La voladura de los gasoductos rusos por parte de Estados Unidos constituye un casus belis y sienta un escalofriante precedente en medio del clima de confrontación entre potencias mundiales, advirtió Miguel Ángel Pérez Pirela en su programa Desde Donde Sea, dedicado a este tema y otros del acontecer global.

“Si Estados Unidos se atrevió a bombardear un gasoducto ruso, ¿será que Rusia también asumirá el derecho a atacar instalaciones estratégicas de Estados Unidos o de países de la Unión Europea (UE) y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)”, se preguntó.

Como de costumbre, presentó el Iguanazo, Iván Lira, en el que el ovni derribado por Estados Unidos era Cupido, en vista de que en la semana se celebró el Día del Amor y la Amistad.

Los hechos

El aluvión de declaraciones y amenazas que se sucedieron a la detección de un globo aerostático de fabricación china –calificado por Washington como «espía» y definido por Beijing como «de investigación meteorológica»–, nos hizo pensar que se trataba de un infortunado incidente que le dio un pretexto a Estados Unidos para avanzar en su Guerra Fría contra China.

Sin dejar de lado esta interpretación, pues hay muchos indicios que la sostienen, la masiva detección de globos y otros «objetos voladores» no identificados en la última semana y la subsecuente proliferación de relatos periodísticos que rayan la fantasía, hizo pensar que la administración Biden intentaba echar bajo la alfombra asuntos más inquietantes.

El pasado 8 de febrero, el legendario periodista estadounidense Seymour Hersh publicó en su blog personal un extenso trabajo periodístico en el que se relata cómo el gobierno de los Estados Unidos habría volado tres de las cuatro tuberías que conformaban los gasoductos Nord Stream 1 y Nord Stream 2.

“Esto no solo es un precedente nefasto para cualquier acción similar, sino que también implicó un ecocidio con gravísimas consecuencias para nuestra Pacha Mama”, dijo el moderador.

Hersh, de 86 años, se hizo un nombre en el periodismo de investigación tras ganar el Pulitzer por un trabajo en el que reveló los detalles de la masacre de My Lay, perpetrada en 1970 por el ejército estadounidense en el contexto de la guerra de Vietnam y que antes había sido negada fehacientemente por el Pentágono y otros agentes del poder.

A lo largo de su extensa trayectoria, el reportero ha publicado trabajos basados en fuentes anónimas, que tienen como rasgo común haber dejado al descubierto crímenes de guerra de su país cuya veracidad ha sido comprobada sin fisuras a posteriori.

El titular de LaIguana.TV al respecto fue el siguiente: “Periodista gringo revela que buzos de EEUU volaron gasoductos Nord Stream: Este fue el plan”.

En el cuerpo de la noticia se indica que en su blog personal, Seymour Hersh afirmó que buzos de la Marina estadounidense, en contubernio con Noruega, país miembro de la OTAN pero no de la Unión Europea, colocaron explosivos en las tuberías del sistema Nord Stream en junio de 2022.

Una fuente familiarizada con la situación dijo a Hersh que los ejercicios militares  BALTOPS 22 de la Alianza en el mar Báltico se usaron como tapadera de la operación, que fue cuidadosamente planificada durante meses e implicó la participación de la CIA.

Sostuvo asimismo que el presidente Joe Biden no solo estaba al tanto del asunto, sino que ordenó el atentado y solicitó que se hiciera de una manera tal que Moscú no pudiera demostrar que su gobierno había tenido algo que ver.

La motivación, aseguró la fuente, se movía en dos bandas: de un lado, garantizar una amplia participación de Estados Unidos en el mercado energético europeo, particularmente en Alemania, donde Rusia tuvo primacía por décadas; de otro, comprometer a Berlín en el respaldo a las sanciones energéticas contra Rusia.

«Mientras Europa siguiera dependiendo de los gasoductos para obtener gas natural barato, Washington temía que países como Alemania fueran reacios a suministrar a Ucrania el dinero y las armas que necesitaba para derrotar a Rusia», se lee en una parte del extenso reportaje.

