Para la médica jubilada Esmirna Guarapo, activista en la Parroquia San Pedro de Caracas, medios de comunicación y voceros de las élites mundiales se han encargado de crear y legitimar una «matriz de opinión mundial» en la que se presenta a los adultos mayores «como una carga social», en virtud de que ya no se puede extraer de ellos la misma rentabilidad.

Así lo expresó en una entrevista exclusiva que le concediera al periodista Clodovaldo Hernández para su programa Cara a Cara, producción de LaIguana.TV que se transmite a través de las plataformas virtuales de la televisora 2.0.

Guarapo sostuvo que «El Club de Bilderberg –donde se aglutina la élite dentro de las élites mundiales– decidió que éramos muchos a nivel mundial y, por tanto, había que reducir la población» y en ese marco «se suponía que el adulto mayor no era rentable para la sociedad«, en virtud del deterioro propio del envejecimiento o de la aparición de enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes, la caquexia, la hipertensión o la osteoporosis, que disminuyen su rendimiento.

De este modo, aseguró, se explican las declaraciones que en su día ofreciera Cristine Lagarde, entonces presidenta del Fondo Monetario Internacional y actual presidenta del Banco Central Europeo, según la cual la gente estaba viviendo demasiado tiempo.

Haciendo gala de su saber, la activista argumentó que esta concepción pretende asentarse en criterios naturalistas que establecen el ciclo de la vida en términos de nacimiento, crecimiento, reproducción y muerte, esto último una vez se haya cumplido el tiempo de cría de la siguiente generación.

«Generalmente ese procedimiento que ha establecido la naturaleza para todos los seres vivos –incluyendo los seres humanos, se ha visto modificado en nuestra especie por la inteligencia, los conocimientos científicos, aquello de unir el pulgar con el índice –la pinza– que ha desarrollado las circunvoluciones cerebrales de tal forma que hemos encontrado la manera de prolongar la vida, a pesar de la expresión de la naturaleza que dice que el que se queda ciego no puede cazar y por lo tanto, muere; el que se queda sin dientes, no puede comer; por lo tanto, muere», ilustró.

Esta concepción, aseguró, ha sido deslastrada de la mayor parte de las culturas –aunque acotó que la práctica de separación de la persona adulta mayor que no puede valerse por sí misma en pos del bienestar del grupo pervive en algunos grupos humanos–, no necesariamente ha sido una regla universal que se ha cumplido siempre.

«En nuestras culturas originarias, esa conducta se vio modificada porque los ancianos o las personas mayores, el adulto mayor era considerado casi como un bien sagrado, un patrimonio que tenía la comunidad porque esa persona sabía más que los jóvenes y habían consejos de ancianos que dirigían las tribus, que orientaban en cierta forma la conducta humana de esos pueblos originarias», apuntó.

Un ejemplo concreto de esto, refirió la médica, se dio en la cultura maya, donde su relación con los alimentos permitió que unos 100 millones de personas que habitaban entonces en este lado del mundo, estuvieran bien alimentadas y se desconociera la noción de hambruna, como muestran investigaciones realizadas en data reciente.

«Hay concepciones distintas, dependiendo del lado en que te coloques, pero se han sumado numerosos elementos para crear una matriz de opinión mundial, cosa que también tiene que ver con los medios de comunicación», apreció.

Las razones de la agenda occidental anti adultos mayores

La doctora Guarapo advierte que si bien los aspectos financieros terminan siendo la explicación final de todos los movimientos del Club de Bilderberg para la propagandización de la matriz de opinión contra la supervivencia de los adultos mayores, es conveniente hilar más fino para no extraer conclusiones apresuradas.

En esta contabilidad de la muerte, observó, la industria farmacéutica figura como un actor de primer orden, porque la decisión de hacer desaparecer a los miembros de ese grupo etáreo, claramente atenta contra sus intereses y los de todas las industrias relacionadas con la salud, pues cada tres años de supervivencia promedio en el grupo de adultos mayores redundan en 50 % más ganancias.

Sin embargo, esta razón, aunque importante, no lo explica todo. «El Club de Bilderberg manejaba la cuestión no solamente desde el punto de vista de los costos sino de la desaparición de recursos naturales, la escasez de agua que se veía venir, la escasez de alimentos que se venía venir, que ya ellos –porque hacían estudios sobre eso– sabían de antemano», destacó.

