«Lo venimos diciendo desde hace varias semanas y meses: los efectos de las medidas coercitivas unilaterales que un puñado de países ha promovido contra la Federación Rusa, les están explotando en la cara no solo a sus pueblos –que es lo más grave–, sino a los gobiernos de los líderes de la OTAN».

Con esta reflexión inició el filósofo, comunicador y analista político Miguel Ángel Pérez Pirela la edición de su programa Desde Donde Sea de este jueves 7 de julio, en la que analizó en detalle las razones que explican la caída del primer ministro británico, Boris Johnson, quien anunció su renuncia a primera hora de la jornada.  

En su criterio, no puede interpretarse lo que ocurre en el Reino Unido a través de un escándalo sexual, pues ya se empiezan a sentir los muy impopulares efectos de las sanciones contra Rusia en las mesas y en las vidas de la población que reside en los países de la OTAN. 

«Boris Johnson es apenas el primero de ellos. Ya empezaremos a ver a presidentes y primeros ministros, que serán castigados en las urnas por los electores u obligados a dimitir por sus propias coaliciones, que se debilitan día a día. Saldrán del poder antes que Putin», vaticinó. 

El escándalo final: encubrimiento de un depredador sexual

Para entrar en detalles recordó que tras una ola de renuncias masivas en el gabinete, el gobierno conservador del Reino Unido colapsó y el primer ministro Boris Johnson se vio obligado a presentar su renuncia, a pesar de haber ostentado el cargo solo durante tres años, un tiempo breve, si se tienen en cuenta los estándares del país europeo. 

Las causas, a no dudarlo, están directamente relacionadas con las decisiones políticas que tomó Johnson para hacer frente a numerosos escándalos, para gestionar eventos sobrevenidos como la pandemia de COVID-19 y para concretar el divorcio británico de la Unión Europea. 

Sin embargo, su paso por el mítico número 10 de Downing Street, dejó al descubierto las numerosas dificultades por las que atraviesa la sociedad británica y el declive –hasta ahora inexorable– del otrora indiscutible poder de Londres. 

«Hay que decirlo con todas sus letras: Reino Unido pasó de ser un aliado estratégico de Estados Unidos a una postura mucho más sumisa, similar a la que han adoptado otros aliados de Washington.

Los fracasados intentos del premier conservador por devolver al Reino Unido a posiciones menos periféricas dentro del concierto internacional, limitaron su capacidad para detectar, calibrar y atender oportunamente los desafíos internos, que se exacerbaron tras el inicio de la guerra en Ucrania y la política de sanciones contra Rusia.  

En ese orden, puntualizó que el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, anunció hoy su renuncia al cargo en una alocución en la que admitió que perdió el apoyo del Partido Conservador, tras una sucesión de escándalos que perjudicaron su mandato. 

«Es evidente que la voluntad de la bancada conservadora en el Parlamento es que haya un nuevo líder del partido, y, por tanto, un nuevo primer ministro», admitió Johnson en una declaración televisada desde el exterior del número 10 Downing Street, sede del gobierno británico.

Pérez Pirela comentó que, pese a que el gobernante había asegurado que se mantendría en su posición, en las últimas 24 horas, 59 miembros del gabinete presentaron su dimisión y lo orillaron a hacer el anuncio. 

Sin embargo, acotó, esto no significa que abandonará el cargo en breve, pues todavía los ‘tories’ –como se conoce en la política inglesa a los conservadores– deben elegir un nuevo liderazgo entre los restantes parlamentarios y en el peor caso, esto podría extenderse hasta octubre, cuando está prevista la conferencia anual del partido. 

Indicó, asimismo, que Johnson designará nuevos ministros para que ocupen las vacantes que dejó la ola de renuncias masivas de las últimas jornadas, de donde se desprende que, pese a la debacle, pretende conservar alguna influencia en el Ejecutivo. 

Por su lado, la oposición encabezada por el Partido Laborista advirtió al Partido Conservador que no se quedará de brazos cruzados, en el caso de que se les ocurra prolongar artificialmente la permanencia de Johnson, cuya salida fue ampliamente celebrada en las calles londinenses. 

«Este señor que ha propiciado guerras, que ha robado a países enteros, ahora se despide con un discurso más propio de Miss Universo», fustigó.

