Si bien la guerra subsidiaria entre la OTAN y Rusia que se libra en Ucrania acapara la mayor parte de los titulares, otras informaciones con impacto al menos hemisférico obligaron al comunicador y analista político Miguel Ángel Pérez Pirela a hacer una pausa antes de comenzar a desarrollar una actualización del conflicto en esta edición de su programa Desde Donde Sea.

El inciso se debió a que este martes la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, confirmó informes mediáticos en los que se comunicaba que Estados Unidos aliviará parcialmente las sanciones que impuso sobre la industria petrolera local.

Más precisamente, refirió, la vicepresidenta ejecutiva, Delcy Rodríguez, confirmó que Estados Unidos autorizó a empresas petroleras estadounidenses y europeas para que inicien operaciones comerciales en Venezuela.

La funcionaria manifestó que Venezuela continuará «promoviendo de manera incansable el diálogo fecundo en formato nacional e internacional».

Sin embargo, destacó, aún no han trascendido los detalles relacionados con el alcance práctico de esta decisión, que se anuncia un día después de que la Casa Blanca informara el levantamiento parcial de algunas de las medidas coercitivas unilaterales impuestas a Cuba y en el marco de la guerra proxy que se desarrolla en Ucrania.

El comunicador comentó asimismo que se difundió una fotografía del presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez y el jefe de la delegación opositora en los diálogos de México –interrumpido por el caso Alex Saab–, Gerardo Blyde, aunque aún no se han producido informes concretos del encuentro.

A su parecer, este último anuncio de Washington, es una «buena noticia» para la economía venezolana, cuyos ingresos dependen abrumadoramente de los ingresos petroleros, a lo que sumó los efectos sobre los precios de los hidrocarburos que ha traído la guerra en Ucrania y los vaticinios de crecimiento económico que publicaran calificadoras financieras como Credit Suisse.

Entrando en materia, recordó que el conflicto bélico se generó por la intención de Occidente de sumar a Ucrania a las filas de la OTAN, pero las nuevas adiciones de Finlandia y Suecia parecen hacer de esta guerra subsidiaria un preámbulo de una confrontación directa entre Rusia y la Alianza Atlántica.

A este respecto, precisó que Finlandia y Suecia anunciaron formalmente que desean incorporarse a la OTAN en el lapso más breve que sea posible, aunque tendrán que enfrentar la férrea oposición de Turquía, que acusa a estas naciones de acoger partidarios de grupos que el gobierno de Recep Tayyip Erdoğan acusa de terroristas.

En cuanto se concrete esta acción, la Alianza Atlántica habrá duplicado sus fronteras directas con Rusia y por ello, opinadores occidentales especulan que Moscú podría atacar a Estocolmo y Helsinki con «operaciones especiales» como la que ahora se desarrolla en Ucrania.

De momento, Moscú anunció que abandona el Consejo de los Estados Bálticos, que renovará su política exterior y que fortalecerá la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), una alianza similar a la OTAN de la que participan seis exrepúblicas soviéticas, la mayor parte de ellas ubicadas en Asia Central.

Asimismo, aunque desde el Kremlin denuncian que Occidente desarrolla una «guerra híbrida», en Washington y Bruselas no han podido anotarse todos los tantos que querrían y, antes bien, el sexto paquete de sanciones, que implicaba el boicot al crudo ruso dentro de la Unión Europea, parece haberse quedado solo en intenciones.

Finlandia y Suecia comunican formalmente su voluntad de adherirse a la OTAN

Este domingo, el gobierno de Finlandia anunció oficialmente su decisión de ingresar a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en un informe suscrito por el presidente y el Comité de Política Exterior que fue enviado al Parlamento, una vez que fue refrendado por el pleno gubernamental, indicó el comunicador.

En la jornada del pasado 14 de mayo, altos personeros finlandeses manifestaron que el país nórdico está «entrando en una nueva era» y se comprometieron a velar por la seguridad de los otros miembros de la alianza bélica.

Por su lado, el canciller Pekka Haavisto precisó que si el legislativo da carta blanca a la iniciativa, Helsinki podría enviar su solicitud formal de ingreso a mediados de la semana próxima, lo que ya se concretó este martes.

