Por primera vez desde 1923, la Cámara de Representantes de EEUU no consiguió elegir a su presidente en la primera ronda de votación. El proceso está bloqueado por el rechazo de un grupo de 20 congresistas del sector más derechista del Partido Republicano a Kevin McCarthy, el congresista que la propia formación eligió para asumir el cargo. 

La derecha del Partido Republicano 

A pesar de que existe cierta diferencia entre ellos, tienen semejanzas comunes suficientes para caracterizar este grupo que mantiene secuestrada a su propia formación, ganándose insultos de sus compañeros como «talibanes», «payasos» y «puta gente». 

Su lucha está supuestamente dirigida contra el status quo, el liderazgo y el aparato, que consideran un sistema político insostenible y corrupto. Forman parte de una nueva generación de políticos personalistas al estilo de Donald Trump, enfocados en construir su propia marca.  

«Tienen poco interés en la actividad legislativa y están más preocupados por quemar la estructura de liderazgo republicano», piensa el estratega republicano Carl Rove. 

La mayoría de estas 20 personas son miembros del Freedom Caucus, una asociación informal dentro de la facción republicana fundada en 2015 que reunió a representantes del extremista Tea Party y quienes más tarde se convertirían en los principales representantes del Trumpismo.  

Este caucus actualmente cuenta con unos 30 miembros del Congreso, representando la facción más derechista de la formación republicana en la Cámara Baja. A pesar de que algunos miembros prominentes de la facción, como Marjorie Taylor Greene, se han aliado con Kevin McCarthy al recibir promesas de nombramientos significativos, los rebeldes consideran que sus numerosas concesiones no son suficientes en este momento. 

Apoyo de Trump y negación electoral 

La mayoría de los «rebeldes» fueron elegidos en noviembre de 2022 en distritos firmemente republicanos, 15 de ellos renovaron sus escaños y cinco se convirtieron en nuevos congresistas. Prácticamente todos ellos en sus campañas han sido apoyados por el expresidente estadounidense Donald Trump.  

Tal apoyo no es sorprendente. La gran mayoría son lo que se denomina «negacionistas electorales» que cuestionan la legitimidad de los resultados de las elecciones presidenciales de 2020, ganados por Joe Biden. 

Sin embargo, la influencia de Trump se ha evaporado y después de que el expresidente los instó a apoyar a McCarthy y los llamó en persona, ignoraron por completo su mensaje. De hecho, la congresista radical de Colorado Lauren Boebert instó a su «presidente favorito» a no presionarlos a ellos, sino a McCarthy para que retire su candidatura.  

«El movimiento ha eclipsado el liderazgo de Trump y se dirige al caos», sostuvo a The New York Times un comentarista conservador de radio John Fredericks. 

¿Qué quieren? 

A primera vista, buscan que la agenda de la Cámara Baja refleje de forma más prominente su agenda ultraconservadora y que tengan más peso frente al liderazgo y el aparato. Sin embargo, los expertos creen que cuando el aspirante al cargo accede a sus demandas «mueven la portería». 

De momento, McCarthy ya ha hecho múltiples concesiones, pero se duda de que sean suficientes para convencerlos. Tras la última reunión se decidió permitir que se pueda iniciar una votación para deponer al speaker si lo solicita un solo congresista y no cinco, como les había ofrecido antes. Es una cesión que debilita profundamente a quien sea que acabe como presidente de la Cámara. 

McCarthy también accedió a dar a los miembros del Freedom Caucus dos asientos en el significativo Comité de Reglas, así como prometió una votación para imponer límites en las veces que un congresista puede ser reelegido. 

(Sputnik)