El ambiente de recuperación económica y de relativa paz social que se respiraba en el país durante 2022 parece haber dado paso a un período de turbulencias y malestar ciudadano, en razón del estancamiento de los salarios reales y de la aceleración de la inflación.

Para conversar sobre este acuciante tema, el periodista Clodovaldo Hernández entrevistó en su programa Cara a Cara, producción exclusiva de LaIguana.TV, al politólogo e internacionalista Andrés Pierantoni, experto en análisis de coyunturas nacionales y geopolíticas, con experiencia en el área empresarial.

En lo que calificó como una «lectura convencional», Piernatoni aseguró que el gobierno implementó «una receta financiera» que se basaba en la restricción de la liquidez, tanto para controlar el acceso a divisas –y con ello la devaluación– como para restringir el crédito, pero ello fracasó. De otra parte, explicó, la restricción de la oferta de divisas por parte del Estado, obligó a la reducción del gasto público, lo que trajo como consecuencia el estancamiento de los salarios reales frente al embate inflacionario.

Pese a estas críticas, acotó que este esquema era transitorio y solo servía para contener parcialmente las causas de la inflación. De ahí que, al menos a su parecer, el Ejecutivo tendrá que implementar otras estrategias para alcanzar sus metas.

En relación con los ajustes salariales comentó que se rumora que en marzo o abril podrían anunciarse incrementos, porque en esa fecha concretarán los acuerdos de pago del petróleo que se le vendió trasnacionales cuyas operaciones se han autorizado parcialmente a través de licencias emitidas por el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos.

Empero, el especialista advierte que aunque estas transas traerán un excedente a las arcas públicas –que, sin duda, servirá para atender el tema salarial–, el Gobierno Bolivariano debe atender urgencias, como la reparación de infraestructuras básicas y la reinversión en la industria petrolera.

Puntualizó asimismo que a pesar de los alivios de la restricciones decretados por la administración Biden, el país atraviesa enormes dificultades para acceder al crédito a través de organismos multilaterales, pagar pública deuda y acceder a sus recursos, porque cualquier ingreso que reciba el Estado venezolano en el extranjero, es invariablemente confiscado.

El analista afirmó que, paradójicamente, en medio de esta complicada situación, las sanciones han servido de escudo para ciertos activos venezolanos en el extranjero, en tanto los acreedores no han podido concretar pagos compensatorios con cargo a esas riquezas.

Con respecto a la difícil relación entre los empresarios y el gobierno, Pierantoni sostiene que «hay muchos tipos de empresarios» en Venezuela, aunque la mayoría de los que han decidido permanecer se ha readaptado a las circunstancias.

En ese orden detalló que en los últimos años, los particulares no solo han tratado de obtener ganancias a toda costa, sino que han intentado compensar los salarios y conservar su mano de obra calificada, a lo que sumó un cambio en la relación con el gobierno, pues ahora se asume una suerte de mutualismo y de apertura hacia estos agentes, que les permite involucrarse en operaciones que hasta hace muy poco eran prerrogativas del Estado.

«Se supone que ahora el grueso de la inversión va a ser privada, empezando por Pdvsa. No hay recursos o hay pocos recursos para que el Estado vuelva a asumir un protagonismo a corto y mediano plazo», pese a los alivios parciales de las sanciones, destacó.

A su juicio, esta flexibilización la posibilitó la guerra en Ucrania, cuyos orígenes ubicó en 1997, cuando comenzó el expansionismo de la OTAN hacia el Este y el cerco contra Rusia, que en sus dichos, solo adelantó las operaciones militares en una zona que ya estaba destinada a ser atacada por el así llamado Occidente.

Esta situación tuvo alta incidencia en el mercado de hidrocarburos, porque con «el mito de la energía verde», las grandes corporaciones petroleras desmantelaron progresivamente sus infraestructuras en terceros países, todo con el interés de frenar el avance de China, que ha logrado avanzar estratégicamente en Medio Oriente, África y América Latina, al tiempo que Europa perdía una fuente segura de abastecimiento energético.

«Ya las grandes corporaciones petroleras, que no creen en cuentos y que tienen estudios muy precisos, a veces más claros que los mismos gobiernos, ya decidieron que tienen que retirarse en América. Eso da una idea de la importancia que va a adquirir Venezuela», argumentó.

En su decir, Venezuela está trabajando para llevar su producción diaria de crudo a 3,2 millones de barriles –su tope histórico– en apenas un lustro. «Mientras haya crisis en el mundo –estamos en una crisis que va a durar varios años–, en esta coyuntura, nosotros vamos a pasar de las vacas flacas a las vacas gordas en un plazo relativamente rápido», valoró.

No obstante advirtió que aunque se vislumbre un escenario positivo, las autoridades deben evitar la repetición de errores pasados –el rentismo y las desigualdades sociales–, que han traído consecuencias negativas suficientemente conocidas.

Empero, el escenario es complicado, porque si bien por un lado se incrementará la dependencia de Estados Unidos del petróleo venezolano, de otra parte también están sobre el tablero las presiones geopolíticas, que pulsan para que Venezuela regrese a los organismos internacionales donde la Casa Blanca tiene la voz cantante y entregue su soberanía petrolera, un escenario que, según muestra la evidencia histórica, nunca ha sido posible.

«Siempre, históricamente, Venezuela ha necesitado mantener su autonomía. Venezuela necesita una Celac, una Unasur, un mundo multipolar, donde los países no alineados –China, Rusia– tengan un peso. Eso no significa ir en contra de los intereses estratégicos de Estados Unidos en la parte energética y en la parte comercial, siempre que sea beneficioso para el país», adujo.

Por último, avanzó comentarios sobre la política que Estados Unidos viene desarrollando hacia Venezuela. A ese respecto apuntó que aunque la administración Biden maneja «una línea de apertura» económica y política hacia Venezuela, esta viaja en paralelo a otra «línea bajo cuerda» a la que se adscriben «grupos subversivos» y con agendas desestabilizadoras.

Desde su punto de vista, esto podría estar dando cuenta o bien de una «doble agenda» o de contradicciones dentro del Partido Demócrata, que si bien no son nuevas, han tendido a profundizarse.

«El proyecto violento viene antes de Ucrania. Empieza a introducirse la nueva variante de flexibilización porque [Estados Unidos] se encuentra en una situación difícil. ¿Qué van a hacer? Ok, producen un cambio y gana un factor de la oposición. ¿Y al día siguiente de las elecciones, qué gobernanza tiene ese sector? ¿Qué capacidad de respuesta tiene?», cuestionó.

Puede disfrutar de la entrevista completa en el video adjunto.

(LaIguana.TV)