Un pensionado canadiense en condición de pobreza ha recibido la aprobación de un médico para someterse a una eutanasia, debido a que sus dificultades económicas no le permiten vivir con dignidad.

Les Landry, de 65 años, recibió el visto bueno para el procedimiento, a pesar de admitir que no quiere morir y que la pobreza es un factor importante en la decisión de poner fin a su propia vida, según declaró la semana pasada a Daily Mail.

Landry era camionero comercial y ganaba hasta 85.000 dólares al año. Sufrió una hernia hace 15 años y las complicaciones del tratamiento le dejaron con una presión arterial peligrosamente alta. Esto le provocó tres miniaccidentes cerebrovasculares y epilepsia, lo que le llevó a perder el carné de conducir y a no poder trabajar.

Actualmente, Landry tiene que usar una silla de ruedas y sufre de otras discapacidades que le permiten acceder al programa de asistencia médica para morir del Gobierno canadiense, opción que empezó a considerar cuando los cambios introducidos en sus prestaciones al cumplir 65 años supusieron un recorte de sus ingresos. Ahora le quedan solo 120 dólares al mes, después de pagar las facturas médicas y otros gastos básicos.

El pensionado también asegura que se tiene que preparar para una subida del alquiler en enero que podría suponer que ya no podrá cubrir sus gastos básicos, dejándolo al borde de la indigencia.

«No quiero quedarme sin casa. No quiero acabar viviendo en una furgoneta y no poder pagarla», comentó Landry. «¿Cómo se apaga el interruptor del dolor emocional y físico en la pobreza?», planteó.

Ahora está a la espera de la decisión de un segundo médico que ha evaluado su elegibilidad. Si este rechaza la solicitud, Landry afirma que buscará a otro doctor que esté dispuesto a dar el visto bueno a su eutanasia, algo permitido por la legislación canadiense sobre muerte asistida.

Las alarmantes cifras de la eutanasia en Canadá

Este polémico caso, que no es el primero de este tipo, deja en evidencia el enfoque de la eutanasia en Canadá, donde los expertos afirman que morir es más accesible que el apoyo a las personas con discapacidad.

«Cuando la gente elige la muerte porque no puede permitirse una vivienda, significa que realmente estamos fallando a nuestros más vulnerables. Debemos hacerlo mejor», declaró en abril el doctor Naheed Dosani, médico de cuidados paliativos y profesor adjunto de la Universidad de Toronto, refiriéndose al caso de una mujer de Ontario que se sometió a una eutanasia tras no poder conseguir una vivienda mejor.

Cada vez más canadienses ponen fin a su vida con una muerte médicamente asistida, según el tercer informe federal anual sobre asistencia médica para morir. Los datos revelan que en 2021 se practicó la eutanasia a 10.064 personas, diez veces más que en 2016, cuando se legalizó esta práctica.

Asimismo, se destaca que el 3,3% de todas las muertes ocurridas en Canadá el año pasado fueron muertes asistidas. Solo el 4% de las personas que solicitaron el procedimiento por escrito fueron rechazadas. La mayoría de las solicitudes se denegaron porque se consideró que los pacientes no eran mentalmente capaces de tomar la decisión. Sin embargo, se prevé que la ley cambie el próximo año para permitir que los pacientes con problemas mentales y sin dolencias físicas puedan aplicar a este procedimiento.

(RT)