Como parte del ciclo de cierre de temporada de Desde Donde Sea, el filósofo, comunicador y analista político Miguel Ángel Pérez Pirela entrevistó este martes al historiador, escritor y abogado venezolano Luis Britto García.

La conversación orbitó en torno a las características de la guerra no declarada de Estados Unidos contra Venezuela, con algunas paradas en guerra por intermediación –proxy– entre la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y Rusia que se libra en suelo ucraniano.

Guerra en Ucrania: película repetida con el mismo final

El intelectual es del parecer que la confrontación que tiene lugar en Ucrania «era inevitable», porque Estados Unidos ha apelado en múltiples ocasiones a procedimientos similares como el que ahora se suscita en el este de Europa, entre los que enumeró la Guerra de Afganistán (1979-1989), la Guerra de Corea (1950-1953) o la Guerra de Vietnam (1954-1975).

Britto García apuntó que todas tienen en común que lo que subyace es un choque entre potencias que prefieren darse patadas bajo la mesa antes que enfrentarse cara a cara para evitar la aniquilación mutua.

Empero, señaló, este tipo de enfrentamiento también deja efectos a las potencias, que se ven obligadas a mantener ejércitos de ocupación –regulares o irregulares–, al tiempo que sus economías pueden sufrir daños.

Así, explicó, en Ucrania se presenta a su presidente, Volodímir Zelenski, como que si fuera un gobernante autónomo que lidera la lucha de su país contra una potencia ocupante, cuando en realidad sus operaciones están financiadas por la OTAN y sus decisiones obedecen a las prioridades estadounidenses, pues ese país es la cabeza de la alianza militar.

En su criterio, la confrontación entre Washington y Moscú se corresponde con lo que denomina «una guerra de rapiña», pues ya no es posible inscribirla en términos ideológicos, pues aunque la Federación Rusa mantenga posiciones autónomas y coherentes con sus intereses, es un país enteramente capitalista, que sirve como puerta de entrada para el enemigo estratégico real de la Casa Blanca: China.

A su juicio resulta inconcebible que el Ejército estadounidense se aventure en una guerra directa con el ejército ruso –que lo supera ampliamente en capacidades militares– y menos contra China, que le saca sobrada ventaja en todos los ámbitos menos el bélico, pero esas condiciones son las que explican el impulso de la OTAN a Ucrania, país al que usa para desgastar a Rusia.

De otra parte destacó que mucha gente se asombra que una parte de los países de la OTAN hayan admitido que Estados Unidos los pusiera en tan desventajosa situación, que no cuenta con ningún antecedente histórico exitoso, toda vez que desde el siglo XIX el Occidente europeo ha intentado conquistar sin éxito a su vecino euroasiático y han sido frenados por las fuerzas militares, ayudadas por el crudo invierno del país.

En cualquier caso, para Britto García, la lección histórica que puede extraerse de todo esto es que con la guerra en Ucrania, la humanidad asiste a la repetición de una película cuyo final ya se puede ver en el horizonte: la devastación de un país y una derrota militar de quienes auparon al conflicto militar.

No se trata, sin embargo, de la única repetición advertida por el especialista, puesto que, recordó, «a decadencia de todos los imperios comienza cuando sus ejércitos empiezan a estar compuestos por mercenarios», un hecho que ha podido comprobarse reiteradas veces y que signó la caída de grandes formaciones sociohistóricas como el Imperio Romano o Constantinopla.

Para contrastar refirió que hace apenas décadas, cuando se libraba la Guerra de Vietnam –siempre presentada como un conflicto interno, aunque la presencia y apoyo de Estados Unidos y sus aliados era más que evidente–, el reclutamiento se centró en personas de clases medias, poco identificadas con una confrontación que no entendían y nada dispuestas a morir por ella.

De este modo, explicó, las multitudinarias manifestaciones antibélicas y la derrota militar estadounidense en tierras vietnamitas, logró que Washington cambiara de estrategia y se focalizara en nutrir su ejército con personas provenientes de los sectores más precarizados de la sociedad: afrodescendientes, chicanos, hispanos y otras minorías, que se enlistan por razones estrictamente económicas pero que escasamente están dispuestos a dejar la vida en el campo de batalla.

Conscientes de esta desventaja, las jerarquías estadounidenses han recurrido al uso de mercenarios y los han convertido en moneda corriente en toda guerra, con el subsecuente peligro que ello entraña, pues en cuanto se advierte el riesgo de derrota, cambian de bando y se venden al mejor postor.

El mundo depende y seguirá dependiendo de los hidrocarburos

El pensador venezolano vaticina que, contrariamente a lo que se propugna en foros internacionales, el indispensable tránsito de las energías fósiles a las energías verdes tomará varias décadas, que estarán caracterizadas por una creciente conflictividad por el control de los hidrocarburos, vista su imposibilidad para reemplazarlos en el corto y el mediano plazo.