Pérez Pirela puntualizó que de acuerdo con la información oficial, el ingreso del país nórdico a la OTAN fue aprobado con 188 votos a favor, ocho en contra y tres ausencias, al tiempo que se espera que el Legislativo sueco haga lo propio en los próximos días.

En la misma línea apuntó que Suecia informó a la víspera su interés en concretar cuanto antes su adhesión a la alianza noratlantista, lo que pone fin a unos dos siglos de neutralidad militar.

A continuación se permitió citar lo expresado por la primera ministra sueca, Magdalena Andersson: «Es un cambio histórico y considerable para nuestro país. Estamos cerrando una era y empezando otra, pero podemos entrar en una nueva era con confianza porque lo hacemos con lo mejor de nuestra historia».

Estocolmo justificó su cambio de política con el argumento de que sería el único país del Mar Báltico que no pertenecería a la Alianza Atlántica, con excepción de Rusia.

De otra parte, las autoridades esperan que su incorporación se haga efectiva en un plazo máximo de un año, pero si bien el gobernante Partido Socialdemócrata de Suecia respalda la adhesión del país a la Alianza Atlántica, se niega a que se desplieguen armas nucleares y bases militares extranjeras en el territorio sueco.

«Ellos se pueden negar ahora, pero una vez se concrete su entrada a la OTAN, es poco lo que pueden exigir», agregó.

El especialista subrayó, que de momento, pese al optimismo manifestado por Bruselas y la mayoría de los países del pacto militar frente a esta eventual expansión, Turquía se ha erigido como una piedra de tranca difícil de superar, pues no está de acuerdo con la inclusión de Suecia y Finlandia.

En concreto, el presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, manifestó este lunes que su gobierno no está dispuesto a respaldar el ingreso de las dos naciones nórdicas a la OTAN, a las que acusa de apoyar al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), una organización a la que Ankara tacha de «terrorista».

Citando a Erdoğan, manifestó: «Turquía no dirá ‘sí’ a la adhesión de los países que imponen sanciones contra nuestro país a una organización de seguridad. No repetiremos el mismo error».

El mandatario también recomendó a las delegaciones que planeaban acudir a la capital turca para hacerlo cambiar de opinión a «no molestarse» en viajar, pues no conseguirán su cometido.

Como dato adicional señaló que en todo caso, mientras se hace efectivo el ingreso de estos dos países a la OTAN, desde Washington están dispuestos a brindar asistencia de seguridad en el caso de que así sea requerido, según dijo este lunes el portavoz del Pentágono, John Kirby.

«Si durante el transcurso de la evaluación de su solicitud a la OTAN y el proceso del ingreso en la OTAN necesitan capacidades adicionales o apoyo, Estados Unidos está convencido de que tenemos un nivel de cooperación con estos dos países que nos permite brindar asistencia adicional si es necesario», sostuvo el funcionario.

Según las capacidades bélicas actuales de Finlandia y Suecia, la Alianza Atlántica ganaría no solo una posición estratégica en el norte de Europa, sino un considerable arsenal de combate, particularmente del lado sueco.

«Si la guerra en Ucrania se dio porque la OTAN iba a estar en las fronteras de Rusia, ahora son dos, tres países los que están a sus puertas», enfatizó.

Moscú dice «no» a la política de brazos cruzados

Como cabía esperar, del lado ruso se produjeron reacciones que el también director de LaIguana.TV recopiló, pues Moscú también ha movido sus piezas y ha anunciado un conjunto de acciones que persiguen como objetivo responder a la expansión atlantista.

Sobre esto, precisó que este martes se anunció que el país había abandonado el Consejo de Estados del Mar Báltico, que incluye a Letonia, Lituania, Estonia, Alemania, Dinamarca, Polonia, Noruega, Suecia, Finlandia, Reino Unido y la Unión Europea.

En un comunicado difundido por la Cancillería rusa se asevera que «en respuesta a las acciones hostiles, el ministro de Exteriores de la Federación de Rusia, Serguéi Lavrov, ha remitido un escrito a los ministros de los países miembros del Consejo de Estados Bálticos, el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, así como a la Secretaría del Consejo en Estocolmo notificando la retirada del organismo».

Sin embargo, Rusia recalcó que esta decisión no afectaría su presencia en la región y advirtió al resto de países que cualquier intento de expulsión del Mar Báltico estaría condenado «al fracaso».

