La periodista colombiana Patricia Villegas, presidenta de la multiestatal teleSUR y conocedora cercana de la realidad política de su país de origen.

Francia, la causa eficiente del triunfo de Petro

Al inicio de la conversación, Patricia Villegas admitió que no vio posible ese triunfo que hoy muchos califican como «histórico» y con prudencia adelantó que este hito avizora procesos de debate, tanto dentro de Colombia como en América Latina, así como con respecto a la relación con los Estados Unidos, por lo que en este momento «hay más preguntas que respuestas de cómo será un gobierno de Gustavo Petro».

Sin embargo, una evaluación de la campaña de la segunda vuelta le permitió afirmar sin dudas que Petro se había impuesto en las urnas, gracias a su fórmula vicepresidencial, Francia Márquez, porque ella es la ‘outsider’ del proceso, representa a los nadies y por su condición de feminista, logró que muchas mujeres que tenían resistencias hacia Petro, le dieran el voto.

Refirió que a diferencia de lo que sucedió en 2018, cuando las militantes feministas en su mayoría se mantuvieron al margen de Petro, en esta ocasión inclusive hicieron campaña a su favor, con una estrategia similar a la del 1×10 que se hace en Venezuela, a lo que colaboró en parte la posición retrógrada y machista del otro candidato, Rodolfo Hernández, en un país donde la cultura patriarcal está muy instalada y donde las mujeres, por razones muy variadas, llevan en las espaldas una carga muy grande.

En su opinión, en este caso particular, la figura de Francia Márquez logró aglutinar el voto femenino porque ella representó la cara del estallido social, al ser una mujer que acudió a la universidad nocturna y cursó la carrera a tramos porque no tenía para pagar la matrícula, que trabajó en el servicio doméstico, que fue desplazada por la guerra, que trabajó en la minería, que es afro.

De algún modo, sintetizó la periodista, Márquez aglutina a una Colombia existente aunque permanentemente ignorada y excluida de los discursos oficiales, que por vez primera llega a la Casa de Nariño y pone fin a dos décadas de uribismo, al menos por los próximos cuatro años.

Tres semanas de campaña incendiaria

A juicio de Villegas, las tres semanas de campaña que separaron la primera vuelta electoral del balotaje, fueron sustancialmente distintas entre sí.

Para argumentar esta posición refirió que del lado del Pacto Histórico, en la primera semana se saboreó un triunfo sin victoria, pues la expectativa de la alianza era ganar en primera vuelta y no lo lograron.

Además, se enfrentaron a la pregunta de qué hacer hacer con un adversario que era el menos oportuno, porque todos los cálculos apuntaban a que la votación del autodenominado centro más la del uribismo, les hacía cuesta arriba ganar en la segunda vuelta.

Pero aunque en ciertos sectores del Pacto Histórico se sentían aires de derrota, la campaña de Petro supo identificar los errores de Rodolfo Hernández y lo mostró como lo que era: un plan encubierto del uribismo para perpetuarse, además de que expuso los procesos penales y judiciales que pesan sobre el ahora excandidato, que se autoproclamaba como paladín de la lucha anticorrupción.

En paralelo, la comunicadora y analista destaca que la campaña del Pacto Histórico hizo una lectura aguda del mapa político colombiano e identificó los sectores en los que la alianza podía crecer, y con esa base, tanto Petro, como Francia Márquez y los senadores electos se concentraron en visitar pequeñas poblaciones para motivar el voto entre los abstencionistas.

La estrategia, a no dudarlo, resultó exitosa, pues Colombia vivió la jornada electoral con mayor participación de su historia, pues Gustavo Petro obtuvo 2,7 millones de votos más en solo tres semanas.

Entretanto, durante la segunda semana de campaña, la prensa hegemónica –El Tiempo, Semana y otros más– publicaron los llamados «petrovideos» en el que se expusieron ante la opinión pública discusiones privadas de estrategas de la campaña del Pacto Histórico, que, de otro lado, dan cuenta que llevaba meses infiltrada.

Sin embargo, advierte que muy probablemente los nuevos votantes que se sumaron al Pacto Histórico este domingo no están ideologizados, pero apostaron por un cambio, al sufrir en la carne los efectos del conflicto.

Indicó que esto se puede constatar al leer en perspectiva las imágenes del día de las votaciones, en las que se apreció a indígenas haciendo cola desde muy temprano y a afrodescendientes desplazándose durante tres días en embarcaciones para poder votar en los pocos centros habilitados por el Estado colombiano.

