Las medidas coercitivas unilaterales impuestas por Estados Unidos y algunos de sus países aliados sobre la economía venezolana no solo afectan gravemente los ingresos nacionales al dificultar la extracción, refinación y comercialización de crudo y sus derivados, sino que traen consigo otras dificultades menos conocidas pero igualmente lesivas.

Es el caso del mantenimiento de la infraestructura pública, desde calles y avenidas, pasando por los puentes y el Metro, hasta los teleféricos de transporte masivo o de uso turístico, como el que conecta a la ciudad de Caracas con el Parque Nacional Waraira Repano.

El sistema teleférico capitalino paralizó sus actividades durante varios meses para recibir mantenimiento mayor y operar conforme establecen los estándares de seguridad internacionales.

Estas labores incluyen el reemplazo de partes y piezas que, por su especificidad, no se fabrican en Venezuela y deben ser adquiridas en el extranjero, como los cables de tracción (guayas).

Empero, las sanciones que pesan sobre el país hicieron que la importación del cable se convirtiera en una odisea, imposible de lograr sin la cooperación de naciones aliadas.

Víctor Cruz, presidente de Venezolana de Teleféricos, explicó que el artefacto salió del puerto de Quindao en China y recorrió más de 16.500 kilómetros a través del Océano Pacífico antes de llegar al puerto de Buenaventura en Colombia, tras una escala en México.

Ya en suelo colombiano, el gobierno del presidente Gustavo Petro prestó colaboración para realizar los trámites aduaneros y de nacionalización del componente, de manera que pudiera llegar a Venezuela por vía regular.

El funcionario detalló que tras abandonar Buenaventura, la carga se trasladó hasta la población de Paraguachón en el estado Zulia y de allí emprendió un viaje de 2.300 kilómetros hasta Caracas.

(LaIguana.TV)