A propósito de la recién finalizada Feria Internacional del Libro de Caracas (Filven), el periodista Clodovaldo Hernández entrevistó en su programa Cara a Cara al viceministro y presidente del Centro Nacional del Libro, Raúl Cazal, responsable de la organización del evento que año a año congrega a miles de lectores en la capital venezolana.

El funcionario expresó que se habían sorprendido «gratamente» porque lograron aglutinar a la población caraqueña en los espacios de la Galería de Arte Nacional (GAN), una sede que, según confesó, se decidió en el último momento, en razón de «la inclemencia del clima».

Pese a ello, apuntó, los contratiempos no impidieron que la feria resultara un éxito, algo que atribuye a la actitud flexible que ha mostrado la cartera de Cultura al asumir este compromiso desde que sobrevino la pandemia.

Entonces, recordó, todas las grandes ferias internacionales del libro se suspendieron, pero los organizadores de la Filven optaron por un formato semipresencial, con un fuerte componente digital, que se tradujo en más robustez para futuras ediciones y en el salto definitivo hacia los formatos digitales.

En 2020, indicó, la Filven se desarrolló en los espacios de la Casona Cultural Aquiles Nazoa y en 2021, en el Palacio Federal Legislativo, sede de la Asamblea Nacional de Venezuela.

Para Cazal, esta rotación de sedes está directamente relacionada con la ausencia de «un espacio ferial, expositivo», que sea propicio para instalar una feria de libros, pues estos requieren amplios espacios que permitan tanto la instalación de ‘stands’ como la circulación de grandes contingentes de personas.

Ante esta carencia, se había considerado realizarla en un espacio abierto, pero los eventos climatológicos que afectaron al país durante las semanas previas, hicieron que el equipo decantara por la GAN.

«Eso fue un experimento, algo que se nos ocurrió porque tiene la altura, los espacios abiertos, había buena circulación. Seguramente estaremos allí el próximo año con otras condiciones. Eso nos va a permitir arreglarnos para acoger esa actividad», detalló.

La profesionalización editorial, deuda pendiente en Venezuela

Para Cazal, la Filven es «extraña» al circuito comercial donde inicialmente intentó inscribírsela, porque carece de las características propias de otros eventos de esa naturaleza.

«Queremos lograrlo, pero una vez que profesionalicemos muchas cosas: artes gráficas, sector editorial, escritores y escritoras», valoró, pues existe la creencia que «escribir es un asunto de creatividad única, que sale la inspiración, se escribe, sale el libro y se publica», cuando en realidad esta acción supone un proceso más complicado que se asienta en la profesionalización de la labor editorial y de la creación de lectores.

Así las cosas, una de las deudas pendientes del circuito editorial en el país es «generar un público lector que le gusten ciertos temas y potenciar esos temas», para que no se repitan errores del pasado, como el desfase con respecto a los estilos y temas que despiertan el interés del público.

En su opinión, buena parte de la responsabilidad en esto la tiene el Estado, particularmente por la preeminencia que el expresidente Hugo Chávez le dio al libro y a la lectura, con la creación de organismos públicos dedicados exclusivamente a esas tareas, pero también se requiere del concurso de particulares, que se enfoquen en públicos específicos.

«Lo que está haciendo LaIguana me parece extraordinario. Están haciendo una editorial y eso tiene que tener una correspondencia con unos lectores, así como tienen una correspondencia con sus propios espectadores. Eso es interesante porque se va midiendo, se va pulsando qué es lo que se está buscando y cuáles son los intereses de esas editoriales», ilustró.

La otra arista de este desafío son los temas. «No todo es política, también hay ficción, está la novela», destacó, y en ese orden, comentó que desde el Ministerio de la Cultura se está «haciendo un gran esfuerzo» en apuntalar la ciencia ficción, género que captura la atención en muchos lugares del mundo.

«Tenemos que impulsar todos los géneros, no podemos pensar en un género. Yo tengo un gusto particular, pero no puedo pensar en mi gusto sino en los diferentes gustos que tiene el público lector, porque no a todo el mundo no le gustan las mismas cosas», puntualizó.

¿Tiene sentido el negocio editorial en Venezuela?

En criterio de Raúl Cazal, otro aspecto a menudo ignorado por los amantes de los libros es que la producción y distribución de libros es un negocio, aunque, matiza, el rol del Estado no es obtener lucro sino promover la lectura.

Por ello, si bien admite que «es una felicidad ver a un lector o lectora con un libro en la mano, que pueda comprárselo» y que los libros a bajo costo que ofrecen las editoriales estatales son una alternativa en un contexto de crisis económica, ese modelo no es sostenible para quienes regentan librerías.

El funcionario refirió que si bien hay una tendencia global que apunta hacia la desaparición de este tipo de establecimientos en razón de la «competencia desleal» que ha supuesto la irrupción de gigantes como Amazon, capaces de ofrecer la misma mercancía a un costo inferior, las razones de su mengua en el país –que calificó de preocupante– son harto diferentes.

