Ante la inminencia de los comicios generales en Brasil, el periodista Clodovaldo Hernández conversó con el activista y analista político estadounidense Danny Shaw, quien viajó al gigante suramericano hace seis semanas para cubrir el tramo final de la campaña presidencial, en la que figuran como principales favoritos el expresidente y líder izquierdista, Luíz Inácio «Lula» Da Silva y el actual mandatario Jair Bolsonaro.

En criterio de Shaw, quien es colaborador habitual de medios no hegemónicos y profesor de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY), aunque Da Silva se encamina hacia su tercer mandato presidencial, será cuesta arriba que lo logre en la primera vuelta.

El experto esgrimió que aunque las personas que apuestan por alternativas populares de izquierda y la integración de América Latina deseen que Lula gane directamente el próximo 2 de octubre, la victoria no será fácil porque «el bolsonarismo tiene su base social» y «gran parte de la prensa», lo que se ha traducido en «movilizaciones bastante fuertes» durante las últimas jornadas.

«Los sondeos indican que Lula tiene hasta ahora el 47 % del voto en la primera vuelta, pero necesita 50 % más un voto. Puede ser que llegue a una segunda vuelta el 30 de octubre, porque está Ciro Gómez, otro candidato que es un politiquero profesional, un oportunista, pero su campaña y su retórica le han quitado un buen porcentaje a Lula y eso puede obligar a una segunda vuelta», complementó.

A esto sumó el creciente peso de la iglesia evangélica pentecostal en la sociedad brasileña –lo que calificó como «otra intervención de los visionarios gringos, otro ultraje a la soberanía cultural, económica, política de las Américas–, un grupo en el que Bolsonaro es particularmente popular.

Shaw relató que para hacer frente a esto, hace un par de semanas, «Lula se reunió con la comunidad evangélica en São Gonçalo, al norte de Río de Janeiro», «ha ganado terreno con el voto evangélico según todas las encuestas y tiene un gran porcentaje del voto católico».

Además, resumió, otros grupos en los que el líder petista goza de amplios apoyos son las mujeres, los afrodescendientes y los trabajadores de bajos ingresos.

«Es un país muy polarizado y muy parecido a mi país, inclusive, donde tal vez Trump está muy censurado –pero nunca callado– y el trumpismo y los crímenes de odio están más fuertes que nunca. Aquí hay muchos crímenes de odio, inspirados por el mismo Bolsonaro», señaló.

El ‘lawfare’: nuevo rostro del golpismo estadounidense

Para Danny Shaw, el ‘lawfare’ es el nuevo ropaje con el que se reviste el golpismo de las derechas apoyadas por el gobierno de los Estados Unidos en contra de líderes progresistas de la región, como Cristina Fernández, Pedro Castillo, Rafael Correa y el propio Lula.

A su parecer, esta táctica rastrera es la causante de que en 2018, cuando Da Silva estaba encarcelado, Fernando Haddad, el candidato que el Partido de los Trabajadores seleccionó para reemplazarlo, perdiera frente a Bolsonaro.

«Mira lo que pasó con Cristina [Fernández de Kirchner] en Argentina: la táctica nueva de la derecha –nueva no: es otra expresión de la misma táctica– es satanizar a esos líderes populares hasta que haya más violencia, sea violencia judicial, sea violencia con esos actos cobardes de ese bolsonarista allá en Argentina contra Cristina, que mandó a asesinarla», refirió, para mostrar los alcances del «discurso de odio» en el que se asienta el ‘lawfare’.

Vistos los efectos sociales de esto, Shaw manifestó que se sorprendió con el bajo nivel de seguridad que maneja Lula –algo que achacó a su condición de líder latinoamericano y caribeño– , pues eso lo hace vulnerable a ataques como el que reciente se perpetró contra Fernández de Kirchner.

«Lula no se quiere ir. Cuando hay un encuentro, una conferencia, se queda dando abrazos y riéndose y haciendo bromas. Yo me quedo pensando: ‘Dios mío, cualquier loco de la derecha podría tratar de infiltrarse en su mecanismo de seguridad'», comentó.

De regreso al ‘lawfare’ enfatizó que su razón de ser es que «la derecha y sus principales patrocinadores gringos no van a soltar el poder muy fácilmente ni en este continente ni en el mundo».

La injerencia estadounidense en Brasil y más allá

El académico estadounidense sostiene que la embajada de su país en Brasil «está trabajando 25 horas por día, ocho días por semana para tratar de evitar que Lula gane o para que haya una verdadera autodeterminación o un proyecto de soberanía, una segunda independencia», como la que se vivió en los gobiernos de Lula y Dilma Rousseff.

Los mecanismos, explica, son variados y contemplan arduas campañas de desinformación desarrolladas por agentes y analistas de los servicios de inteligencia, cuyos sueldos se pagan con el presupuesto del Pentágono, a lo que se suma la realización de ejercicios militares periódicos con varios ejércitos del continente.

Shaw advierte que Lula, sin ser socialista sino «un socialdemócrata que representa la paz y quiere que el pueblo brasileño coma tres veces al día, quiere cuidar a los pueblos indígenas, al Amazonas», igual es «una gran amenaza contra el capital extranjero», particularmente el de origen estadounidense.

