Este sábado 28 de mayo se inaugura en la sala 10 del Museo de Bellas Artes, la Exposición Raíces en fotograma del fotógrafo Miguel Herrera, y podrán visitarla en los siguientes tres meses.
Esta muestra ofrece una visión panorámica de la fotografía de autor, en la que Herrera nos revela la poética del hacer. Devolviéndonos la fotografía analógica como un acierto del futuro cercano y exponiendo la fotografía digital como testimonio de nuestras raíces. Todo el registro de esta selección está centrado en el Género Documental B/N, y es parte de la colección privada del artista.
Raíces en fotograma contempla cinco series que rememoran el tránsito de Herrera en los últimos doce años en su investigación por el retrato. La primera serie denominada Cumbe, es una ofrenda a los habitantes del pueblo Ewe, cuyas raíces reposan en las zonas de Curiepe y Capaya, en las costas del Edo. Miranda.
La segunda serie, Gente con grandeza, nos traslada a San Agustín del Sur; presentando a los personajes más característicos en el día a día de esa comunidad: Todos protagonistas de sus propias historias, tejiendo con su cara y su nombre: “La fila é Marín”. Hoy uno de los lugares culturales más importantes de la ciudad.
Si entendemos la relación entre el pescador y la mar, pescador – mujer, pescador –pescado – mar – amar, habremos comprendido que El mar es de quien lo trabaja, nombre que bautiza la tercera serie. Herrera, se adentra en los pueblos costeros del Edo. Nueva Esparta: Guayacán, Manzanillo y el Cardón; para revelarnos en seis imágenes el proceso de restauración del bote, entendiendo a este como una extensión de sí mismo. Tabaco, narra entre la sutileza del encuentro y la poética de la luz, el proceso de elaboración a través de las manos de su protagonista, “La Chira”.
El quinto registro se titula Bastardos con gloria. Visibiliza a personas excluidas históricamente, dándoles no solo la oportunidad de ser parte activa del mismo sistema que los descarta, sino interpelando al espectador a ser partícipes transformadores de esta realidad.
Esta aparente pero innegable relación -concreta y objetiva- entre la fotografía, el hombre, el quehacer y la ciudad, orientada a la documentación y a su utilización como herramienta social, se puede revisar también desde una dimensión más terrenal y humana, de acuerdo a las necesidades naturales que el individuo va formando en su vida cotidiana.
Miguel Herrera, con Raíces en fotograma, nos evoca en cada serie la sabiduría del hacer, nos muestra con finas hebras de luz la recompensa del oficio, y nos impulsa a la reconstrucción de la memoria histórica genealógica para ubicarnos en la propia tierra, nuestra tierra.
(Nota de prensa)