Adicionalmente, se afirma que «fue en ese momento inestable que Biden autorizó a Jake Sullivan (asesor de Seguridad Nacional) a reunir a un grupo interinstitucional para idear un plan».

Siempre en apego a lo expresado por Seymour Hersh, Noruega figuró como el socio privilegiado para perpetrar el ataque porque, según lo expresado por el informante, los noruegos «odiaban a los rusos, y la Armada noruega estaba llena de magníficos marineros y buzos que tenían generaciones de experiencia en la exploración altamente rentable de petróleo y gas en aguas profundas».

En este punto, nos permitimos apuntar que la salida abrupta del gas y el petróleo ruso del mercado europeo ha beneficiado comercialmente a Oslo, al punto que algunos países han acusado directamente al reino de sacar beneficios a costa de la guerra en Ucrania.

Para la fuente de Hersh, esta realidad fue asumida Washington como una garantía de que los noruegos mantendrían el sabotaje en secreto, pues en rigor, a ambos les beneficiaba la salida de circulación del gasoducto, que de no ser destruido, podría reactivarse tras el fin de la guerra y la reanudación de los nexos rusogermanos, considerados peligrosos por la Casa Blanca. 

Así las cosas, el periodista relata que el 26 de septiembre de 2022, un avión de vigilancia de la Armada de Noruega realizó un vuelo aparentemente de rutina y dejó caer una sonoboya, es decir, un aparato que emite ondas sónicas.

«La señal se extendió bajo el agua, inicialmente hasta el Nord Stream 2 y luego al Nord Stream 1». Horas más tarde detonaron los explosivos y «tres de las cuatro tuberías quedaron fuera de servicio».

«En unos pocos minutos, las bolsas de gas metano que permanecían en las tuberías cerradas se podían ver extendiéndose en la superficie del agua y el mundo se enteró de que algo irreversible había sucedido», concluye el texto.

El artículo ofrece muchos detalles sobre la implicación de diversas agencias de seguridad de los Estados Unidos y los debates que se habrían suscitado durante el desarrollo del cuidadoso plan. Un resumen puede apreciarse en el siguiente video:

Como cabía esperar, Washington negó inmediatamente cualquier acusación que pudiera relacionar a Estados Unidos con el ataque, aunque previamente altos funcionarios, incluido el propio Biden, habían señalado que los gasoductos Nord Stream le otorgaban al presidente ruso, Vladímir Putin, el poder de usar el gas como arma geopolítica.

Adrienne Watson, portavoz de la Casa Blanca, tachó lo expuesto por la fuente de Hersh como «una ficción completamente falsa», al tiempo que Tammy Thorp, vocera de la CIA, dijo que «esta afirmación es total y absolutamente falsa».

Rusia y China responden

También de acuerdo con lo esperado, en Rusia reaccionaron aireadamente a lo reflejado en el artículo periodístico y exigieron la apertura de una investigación internacional independiente.

«Habrá consecuencias. Simplemente no pueden evitar aparecer, a pesar de todas las numerosas negativas que siguieron inmediatamente por parte de funcionarios de Washington», advirtió el pasado 9 de febrero el viceministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Riabkov.

Asimismo, este martes el canciller ruso, Serguéi Lavrov, acusó a las naciones occidentales de «mentir» sobre lo sucedido en los gasoductos Nord Stream, así como mintieron con el inicio de la guerra en Ucrania, al señalar repetidamente que comenzó en febrero de 2022, para luego admitir que en realidad todo se inició en 2014.

De su parte, María Zajárova, portavoz de la Cancillería rusa, aseveró el pasado viernes que en el Kremlin no se habían sorprendido con las revelaciones de Seymour Hersh sobre las explosiones en los gasoductos Nord Stream.

