En una nueva entrega de Entre Líneas, la comunicadora e investigadora Naile Manjarrés sigue profundizando en las visiones, objetivos, intereses y proyecciones de potencias que hoy más que nunca protagonizan las transformaciones globales. En este listado destaca Irán, cuyas noticias tergiversadas por los grandes medios de comunicación occidentales parecen historias secundarias, pero hacen parte de una historia principal: el relato de la muerte prolongada y penosa de Estados Unidos como dueño del mundo.

Como pocos recuerdan la bondad de lo que se vendía del sueño americano y a Estados Unidos como el territorio de las grandes oportunidades, pues les toca manchar la historia de los demás, para eso la iranofobia, la islamofobia, la xenofobia hecha allí, ejecutada allá en Oriente Medio por el régimen israelí y barnizada con figuras feministas islamófobas como Maryam Namazie, quienes usan y son usadas por lobbies políticos escondidos en la religión y en consignas de feminismo de marca occidental y sobre lo que se hace mención en este capítulo.

Odio por lo desconocido

Irán es un Estado teocrático que practica el Islam yafari duodecimano —shiita. El poder ejecutivo de esta República Islámica cuenta con un presidente y distintos ministerios que administran el país, es decir, hacen los trámites, y un poder legislativo que aprueba las leyes, pero por encima de esta realidad republicana, está el líder supremo, que es elegido por un consejo de sabios bajo el principio Wilayat Faqih y que colocan al estrato superior del clero chiíta y al Líder Supremo como dominadores del poder político.

El Líder Supremo traza las líneas maestras de la política en consonancia con sus creencias religiosas, tiene importantes funciones en materia de nombramientos y el control de distintos órganos, y además ejerce la jefatura de las fuerzas armadas. El Líder Supremo es quien declara la guerra.

Este sistema de gobierno, como se puede apreciar, es un poco más complejo que el bipartidismo estadounidense o la monarquía en España, pero los funcionarios occidentales insisten en medirse con la misma vara esgrimiendo ejemplares de la carta de las Naciones Unidas al que le falta una página: la que contiene el artículo 2, inciso 7 sobre la No injerencia en los asuntos internos de los Estados (asuntos internos en los que entran modos, usos, costumbres, deseos, aspiraciones, ambiciones, metas y formas).

(Naile Manjarrés / LaIguana.TV)