«Ellos más que en el aspecto económico de favorecer a la industria farmacéutica, sembraban sus temores en aquello que Chávez proféticamente les dijo alguna vez: se necesitarían cinco planetas Tierra para satisfacer las exigencias del grupo élite del capitalismo», puntualizó.

Estas narrativas de muerte y prescindibilidad de un grupo poblacional en ascenso en todo el mundo, particularmente en los países de altos ingresos, han hecho que parezca natural que el presidente argentino, Alberto Fernández, Christine Lagrade, un alto funcionario japonés ligado a los temas sanitarios y un gobernador estadounidense coincidan en hablar «de lo mismo»: hay que disminuir la población de adultos mayores, asevera la especialista, pues hay «una matriz de opinión mundial» en plena conformación.

En su criterio, la agenda del Club de Bilderberg podría ser todavía más siniestra, pues acciones que a simple vista lucen desinteresadas y demostrativas de una adultez por parte de un Estado, esconderían aviesas intenciones, como sucede con «el auge» de la agenda LBBTIQ+ en los Estados Unidos.

«La subsecretaria de Salud de Estados Unidos, que pertenece a la comunidad transgénero –es pediatra– solicita que se amplíe el presupuesto, la capacidad, para hacer que los niños prepúberes ingieran disruptores endocrinológicos en la alimentación mediante los transgénicos (…), de manera tal que se detenga o se retrase la pubertad hasta que puedan operarlos y cambiarles el género, es decir, hasta que los puedan hacer infértiles», denunció.

Guarapo afirma que este hecho da cuenta de que no se trata de algo espontáneo sino dirigido, como hace algún tiempo lo alertara el presidente ruso, Vladímir Putin, quien denunció que «Occidente estaba haciendo que la homosexualidad fuera una conducta social, de manera tal de disminuir el crecimiento poblacional y de hacer desaparecer a la familia como célula fundamental de la sociedad, porque una vez desaparecida la familia desaparece la sociedad y una vez desaparecida la sociedad, desaparecen las naciones y se permite la hegemonía mundial de la élite».

La situación de los adultos mayores en Venezuela

–La alimentación

En cuentas de la experta, los adultos mayores representan unos cinco millones de personas, la quinta parte de toda la población del país, si se considera una base de 30 millones de personas, al tiempo que la población que está en edad productiva alcanza los 15 millones y los niños y jóvenes, cerca de unos 10 millones, tomando en cuenta además que según cifras de la ONU, un quinto de la población reside en el extranjero.

Estas referencias, apuntó, son importantes para poner en perspectiva el financiamiento de las pensiones de los adultos mayores, que a la fecha alcanzan 130 bolívares mensuales –cerca de 15 dólares estadounidenses–, pues de acuerdo con las leyes venezolanas, se sostienen con los aportes del 4 % del salario de cada trabajador inscrito en el Seguro Social y un monto equivalente por parte del empleador, sea el Estado o un particular.

Así las cosas, indicó, dado el monto de los salarios en el país, un adulto mayor que solo tenga como ingreso la pensión del Estado, ve complicada su situación, particularmente si no recibe alimentos –carbohidratos– subsidiados a través de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), porque no tiene cómo compensar, como no sea a través de alguna de las Casas de Alimentación.

«Eso ha ocasionado una severa disminución en la calidad de vida del adulto mayor, pero esa severa disminución en la calidad de vida del adulto mayor se ve medianamente compensada, porque decimos que han repartido cuatro millones de unidades habitacionales», argumentó, siempre bajo la suposición de que en cada una de esas viviendas adjudicadas reside un adulto mayor.

A pesar de este hecho, la activista social asevera que la restricción en los ingresos «ha traído como consecuencia que la parte de medicamentos se ha abandonado literalmente toda, porque no te alcanza para comprar comida y medicinas«, un aspecto que solo ha encontrado alivio parcial en algunos lugares donde operan redes de farmacias del Estado donde se pueden adquirir medicamentos a precios más accesibles.

Sin embargo, en su opinión, a pesar del duro panorama, aún el gobierno dispone de salidas para atender a esta población, gracias a los efectos sobre la naturaleza que ha tenido la Ley de Pesca sancionada en 2002, que proscribe la pesca de arrastre, con lo que las poblaciones de especies locales se recuperaron y ahora podrían aportar decisivamente en la ingesta proteica de la población .

