Si bien cada transición entre diciembre y enero es celebrada en distintos países del mundo como el arribo del Año Nuevo, no sucede así en todas las culturas, pues, por ejemplo, China y el mundo judío tienen sus propias llegadas de Año Nuevo.

Esto se debe a que el calendario occidental, que cuenta un nuevo año a partir del mes de enero, está histórica y culturalmente ligado a la tradición cristiana, que a su vez tuvo una fuerte influencia de la cultura grecolatina porque Jesús, de acuerdo con la fe, nació en territorio dominado por Roma y el primer cristianismo se desarrolló bajo los símbolos de la tradición de Julio César, Apuleyo y Trajano.

En la tradición de la Roma antigua, enero es el mes consagrado al dios Jano, de donde de hecho derivan voces latinas como janeiro, portugués para enero. El primer emperador, Julio César, impuso un nuevo calendario que localizaba el año nuevo en enero, precisamente conocido como calendario juliano.

Jano es un dios de dos caras que representa los comienzos y los finales, así como la transición, explican los expertos. Jano se vincula a mirar tanto adelante como atrás, un momento de reflexión para comenzar de nuevo. Además, esta época del ciclo terrestre coincide en el hemisferio norte con el inicio del alargamiento de los días tras el solsticio de invierno.

En el siglo IV, el emperador romano Constantino acabó con la persecución de los cristianos y permitió la vinculación de esa fe con el destino del poder político de Roma, un cambio que terminaría por convertir al cristianismo en la religión más importante del mundo occidental, en expansión debido al colonialismo europeo iniciado en el siglo XVI.

Con la caída de Roma, durante la llamada Edad Media el 1 de enero era estimado como una fecha muy pagana, asociada a los cultos religiosos anteriores al cristianismo, por lo que muchos países buscaban fijar el año nuevo el 25 de marzo, cuando ocurre el anuncio arcangélico a María de que espera el nacimiento de Jesús, de acuerdo con la fe.

Además, precisamente en el calendario juliano, originario de Egipto, el primer mes del año se localiza en marzo.

Sin embargo, en el siglo XVI décadas después de que España concretara la conquista de Tenochtitlán, en el actual México, el papa Gregorio XIII introdujo el llamado calendario gregoriano que ubicaba el Año Nuevo en enero.

De aplicación paulatina, la iniciativa de este líder de la Iglesia católica alcanzó una relativa generalidad en el panorama planetario, al grado de ser un referente internacional en la época contemporánea.

(Sputnik)