«Ya vemos cómo se está subiendo de tono, así como se subió de tono antes del inicio de la guerra en Ucrania», advirtió.

Además, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia acusó a Occidente de monopolizar el Consejo y pretender «organizar su trabajo en detrimento de los intereses rusos».

Por otro lado, indicó, el gobierno ruso anunció este lunes que elaborará una nueva Concepción de Política Exterior motivada por lo que calificó como «la política agresiva de occidente» y que supondrá modificaciones importantes en la relación con los «Estados hostiles», es decir, aquellos que han impuesto sanciones contra el país.

Según precisara el Ministerio de Asuntos Exteriores en un comunicado, se evaluaron las tareas que deben cumplirse en esta nueva realidad geopolítica, «que surgió como resultado de la guerra híbrida –sin precedentes por sus proporciones y encarnizamiento— desatada por Occidente (…) bajo el pretexto de la situación en Ucrania, incluidos el renacimiento en Europa de la ideología racista, la propagación de una rusofobia cavernícola y el rumbo a rechazar a Rusia y a todo lo ruso», refirió el analista.

Recordó, asimismo que el canciller Serguéi Lavrov ya había señalado a la Unión Europea –a donde pertenecen la mayor parte de los países que han impuesto restricciones a Rusia– de haberse convertido en una organización «agresiva y belicosa», alejada de su original espíritu constructivo.

Lavrov acusó a Bruselas de limitarse a ser «un apéndice de la OTAN» y manifestó su desconfianza acerca del interés sostenido de Ucrania en unirse al bloque, pues no cree que sea «inofensivo».

Pérez Pirela acotó que esta comunicación se sucedió a la cumbre que sostuvieran los jefes de Estados de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), una alianza militar formada por Rusia y otras cinco exrepúblicas soviéticas –Bielorrusia, Armenia, Kazajistán, Tayikistán, Uzbekistán y Kirguistán– ubicadas en Europa y Asia Central.

Se trata de un pacto castrense similar a la OTAN, que contempla la defensa mutua en caso de agresión a alguno de sus miembros por parte de terceros países, así como cooperación mutua en caso de necesidad, explicó.

Refirió que el encuentro se celebró en Moscú y tuvo como temas principales la situación en Ucrania y la nueva ola expansionista de la Alianza Atlántica.

En su intervención, el presidente ruso, Vladímir Putin, aseguró que la inclusión de dos nuevos miembros a las filas de la OTAN no suponía una «amenaza inmediata» contra su país, aunque advirtió que Rusia si la alianza expandía su estructura militar hacia sus fronteras.

Según Putin, la OTAN creó un «problema de manera artificial» en «función de los intereses de la política exterior de los Estados Unidos», lo que en sus dichos, «agrava el ya difícil entorno en materia de seguridad internacional».

«La OTAN, es decir, Washington, está haciendo todo lo posible, todo lo que está a su alcance para generar una Tercera Guerra Mundial», alertó el especialista.

En su opinión, el líder eslavo fue bastante cuidadoso al separar la relación bilateral entre Rusia y los Estados nórdicos que aspiran a ingresar a la OTAN y las políticas de la alianza militar.

En 2016 ya había avanzado que un eventual ingreso de Finlandia a esa agrupación solamente traería problemas y en ese sentido, recuperó lo expresado por el líder ruso: «Imagínense que Finlandia entra en la OTAN. Significaría que las tropas finlandesas dejarían de ser independientes, dejarían de ser soberanas en el pleno sentido de la palabra».

Entonces, recordó, acompañado por su par finlandés, Putin anunció la retirada de las tropas rusas de las fronteras comunes, cobijándose en la histórica política de neutralidad de su nación vecina.

Pese a sus puntualizaciones, hace seis años aseguró que respetaría las decisiones que Helsinki tomara para defender su independencia, incluyendo su incorporación al bloque militar liderado por Estados Unidos, unos dichos que se repitieron, con matices, la jornada de este lunes.

Sin embargo, desde la Cancillería rusa, la respuesta fue bastante más enérgica, señaló Pérez Pirela, puesto que el vicecanciller Serguéi Riabkov aseveró que su país no aceptará fácilmente que Finlandia se incorpore a la alianza militar encabezada por Estados Unidos, al punto de que calificó la eventual expansión otanista como «un grave error».