En contraste con otras ocasiones, la funcionaria descargó la mayor parte de sus críticas hacia Noruega, pues desde su punto de vista, el país escandinavo desarrolla su política exterior, incluyendo las relaciones con Rusia, según los dictámenes de Estados Unidos y la Unión Europea.

En la misma línea, Zajárova reclamó que las fiscalías danesa y sueca se han negado sistemáticamente a que Rusia participe en las investigaciones del sabotaje de sus gasoductos, algo que induce a pensar que no están comprometidas con identificar a los verdaderos responsables.

En China tampoco se conformaron con las negativas de los voceros de la administración Biden y demandaron explicaciones a Washington.

LaIguana.TV tituló: “Global Times: EEUU debe dar una explicación tras revelaciones sobre explosión de Nord Stream”.

En la nota así encabezada se señala que la comunidad internacional debe exigir a Estados Unidos una explicación tras la publicación del reciente  artículo sobre la implicación de buzos de la Marina estadounidense en la explosión de los gasoductos Nord Stream, reza un artículo de opinión aparecido el pasado 10 de febrero en el diario chino Global Times.

De acuerdo con el rotativo, «las sospechas sobre Estados Unidos no son infundadas» porque los ductos fueron «la arteria principal de energía que conectaba a Europa Occidental y Rusia, estabilizando la situación de seguridad a través de la expansión de intereses comunes», lo que los convirtió en «una espina en el ojo» de Washington.

Aunque se trata de un artículo de opinión, es preciso recordar que en China todos los medios son propiedad del Estado, lo que significa que lo que allí aparece refleja una posición cuando menos ampliamente compartida por los altos funcionarios del gobierno.

Este jueves, Wang Wenbin, uno de los voceros de más alto nivel del ministerio de Asuntos Exteriores de China, confirmó lo expresado por el Global Times y criticó el silencio occidental sobre las inquietantes revelaciones de Seymour Hersh.

«Ante el último reportaje del periodista de investigación estadounidense Hersh, estos medios, que siempre han pregonado la libertad, el profesionalismo y la equidad, han caído en un estado de afasia colectiva. ¿No es esta una cuestión que merece la atención y el pensamiento de la gente?», fustigó el funcionario.

El reportaje de Hersh y el problema de la verdad

El segundo Iguanazo presentado en este segmento del programa muestra al Tío Sam con una gran dentadura, mordiendo una tubería. Dice: “Lo sorprendente no es que Estados Unidos haya destruido un gasoducto… sino que haya tardado tanto en decidirse”.

En este punto conviene acotar que una revelación como la que hiciera Seymour Hersh tendría que haber acaparado las cabeceras y grandes titulares de medios de todo el mundo. Sin embargo, eso no ocurrió.

La nota, que en español puede leerse íntegra en el portal alternativo Ctxt.es, apenas si fue reseñada por la prensa occidental, que en su lugar, rápidamente se aprestó a emitir consideraciones periodísticas sobre el trabajo de Hersh, sin detenerse un minuto a valorar los graves señalamientos contenidos en su material.

El periodista, lejos de echarse para atrás ante el silencio mediático, defendió su versión y destacó que Estados Unidos destruyó los ductos rusos por el temor que le producía que Alemania priorizara sus asociaciones energéticas con Rusia en lugar del respaldo económico, político y militar a Ucrania.

“Seymour Hersh: Biden decidió volar gasoductos Nord Stream por desconfianza hacia Alemania”, reza el titular de la nota de LaIguana.TV

En el texto se precisa que en entrevista con el medio alemán Berliner Zeitung publicada este martes, el periodista Seymour Hersh aseveró que Estados Unidos estaba tan decidido a torpedear los lazos entre Berlín y Moscú, que prefería que los ciudadanos alemanes padecieran los rigores del invierno antes de comprometer el apoyo germano a Ucrania.

«El presidente de Estados Unidos preferiría que Alemania se congelara a que Alemania pueda dejar de apoyar a Ucrania, y eso, para mí, es algo devastador para la Casa Blanca», afirmó Hersh.

