La agudización de la guerra subsidiaria entre Rusia y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que se libra en Ucrania, motivó al periodista Clodovaldo Hernández a entrevistar en su espacio Cara a Cara a Martín Pulgar, politólogo con maestría en Filosofía de la Guerra, quien asegura que la III Guerra Mundial no es una amenaza en puertas sino un conflicto en pleno desarrollo, solo que está regido por una lógica distinta a las guerras convencionales.

Antes de entrar en materia, Hernández dirigió palabras de solidaridad hacia las víctimas del deslave acaecido en la población de Las Tejerías, en el centro-norte de Venezuela y subrayó la necesidad de hacer uso responsable de los medios de comunicación y las redes sociales en medio de la tragedia

La III Guerra Mundial ya está aquí y es multidimensional

Al ser inquirido sobre posibilidad de que se desate un conflicto bélico de escala global con tintes nucleares, Pulgar aseveró que la situación «conflictiva» actual perfectamente podría calificarse como III Guerra Mundial, aunque no guarde todos los rasgos que caracterizan a las confrontaciones bélicas tradicionales.

En su decir, esta guerra es de carácter «multidimensional» y, por tanto, se despliega en «muchísimos campos de acción y de batalla» que se retroalimentan entre sí, incluso sin que la dimensión militar sea la más importante, pues también están presentes las guerras comerciales, de sanciones, mediáticas y afines, propias del mundo contemporánea.

«Estamos en una situación de una guerra distinta, multidimensional, donde el accionar es en este caso contra Rusia, pero hay un concepto mucho más allá, a mi entender, civilizatorio, donde Estados Unidos quiere terminar de imponer una forma de ver, ser y civilizar contra otros que se niegan a verlo de la forma en que los EEUU y ‘el Occidente colectivo’, como dicen los rusos, quieren imponer», argumentó.

Los esfuerzos de EEUU para que Rusia no gane la guerra

El politólogo avanzó que Estados Unidos redobló su «apuesta» cuando estableció como objetivo estratégico que de ninguna manera Rusia podría triunfar en el conflicto que hoy se libra en Ucrania, tesis que, recordó, ya antes había pronunciado el jefe de la diplomacia de la Unión Europea, Josep Borrell.

«Esto significa el aumento de la apuesta tecnológico-militar y de varias dimensiones en este campo de batalla multidimensional para impedir que Rusia gane», explicó.

Empero, el especialista matizó que «no todas las acciones que había planificado el Occidente colectivo han producido los éxitos necesarios, especialmente las sanciones», en buena medida porque Rusia demostró que estaba preparada para recibir los embates y se ha adaptado lo suficientemente rápido como para que las afectaciones no hayan resultado como se esperaba y, antes bien, se hayan revertido contra sus impulsores, particularmente en Europa, pero no solo.

«También para Estados Unidos. Se habla que ese es el gran ganador de esta guerra y sí: son ganadoras algunas empresas armamentísticas y seguramente está ganando en términos comparativos con respecto a otros actores, pero tampoco es que está ganando la guerra como algunos pretenden decir», aseguró.

Además de Europa, Pulgar puntualiza que Ucrania, al ser «teatro de operaciones militares», se alza con la bandera de «gran perdedora en esta guerra», a lo que sumó una peligrosa promoción de un odio de tintes nazifascistas que recuerdan al que se produjo en el contexto de la II Guerra Mundial.

«El odio ya no desde el punto de vista del control territorial sino de la destrucción de un tipo de seres humanos, categorizados en función de lo que dicen, cómo hablan y cómo piensan. Realmente es una concepción nazifascista, que pensábamos que si bien existía, estaba controlada y era minoritaria», abundó.

El plan de EEUU: forzar a Rusia a usar armas nucleares

A juicio de Martín Pulgar, se ha extendido la narrativa de presentar «con ligereza» el uso de armas nucleares en el conflicto que se libra en Ucrania, como que si ello no representara un riesgo vital para la humanidad, cuando aunque es verdad que «esas armas tácticas podrían ser mucho menos contaminantes de lo que muchos piensan por sus características y hay una gran gama de ellas (…), no se sabe cuál es el efecto de esas armas tácticas en nosotros».