De regreso al detonante, mencionó que el gobierno colapsó por el encubrimiento de un escándalo sexual protagonizado por el subjefe de la bancada del Partido Conservador en el Parlamento, Chris Pincher, quien el pasado 29 de junio acudió a un club nocturno y manoseó a dos hombres mientras estaba bajo los efectos del alcohol, pero al hacerse pública esta noticia, rápidamente se ventilaron otros señalamientos semejantes.  

Inicialmente, el premier negó cualquier conocimiento de la situación, pero varios de sus colaboradores dijeron ante el Legislativo que había sido informado de estas alegaciones en 2019, lo que dejó al descubierto su mentira y desencadenó la cascada de renuncias durante la jornada de este miércoles 6 de julio. 

Sin embargo, sería inexacto decir que esta crisis fue la causa última de la caída del gobernante, pues en realidad esta es el resultado de la acumulación de mentiras, promesas rotas e innumerables fallos de gestión, que tienen al Reino Unido sumido en una crisis política y social sin precedentes en las últimas cuatro décadas. 

«Lo habían dicho otros miembros de la oposición y lo había dicho Atilio Borón: Johnson tiene problemas con el alcohol y al parecer nombró gente en ciertos cargos con el mismo problema», refirió el comunicador, quien aclaró que no se trataba de apelar a un discurso puritano, sino de señalar que una persona con la responsabilidad de dirigir una potencia mundial, debería tener más cuidado en el uso de sustancias tóxicas. 

De vuelta al tema destacó que tras anunciarse la dimisión de Boris Johnson después de haber servido como primer ministro durante tres años, la agencia EFE listó «cinco momentos clave» que explican su caída. 

En el trabajo periodístico se menciona el caso de encubrimiento de las conductas inapropiadas de su copartidario Chris Pincher –que acabó siendo la gota que derramó el vaso–, además del llamado ‘Partygate’, un intento fallido del Partido Conservador para favorecer a dos empresas en las que había trabajado uno de sus legisladores, un «súper asesor» que estuvo detrás del manejo de la pandemia y del Brexit y una remodelación cuando los fondos escaseaban. 

A su juicio –y sin restar méritos a esta enumeración–, es cierto que todos estos eventos abonaron el terreno para la salida del todavía premier británico, pero dejan de lado otros aspectos y contradicciones más estructurales dentro del Estado británico a los que acaso la gestión del ‘tory’ solo ayudó a traer a la superficie. 

«Yo insisto: detrás de esto hay razones de índole socioeconómica», agregó. 

El ‘Partygate’ y la pandemia

En referencia a los motivos que desencadenaron la caída del primer ministro británico recordó que, a mediados de 2021, el gobierno de Johnson se vio sacudido por un escándalo de inmensas proporciones, cuando se reveló que el premier y sus allegados habían celebrado fiestas en la residencia oficial en distintos momentos de 2020 y 2021, mientras regían duros confinamientos por la pandemia. 

Durante meses, Johnson negó sistemáticamente que tales festejos hubieran tenido lugar, pero cuando comenzaron a salir fotografías de los encuentros en los tabloides británicos, intentó hacerlos pasar como reuniones de trabajo organizadas sin su conocimiento. 

Finalmente, una investigación policial dejó claramente establecido que él había mentido y un informe de su partido hizo que se promoviera una moción de censura en su contra, que logró superar por muy poco.  

«¿Qué nivel de conciencia puede tener este señor, estos países europeos, el Reino Unido, Estados Unidos, que van por el mundo dando lecciones de ética y democracia por el mundo?», cuestionó. 

El analista venezolano también trajo a colación que, a comienzos de la crisis sanitaria, Johnson fue ampliamente criticado por promover los contagios masivos como un mecanismo para generar la así llamada «inmunidad de rebaño», pero luego él mismo enfermó de gravedad y permaneció internado en una Unidad de Cuidados Intensivos por tres días. 

En todo caso, tras esta amarga experiencia, se comprometió públicamente a luchar contra la pandemia y pese a que la medida no gozaba de respaldo, desde su gobierno se impusieron confinamientos muy severos contra la población, al tiempo que se advirtió que quienes violentaran las restricciones, tendrían que cancelar cuantiosas multas. 