Así, relató, aún en medio de grandes dificultades, el Estado sigue manteniendo la red de 52 Librerías del Sur distribuidas por todo el territorio, pero los particulares han tenido que bajar las santamarías por causa de las dificultades económicas, pero no solamente, porque hay otras que lograron revitalizarse al «redimensionar» su rol en un espacio más complejo.

A modo de ilustración comentó que en una reciente visita a México recorrió varias librerías y rápidamente notó que todas se inscribían en la lógica del encuentro, al combinarse con cafés o restaurantes, u optar por ofrecer actividades como conciertos, que suponen la asistencia de grupos de interesados.

«Al final, la librería es un negocio. Nosotros creemos que es un templo, pero no lo es. Si un empresario dice ‘voy a hacer un negocio con una librería’, cuando ve todos esos libros dice: ‘son activos’. Pero, ¿cómo hago para que ese activo pase a ser un activo circulante, para que pueda convertirse en dinero? No puede estar tanto tiempo allí, tiene que haber un movimiento», explicó.

Cazal defendió que en la «cambiante» economía venezolana, ya no es posible ofrecer libros gratuitos, ni siquiera para el Estado, que cobra muy por debajo porque su interés es impulsar la lectura.

«Nuestra manera de promover la lectura es para descolonizar, para generar un tipo de conciencia crítica en todos los valores: en la historia, en la narrativa, en la poesía, en todos los aspectos. Es descolonizarnos en todos los sentidos», especificó.

Por ello, las editoriales del Estado se están aventurando en la publicación de títulos de ciencia ficción de factura local, pero también de China, países de África y de América Latina.

La Filven más allá de Caracas

Una de las características únicas de la Filven es que, una vez cerrado el evento cultural en Caracas, la feria recorre todos los estados del país en rutas e itinerarios que se definen con el concurso de autoridades y líderes regionales y comunitarios

«Lo interesante de la Filven es que es de cada quien que está en su zona. Yo no puedo decirle desde aquí, desde Caracas, ‘vamos a hacerlo en tal lugar’. Son las regiones las que deciden, las que al final logran, con acuerdos con los líderes de las comunidades, hacer esas actividades», puntualizó.

Por ese motivo, si bien fuera de la capital la feria puede organizarse en plazas, ateneos, museos o centros culturales, son las personas del lugar las que deciden cómo y dónde se instalará el foco principal y cuáles serán los circuitos, en el interés de convocar al mayor número de participantes y cultores.

«Va mucha gente y eso requiere de mucho personal: los que hacen los libros, los que hacen pintura, los que hacen música, los que hacen teatro. La Filven convoca no solamente a los del libro, sino a toda esa cultura viva que está en cada región», comentó.

¿Regresarán las editoriales extranjeras?

Para finalizar la conversación, Cazal se refirió al eventual regreso de las editoriales extranjeras que abandonaron el país durante los últimos años.

«Nunca les dijimos que se fueran, ellos se fueron… Uno los entiende muchas veces: no tienen la fortaleza para estar en contra de un sistema, pero, lamentablemente, el sistema es el que les impide a ellos ser parte y estar en el país, ser soberanos. Ellos tienen sus cuentas en bancos que son los que nos están bloqueando, no pueden recibir plata –dinero– de nosotros», relató.

Comentó que este efecto de los bloqueos financieros que pesan sobre Venezuela ha impedido que editoriales «que quieren estar aquí», que abordan temas bajo el criterio descolonial que impulsa despacho de Cultura y que disponen de «un catálogo que podría ser fácilmente vendido aquí», lamentablemente no pueden hacerlo porque son parte de megacorporaciones editoriales, que de más en más están absorbiendo a las editoriales pequeñas y medianas hasta constituir un verdadero oligopolio.

«Les hemos pedido: ya que no quieren estar acá, que nos cedan los derechos. No nos contestan. Tendremos que tomar otras acciones soberanas, porque son libros que los merece el pueblo, que los merecen los lectores», aseguró.

Sobre esto último externó que si bien en el Centro Nacional del Libro creen y respetan escrupulosamente el derecho de autor, incluyendo el pago de estipendios por obra vendida para que el creador pueda continuar escribiendo, también creen en los derechos del lector, a los que se ha privado de acceder a obras capitales dentro del canon literario venezolano por lo que calificó como «un secuestro» de la obra de autores de izquierda por parte de herederos que no comparten esa visión política.

El funcionario alertó que con esto, estas personas solo consiguen que el nombre de su pariente literato desaparezca de la esfera literaria, algo que, dijo, no piensan permitir.

«Ese es el papel que nos toca: reivindicar todo lo venezolano, todo lo que corresponde con la creación nacional, para levantarla y que las nuevas generaciones sepan de dónde venimos», concluyó.

(LaIguana.TV)