Sobre esta base sostuvo que desde el inicio de las hostilidades, Estados Unidos se ha abocado a presionar a Rusia para que emplee armas nucleares tácticas. En su opinión, esto es lo que explica la «intervención indirecta de las fuerzas armadas de la OTAN» en el teatro de operaciones militares.

Estas acciones, sostuvo, persiguen otro objetivo ulterior: legitimar «sanciones absolutas contra Rusia y sacarla del escenario mundial» porque la mayor parte de los países rechazaría «el uso de armas nucleares, aunque sean tácticas».

A este escenario también ha contribuido el gobierno de Ucrania –a cuyos dirigentes tachó de «locos»–, «que creen que una acción nuclear preventiva contra Rusia la detendrá o la acabará», aún a sabiendas de que es muy posible que en caso de destrucción asegurada, el país disponga de mecanismos automatizados para dispararlas

«Como Zelenski es un actor cómico –o tragicómico– en este momento, creo que actúa en ese escenario como que si fuera una película o una fantasía en algunos de sus discursos», cuestionó.

En su criterio, el mandatario ucraniano «se ha sabido mercadear bien, en tanto que en la acción de esta guerra, pero él no comanda nada, él no decide nada. Son decisiones de comando que están en Washington, en Londres y en Bruselas», sin que esto implique que Ucrania no pueda tomar algunas decisiones tácticas menores.

¿Se involucrará directamente la OTAN en la guerra de Ucrania?

Tras los recientes bombardeos rusos a puntos estratégicos ucranianos –algunos en lugares como Kiev o Leópolis– como respuesta a un ataque al puente de Crimea en los que se advierte una intensificación de las acciones bélicas, el especialista asegura que no está del todo claro si la OTAN se involucrará directamente en el campo de batalla o, por lo contrario, se mantendrá al margen e incluso disminuirá su respaldo a la guerra.

A su parecer, lo que suceda en este ámbito dependerá de «de cómo evolucionan algunos elementos de las otras guerras no militares, particularmente en lo que corresponde al efecto de la creciente conflictividad social en Europa, donde las manifestaciones en contra de la guerra van en aumento, en la medida en que el invierno, tradicional aliado ruso en los conflictos bélicos, hace su aparición.

Para argumentar esta posición, Pulgar recordó el papel del rechazo social en otras guerras en las que ha participado Estados Unidos –del cual la guerra de Vietnam es acaso el ejemplo más emblemáticos– e incluso en la intervención de la Unión Soviética en Afganistán, pues en su decir, aunque el ejército soviético no estaba perdiendo militarmente, los costos sociales de la guerra se hicieron insostenibles para la población.

«Rusia tiene capacidades militares para actuar en estos escenarios fríos, de invierno. Podrían estar esperando. Por eso esos repliegues tácticos que ha hecho Rusia, que no ha desplegado toda su capacidad militar. También han actuado con cierta ponderación sobre los ataques que se hacen, no han caído en la provocación. No cayeron en la provocación en 2014 y en este momento también han actuado con muchísima ponderación, con toda la capacidad militar que podrían haber usado», interpretó.

Al otro lado del tablero indicó que Ucrania presiona para que Estados Unidos se implique más directamente, como, dijo, puede desprenderse de los constantes bombardeos contra la central nuclear de Zaporizhia.

«Creo que con todos los ataques al reactor de Zaporizhia, la intención era repetir un espacio tipo Siria, donde Estados Unidos ha controlado un espacio con los kurdos sirios, sin que nadie los invitara», observó.

Bajo este punto de vista, para el analista militar, Washington estaría esperando «algún error de cálculo que cometa Rusia» para «involucrarse de forma activa en el terreno» con el propósito de impedir el avance militar ruso.

No obstante advirtió que el comedimiento de Rusia y sus retiradas tácticas no debían interpretarse como sinónimos de supremacía absoluta en el teatro de operaciones, porque toda guerra entraña victorias y derrotas, no solo en el campo de batalla.

«La guerra es el engaño. Como decía Sun Tzu: las interpretaciones en el campo de batalla no son necesariamente las que vemos, porque también funciona todo lo que es el aparato de operaciones psicológicas para engañar al adversario y engañar a la opinión pública», explicó.

