El año político 2023 comienza con una victoria del chavismo, pues el arranque del período legislativo se ha escenificado sobre las ruinas aún humeantes del conflicto entre el ficticio gobierno del exdiputado Juan Guaidó y sus partidos aliados del ahora G3, que lo defenestraron.  

Lo que iba a ser una confrontación entre la caduca Asamblea Nacional electa en 2015 y la vigente, electa en 2020, terminó siendo una ratificación de que el sector revolucionario ha consolidado también su control del Poder Legislativo. 

El motivo de regocijo para el gobierno y su partido es mayor si se compara este momento político con años recientes, en especial con 2016, cuando el 5 de enero marcó el inicio formal de un enfrentamiento de poderes que derivó en una de las peores épocas en la historia nacional. 

También fue muy negativo el 5 de enero de 2019, cuando Guaidó, a nombre del ala más radical de la oposición, asumió la presidencia del Parlamento, preludio de lo que sería luego su autoproclamación como supuesto presidente encargado de la República. 

Conflictivo fue el 5 de enero de 2020, cuando factores opositores se alzaron contra la pretensión de Voluntad Popular de que Guaidó fuera ratificado en el cargo. Los incidentes fueron tergiversados por la maquinaria mediática para afirmar que “la dictadura” había “cerrado” la AN. 

El panorama comenzó a cambiar en enero de 2021, cuando los diputados recién electos se juramentaron y el sector bolivariano recuperó el control numérico del Poder Legislativo, tras cinco años en minoría, caracterizados por una pugna constante del Parlamento con el Ejecutivo.  

Sin embargo, en ese momento, Guaidó y la Asamblea saliente tenían todavía apoyos significativos tanto internos como externos, lo que dejó un cierto sabor amargo a esa reconquista. 

El 5 de enero de 2022, ya con un año de gestión e importantes avances en materia de acercamiento para el diálogo, la instalación de la Cámara fue mucho más venturosa para el chavismo, pero aún con la sombra mediática de “la otra Asamblea”.  

Y así se llega a este 5 de enero, en el que la implosión del interinato ha permitido al sector gubernamental protagonizar a sus anchas el acto político inaugural del año, mientras los partidos del G3 se aferran a la extinta AN de 2015 como un náufrago al bote salvavidas. 

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)