“Quien sabe de dolor, todo lo sabe”, escribió Dante Alighieri; y no le faltaba razón. Han sido precisamente el dolor y el amor dos de las grandes musas de poetas, compositores, escritores…Miguel Pérez Pirela también se nutre del dolor y la añoranza, sentimientos intrínsecos en él desde que abandonó a Maracaibo, a Venezuela, a su Patria, con solo 17 años.

“Exilio” es el tercer tema de Filosófica, un álbum escrito a cuatro manos entre Pérez Pirela y Manuel Barrios. Este fonograma retrata a un ingenuo muchacho que, en su afán de comerse al mundo, estudió filosofía ininterrumpidamente durante once años; a un escritor que devino a partir de eso; y al músico que según él intenta ser. 

La canción es un reflejo desde la filosofía de los dos denominadores comunes en la vida de Pérez Pirela: extrañar y sentirse extraño en otros puntos de la geografía, incluso estando en Caracas, porque no es Maracaibo, ciudad de puerto, de piratas, de pescadores, de música, algo así como un balcón del Caribe.

“‘Exilio’ tiene que ver con el recuerdo, con la memoria, con eso de que el ser siempre está fraccionado en lo que Julio Cortázar llamaba ‘el más allá y el más acá’ para referirse a Buenos Aires y París, donde después se radicó hasta el final de sus días. El exilio es propio de los pueblos; tiene que ver con la tradición religiosa judeocristiana. También hay un exilio íntimo que nos habita en cada momento y nos hace ser seres fracturados a los cuales siempre les falta un pedazo que no está en uno mismo, sino en otro lugar”, explica el escritor. 

Manuel Barrios tomó para sí la añoranza que plasmó Pérez Pirela en su poesía e intentó que los arreglos que complementan la canción respondieran al sentido cinematográfico de trasmitir con la música las imágenes, sensaciones, olores y sabores que tiene el estado de Zulia.

“Necesitaba que los elementos musicales funcionaran como el lento vaivén de las pequeñas olas del lago de Maracaibo. Quien ha visitado esa ciudad conoce de su calor y como se agradece una brisa fresca. Además, Miguel describe las frutas y la naturaleza en el texto de una forma extraordinaria, y necesitaba recrear con la musicalidad, no solamente a la ciudad, sino a Zulia como un ente vivo. Por supuesto, desde una sensibilidad más tranquila”, refiere el saxofonista.

Esa emotividad que trasmite “Exilio” parte también, como el resto de los nueve temas de Filosófica, de un proceso creativo sumamente intenso, profundo, e inclusive, de conflicto y enfrentamiento entre hermanos. Un reto: hacer diez canciones en diez días, con diferentes propuestas musicales, de motivo e ideas. Casi un acto de virtuosismo, como lo calificó Manuel Barrios.  

“El día que se compuso ‘Exilio’ me desperté a las cuatro de la mañana y empecé a revisar mis libros de política, filosofía y música en busca de nuevos insumos para la creación. Comencé a leer un libro sobre la pantonalidad (combinación de tonalidades) y, de repente, se despertó el psicópata que vive en mí. Me paré como loco diciendo que nada de lo que habíamos hecho servía, que había que empezar de nuevo. Le pedí a Miguel que me prestara su teléfono y empezamos a escuchar los Cuartetos de Arnold Schönberg, una música compleja, con mucha tensión y armonías bien encontradas”, relata Barrios.

Después, como es costumbre, empezaron a hablar de política y poco a poco los Cuartetos de Arnold Schönberg fueron entrando en la conversación. En medio de esa furia y energía creativa subieron al estudio y en breve tiempo salían de la mente y la pluma de Pérez Pirela las líneas de “Exilio”.

“Empecé a tocar unos acordes sumamente suaves y Miguel comenzó a escribir. Pasamos de una emocionalidad altísima a la creación, con ese deseo de experimentación incluido. Miguel terminó escribiendo las líneas del tema bañadas de llanto”.

Según Pérez Pirela, la combinación de las palabras ciudad y espejismo es el clímax en la narrativa de “Exilio”. “En ese momento de la canción Manuel Barrios de forma magistral hace que las cuerdas comiencen a subir hasta el infinito y se desaparecen. Al fin y al cabo, en el exilio lo extrañado se vuelve un espejismo. Ese es el momento narrativo más alto de la canción donde lo que se extraña es intocable, inalcanzable”.

Desde el punto de vista musical, en esta propuesta se nota más la presencia del doble cuarteto, el de cuerda y el de jazz. Todos los instrumentos interactúan de manera balanceada, aunque el saxofón soprano funciona como una especie de segundo interlocutor que dialoga con Miguel y la música. “Un pájaro que entra y sale, saluda y luego se despide”, agrega Barrios.   

“Exilio” tiene un ritmo más pausado y mucho menos bailable, y precisamente, esta apuesta tiene que ver con la función de la música y hace que, desde la estructura armónica, sea el tema más complejo. “Las canciones en Filosófica que se pueden sentir más movidas no se concibieron con la intención de que quien las escuchara bailara. En realidad, los que siempre estábamos bailando éramos nosotros”.

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Si le preguntas a Pérez Pirela que cosas añora refiere que a Maracaibo, ese lugar que inspiró “Exilio” y que por mucho que quiera nunca va a ser el mismo. Añora la ciudad de su niñez, los juegos en su barrio, el abrazo de su abuela, la sonrisa de su padre.

“La añoranza deja de ser algo puntual para convertirse en un universo interno de algo que ya no se tiene afuera, materialmente, pero que vive y sobrevive en el interior de uno mismo. La añoranza es un atributo propio del ser humano y el que no añora es porque no tiene memoria, y el que no tiene memoria no existe. Le dices a la persona amada ‘no me nombres, no me digas, no me extrañes porque me haces existir’. En definitiva, el recuerdo es repasar una y otra vez a alguien o a algo por nuestro corazón”. 

Filosófica refleja los sentimientos más leales de Pérez Pirela. Quien fue, quien es y quien aspira a ser. “En Filosófica no hay una búsqueda de la estética o del virtuosismo de las palabras para hacerlas lucir más. Cada palabra y coma tiene un peso total. Es el reto de traducir en temas musicales teorías racionales que en algunos casos suelen tender al hermetismo de la razón”.

Es complejo pensar qué es lo máximo que uno aspira, responde Barrios si indagas en las pretensiones con este fonograma. “El álbum no está pensado como una propuesta comercial, sino desde la sinceridad porque nos liberamos de ese lugar común que se crea cuando alguien concibe una obra e intenta compararla con otra. Es lo maravilloso de lo que estamos haciendo”. 

“No hay un público al que queramos llegar, simplemente es una obra que tiene que hacer su camino”, complementa Pérez Pirela.  Manuel Barrios prefiere que los resultados lo sorprendan: “A lo largo de mi vida todas las obras terminan siendo una botella con un mensaje que uno lanza al mar. Es extraordinario que ese mar este lleno de mensajes por leer”. 

El resultado fonográfico de Filosófica es la imagen de un proceso creativo admirable e irrepetible. Con el lanzamiento de los dos primeros temas del disco, “Filosófica” y “El sueño”, miles de personas han tocado la magia y el talento de Barrios y el corazón y los sentimientos más profundos de Pérez Pirela, porque como él mismo asegura: “la poesía es como salir desnudo en una plaza pública”. 

(Thalía Fuentes Puebla, La Habana / LaIguana.TV)