Sobre la figura del presidente electo, Patricia Villegas remarcó que «es más un hombre de centroizquierda que de izquierda», aunque esto no quiere decir que su victoria no signifique un cambio histórico. La razón de su énfasis, explicó, es que su candidatura no tiene solo votos ideologizados, contiene también quienes vieron en Francia Márquez la oportunidad de representación que desconocían.

En cualquier caso, lo que denomina «la otra Colombia», fue la que se expresó este 19 de junio, la que por primera vez va a entrar al Ejecutivo y no aparecerá en los medios en el histórico papel de víctima, sino como parte de una nueva historia que podría empezar a escribirse.

Tanto es así, apuntó, que apenas se conocieron los resultados –ocurrió muy rápidamente– millones de personas jóvenes se volcaron a las calles a celebrar el triunfo del Pacto Histórico, una conducta que si se mira desde lugares como Venezuela, donde la política impregna todo, luce como algo esperado, pero no en Colombia, donde desde hace muchas décadas ningún político despertaba tantos fervores.

Asimismo, en una entrevista que le hiciera a uno de los líderes de la «primera línea» –como se conoce a la vanguardia que encabezó las protestas en el estallido social de 2021– de Cali, el joven confesó que logró canalizar su descontento hacia el sistema, trabajando por la campaña del Pacto Histórico.

Esa ciudad colombiana, que fue el epicentro de las protestas antigubernamentales contra Duque, también devino en epicentro de la celebración, pero no solo. Otras poblaciones como Quibdó, que ha padecido los efectos de la guerra y muchos de sus pobladores se han visto forzados a desplazarse y volver, en un círculo perverso, también armaron fiestas callejeras para festejar la victoria.

Para redondear sus comentarios, puntualizó que la campaña de Petro tenía un desafío muy grande en el balotaje, porque debía abandonar el discurso racional y despertar emociones, sin que el candidato se desdibujara.

En su criterio –y en favor de eso hablan los 2,7 millones de votos adicionales cosechados por el Pacto Histórico este domingo–, esa meta se cumplió ampliamente, aunque aclara que el pésimo desempeño de Iván Duque, su cinismo y la debacle del uribismo, también allanaron el camino para el ascenso de Petro a la Casa de Nariño, sin que esta precisión deba interpretarse como una negación de los saldos acumulados durante décadas de lucha.

El papel de la prensa colombiana en la campaña

Al ser consultada por la polémica portada de Semana titulada «Exguerrillero versus Ingeniero», Villegas indicó que Semana, propiedad de uno de los grupos económicos más fuerte de Colombia, asumió una posición de punta de lanza contra Petro, si bien esta publicación, como otras que forman parte del ‘estabilishment’ mediático, genera más opinión que credibilidad en la población.

A este respecto relató que los medios tradicionales colombianos –RCN, Caracol, Semana, El Tiempo– vienen en picada, pero tuvieron un revés muy grande en el estallido social, cuando la gente los vetó por ocultar la información y criminalizar a los manifestantes.

En ese marco, explicó, comenzaron a surgir medios «independientes» de los poderes que sostienen a los tradicionales, que aunque en general son muy antivenezolanos y han comprado el discurso del fracaso del socialismo y la crisis, internamente han logrado mostrar una realidad en la que la ciudadanía se siente mucho más identificada.

De este modo se entiende que Semana actuó conforme a la decisión de la clase política contra Petro con todo su aparataje, que empieza con su gran plataforma de periodistas –encabezados por Vicky Dávila, quien se encarga de posicionar las matrices– y la siguen artistas y otros posicionadores de opinión con incidencia en los sectores populares, que no necesariamente las personas asocian con los medios hegemónicos.

Pese a estos esfuerzos, la campaña de Gustavo Petro fue exitosa, pues aunque en las redes sociales se debatía sobre los puntos que posicionaban estas corporaciones mediáticas, en la calle esos no eran los temas de interés y ellos se enfocaron en hacer su trabajo, es decir, lograr que la gente que nunca había salido a votar lo hiciera.

¿Qué puede esperarse de un gobierno de Gustavo Petro?

Aunque ya son visibles los ataques mediáticos contra el gobierno que todavía no se instala y las cabezas de los grupos económicos presionan para que el presidente electo divulgue el nombre del titular de la cartera de Economía, alegando «incertidumbre en los mercados», Patricia Villegas insiste que en Colombia hay miradas más cada vez críticas, porque la credibilidad de los medios está en el piso.

Sobre el asunto económico, recordó que en su primer discurso como presidente electo, Petro volvió a referirse como al uribismo una economía de latifundios, razón por la cual el hermano país tiene que transitar hacia el capitalismo –no por gusto sino por necesidad– para diversificar su economía.