Riabkov, calificó el ingreso de Finlandia en el bloque militar como «otro error grave que tendrá consecuencias de largo alcance» y destacó que esta acción no se traducirá en mejoras para la seguridad de Helsinki y Estocolmo.

Descartó asimismo que Moscú vaya a quedarse de brazos cruzados ante esta nueva expansión, aunque dijo que la respuesta dependerá de lo que haga la otra parte.

«Y la otra parte, es decir, Finlandia y Suecia, no van a hacer otra cosa de la que dicte la OTAN. Es decir, cometerán un grave error», opinó el comunicador.

En la misma dirección, Este martes, el vicecanciller ruso remató estas declaraciones, asegurando en una entrevista que una vez se analicen las consecuencias de este paso en términos de la configuración y medios de fuerza en el norte de Europa, el Kremlin tomará «medidas compensatorias y nadie se beneficiará de ello».

La guerra híbrida contra Rusia avanza en todos los flancos

Autoridades rusas insisten en denunciar que la guerra en Ucrania no es más que una excusa de Occidente para emprender una «guerra híbrida» contra Rusia, que abarca diversos flancos y traerá consecuencias indeseables para todas las partes.

Desde el punto de vista del ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, para Occidente, Ucrania es una pieza «prescindible en una guerra total híbrida contra Rusia».

«Qué buen resumen de las intenciones de la OTAN contra Rusia», comentó, en referencia a las declaraciones del canciller ruso.

Además refirió que Lavrov argumentó que no hay ninguna duda acerca de las intenciones de Estados Unidos y sus socios europeos, pues como es público, «Josep Borrell, jefe de la diplomacia de la Unión Europea, asegura que ‘en esta guerra hay que conseguir la victoria en el campo de batalla'».

Desde su punto de vista, esta «guerra híbrida» supone la prolongación artificial de los enfrentamientos bélicos, la suspensión de las conversaciones de paz todo cuanto sea posible, el envío de más armas y dinero a Ucrania, así como la imposición de sanciones, que incluyen la confiscación y eventual apropiación de parte del dinero del Estado ruso.

Y para ilustrar cómo la Unión Europea «sigue aupando la guerra», recordó que el bloque de los 27 aprobó este lunes un nuevo paquete de «ayuda militar» a Ucrania por el orden de los 500 millones, informó el alto representante del bloque para Política Exterior y Seguridad, Josep Borrell.

Según el diplomático, con este monto, lo otorgado por Bruselas a Kiev en materia militar desde que comenzó la guerra ya asciende a 2.000 millones de dólares, aunque destacó que los fondos otorgados por vía bilateral son mucho mayores.

Pese a este anuncio, Borrell admitió que los ministros de Asuntos Exteriores no lograron conciliar posiciones en torno al sexto paquete de sanciones contra Moscú –que implica la renuncia absoluta al crudo ruso–, si bien matizó que las conversaciones quedarían en manos de los representantes permanentes de los países ante el organismo.

Para Pérez Pirela no puede dejarse de lado que Hungría ha devenido en el actor principal de oposición al boicot contra el petróleo ruso, particularmente porque el primer ministro, Viktor Orbán, asegura que el embargo de los combustibles rusos equivaldría a lanzar «una bomba atómica» sobre su economía y ha insistido en que su país carece de otros medios para surtirse de energía.

En su discurso de investidura ante el Parlamento, Orbán se manifestó nuevamente en contra de las sanciones impuestas a Rusia, opinó que Europa no estaba preparada para «tratar con la guerra que tiene al lado» y criticó a los países que envían armas a Ucrania.

«Están a medio camino de la guerra», dijo el líder húngaro, una aserción compartida por el analista venezolano, quien considera que acaso estas naciones «están siendo cobardes porque no quieren enfrentarse directamente a Rusia».

Empero, matizó, el canciller húngaro avanzó este lunes que Budapest podría reconsiderar su posición si la Unión Europea financia los costos asociados a la reestructuración energética del país, que oscilan entre 15.000 y 18.000 millones de euros.

Bulgaria también se sumó a la negativa porque su única refinería está adaptada para procesar crudo siberiano y no cuenta con los recursos para emprender la modificación de la infraestructura.