En su decir, «las personas involucradas en la operación vieron que el presidente [estadounidense] quería congelar a Alemania por sus objetivos políticos a corto plazo y eso los horrorizó».

Adicionalmente comentó que el plan original aprobado por Biden contemplaba que los gasoductos debían volarse en junio de 2022, pero «en el último minuto, la Casa Blanca se puso nerviosa» y el mandatario ordenó que se emplearan bombas que se pudieran detonar de forma remota «en cualquier momento».

Según Hersh, la guerra económica contra Rusia «no iba bien para Occidente y tenían miedo de que se acercara el invierno».

Indicó además que «el Nord Stream 2 fue suspendido por la propia Alemania, no por las sanciones internacionales», y Washington temía que Berlín levantara las sanciones si se presentaba un «gélido invierno».

De conformidad con esta versión, que da primacía a las motivaciones económicas de Estados Unidos para deshacerse de los ductos, se pronunció este miércoles el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, quien además enfatizó que la historia de Seymour Hersh había sido ocultada por la prensa occidental.

El diplomático también avanzó comentarios sobre la aparente subordinación germana a los intereses estadounidenses a partir del sonado caso de espionaje contra la entonces canciller, Angela Merkel, lo que a su juicio refleja que esta situación no comenzó a raíz de la guerra en Ucrania sino mucho antes.

Convenimos que no hay manera de verificar que lo que el veterano reportero dice es cierto y también compartimos el criterio de que el hecho de que sus fuentes hayan resultado acertadas en otras ocasiones, no garantiza que esta vez le hayan relatado una historia cierta.

No obstante, la relevancia de la denuncia, que de ser cierta supondría que Estados Unidos y Noruega –es decir, la OTAN– perpetraron una acción directa de guerra contra Rusia, habría ameritado cuando menos una reseña no sesgada, así como la exigencia de la apertura de una investigación para determinar lo sucedido, vistas las consecuencias que tuvo el sabotaje y las que eventualmente podría tener.

Tampoco puede omitirse que funcionarios occidentales habían sentenciado a muerte a los gasoductos Nord Stream antes del inicio de la guerra en Ucrania y que tras hacerse público el atentado que los inutilizó, manifestaron su satisfacción sin ningún rubor.

Entretanto, en la televisión estadounidense, los sectores más conservadores han tratado de sacar provecho político de este asunto y han acusado directamente a la subsecretaria de Estado Victoria Nuland de ser parte de la conspiración que condujo a la inhabilitación de tres de los cuatro ramales de los gasoductos Nord Stream.

Desde la cadena Fox Nation, el presentador Tucker Carlson no ha dejado de apuntar contra Nuland, recordando cada tanto su papel en la guerra proxy entre Rusia y la OTAN que se libra en Ucrania –fue una figura destacada en el golpe de Estado de 2014–, así como su rol en el ataque contra los ductos.

Carlson enfatiza que Nuland, como otros altos cargos estadounidenses, había declarado la inconveniencia de esa infraestructura gasífera para los intereses de su país antes de que iniciara la fase abierta del conflicto en Ucrania, de donde desprende que estos planes ya estaban en marcha y en Washington solo esperaban una ocasión propicia para ejecutarlos.

Es evidente que estas declaraciones no constituyen pruebas fehacientes de la participación estadounidense en esta operación de sabotaje contra la infraestructura de un país con el que tiene relaciones hostiles, pero sí son un indicio de que la Casa Blanca es, a no dudarlo, la principal beneficiada del ataque. 

Snowden: “No es la primera vez”

Por otra parte, personajes como el exanalista de seguridad Edward Snowden han puesto el dedo en la llaga, al comentar que no es la primera vez que se recurre a métodos de desinformación para acallar verdades que puedan resultar inconvenientes para los intereses de Estados Unidos.