Aunque la periodista insistió en que su victoria es «sin duda» un hito, Petro no es un revolucionario y no se está planteando revolucionar el país, como en su día lo hicieran Hugo Chávez, Evo Morales o Rafael Correa, y por ello advirtió que hay que parar «la algarabía progresista», porque la oligarquía ha gobernado Colombia durante 200 años y los últimos 20, el poder lo ha detentado la mafia uribista, que deja un Estado diseñado a su medida que será muy difícil de cambiar.

Así las cosas, para ella está claro que el proyecto político del Pacto Histórico no es un proceso revolucionario, sino de un proceso cercano a la socialdemocracia, pues la coalición que llevó a Petro a la Casa de Nariño es un conglomerado de intereses aglutinado en torno al antiuribismo y por ello prevé que habrá gente de la estructura de los partidos tradicionales –incluyendo a la coalición derrotada– en su administración, al menos en un primer momento.

Otro aspecto que no dejó de lado es el papel de los militares, formalmente no beligerantes, pero siempre alineados con el poder e incluso devenidos en brazo ejecutor de la política de seguridad que asesinó a miles civiles inocentes.

Por ello, aunque Petro dispone de amplio respaldo popular, a su juicio, no tiene cómo cambiar la realidad de ese Estado en el corto plazo, lo que representa un desafío en términos de las enormes expectativas que tiene la población en torno a su ejercicio de gobierno, que tendrá que hacer frente a enromes dificultades, empezando por tener al uribismo en la oposición y un margen de maniobra no demasiado amplio.

Sin embargo, Villegas apuntó que es conveniente esperar para ver qué batallas decide emprender el Pacto Histórico para conseguir algunos de los cambios que anhela la sociedad colombiana –en ningún caso podrán ser todos– y en cuáles casos se mantendrán las directrices o políticas de sus antecesores.

Para ilustrar este punto, destacó que ya es claro que Petro intentará mantener la relación con los Estados Unidos en buenos términos, como parece indicar la llamada que sostuviera con Biden este martes y que es la primera conversación bilateral a la que aludió directamente tras su triunfo.

La directora de teleSUR invitó a atemperar las expectativas a partir de las palabras del expresidente venezolano Hugo Chávez: «Cada proceso tiene su tiempo y su ritmo», pues en su criterio «tiene mucha cabida en lo que sucede en Colombia».

De este modo, si se quiere saber directamente si un gobierno de Gustavo Petro cambiará «la compleja realidad colombiana», responde tajantemente que no, pero agrega que su gobierno «es el inicio de la otra forma» de hacer política, que como deseo personal esperaría que se traduzca en que la muerte deje de ser una política de Estado, pues ya eso configuraría «otro país».

Con visible emoción, Patricia Villegas calificó al Estado colombiano como «un Estado asesino», un epíteto que no es simple opinión sino que se soporta en los testimonios de militares que admitieron ante la Jurisdicción Especial de Paz que asesinaron a más de 6.000 civiles para justificar la política de seguridad del expresidente Álvaro Uribe Vélez, aunque ciertamente la práctica es mucho más añeja y él sólo la llevó a su peor expresión.

Del mismo modo señaló que el triunfo del Pacto Histórico no borra el narcotráfico, que ya no solo está extendido por todo el territorio, sino que se ha hecho una cultura asociada a lo colombiano que será muy difícil de erradicar.

Entretanto, relató que así como militares reconocieron en público su responsabilidad en el asesinato de civiles inocentes atendiendo a una política de Estado, los excomandantes de las FARC-EP, que durante décadas fue la principal fuerza insurgente contra el Estado colombiano, admitieron este martes haber cometido secuestros y pidieron perdón al país.

Sin embargo, el problema no acaba allí, porque el Estado colombiano, que se volvió en otro actor beligerante en el conflicto armado, mató a miles de sus ciudadanos.

¿El uribismo a la deriva?

Pasando a otro tema, al ser consultada por Pérez Pirela acerca del destino del uribismo tras este revés electoral, Villegas adelantó que desde su punto de vista, esa fuerza política está derrotada pero no enterrada y la comparó con el caso del expresidente estadounidense Donald Trump, que tras haber perdido las elecciones presidenciales de 2020 sigue manteniendo un gran peso electoral y su figura parece decisiva en las elecciones de mitad de período del próximo mes de noviembre.

Pese a lo dicho resaltó que no cabe duda de que «el uribismo ha sufrido su primera gran derrota», pero que esa derrota se consolidará solo en la medida de que el gobierno que desarrollen Gustavo Petro y Francia Márquez desarrolle políticas públicas orientadas a revertir su impronta, particularmente en lo que atañe a la seguridad y al respeto a los derechos humanos.