Para fundamentar esta apreciación detalló que «el mundo se mueve con hidrocarburos», en tanto «el 80 % de la energía que se consume en el mundo proviene de esta fuente», mientras que para la fecha, las energías alternativas no acumulan ni siquiera el 10 % de la matriz energética, en la que fuentes como la leña y la bosta de vaca aún representan la décima parte.

En este marco señaló que la energía hidroeléctrica –la más abundante y más rentable de todas las llamadas ‘verdes’–, apenas produce el 4 % de toda la energía que se consume en el planeta, al tiempo que otras fuentes como la eólica y la fotovoltaica apenas superan el 3 %, en un mundo que ya pasó el pico de producción petrolera.

Esto significa que la producción de hidrocarburos entró en decrecimiento, pues en adelante será cada vez más costoso en términos energéticos producir crudo que extraerlo.

Según sus estimaciones, se avecina «un crepúsculo energético de cuatro o cinco décadas», que impone de facto la migración a las energías alternativas, pero sin dejar de lado el papel que los países productores de hidrocarburos jugarán para hacer frente al desafío de alimentar a unos 9.000 millones de personas, a las que virtualmente es imposible alimentar sin hacer uso de maquinaria que se mueve con combustibles fósiles y fertilizantes derivados del petróleo.

A su parecer, es este marco el que explica por qué en las últimas décadas las guerras emprendidas por la OTAN se han concentrado en países que cuentan con grandes reservas energéticas o por los cuales transitan hidrocarburos, como rápidamente se comprueba a partir de los casos de agresiones o guerras abiertas contra Venezuela, Rusia, Venezuela, Irán, Irak, Libia y Siria.

No obstante, destacó, los países que han sido víctimas de la política extorsiva y bélica –sanciones y guerras– de los Estados Unidos, con frecuencia secundado por Europa, han comenzado a reaccionar y a organizarse para hacer frente a los atropellos, lo que en su opinión puede describirse como «un levantamiento contra el orden unipolar de Estados Unidos» en el concierto internacional, que guarda estrecha relación con la enorme crisis económica que azota al mundo.

Sobre este tema recordó que «los países más poderosos deshicieron sus parques industriales, tercerizaron sus industria porque la mano de obra en países del Sur global les resultaba prácticamente gratuita, dejaron a sus trabajadores sin empleo y sin seguridad social, para dedicarse a un capitalismo de financiarización, de casino», que aunque produce ganancias, no es capaz de producir «bienes para que los seres humanos sobrevivan».

Britto García indicó que aunque en 2008 este modelo de capitalismo especulativo ya sufrió un duro revés, el de ahora es mucho más grave, porque el modelo «está atascado y a punto de un colapso» en razón de la caída del dólar, que había reinado en el espacio económico internacional desde los Acuerdos de Bretton-Woods en 1944 y todavía más desde que el expresidente Richard Nixon reconociera que la divisa estadounidense carece de sustento, pero que de todos modos sería el estándar para el comercio y las finanzas a nivel internacional.

Estas situaciones, aclaró, le permitieron a Estados Unidos comparar «gratuitamente al mundo» por más de medio siglo, solo con papeles impresos, pero esa situación está cambiando y ya se discute acerca de cuál podría ser el reemplazo del dólar.

En este punto, el especialista destacó que Venezuela tiene la primera reserva de hidrocarburos del mundo y la primera o segunda de oro, además de otros minerales estratégicos que le permitirían participar con ventajas en la creación de un sistema monetario con respaldo, desde una posición soberana y sin pretensiones colonialistas.

Venezuela, país clave para el futuro energético del mundo

Pese a los dichos y contradicciones de la actual administración estadounidense, Britto García advierte que la reciente visita de funcionarios de alto nivel a Caracas implica un reconocimiento de facto de las autoridades que en Washington se niegan a reconocer públicamente.

En su juicio, este hecho debería conducir a un levantamiento inmediato de las sanciones y en una segunda fase, una reparación por los daños que las políticas extorsivas han causado a la población venezolana desde inicios del siglo XXI, en razón de las medidas de latrocinio, vandalismo y crímenes de lesa humanidad impuestas por el Occidente global contra el país y que se han agudizado desde el año 2013.

Por este motivo considera que «Venezuela debe ser amiga de todo el mundo y víctima de nadie», en tanto las potencias que nos acosan se rigen por el principio de los intereses individuales y no de la amistad o el respeto mutuo. «Se puede reciprocarlas. Es el caso del Reino Unido, que debe devolver el oro confiscado y evitar que los puertos venezolanos sean declarados como inseguros por los lobbies londinenses», ilustró.

