El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, afirmó en Davos que España goza de una economía «fuerte» que resiste mejor que la de otros países europeos a las consecuencias de la operación especial en Ucrania y que busca liderar sectores como el de los semiconductores. ¿Sus declaraciones corresponden a la realidad?

«En otras palabras, estamos conteniendo los daños mucho mejor que otras economías. De cara a las perspectivas a medio y largo plazo, creo que los fundamentos de la economía española son aún más sólidos. Y lo que es más importante, el Gobierno español tiene una hoja de ruta clara para la modernización del país», destacó Sánchez ante el Foro Económico Mundial de Davos.

Sin embargo, los indicadores económicos de España sugieren lo contrario. Por ejemplo, la deuda pública de España creció un 4,4% anual en marzo pasado, hasta superar los 1,45 billones de euros, nuevo máximo histórico que equivale al 117,7% del PIB, según un informe emitido. Además, el país sufre una inflación mucho más alta que los grandes Estados de Europa. En marzo los precios subieron en España un 9,8% frente a un 7,8% que ascendieron de media en el resto de países.

«La situación real de la economía española es mucho peor de lo que por supuesto dice el presidente Sánchez. España es la única economía de la UE que no va a recuperar el PIB de 2019 en 2022, es la última en recuperarse. Y además, es la que más se ha endeudado y la que tiene la tasa del paro más alta, por lo tanto, las menciones optimistas a la economía española son como mínimo aventuradas por parte del Gobierno», compartió con Sputnik su opinión el economista Daniel Lacalle.

A su vez, el experto y catedrático emérito de la Universitat Ramon Llull Santiago Niño-Becerra coincidió con Lacalle al señalar que la situación real de la economía española no es buena y tampoco independiente.

«La economía española es muy dependiente del exterior. El 35% del PIB lo genera el turismo, la hostelería, la restauración, el ocio, el transporte y los automóviles. Por otra parte, tiene que importar la práctica totalidad de la energía fósil que consume. Su deuda equivale al 118% del PIB».

El presidente del Gobierno de España también anunció que el Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación (Perte) sobre microchips y semiconductores contará con una inversión pública de más de 12.000 millones de euros, 1.000 millones más de lo inicialmente previsto.

«Queremos convertirnos en el mejor socio de esa industria y en apoyar sus esfuerzos por ampliar y diversificar la producción de microchips para hacer frente a la creciente demanda y a las interrupciones en la cadena de suministro», añadió.

Agregó que «España no va a perder la carrera por las tecnologías más avanzadas. Al contrario, queremos situarnos a la cabeza del progreso industrial y tecnológico».

Pero los analistas creen que es poco probable que las verdaderas capacidades de España le permitan alcanzar estos objetivos.

«En cuanto a ser líder en la producción de semiconductores, España puede hacer algo, pero no puede ser la sustituta de la producción de China y de Rusia y de tantos países que tienen no solamente las cadenas de suministro, sino además mejores costes, mejor acceso a materias primas. Y además, una posición competitiva en la producción de tecnología que España todavía no tiene y le llevaría muchos años conseguir», explica Daniel Lacalle.

«Si la voluntad de los grandes núcleos de inversión es que en España se establezca una cabeza mundial de fabricación de chips y para ello invierten el capital que haga falta y el Gobierno español allane todo el camino legal para ello, es posible, sí. Pero sucederá lo mismo que con el automóvil: España tiene 18 plantas de ensamblaje de automóviles y ningún centro de decisión», concluyó Santiago Niño-Becerra.

(Sputnik)