«La FAO, que es un organismo de la ONU que tiene que ver con el asunto de la alimentación, dice que un individuo que consuma 45 kilogramos de pescado al año tiene satisfechas sus necesidades de proteína animal y de aceites esenciales como el omega 3. Si nosotros pudiéramos lograr, como se venía haciendo, que la Caravana del Pescado vendía las sardinas a un precio realmente ajustado a esa pensión de 130 bolívares, las necesidades proteicas del adulto mayor estarían cubiertas», alegó.

Sin embargo, contrastó lo que pareciera ser una auspiciosa realidad con una cierta anomia dentro de las instituciones del Estado que se encargan de la distribución de productos del mar e incluso prácticas dolosas, un asunto que, sostuvo, también ha detectado en el caso del café.

«Lo que pasa es que eso parece que se ha ido como aflojando, como negociando, como llegando al mero hecho de la corrupción, porque teníamos una empresa –que era La Gaviota–, que donde quiera que tú llegabas, veías una sardinas y ahora no las ves por ninguna parte. Eso está como el café estos que están en la Expoferia de Irán: el Café Madrid, el Fama de América y el Venezuela, si los quieres ver, ve a la feria», denunció.

–Los medicamentos

De regreso a la discusión sobre el acceso a los medicamentos en la población adulta mayor en Venezuela, la doctora Esmirna Guarapo estima que pueden combinarse dos aspectos: de un lado, la experiencia derivada del bloqueo y políticas públicas focalizadas en los grupos vulnerables a través de estructuras ya existentes como el 1×10 y los CLAP.

«Esta pandemia evidenció algo –no solamente la pandemia del COVID sino la pandemia a la que nos sometió el bloqueo– muy interesante: que el 50 % de los medicamentos que consumía la población no eran necesarios. ¿Y cómo tú dices que no eran necesarios? Porque si hubieran sido necesarios, la mortalidad se hubiera elevado apreciablemente y la mortalidad, ni siquiera con el COVID, fue lo que se esperaba», aseveró.

Esta respuesta, sorprendente a primera vista tienen para Guarapo una explicación: el fortalecimiento del sistema inmune de los venezolanos a través del consumo habitual de alimentos nutritivos y no procesados por causa del cerco financiero impuesto por Estados Unidos y sus aliados.

«Al eliminar todas estas cadenas de comida chatarra, el consumo de refrescos se vino abajo por el bloqueo y las condiciones económicas. Eso fue más bien como una bendición porque el sistema inmunológico se fortaleció», afirmó.

No obstante, esto no niega que existe una población que realmente requiere tratamientos farmacológicos para tratar patologías crónicas como la diabetes, la hipertensión y otras dolencias crónicas, por lo que asentada en esa realidad, se animó a proponerle algunas rutas al Estado que, en su criterio, ofrecerían una respuesta a esta necesidad.

Yo le sugeriría al Estado que esta maquinaria que se puso en funcionamiento para efectos electorales, se pusiera en funcionamiento para el catastro de la patología del vecino.

«Es decir, el jefe de calle que entrega cajas de CLAP y que conoce a sus vecinos, pudiera hacer un catastro de las necesidades medicamentosas de la población cercana, local y que esto pudiera ser tomado por el Estado y retomar aquella función del Seguro Social, que se cumple con los medicamentos costosos pero pudiera llegar a cumplirse, como antes, con los medicamentos para enfermedades crónicas», sugirió.

De este modo, continuó, como al Estado le es «relativamente fácil para el Estado comprar lotes de medicamentos (…) y entregarlos como el CLAP, un CLAP de medicamentos».

Sus propuestas no terminan allí. La especialista sostiene que otro aspecto es el acceso democratizado a la información sobre el manejo de las enfermedades crónicas, incluyendo terapias no farmacológicas de eficacia comprobada, así como cambios apreciables en el estilo de vida, que se ven truncados por la falta de condiciones para acceder a una alimentación saludable o para hacer cosas sencillas, como dar una caminata en los alrededores de su residencia.

«Sugiero que vuelva ese tipo de alimentación natural. La pira o hierba Caracas, como la quieran conocer, es un excelente, el mejor proveedor de aminoácidos vegetales; tienes malojillo, el mejor hipotensor natural que tenemos, porque el malojillo (yerba luisa), es un medicamento que es un diurético suave, pero además es un hipotensor», ejemplificó.

Estos saberes, enfatizó, ya están allí. «Tenemos conocimientos ancestrales. Lo que pasa es que la gente cree que todo se resuelve con el título», sentenció.

(LaIguana.TV)