¿También son culpa de Rusia? Análisis sobre el retroceso legislativo, el racismo y las masacres en EEUU
El presidente de EEUU, Joe Biden, culpó a Rusia de la inflación y de la crisis alimentaria cuya alarma está encendida desde hace más de 10 años. Ambos señalamientos son fáciles de refutar y aún no ha encontrado la manera de culpar a Putin de ciertos males endémicos de la sociedad estadounidense: el retroceso ante el aborto, las masacres de la que no se habla a menos que surja un nuevo tiroteo como el ocurrido durante el desfile de independencia el pasado 4 de julio, o al racismo en EEUU que recordamos cada tanto que asesinan a un ciudadano afro y se calientan las calles.
Podría decirse que EE.UU con Biden o sin él, no respeta el principio del Derecho Internacional Humanitario de no Injerencia en los asuntos internos de otros países porque se quedaría sin tema de conversación sobre el que realmente quiera hablar e irremediablemente tendría que ocuparse de lo que ocurre dentro de sus fronteras.
La Iguana. TV a través de su espacio Entre Líneas conducido por la investigadora y comunicadora Naile Manjarrés, hace un seguimiento de algunas crisis internas por las que parece que la administración demócrata tampoco hará mucho al respecto para resolverlas y unos cuantos por qué.
De vuelta al pasado
Mientras centro y suramérica parecen estar en plena ola de cambios o por lo menos, la balanza parece equilibrarse un poco en términos de representación progresista pues en EE.UU han decidido dar un paso atrás y aferrarse a lo más arcaico y por qué no decirlo, enfermo, de su sociedad: la brutal oda a la productividad, la disminución de los derechos civiles por no decir humanos, el racismo, su negligente depredación del ambiente y la entrega de la inocencia de las futuras generaciones sean demócratas o republicanas, e incluso negros, al negocio de las armas.
Hablamos de una sociedad que teniendo, supuestamente, todo a favor, no avanza: es así como en materia de leyes la Corte Suprema derogó una ley que limitaba la portación de armas en público en Nueva York, puso fin al derecho constitucional al aborto en gran parte del país, anuló un programa que impedía que el estado financiara a escuelas religiosas, emitió un fallo que hizo perder a la agencia de protección ambiental facultades para proteger el ambiente y una ordenanza le va permitiendo a los trabajadores dormir en sus vehículos dado el alto costo de los alquileres. Demasiados movimientos retrógrados en poco tiempo en un país conocido por hacer cumplir sus leyes por encima de todo y de todos, pero recordemos que Donald Trump llegó a ser presidente de esa nación y a lo interno están en plena campaña por el senado y ciertas instituciones, y ciertas figuras necesitan seguir oxigenando a los votantes más extremistas y radicales.
Superficie demócrata
Con Biden, como ocurrió con Barack Obama, el primer presidente negro, poco o nada importa si cuenta con una vicepresidenta de ascendencia foránea, poco o nada importa si firma decretos para mermar el expansionismo de las armas, poco o nada importa si porta la banda presidencial si a la hora de la verdad, la Corte Suprema ordena y Biden y Harris deben acatar, o nos hacen creer que se van dando cuenta de lo enferma que está su sociedad, o caen en cuenta de que hay que tomarse – al menos lo de los tiroteos – en serio, y ya se van sintiendo los resultados.
Según datos recientes de la encuestadora Gallup sólo el 27 por ciento confía en las instituciones estadounidenses, y ese 27 por ciento probablemente trabaja en una de esas instituciones. Si de confianza se habla, sólo se salvan las pequeñas empresas y el ejército. Por otro lado, la confianza en la presidencia se ha derrumbado del 38 al 23 por ciento desde 2021, mientras que la confianza en la Corte Suprema cayó 11 puntos, del 36 al 25 por ciento. Ni hablar de la confianza hacia los medios de comunicación del establishment que en diciembre afirmaron que la gasolina se abarataría – descendiendo a menos de $3 por galón – y seis meses después, los precios superaron los $5 por galón.
(LaIguana.TV)