En juicio de fuentes diplomáticas europeas reseñadas por portales occidentales, estas negativas revelan que Bruselas se podría estar aproximando a su límite para imponer sanciones a Rusia.

«Y Bruselas no cuenta con esos 15.000 millones de euros» que le pide Hungría para apoyar el boicot, «pues está prácticamente arruinada», acotó el experto.

Por su lado, Vladímir Putin reiteró este martes que las pretensiones de Europa de embargar el combustible ruso apostando a su recomposición interna para capear el temporal, eran un «acto de fe».

El mandatario señaló que «hoy vemos que por razones absolutamente de color político, por sus propias ambiciones y por presión de los países soberanos de Estados Unidos y de Europa imponen cada vez más sanciones a los mercados del petróleo y del gas. Todo esto conduce a la inflación, y en lugar de admitir sus errores, buscan culpables al costado».

Pérez Pirela considera que otro factor que podría estar influyendo en la falta de consenso de la Unión Europea en torno al veto del petróleo ruso, es la dependencia de algunas naciones del combustible nuclear proporcionado por Rusia.

Así, refirió que de acuerdo con un informe de la agencia Al Mayadeen, los reactores de cinco países europeos –Bulgaria, Eslovaquia, Finlandia, República Checa y Hungría– usan combustible proporcionado por la estatal nuclear rusa Rosatom.

Por ello, indicó, aunque hasta el momento este rubro no ha sido objeto de sanciones, es claro que una eventual suspensión de las importaciones del petróleo ruso dentro del espacio Schengen introduciría una presión adicional sobre la energía generada en las centrales nucleares.

En este caso, la posibilidad de reemplazar el combustible atómico resultaría para Europa todavía más complicada que conseguir proveedores de hidrocarburos en mercados externos al ruso.

Por otra parte, el canciller Serguéi Lavrov adelantó que «es difícil predecir» cuánto tiempo se extenderá el conflicto, lo que sumado al masivo envío de armas a Ucrania por parte de la OTAN, así como la aprobación de cuantiosos fondos con esos fines, hacen especular que no hay interés alguno en que la guerra acabe.

Adicionalmente, el diplomático aseguró que su gobierno había «hecho todo lo posible» por evitar una confrontación directa con la OTAN, pero una vez anunciado «el desafío», Rusia lo aceptaría.

Las declaraciones confrontacionales de Lavrov no terminaron allí, pues este martes insistió en que la Unión Europea ha perdido todo rasgo de independencia y optó por convertirse en un apéndice de la OTAN.

En particular, criticó al actual gobierno alemán, encabezado por Olaf Scholz, y subrayó que acaso el presidente francés, Emmanuel Macron, es el único gobernante del bloque europeo que aún muestra algún rasgo de autonomía política, puntualizó Pérez Pirela.

Empero, matizó, a pesar de las duras críticas lanzadas por Lavrov a la política alemana, la comunicación entre el Kremlin y Berlín no se ha suspendido. El pasado viernes, el presidente Vladímir Putin se reunió telefónicamente con Scholz e informó formalmente a Occidente que las conversaciones de paz con Kiev se encuentran suspendidas por la negativa de la parte ucraniana.

Trascendió, asimismo, que los líderes habían discutido la evacuación de la planta Azovstal, localizada en las afueras de Mariúpol, erigida como bastión de resistencia por un grupo de ultranacionalistas ucranianos, aunque en criterio del comunicador se les podría más bien tachar de «otanistas».

En todo caso, de acuerdo con el mandatario ruso, la participación de personal de Naciones Unidas y del Comité Internacional de la Cruz Roja hizo posible la evacuación de civiles que habían sido retenidos por los combatientes.

«La propaganda occidental no dijo lo que está pasando: que estos ultranacionalistas se rindieron y se están entregando al ejército ruso, pues según la mediática, Zelenski –a quien casi se equipara con Simón Bolívar, Napoleón o Charles de Gaulle– decidió el fin de la operación en la planta de Azovstal», criticó.

En cualquier caso, para él está claro que las conversaciones entre Putin y Scholz parecen haber rendido frutos concretos, pues este lunes el Ministerio de Defensa de Rusia informó que había acordado la salida de los militares y mercenarios ucranianos heridos en la fábrica de Azovstal.