Venezuela y la guerra en Ucrania

En el tramo final de la conversación, Hernández le pidió al especialista que adelantara hipótesis acerca de la posición de Venezuela frente al conflicto bélico entre Rusia y la OTAN que se libra en Ucrania.

Pulgar sostiene que nuestro país se encuentra en una posición «compleja» porque también ha padecido los efectos de una guerra multidimensional, que si bien no ha tenido episodios militares tan agudos como los que hoy pueden verse en Siria y en Ucrania, sí ha tenido «picos», como los ataques de grupos irregulares armados en el estado Apure, las guarimbas y las alteraciones al orden interno.

Sin embargo, en su criterio no puede dejarse de lado que «hay un intento de Estados Unidos para que el petróleo venezolano –y hasta el iraní– vuelvan al mercado ante la salida del petróleo ruso» pero aún bajo el esquema del «cambio de régimen», para lo que alientan manifestaciones en Irán y diálogo en Venezuela.

«En el escenario de Estados Unidos varios ‘halcones’ y ‘palomas’, como se llaman en estos casos, que quieren negociar con Venezuela y que quieren aplastar al gobierno revolucionario. Esos escenarios están presentes y se usan como forma de obligarnos a negociar en los parámetros de Estados Unidos y no en los parámetros de Venezuela», puntualizó.

De otra parte, a su entender, el gobierno venezolano persiste «en la línea de enfrentar este tipo de imperialismo, este tipo de hegemonía» aunque ello no signifique la ausencia de negociaciones.

«Ha habido un canje de prisioneros al mejor estilo de la Guerra Fría y ahora se puede proyectar algún tipo de negociación con una oposición que negocia o no negocia de acuerdo a los intereses de los Estados Unidos», ilustró.

En estos procesos, advirtió, las dos partes están obligadas a ceder, pero se mostró confiada en que Venezuela continuará «manteniendo su independencia y su soberanía», pues no es una pieza que se pondrá sobre la mesa en ninguna circunstancia.

En contraste, se expresó en términos muy pesimistas en relación con el levantamiento de las sanciones, aún cuando se produjera el aparentemente anhelado cambio de régimen y se instalara un gobierno alineado con la Casa Blanca.

«Aquellos que las han solicitado y creen que si ellos ganaran, las sanciones se levantan, les tengo una mala noticia: en la mayoría de los países que han sido sancionados se mantienen las sanciones, inclusive existiendo hasta un cambio de régimen», alertó.

¿Puede Venezuela hacer frente a un conflicto bélico?

Para concluir, el politólogo aseguró que la doctrina de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, cimentada en la alianza cívico-militar, dispone de recursos para hacer frente a escaladas militares directas o por vía interpuesta.

Así, indicó que la doctrina castrense venezolana «está diseñada en un escenario donde un enemigo muy poderoso –en este caso, Estados Unidos– puede intervenir y controlar», sin que esa sea la única hipótesis de conflicto posibles, pues se han proyectado guerras proxy y guerras convencionales en las que países vecinos intervienen.

«Por eso el escenario de los sukhoi que se tienen en Venezuela y la modernización de los blindados, porque al final no es solo un escenario de orden interno y también convencional. Hay hipótesis de conflicto de varias escalas y de varios elementos», detalló.

Sintetizando, apuntó que «la doctrina militar venezolana ha ido adecuándose paulatina y sostenidamente hacia esos nuevos actores de conflicto, especialmente de un enemigo muy poderoso y de enemigos desestabilizadores internos que actúan como en guerras proxy avanzadas por potencias para desestabilizar el país».

Con esta lógica, explicó, surgieron Zonas Integrales de Defensa (ZODI), cuya existencia está relacionada con la capacidad de sostener un esfuerzo militar bélico o fungir como vanguardia o retaguardia en un determinado conflicto.

No obstante, matizó, «la guerra tiene su dinámica propia: empieza y tiene su dinámica de culminación», que forzosamente se va ajustando sobre el terreno.

«En esta guerra con Ucrania y Rusia se puede observar que hay un diseño inicial y los objetivos estratégicos van mutando en función de los actores que intervienen y de cómo el actor principal va actuando», ilustró, a modo de conclusión.

(LaIguana.TV)