Estados Unidos está considerando diferentes opciones de respuesta en sus relaciones con Arabia Saudita a raíz de los recortes de producción de crudo anunciados por la Organización de Países Exportadores de Petróleo+, informó el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, durante una rueda de prensa conjunta con el canciller de Perú, César Landa.

«En cuanto a la relación [con Arabia Saudita] de cara al futuro, estamos revisando una serie de opciones de respuesta. Lo estamos consultando estrechamente con el Congreso», afirmó Blinken desde Lima en el marco de su gira por América Latina.

«No haremos nada que atente contra nuestros intereses. Eso es, ante todo, lo que nos guiará», subrayó sin especificar de qué medidas se trata.

El comentario se dio luego que la OPEP+, organización de la que Riad forma parte, tomara la decisión de recortar la producción de petróleo en dos millones de barriles por día. Horas antes del anuncio, la Casa Blanca emitió fuertes declaraciones en las que aseguraba que recortar la producción sería un «desastre total» y un «gesto hostil».

La reacción no se hizo esperar. «El presidente está decepcionado con esta decisión miope» y «consultará con el Congreso sobre herramientas que podrían ayudar a reducir el control de la OPEP+ sobre los precios de la energía», reza la declaración en la página oficial de la Casa Blanca.

Ahora, Biden ha llamado a los petroleros estadounidenses a bajar los precios de los combustibles, aunque durante la campaña electoral prometió cerrarlos: «Les garantizo, vamos a acabar con los combustibles fósiles». Para contener los precios, el mandatario dio luz verde al uso de reservas estratégicas, lo que podría interpretarse como un intento de evitar una derrota contundente en las elecciones de medio mandato que celebrarán en un mes.

A pesar de que varios expertos e incluso políticos como la portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, han visto la mano de Kremlin en la resolución de la OPEP+, Arabia Saudita tenía sus propias razones para esta decisión. Y no todas son económicas. Incluso, es posible que el recorte esté motivado a varias acciones hostiles por parte de Washington.

Y es que la Administración Biden ha acusado al príncipe heredero Mohammed bin Salman de ordenar personalmente el asesinato del periodista del Washington Post Jamal Khashoggi en 2018, ha detenido la venta de armas a Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, y ha removido a los hutíes de la lista de organizaciones terroristas. Asimismo, ha reanudado las negociaciones con Teherán sobre un nuevo acuerdo nuclear, entre otras decisiones.

Durante la campaña electoral, Biden advirtió que bajo su mandato cambiarían las relaciones entre Washington y Riad, hasta el punto de que Arabia Saudí se convertiría en un «país paria» de la comunidad internacional por el caso del periodista asesinado. Por su parte, el país árabe ha negado en varias ocasiones cualquier participación del príncipe heredero en la muerte de Khashoggi y ha rechazado un informe de la inteligencia estadounidense de 2021, en el que se afirmaba que Bin Salmán «aprobó una operación en Estambul, Turquía, para capturar o asesinar» al periodista opositor.

De todos modos, a lo largo de 2022 la crisis energética ha puesto a EEUU en una difícil posición. El mandatario estadounidense parece haber olvidado sus amenazas y en julio pasado visitó el reino, acto que le valió críticas en el propio EEUU por la falta de congruencia entre sus acciones y sus promesas.

(Sputnik)