Hace tan poco tiempo como mediados de junio de 2021, Johnson hablaba de levantar la cuarentena, del plan de vacunación y no descartaba la posibilidad de imponer nuevos encierros, si la cantidad de casos seguía en aumento. 

Así las cosas, para la opinión pública británica fue inaceptable que mientras cientos –y hasta miles– de personas morían diariamente por causa de la COVID-19 y el sistema sanitario estaba colapsado, Johnson y los suyos celebraban grandes saraos, sin respetar siquiera sus propias reglas, sintetizó.  

El experto precisó que según cifras oficiales compiladas por el portal Worldometers, desde el inicio de la pandemia, el Reino Unido es el quinto país con mayor número de contagios (22,9 millones) y acumula más de 180.000 decesos. 

En todo caso, indicó, el escándalo del ‘Partygate’ se resolvió a mediados de abril de 2022, cuando ya estaba en marcha la guerra en Ucrania. El primer ministro se disculpó y pagó la multa que le impuso la Policía, pero se negó en redondo a renunciar, pese a que crecientes factores sociales y políticos pedían que lo hiciera. 

Sin embargo, internamente a Johnson le pasaron facturas sus incoherencias y el haber engañado repetidamente al pueblo británico, pues en las elecciones locales celebradas a inicios de mayo, el Partido Conservador perdió en bastiones históricos y fue prácticamente arrasado en la capital. 

La pandemia y la pospandemia dejó a muchos gobiernos debilitados –ahí vemos a Emmanuel Macron– y la guerra en Ucrania se presentó como una especie de salvavidas, pero luego será un gran problema cuyos efectos ya se sienten. 

La misión de Boris Johnson: reflotar al Reino Unido como potencia

Muchos analistas creyeron que Boris Johnson no sobreviviría al ‘Partygate’, potenciado por su cuestionable manejo de la pandemia –especialmente durante su primer año de gestión–, pero cuando todo parecía perdido, el inicio de la guerra en Ucrania le dio nuevos aires a su figura. 

Desde el punto de vista de Pérez Pirela, Johnson aprovechó la coyuntura para hacer de sus apariciones públicas una tribuna para posicionarse como un líder fuerte y confiable en tiempos de guerra, en función de cual rápidamente asumió una posición ultrabeligerante dentro de la OTAN y acudió a Kiev en repetidas ocasiones para respaldar en persona a Volodímir Zelenski. 

En las sucesivas cumbres y encuentros de la Alianza Atlántica, el G-7 y otras instancias multilaterales del Norte global, el mandatario promovió y anunció medidas coercitivas unilaterales contra Rusia y respaldó irrestrictamente la guerra en Ucrania con fondos y armas, recordó. 

No obstante, a su juicio, huelga decir que esta política se inscribe dentro de una de más largo aliento largamente acariciada por Londres y que la crisis ucraniana solamente ha servido de instrumento para intentar reflotar la posición del Reino Unido en el concierto internacional, debilitada desde el fin de la Guerra Fría. 

En esta línea recordó que, aunque en 2021 el conflicto entre la OTAN y Rusia no estaba sobre el tapete, el gobierno británico anunció una ampliación de su arsenal nuclear para «protegerse» de naciones que ya eran consideradas una amenaza para sus intereses globales: Rusia, Irán y Corea del Norte. 

La decisión no estuvo exenta de polémica, porque violenta el Tratado de No Proliferación de armas nucleares suscrito por Reino Unido en 1972 que obliga al país a desmantelar su arsenal nuclear y no contempla incrementos en la cantidad de ojivas ya existente bajo ninguna circunstancia. 

«Muchas cosas que decir sobre este tema, porque la deuda que deja Boris Johnson en términos estratégicos internacionales es una confrontación directa contra China», señaló, pues en el otoño de 2021, Reino Unido se unió a Estados Unidos y Australia en la alianza AUKUS, una estrategia de seguridad en el Indopacífico con la que se pretende frenar la creciente influencia de China en la región. 

En su opinión, conviene considerar que esta fue la primera acción de política exterior de gran calado emprendida por el Reino Unido tras el Brexit, aún cuando es claro que figura como un socio de segundo orden frente a los Estados Unidos. En todo caso, indicó, el acuerdo implica el establecimiento de una flota de submarinos nucleares de los tres países en los mares del sureste asiático, pese a que Australia no cuenta con autorización para poseer armas nucleares.   

