierno ucraniano, la clase política europea –a la que tachó nuevamente de «mediocre»– se «ha quitado sin duda el disfraz de derechos humanos, de lucha contra el extremismo, el terrorismo», pues ahora no solamente financia y entrena a grupos extremistas como Al Qaeda y el Estado Islámico a los que luego dice combatir en Medio Oriente mientras destruyen esos Estados Nacionales, sino que introdujo al demonio en sus propias entrañas. 

«Pero hay una diferencia: aquello está en el Medio Oriente, está lejos, relativamente lejos. Esto está en Europa, en sus propias narices. Es decir, deben de poner sus barbas en remojo. Están alimentando un demonio que no van a poder controlar y ahí están las primeras consecuencias que tienen: el auge de la extrema derecha en Europa. ¿Quién creía que al nazismo hoy se le iba a limpiar su careta e iba a salir con la misma simbología?», señaló. 

A su parecer, también resulta destacable la casi increíble alianza entre los grupos neonazis y el sionismo. «Han limado sus ‘impasses’, han hecho las paces y hoy son aliados perfectos en Europa y en el mundo a favor de su política extremista», que en nada favorecen los intereses de sus Estados, comentó. 

Indicó, asimismo, que esta política «otanista» choca contra Rusia, que al ser potencia nuclear, bélica y económica, con «una importante población», está claro que no se dejará someter ni acorrarlar, aún frente a los ataques directos de naciones como Polonia. 

No es ideología, es realismo político

Tajeldine considera que es injustificado pensar que la guerra en Ucrania es el resultado de una confrontación ideológica entre Rusia y Occidente, pues desde 1991, cuando la Unión Soviética dejó de existir y se desmembró en varias repúblicas, tal idea no es más que un mito. 

Sin embargo, el experto subrayó que con el ascenso de Vladímir Putin al Kremlin, Rusia «trató de reagrupar, atraer, aquella histórica área de influencia que se conoció antes de la Revolución Bolchevique, que conoció el imperio zarista» y que luego el gobierno soviético convirtiera en repúblicas. 

A su parecer –y siguiendo las críticas formuladas por Putin al líder bolchevique Vladímir Ilích Lenin–, este movimiento «creó las condiciones ideológicas para el surgimiento del nacionalismo, que después, en los 90, con la caída de la Unión Sovoética, Occidente supo aprovechar» para inducir conflictos como el que hoy se libra en Ucrania. 

«¿Qué era Ucrania antes? Era parte [del imperio ruso]. De hecho, allí nace Rusia; la Rus de Kiev, allí nace Rusia. Era una provincia, durante el imperio zarista, de Rusia. Viene la Revolución Bolchevique y la convierte en república –innecesariamente, según las críticas de Vladímir Putin, actual presidente de Rusia– y se crearon los nacionalismos después de la caída de la Unión Soviética», refirió.

De este modo, después de la década de 1990, aquello de la lucha ideológica no es más que un «mito» que esconde otra Intención «Estados Unidos siempre necesitará una excusa –si no es ideológica, es política–, se arman otros argumentos para seguir acorralando a Rusia, debilitar a Rusia e imponer lo que en teoría política se llama el realismo político: la concentración de poder, destruir a una potencia emergente que pueda hacerle competencia en el campo mundial». 

Tanto es así, subrayó, que hace bastante tiempo que desde Washington se ha advertido que el «enemigo principal» es China, no Rusia y que hacia allá deberían orientarse los esfuerzos, con el inconveniente de que ahora hay una relación de interdependencia comercial con Beijing que no es fácil de sortear, aunque la necesidad de presentar al «enemigo» externo sigue estando vigente. 

En el caso de la guerra en Ucrania, está además el interés de «arrebatarle mercados petroleros a Rusia», aunque ya ha quedado claramente establecido que Estados Unidos no está en capacidad de satisfacer la demanda energética en Europa y África con su gas de esquisto. 

¿Es el fin del mundo unipolar?

En referencia a lo expresado por numerosos analistas, Tajeldine refirió que muchos estiman que se provocó innecesariamente a Rusia y se azuzó a una guerra sin sentido. Los argumentos, precisó, son diversos: por un lado, hay quienes consideran que «Rusia no es el verdadero enemigo de Estados Unidos, no amenaza a Estados Unidos y a Europa, mucho menos» y otros apuntan hacia la confrontación histórica entre Rusia y China, aunque en el presente parece estar zanjada. 

«El mundo multipolar, lo apuntó el presidente-comandante Chávez hace mucho tiempo, es una realidad hace mucho tiempo y esa es una de las razones hacia la que se abocan los estudiosos del tema, es una realidad que no puedes destruir, no puedes volver a imponer el orden que nació tras los 90 y que duró muy poco (…). El mundo multipolar es una realidad y hay que desarrollarse en estas condiciones, donde no hay grandes contradicciones ideológicas, estamos bajo el sistema capitalista», alegó. 

En su criterio, lo que hoy sucede en Ucrania puede interpretarse como «un arrebato de desesperación» por parte de Estados Unidos por «tratar de reimponer lo imposible», en vano intento por «tratar de destronar a China» como primera potencia mundial. 

Sin embargo, este arrebato no está exento de riesgos, pues ciertamente «estamos a las puertas de una III Guerra Mundial», que podría estallar en medio de la ola de provocaciones, si bien esto todavía no ha sucedido en buena parte porque Rusia no ha apostado a la «carnicería» y ha evitado una escalada de gran intensidad como la que en su día desplegara Estados Unidos en Irán. 

Terrorismo mediático global

Para finalizar, el analista se refirió al orden informativo relativo a la cobertura de conflictos bélicos en el mundo al que calificó como «racista», en tanto «hay pueblos de primera y pueblos de segunda», que ha dado primacía al que se desarrolla en Ucrania, al tiempo que emplea epítetos racistas y xenófobos contra los rusos. 

Se trata, en su opinión, de «la primera guerra que libra Occidente por la manipulación informativa», en la que llevan una ventaja que no se extiende al campo militar, donde Rusia es superior. 

«En el campo informativo, sus grandes y poderosos medios se han confabulado, como lo han hecho siempre, a favor de los intereses de Occidente, a favor de un pueblo de primera –y no es a favor de ese pueblo, que fue sacrificado–, a favor de Europa y de Estados Unidos. Esos son los pueblos de primera que ellos están considerando», denunció. 

En contraste, las causas de Palestina, Siria o de los pueblos africanos y los crímenes que cometen los países occidentales en el Sur global, son invisibilizados. «Todo forma parte de la guerra mediática global, donde la gran hipocresía de Occidente queda al descubierto (…), es un terrorismo informativo», concluyó.

(LaIguana.TV)