Los británicos se enfrentan este invierno a apagones diarios de tres horas en «el peor escenario posible», según han advertido National Grid, la compañía responsable de la red eléctrica y de las transmisiones de gas en el Reino Unido. Aunque las interrupciones en el suministro son «improbables», la compañía cree que esa posibilidad podría ser real con una escalada de la crisis energética en los próximos meses.

Las interrupciones ocurrirían en las horas punta (por la mañana o entre cuatro de la tarde y nueve de la noche) y los usuarios afectados serían avisados al menos con 24 horas de antelación. El objetivo sería ahorrar hasta el 5% del consumo y las zonas afectadas se irían alternando a lo largo del país.

En el caso de activarse, el plan de emergencia tendría que ser aprobado por el secretario de Empresas y Energía, Jacob Rees-Mogg, y rubricado por el propio rey Carlos III, según informa The Guardian.

Liz Truss se ha mostrado reacia hasta la fecha a poner en marcha planes de ahorro de energético como los de varios países europeos. Durante su campaña por el liderazgo del Partido Conservador, Truss descartó rotundamente la posibilidad de racionamientos de energía para hacer frente a la crisis. A la pregunta sobre la posibilidad de apagones este invierno, la premier aseguró que el objetivo de su Gobierno es «asegurar un buen suministro de energía» antes que tomar medidas de emergencia.

«Estamos en una posición mejor que muchos otros países», declaró Truss en Praga, a su paso por la primera reunión de la Comunidad Política Europea. «Pero por supuesto que siempre se puede hacer más, y estamos trabajando con nuestros socios para asegurar el suministro de energía en el futuro».

El Reino Unido tiene una fuerte dependencia del gas (hasta el 40%) para producir electricidad, aunque su dependencia del gas ruso es bastante inferior a la media europea, apenas del 4%. Otro 6% resulta de la importación de varios países europeos, como Noruega como principal proveedor. Una porción importante del gas proviene del Mar del Norte.

En uno de los «peores escenarios» previstos por el National Grid, se dejaría de importar electricidad de Francia, Bélgica y Países Bajos durante todo el invierno, lo que obligaría a reactivar el funcionamiento de las centrales térmicas de carbón, algunas de ellas inactivas durante meses (en el 2019, el Reino Unido celebró como un hito histórico su primera semana sin carbón).

El segundo escenario prevé que la falta de gas evite la generación de 10 gigavatios, lo que obligaría a imponer apagones temporales y rotatorios por el territorio nacional. Según el National Grid, se trataría de «interrupciones predefinidas del suministro» a lo largo de un día en diversas zonas que se irían alternado, «para garantizar la seguridad y la integridad de la red eléctrica a lo largo del Reino Unido».

A partir del 1 de octubre, National Grid lanzará un programa de «servicio de demanda flexible», instando a las empresas y a los hogares a usar la energía fuera de la horas punta, con bonificaciones y descuentos, siguiendo la estela de la iniciativa emprendida por la compañía Octopus Energy este mismo año y con la meta de ahorrar al menos dos gigavatios (suficientes para abastecer 600.000 hogares).

Tanto el Gobierno de Liz Truss como el anterior de Boris Johnson renunciaron a planes de ahorro energético o a campañas informativas para reducir el uso de la energía. El mismo miércoles, el Gobierno reconoció que no hay planes para pedir al público que modere su consumo energético, ni siquiera una campaña informativa de concienciación de cara al invierno.

Una de las primeras medidas de Liz Truss fue sin embargo imponer la congelación de las tarifas eléctricas y del gas, con un tope anual de 2.800 euros al año. El conjunto de medidas de ayuda a las familias tendrá un coste estimado de 170.000 millones de euros con cargo al erario público. Truss ha decidido también suprimir el impuesto de beneficios extraordinarios a las eléctricas aprobado por Jonhson el pasado mes de junio.  

(elmundo.es)