Recordó que «todos los conflictos se producen por el conflicto entre potencias existentes», una aserción que en su opinión puede comprobarse echando un vistazo al contexto en el que se sucedieron las guerras de independencia en América Latina, el surgimiento de la Unión Soviética o la proclamación de China como República Popular pocos años después de que concluyera la II Guerra Mundial.

¿Qué debemos hacer nosotros? Aprovechar esas confrontaciones para garantizar nuestro modesto espacio geopolítico, cultivar relaciones de fraternidad con América Latina y el Caribe y ejercer nuestros derechos. «Si el mundo tiene necesidad de nuestros recursos, que nos los remunere equitativamente», señaló.

Para conseguir que esta oportunidad se convierta en una ventaja real, el escritor advirtió que el país no debe tomar la senda de entregar sus recursos –naturales, minerales y demográficos– al capital trasnacional, sino acudir a las mesas de negociación con esas barajas en la mano, pues la cuantía de riquezas de Venezuela, la hace un espacio particularmente apetecible para las tres grandes potencias –Estados Unidos, China y Rusia– que se disputan el poder mundial.

«A ninguna de las tres potencias les conviene que Venezuela caiga bajo el dominio de las otras dos potencias. Debemos valernos estrategicamente de ese juego. Debemos mantener un equilibrio razonable y equitativo, sin rendirnos a ninguna, exigiendo respeto y un tratamiento equitativo», insistió.

Desde su óptica, las decisiones que se adopten en esta materia determinarán decisivamente el futuro nacional, incluyendo los resultados electorales en las elecciones presidenciales de 2024, que podrían ser favorables a las fuerzas que acompañan la Revolución Bolivariana en la medida que se protejan las riquezas minerales, naturales y turísticas de las garras del capital extranjero.

«Tenemos una prodigiosa cantidad de activos para sobrevivir. Si se los regalamos al primero que venga, no le cobramos impuestos, cedemos soberanía y asumimos todos los costos de la infraestructura», vamos a perderlo todo, tal y como demuestran numerosos ejemplos históricos, enfatizó.

Por ello, dijo para cerrar esta idea, a pesar que que en Venezuela se podría estar jugando «el destino del mundo», vistos sus cuantiosas reservas energéticas y minerales, a lo que se añade un bono demográfico en el que la mayor parte de la población económicamente activa cuenta con formación especializada, todo podría irse al traste si se entregan esas ventajas a trasnacionales a través de decisiones ejecutivas.

Las izquierdas en América Latina

Como preámbulo a sus reflexiones sobre las izquierdas latinoamericanas, el historiador señaló que además de las recientes victorias electorales de fuerzas de izquierda en la región, había que recordar que ese cambio político estuvo precedido por movilizaciones sociales de gran calado, que como en su día lo hiciera El Caracazo, reventaron el sistema de cargas simbólicas de la economía neoliberal.

Es allí donde se insertan las protestas de Chile, de Ecuador, de Colombia, Panamá y hasta de México, que sirvieron como preparación para el ascenso al poder de Gabriel Boric, Gustavo Petro y Andrés Manuel López Obrador, que no obstante, deben gobernar en entornos completamente impregnados y controlados por la derecha, al tiempo que intentan impulsar algunos avances.

A su parecer, América Latina está comenzando a despertar, en razón de lo que vaticina que lejos de concluir, las manifestaciones populares no solamente no van a desaparecer, sino que eventualmente se harán más grandes, lo que obliga a incluir esta dimensión en los análisis de la relación con los Estados Unidos, así como de las alianzas regionales.

Las relaciones entre Venezuela y Colombia bajo Gustavo Petro

El historiador no duda en calificar las relaciones colombovenezolanas como «un tema vital», que comienza por considerar –sin xenofobias, exclusiones o cualquier otra forma de señalamiento– que 1 de cada 5 personas residentes en el país nació en Colombia o tiene ancestros colombianos.

Además del tema migratorio –ahora extendido del lado venezolano hacia el vecino país– otro aspecto al que Luis Britto García califica como imprescindible, es el diagnóstico de las implicaciones de los tratados comerciales suscritos en Caracas y Bogotá, pues instrumentos como el Acuerdo de Cartagena, que incluye unos 2.000 rubros comerciales, podría conducir indirectamente a Venezuela hacia un Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos.

«Hay que hacer un estudio fidedigno de la situación fronteriza y las inversiones colombiana en las fronteras y en el país, hay que identificar de qué capitales se trata, qué medios productivos han tomado, qué medios de comunicación y agencias de transporte manejan», aconsejó.