En el pacto, Canberra echó abajo un acuerdo de compra de armas que tenía con París y eso tensó aún más las relaciones entre Francia y el Reino Unido. Johnson trató de presentar la alianza como una muestra de cercanía con sus socios y el gobierno australiano justificó la traición a partir de la toma de una decisión racional orientada a proteger su seguridad nacional. 

«Francia está muy enojada con Inglaterra. Además del Brexit está el tema del AUKUS, pero de pronto todos se unen para sancionar y atacar a Rusia, y evadir así sus problemas internos», enfatizó. 

Las asperezas se limaron parcialmente tras una intervención estadounidense, pero fue solo después del inicio de la guerra en Ucrania cuando los dos países dieron muestras de haber pasado la página, al menos en público. 

Para Pérez Pirela la alianza AUKUS puso de manifiesto que las ambiciones de Boris Johnson para posicionar al Reino Unido como potencia con una agenda independiente de la Unión Europea están por encima de sus capacidades, pues el bloque responde mucho más a los intereses geopolíticos estadounidenses que a los intereses británicos en el Indopacífico. 

Asimismo, subrayó que esta tutela ha alcanzado cotas vergonzosas, ya no solo al echar para atrás una presunta agenda de política exterior separada de Bruselas, como ha demostrado la guerra subsidiaria entre la OTAN y Rusia que se libra en Ucrania, sino en otros asuntos menos reseñados en la prensa hegemónica, pero de indudable trascendencia, como el caso judicial contra el periodista australiano Julian Assange. 

Bajo dictámenes estadunidenses y a contrapelo de lo que establece el derecho internacional, Johnson se alió con el gobierno de Lenin Moreno para sacar bajo custodia a Assange –quien se encontraba asilado desde 2012 en la Embajada de Ecuador en Londres–, trasladarlo a una prisión común y dar curso a una orden de extradición. 

Aunque aún no se agotan los recursos jurídicos, es muy posible que el comunicador pase el resto de su vida en la cárcel, pese a solamente la comisión de crímenes de guerra perpetrados por el Ejército estadounidense obtenidos por una fuente interna y no a partir de la vulneración de ningún sistema estadounidense. 

En el criterio del también director de LaIguana.TV lo relatado da cuenta de una crisis sistémica en el Estado inglés y a ese respecto refirió que en conversación con teleSUR, el analista político Iñaki Gil Sanvicente advirtió que la estructura del poder político colonial británico está caduca, por lo que el país ha quedado relegado a ser uno de los brazos del imperialismo estadounidense en Europa. 

En su decir, de esto están conscientes tanto el Partido Conservador como el Partido Laborista –principal fuerza de oposición en el Parlamento– e incluso en la OTAN, que han visto el lento pero inexorable declive del poder británico. 

Esta crisis no se restringe exclusivamente al poder bélico, sino que atrapa otra importante esfera: la económica, pues el Reino Unido será incapaz de adaptarse sin daños a la arquitectura financiera que impulsan países como China o Rusia, que pone freno a la especulación y prioriza las monedas respaldadas. 

Pese a sus esfuerzos, es claro que Johnson no ha podido anotarse los tantos que habría querido en los foros internacionales. Esos esfuerzos inútiles por representarse como el líder de la OTAN en Europa, acabaron por empeorar una situación interna que ya era de por sí complicada y que sus decisiones solo contribuyeron a deteriorar, dijo para redondear este tema. 

¿Está a punto de implosionar el Reino Unido?

El también director de LaIguana.TV señaló que los problemas internos del Reino Unido no se restringen a los efectos de las sanciones contra Rusia, pues el escándalo de las fiestas en plena pandemia, también sirvió para visibilizar un fenómeno no reciente, pero sí en aumento: los separatismos en Escocia e Irlanda del Norte, que agarraron nuevos aires con la salida del Reino Unido de la Unión Europea. 

De entre los actores políticos que promueven esta salida destaca el Partido Nacional de Escocia, que se ha posicionado como la fuerza más virulenta contra el gobierno conservador en el Parlamento y lideró las manifestaciones a favor de la dimisión de Johnson que se produjeron en enero de 2022, el contexto del ‘Partygate’. 