Con respecto a la posición del expresidente Uribe, valoró que «está en la sombra, manejando los hilos» tras bambalinas porque no está en sus mejores horas. No obstante aconsejó que sería inadecuado minimizar su capacidad de acción aún en estas circunstancias, porque «es un hombre muy inteligente» y con posibilidad de maniobra.

Sobre la base de este comentario avanzó que aún no está claro quién podría relevar a Uribe en su rol de vocero del uribismo, pero especula que podría tratarse de las senadoras María Fernanda Cabal o Paloma Valencia, si bien son figuras que carecen de la proyección nacional que se requiere para esa labor.

Asimismo, se manifestó contraria a quienes opinan que sería el presidente saliente, Iván Duque, quien tendrá la vocería, pues considera que el hecho de que el mandatario abandone su cargo con los niveles más bajos de popularidad en la historia del país, constituye un obstáculo.

Por lo contrario, indicó que está a la caza de un cargo en algún organismo multilateral, que algunas fuentes aseguran que sería la Oficina de las Naciones Unidas para las Migraciones, posición que le permitiría mantenerse alejado del foco nacional y continuar obteniendo réditos políticos a través de la instrumentalización de la migración venezolana.

Villegas vaticina que el uribismo entrará en una fase de recomposición de la que no escaparán los partidos tradicionales –Liberal y Conservador–, que se desdibujaron al ponerse al servicio del proyecto político de Álvaro Uribe. Empero advierte que más allá de sus diferencias políticas, este sector tiene una identidad de clase –económica– que los articula, semejante al rol que juega el antichavismo en Venezuela.

Petro y Venezuela

Al ser inquirida sobre lo que hará el gobierno de Petro con respecto a la relación de Colombia con Venezuela, Patricia Villegas estimó de capital importancia distinguir entre las expresiones de un candidato y las de un jefe de Estado, por lo que opinó que es mejor esperar.

Naturalmente, el tema Venezuela estuvo presente en la campaña, aunque de una manera mucho más periférica que cuatro años atrás, porque en el estallido social de 2021, la gente le reclamó a los medios que en Colombia estaban peor que en Venezuela y el discurso de la demonización del vecino ya no surtía el mismo efecto.

Así las cosas, destacó que desde que resultó electo, Gustavo Petro no ha dicho nada sobre Venezuela. En contraste, indicó, desde Venezuela el presidente Nicolás Maduro, en un acto de reconocimiento al triunfo histórico del pueblo colombiano, felicitó la jornada y a Petro, y luego su gobierno manifestó en un comunicado que está listo para otro relacionamiento.

Villegas confesó que esta reacción la había sorprendido un poco, porque el largo historial de agresiones perpetradas contra Venezuela de parte de la administración Duque se prestaba para que hubiera cautela, cuando no aprehensión, visto el papel del gobierno colombiano en las acciones de desestabilización contra el país.

En ese orden enfatizó que Duque fue el articulador y ejecutor de la política trumpista de desconocer la institucionalidad venezolana, al tiempo que el gobierno venezolano ha mostrado pruebas fehacientes –corroboradas hasta por CNN– de la implicación del gobierno colombiano estos hechos y, aún así, extendió un comunicado de invitación a pasar la página.

En términos más concretos, la comunicadora señaló que la extensa frontera común «es casi un tercer país» y representa retos muy grandes para la administración que se estrenará en la Casa de Nariño el próximo 7 de agosto, visto que padeció el abandono de Bogotá durante al menos los últimos cuatro años, lo que ha hecho que en este momento sea una zona empobrecida, tomada por la violencia y el narcotráfico y con escasa conexión con el resto de Colombia.

Sobre esto, trajo a colación las palabras que pronunciara el expresidente neogranadino Ernesto Samper en conversación reciente con teleSUR: hay que lograr que no se ideologicen las relaciones entre los Estados. «En eso, Venezuela ha dado muestras enormes de su claridad política. Pero hay que esperar», agregó.

Finalmente, Villegas insistió en la necesidad «de contar la guerra que hemos vivido en Venezuela», en la que «los colombianos que ostentan el poder político han tenido un papel protagónico».

Por ello destacó que aunque el ideal bolivariano se soporta en la integración, Venezuela ha demostrado que sabe que su futuro depende de su propio empeño, como demuestra la reciente gira del presidente Nicolás Maduro.

Sin embargo, dijo para concluir, en su opinión, las dos relaciones más importantes para el gobierno de Gustavo Petro serán con los Estados Unidos y Venezuela.

(LaIguana.TV)