A mediados de junio, la llegada a aguas venezolanas del buque Aframax Minerva Zoe, de bandera griega y fletado por la petrolera italiana Eni, confirmó que los rumores sobre una inminente relajación de las sanciones de EE.UU. a Venezuela eran ciertos y no solo un «ruido» de medios interesados.

Con el buque comerciando petróleo venezolano, Washington cedía de manera importante el andamiaje legal construido sobre Venezuela durante la era Trump y se verificaba la «luz verde» a algunas empresas petroleras estadounidenses, como Chevron, y también europeas, como Eni y Repsol.

Posteriormente, se conocía la eliminación del nombre de Carlos Malpica Flores, ex vice presidente de Finanzas de la petrolera venezolana Pdvsa y sobrino de Cilia Flores, esposa del presidente Nicolás Maduro, de la lista de sancionados del Departamento del Tesoro, en la que había sido incluido desde julio de 2017.

Apenas unos días después, se conoce que una misión del Gobierno de EE.UU. viajó a Caracas para mantener una nueva reunión con miembros del Ejecutivo de Maduro, aunque todavía no trascendieron los puntos a discutir entre las partes.

Así, de momento solo se sabe que la misión estadounidense llegó al país después de haber cedido en un par de temas clave. No obstante, la supresión de Malpica de la lista de sancionados es lo verdaderamente sorpresivo, ya que el haber permitido a Eni y Repsol renegociar su estatus comercial con Venezuela era algo más que esperado.

No se trata solo de comprar el petróleo, sino de reconocer contrapartes legítimas. Esto hace pensar que la cuestión no es solo coyuntural y que Occidente quiere contar con Venezuela como proveedor estable de combustible.

Reiniciar el comercio petrolero con Venezuela ya no es solo una petición de Maduro, sino que ahora también lo demandan líderes internacionales como el presidente francés, Enmanuel Macron. Pero el «giro» con los privados sancionados, en este caso con Malpica, ya trasciende lo meramente comercial o político.

Su eliminación de la lista implica un reconocimiento por parte de Washington al funcionariado, al chavismo y a la industria petrolera venezolana. La decisión no es solo un gesto de EE.UU. para impulsar un nuevo proceso de diálogo, sino también el de la concesión al otro, con el que está negociando después de años de negarse a esta posibilidad.

No se trata solo de comprar el petróleo, sino de reconocer contrapartes legítimas. Esto hace pensar que la cuestión no es solo coyuntural y que Occidente quiere contar con Venezuela como proveedor estable de combustible, en el marco de este «nuevo orden mundial» que apenas empieza.

Con esto, EE.UU. está reconociendo las demandas de Maduro, en clara relación con lo negociado en la anterior visita que realizó a Caracas Juan González, asesor de Joe Biden y director del Consejo de Seguridad para el Hemisferio Occidental, cuando todavía no se habían dado estos importantes pasos.

Aunque no se sabe aún quiénes conforman esta comitiva, si se filtró que además de James Story, embajador de EE.UU. para Venezuela que despacha desde Bogotá, estarán presentes ejecutivos de Chevron y Roger Carstens, enviado especial del presidente estadounidense para la liberación de rehenes.

Al parecer, este último se encontraría en Caracas para negociar la liberación de Matthew Heath, un estadounidense que participó en la ‘Operación Gedeón’, un intento de invasión a Venezuela por vía marítima ejecutado en mayo de 2020. También para tratar otros casos, como el de los tres ejecutivos de Citgo, filial de Pdvsa en EE.UU., que permanecen en prisión en el país suramericano tras la reciente liberación de otros dos extrabajadores de la compañía. Todos ellos fueron condenados por varios delitos, entre ellos el de asociación para delinquir.

¿Qué viene ahora?

En el nuevo ‘match’ que transcurre, la pelota la debería tener el Gobierno venezolano después de haber obtenido dos de sus reclamos: la exclusión de Malpica y la reanudación del comercio de petróleo. Pero esto no está del todo claro. Maduro, después de una larga y agónica relación con EE.UU., ha salido fortalecido de la contienda y tiene lo que Occidente necesita: petróleo.

En las próximas horas se verá si mueve las piezas en la dirección de catalizar algún acuerdo con la oposición o si va a ceder en alguna materia, como la liberación de los presos estadounidenses.

Tanto la oposición como EE.UU. no solo comienzan a revertir el daño de las sanciones a Venezuela, sino que reconocen el poder real de Maduro y el chavismo, conscientes ya que su contrincante no capitulará, tal como habían estado esperando.

Actualmente, Occidente tiene sobre Venezuela demandas energéticas muy por encima en nivel de importancia que las demandas políticas que tuvo el último lustro, lo que puede dejar a la oposición venezolana en una «sala de espera». Esto la ha llevado a cambiar su perfil y, en medio del estatus actual de las negociaciones, puede observarse una postura inédita.

El propio coordinador de la comisión opositora en el diálogo con el Gobierno, Gerardo Blyde, reconoció el 17 de junio que la delegación de la Plataforma Unitaria –la coalición que reúne a los principales partidos de oposición venezolana– «ha trabajado muy de cerca con los Estados Unidos en acciones específicas que tienen como finalidad la reactivación del proceso de negociación».

Por primera vez, la oposición reconoce públicamente que cede en cuestiones centrales. Hasta ahora, su sentido común no aceptaba al chavismo como un interlocutor válido al que debiera otorgar alguna concesión. Con el reconocimiento de estos pasos de Washington, la dirección opositora cambia al chavismo de estatus, de «enemigo acérrimo» a «adversario político», modificando el enfrentamiento por el juego político.

Así, tanto la oposición como EE.UU. no solo comienzan a revertir el daño de las sanciones a Venezuela, sino que reconocen el poder real de Maduro y el chavismo, conscientes ya que su contrincante no capitulará, tal como habían estado esperando.

Quizá por todo ello, Omar Barboza, secretario ejecutivo de la Plataforma Unitaria, anunció este martes la convocatoria a elecciones primarias, donde se escogerá el candidato presidencial unitario de la oposición. Todo bajo el entendido que vuelven a aceptar la vía institucional para dirimir el conflicto y disputar el poder que habían decidido eludir desde que tomaron el camino del derrocamiento violento.

Story se reúne con Guaidó

También se hizo pública la reunión de Story con Juan Guaidó. Aunque no transcendió qué se habló en ella, podría verse como un gesto de EE.UU. hacia la oposición, después de haberla empujado por el camino insurreccional que ahora termina.

Lo cierto es que ya no se trata de una «negociación paralela» con Guaidó, quien no tiene poder alguno para conferir alguna demanda. Sin embargo, con el encuentro Biden amortigua las críticas de los lobbies latinos republicanos, cuya principal demanda es la salida incondicional de Maduro, sobre todo si tenemos en cuenta que se aproximan las elecciones de medio término en EE.UU., que se realizarán en noviembre.

Es de notar que este tipo de reuniones de Story plantea también el reinicio de sus «actividades políticas» en el territorio nacional, una vez se había ausentado desde marzo de 2019. Podría verse entonces como parte del proceso de «normalización política».

Ociel Alí López es sociólogo, analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela. Ha sido ganador del premio municipal de Literatura 2015 con su libro Dale más gasolina y del premio Clacso/Asdi para jóvenes investigadores en 2004. Colaborador en diversos medios de Europa, Estados Unidos y América Latina.

(RT)