Asimismo, el grupo ha sabido aprovechar la crisis y el descontento para promover una agenda independentista, idea que es apoyada por un número creciente de escoceses, que no ven representados sus intereses en el Parlamento londinense. 

Pero si la posibilidad de que Escocia se escinda de Inglaterra y Gales en el futuro cercano, en Irlanda del Norte la situación es todavía más crítica. Las razones son variadas y se remontan al dominio colonial británico sobre la vecina isla, pasan por una cruenta guerra civil y terminan con el Breixit, debido a los perjuicios económicos que supone para la pequeña nación, que es un enclave dentro de Irlanda, país miembro de la Unión Europea, explicó el analista. 

Matizó que, aunque la decisión de iniciar el Breixit data de 2016 cuando el país estaba conducido por la también conservadora Theresa May, solo se hizo efectiva el 1 de enero de 2021 en plena crisis por el coronavirus y en medio de un creciente malestar social. 

En abril de 2021, pese a las restricciones vigentes, medios locales reportaron los peores brotes de violencia en varios años en Belfast, que se originaron por la incapacidad de Londres para gestionar los estragos de la pandemia y las barreras comerciales que entraron en vigor tras la salida británica del bloque comunitario.

Por si ello no bastara, recordó que, en el otoño de 2021, el país se vio afectado por escasez de combustible e insumos básicos derivada de una insuficiencia de camioneros, que en su mayoría provenían de Europa del Este y debieron abandonar el territorio británico cuando se concretó el Brexit. 

A su juicio, es claro que el coletazo del Breixit no ha cooperado para mejorar sustancialmente la situación; antes bien, la crisis se ha acentuado en los últimos meses, particularmente desde el inicio de la guerra en Ucrania. 

El alza en los precios del combustible disparó la inflación y echó nuevamente a las calles a los trabajadores, que demandaron a Johnson su dimisión y exigieron al gobierno mejores condiciones de vida, pues reciben salarios depauperados y son víctimas de la explotación laboral y la privatización de los pocos servicios. 

Entretanto, mientras la crisis política de los últimos días cobraba todo el protagonismo en la prensa sensacionalista británica, se desarrolló la huelga de ferroviarios más importante de las últimas décadas y ya circula un nutrido cronograma de protestas sociales para los próximos meses. 

En su criterio, otro aspecto que no ha ayudado en lo más mínimo en la solución de la crisis postBrexit ha sido la política migratoria adelantada por los ‘tories’, que reviste de claros tintes xenófobos y racistas, pues Johnson propuso a mediados de abril enviar a los migrantes irregulares a Ruanda –un país africano con graves problemas económicos y sobre cuyo gobierno pesan acusaciones de violaciones sistemáticas a los derechos humanos–, mientras se revisa su solicitud de asilo. 

En paralelo, el mandatario manifestó su intención de alojar a los migrantes en campos de refugiados similares a los que la Acnur administra en Grecia y que han sido objeto de múltiples críticas, debido a las inhumanas condiciones de vida reinantes. 

Pérez Pirela destacó que aún a pesar de los cuestionamientos por parte de las Naciones Unidas y de Organizaciones No Gubernamentales como Amnistía Internacional, el pasado 14 de junio se realizó el primer vuelo de deportaciones desde el Reino Unido hacia Ruanda. 

En compensación, el gobierno ruandés recibirá 120 millones de libras esterlinas –unos 144 millones de dólares– por alojar a los migrantes que lleguen irregularmente a costas británicas procedentes principalmente de Asia Occidental y excolonias del Reino Unido en África. 

«Esto atenta contra todos los derechos humanos y es de una crueldad inaudita», dijo para concluir. 

Para cerrar la edición, se refirió a las terribles circunstancias que rodearon el asesinato y desaparición forzada del profesor universitario y militante revolucionario Carlos Lanz, luchador y educador popular de larga data en Venezuela, pues la noticia impactó severamente a la opinión pública debido a la sevicia con la que fue perpetrado el crimen. 

En ese orden, extendió sus condolencias a los familiares y manifestó su solidaridad con los allegados, que, como él, están consternados por el lamentable desenlace del caso. 

(LaIguana.TV)