Para él, este es un asunto estratégico que implica un abordaje «profundo», pues ya en la actualidad el poder comunicacional de Venezuela está sensiblemente disminuido en las entidades fronterizas, así como la eventual penetración de grupos irregulares disfrazados de civiles, puesto que en una situación extrema, podrían funcionar como un ejército de ocupación.

«Infiltraciones de las fuerzas armadas a través de las fronteras han acabado con países enteros», alertó, y una vez dentro, se instituyen como «un poder fáctico, un parapoder», frente al cual las instituciones del Estado pueden hacer poco.

«Es un tema a ser estudiado en profundidad, porque se trata de un asunto de supervivencia de Venezuela, que es un país codiciado por sus riquezas» y además aclarar un conjunto de «situaciones incómodas que se han suscitado con el gobierno colombiano y con los grupos que participan del conflicto armado, pues en el presente ya se libra una guerra fronteriza contra organizaciones paramilitares que han sido corresponsables de la destrucción de Colombia y bien podrían destruir a Venezuela.

Acerca del gobierno de Gustavo Petro, Britto García señaló que son enormes desafíos los que habrá de enfrentar en su gestión, dada la condición de Colombia de país penetrado por la parapolítica, ocupado por los Estados Unidos, donde operan ejércitos clandestinos, con entre cuatro y cinco millones de desplazados por el Ejército, con el fin de entregar las tierras confiscadas a terratenientes o trasnacionales.

Así, a su juicio, Petro tiene razón de estar asustado, pues en 500 años se han acumulado deudas de tal magnitud, que hacen pensar que cuando mucho podrá allanar el camino de sus sucesores, pero no obrar milagros, pues es una tarea imposible concretar tanto en tan poco tiempo.

No obstante aclaró que se puede esperar «un gobierno valiente y honesto», encabezado por alguien cuya vida continúa –todavía más– en riesgo, y que visto lo visto, cabe aspirar que en su administración se pueda construir una «relación armoniosa con Venezuela», de mutuo entendimiento, en la que necesariamente tendrían que estar garantizados los intereses nacionales.

Hay suficientes alimentos para acabar con el hambre en el mundo

El último aspecto de la conversación entre Pérez Pirela y Britto García giró en torno a la crisis alimentaria que azota al mundo, que en el peor caso podría convertirse tanto en una hambruna como en un mecanismo de control poblacional beneficioso para las élites mundiales.

Britto García aseguró enfáticamente que la cantidad de alimentos que se produce en el mundo «es suficiente para alimentar a todos», pero esto no sucede porque perjudica los intereses de las cuatro o cinco trasnacionales que controlan las tierras productivas y el negocio de la alimentación en general.

No obstante, pese a su oligopolio, estas compañías enfrentan dos dificultades: dependen de maquinaria movida por hidrocarburos y de fertilizantes derivados de los hidrocarburos. De este modo, cuando esas variables críticas fallan –como sucede ahora por causa de la guerra proxy en Ucrania– deviene el hambre.

Además, en la coyuntura actual se suma que por causa del conflicto, Rusia y Ucrania, dos de los principales exportadores de trigo, están fuera del mercado. «Además del jinete de la guerra, ahora se cierne sobre el mundo el jinete del hambre», advirtió.

Desde otro ángulo refirió que en pronósticos realizados en espacios como Foro de Davos, se habla abiertamente de porciones sobrantes de la población, por lo que especula que «para estas camarillas», que siguen la tradición malthusiana, «una hambruna sería muy conveniente» y esa podría ser una de las razones por las cuales se apuesta a la extensión del conflicto, pues en algún momento ocasionará la interrupción de la producción agrícola tecnificada.

Para enfrentar este panorama, Venezuela debe estudiarlo en detalle y actuar en consecuencia, es decir, aumentando su producción agrícola, porque contrariamente a lo que se afirma con frecuencia, las Hojas de Balance de Alimentos del Ministerio de Agricultura y Tierras mostraban que en el país producía aproximadamente el 88 % de todos los alimentos que consumía.

Sin embargo, alertó que para garantizar la soberanía alimentaria, debe priorizarse el incremento en la producción de alimentos destinados al consumo interno y recuperar la primacía de las semillas nacionales, pues según denuncian productores, en algunos rubros se han privilegiado las foráneas.

«Dentro de la progresión del agotamiento de los hidrocarburos y la caída de la moneda de reserva, Venezuela tiene las claves para este tormentoso futuro. Debemos tomar nuestras decisiones tomando en cuenta estos hechos. No debemos ir a negociaciones rindiéndonos, pidiendo mendrugos, sino hacer uso de las cartas que se tienen, en una mano que podría ser ganadora», dijo para concluir.

(LaIguana.TV)