Los voceros rusos precisaron que el acuerdo se alcanzó en una negociación directa entre los efectivos y las autoridades e implica el cese al fuego, así como la habilitación de un corredor humanitario y el traslado de los lesionados a un hospital local, puntualizó.

Más precisamente, según un reporte del Ministerio de Defensa de la Federación de Rusia, 265 militares y milicianos abandonaron la acería tras esta tregua, pero se espera que más lo hagan, pues en el lugar permanecen unos 2.000 uniformados.

No obstante, desde el Kremlin denunciaron que Ucrania está atacando con fuego pesado las zonas a las que fueron trasladados los heridos y la Duma Estatal se niega a que los combatientes ucranianos puedan ser canjeados por soldados rusos capturados.

A contrapelo de este relato, comentó que Kiev presentó estos bombardeos como «una operación para rescatar a los defensores de Mariúpol bloqueados en el territorio de Azovstal» en la que participa una avanzada mixta de la Guardia Nacional, el Servicio de Inteligencia de Ucrania y el Batallón Azov, según se lee en un tuit publicado por el Ministerio Defensa de Ucrania.

Frente a estos acontecimientos y a juzgar por las declaraciones de Estados Unidos, puede deducirse que esta «guerra híbrida total» emprendida por la Alianza Atlántica contra Rusia llevaba bastante tiempo en el asador.

Para fundamentar esta aseveración, recordó que el pasado 10 de mayo, el portavoz del Pentágono, John Kirby, admitió que Estados Unidos está suministrando asistencia militar a Ucrania desde «mucho antes» de que Rusia incursionara militarmente allí.

En una entrevista con Fox News, el funcionario justificó que «Estados Unidos estuvo literalmente a la cabeza del mundo, al ver claramente lo que hacía Rusia desde el otoño, en cuanto a la acumulación de fuerzas y sus intenciones de entrar en Ucrania».

En sus dichos, «la administración Biden ya estaba suministrando armas mucho antes de la invasión» y «los primeros mil millones de dólares que el presidente asignó a Ucrania incluían asistencia letal».

Según Kirby, Canadá, el Reino Unido y otros «aliados» estadounidense también habrían entrenado a soldados ucranianos «en el liderazgo de pequeñas unidades, en el mando y control y en las maniobras operativas».

«Es igual a lo que está pasando con Finlandia y Suecia, cuyo ingreso a la OTAN es una formalidad, pues llevan mucho tiempo haciendo ejercicios militares conjuntos», interpretó al especialista, quien subrayó además que esta política armamentística estadounidense ha generado aireadas críticas por parte del presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, quien advirtió que con los envíos masivos de armas al frente ucraniano, Europa se estaba convirtiendo en un territorio lleno de pertrechos bélicos sobre los que nadie tiene control.

En contraposición del relato dominante, que colapsa el inicio de las hostilidades en Rusia o en Ucrania, Díaz-Canel responsabilizó directamente al gobierno de los Estados Unidos, al que también acusó de promover «un cisma internacional».

Para concluir, Pérez Pirela refirió que en correspondencia con lo expresado por el presidente cubano, Ucrania manifestó su satisfacción por el respaldo que le ha prestado Bruselas, pero en cambio descargó contra la OTAN por «no hacer nada» para apoyarla militarmente.

Según dijera este lunes a Bloomberg el canciller ucraniano, Dymitro Kuleba, «la OTAN como alianza, como organismo, puede hacer poco. Sus aliados, sí que nos ayudan mucho; la coalición de los que desean hacerlo representa una parte [del bloque], nos ayudan mucho. Nunca olvidaremos cuánto apoyo nos brindan. Pero la OTAN, como alianza, no hizo nada».

En contraste, para Kuleba, «la Unión Europea recuperó el rumbo como fuerza promotora, como alguien quien puede conformar el futuro de Europa. Y fue Ucrania quien le brindó la oportunidad de mostrar lo que puede hacer».

Antes de la confesión del Departamento de Defensa estadounidense, autoridades rusas denunciaron reiteradamente que la OTAN había incursionado en territorio de Ucrania con el objetivo de atacar a Rusia, pese a que esa nación no forma parte del pacto militar y que el ejército ruso no había intervenido en la guerra del Donbás, activa desde 2014, recalcó, a modo de conclusión.

(LaIguana.TV)