A este respecto, el especialista recordó que en los gobiernos de Lula y Dilma, China desplazó a Estados Unidos como el principal socio comercial, tanto en exportaciones como en importaciones, lo que significó que Washington perdió la supremacía en el mercado brasileño, estimado en unos 210 millones de personas.

«Estamos hablando de una pieza grandísima, importantísima, estratégica en el tablero internacional. Ellos tienen mucho miedo de lo que puede pasar», destacó.

De otro lado mencionó que el imperialismo parece estar «recalculando» sus posiciones en el tablero político de América Latina, visto que en fechas recientes han perdido importantes aliados en la región, como sucedió con Colombia tras el triunfo de Gustavo Petro, haciendo del Chile de Gabriel Boric su nueva base de operaciones, pues a su juicio, esa «nueva izquierda» tiene una base más bien liberal, capaz solo de garantizar «algunos derechos individuales».

«En términos de un proyecto continental de unidad, Gabriel Boric representa a esa pequeña burguesía chilena que ha tenido muchos más privilegios históricamente que la base social de la Revolución Bolivariana o la Revolución Cubana, que son campesinos, que son trabajadores, que saben lo que es pasar hambre y tener que trabajar para ganar muy poco», indicó.

En su decir, «tal vez los sectores que están con Boric allá en Chile, son más semejantes a la clase trabajadora allá en Europa, lo que Lenin definió como la aristocracia de la clase obrera».

A esto agregó que México, puerta de entrada de las políticas imperiales en América Latina, ha pasado a jugar un papel distinto en el concierto continental tras el arribo de Andrés Manuel López Obrador, pues sin ser socialista «ha neutralizado el proyecto del imperialismo en el continente».

Todo esto, apuntó, le hace pensar que un Brasil gobernado por Lula comenzará a jugar un rol preponderante en foros como la Celac, el Mercosur y Unasur, al tiempo que desaparecerán censuras como la que hoy pesan sobre la multiestatal teleSUR.

«Todo eso está censurado y claro, con el bolsonarismo, la censura fue más fuerte que nunca», subrayó.

La temperatura de la calle: incursión en una concentración bolsonarista

Como analista, Danny Shaw se vio impelido no solo a seguir las incidencias de la campaña de Lula y participar en las concentraciones de apoyo a su propuesta, sino a infiltrarse en las que organizó el equipo de Jair Bolsonaro, algo que le resultó sencillo porque apenas implicó ponerse una camiseta con la bandera de Brasil, porque el bolsonarismo se adueñó del símbolo.

«Por ser blanco, por hablar inglés, por ser norteamericano fue muy fácil. Inclusive llegué a los camiones donde Bolsonaro estaba con sus candidatos, me invitaron a subir y allí estaban los consejeros de Trump (…) hablando en inglés a un público que ni siquiera entiende ese idioma. Fue algo muy ridículo. Sería chistoso si no representara tanto odio, tanto racismo, tanto fascismo, tanta supremacía blanca», contó Shaw a Clodovaldo Hernández.

En su experiencia, «el carácter de las movilizaciones del bolsonarismo es muy parecido al las movilizaciones de Mussolini en Italia», pues son habituales las paradas motorizadas, las referencias a Dios y a la religión católica, las invocaciones a la libertad y el discurso antisocialista-anticomunista.

«Siempre hablan de libertad, por eso invitaron a esos gringos que ni siquiera hablan el idioma para hablar de libertad y hablan del anticomunismo y el antisocialismo. La religión no oficial del bolsonarismo, igual que en mi país, es el antisocialismo», comentó.

Para contrastar, refirió que cuando participó en las concentraciones de respaldo a Lula en las zonas periféricas de las grandes ciudades brasileñas, consiguió que en esas bases «el 99 % son las empleadas domésticas, son las mujeres, los caboclos (personas que tienen sangre indígena, africana y europea mezclada)», lo que deja claramente establecido el nivel de polarización presente en esa sociedad.

Un análisis sobrio: Lula gana en segunda vuelta

Para concluir, el activista sostuvo que «un análisis» obliga a decir que Lula ganará la presidencia de Brasil, pero en la segunda vuelta, pues hay condiciones de larga data que no resultan sencillas de revertir en un plazo tan corto.

«Vamos a recordar que fueron muchos años de desinformación, de una campaña fortísima contra el pueblo brasileño, que es un pueblo mediatizado. (…). Aquí hay muchos que tienen lo que Marx llamaba conciencia falsa y creen que el PT –Partido de los Trabajadores– es culpable de varios problemas sociales del pasado y no tienen un análisis de lo que es el neocolonialismo, de lo que es el neoliberalismo, de lo que es la hegemonía ideológica de la supremacía blanca», argumentó.

Además, en su opinión hay que considerar que se trata de un país inmenso, donde el sur fue altamente influido por la migración europea, principalmente de Italia, Alemania y Polonia, los que hace que sean pueblos más conservadores.

«Claro que nuestras emociones están con Lula, están con el progreso latinoamericano tercermundista, pero no se puede apostar por las emociones», sentenció.

 

 

(LaIguana.TV)