Otra noticia de LaIguana.TV  se refiere a “Lo que dijo Snowden sobre EEUU y el derribo de globos (+Nord Stream)”. En ella se indica que la ansiedad por la aparición de tres globos derribados sobre América del Norte fue generada por el gobierno estadounidense para distraer la atención de periodistas y del público de la investigación de los actos de sabotaje en el sistema de gasoductos Nord Stream, consideró el exanalista de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos y de la CIA, Edward Snowden.

El activista, que expuso un programa de espionaje ilegal de Estados Unidos, señaló que quisiera que fueran los alienígenas quienes están detrás de los objetos voladores, pero señaló que eso no es cierto y lo que sí es verdad es que se trata de una maniobra de distracción orientada a generar pánico colectivo.

El tuit de Snowden puntualiza que es solo el viejo pánico diseñado que asegura que los reporteros sean asignados a investigar tonterías de globos y no los hechos importantes.

En otra publicación, Snowden compartió un punto de vista todavía más inquietante: los alcances de las operaciones de desinformación desplegadas por la CIA durante la guerra de Vietnam.

De acuerdo con este relato, a menudo sus agentes contactaban a periodistas prestigiosos, les filtraban datos ciertos para ganar su confianza y luego les comunicaban falsedades o inexactitudes que les interesaba posicionar en grandes medios, aprovechándose del prestigio de esos reporteros.

No se trata de una percepción del exfuncionario, hoy residente de la Federación Rusa, sino de lo que expresara en una entrevista de 1984 el exagente de la CIA Frank Snepp.

La confesión de Snepp, sin dudas nos hace pensar en cuán cierto será lo que la fuente de alto nivel dijo a Seymour Hersh sobre la responsabilidad de Estados Unidos y Noruega en el atentado contra los gasoductos Nord Stream, porque no se trataría ni por mucho de la primera vez que Washington recurre a estas tácticas.

Sin embargo, en contraste con las operaciones de desinformación que Frank Snepp describe, esta no beneficia los intereses estadounidenses en lo más mínimo y, antes bien, pone a Biden y a su gobierno en una posición de cuestionamiento a gran escala.

Advertimos que esa operación de desinformación asociada a la voladura de los ductos rusos ya tuvo lugar. Como se recordará, al momento del incidente, los voceros occidentales lo presentaron como un «misterio» y la gran prensa rápidamente acusó a Moscú, aunque la versión resultaba claramente insostenible.

¿Habrá una investigación?

Rusia insiste en la necesidad de que se avance una investigación transparente y a esos efectos pidió que el caso se discuta en el seno del Consejo de Seguridad de la ONU, tal como lo reseñó LaIguana.TV: “Rusia pide reunión del Consejo de Seguridad de la ONU tras nuevas revelaciones sobre Nord Stream”.

Este miércoles, el Kremlin solicitó una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU el próximo 22 de febrero para discutir la aparente participación de Estados Unidos y Noruega en la explosión de los gasoductos Nord Stream 1 y 2, informó el embajador adjunto de Rusia, Dmitri Polianski.

Aunque la correlación de votos no favorece a Rusia y ya el secretario general Antonio Guterres anunció que el organismo carece de competencias para involucrarse en esa investigación, es claro que el gobierno de Vladímir Putin no planea renunciar a su derecho de exponer el ataque en todas las instancias posibles.

Además, muy seguramente, tomará otras medidas estructurales, que por su naturaleza, aún no salen a la luz pública.

Entretanto, el portavoz del Departamento de Estado Ned Price tildó de «mentiras» los dichos de Moscú, al tiempo que aseguró que Washington prefiere dejar las pesquisas en manos de los países en cuyo territorio ocurrió el ataque –Suecia y Dinamarca–, porque es a ellos a quienes les corresponde adelantarlas.

Globos y ovnis para justificar el creciente militarismo de la OTAN

El intento de borrar a toda costa de la opinión pública la idea de que Estados Unidos y uno de sus socios de la OTAN, valida tácitamente la conveniencia de perpetrar ataques contra terceros países en tiempos de guerra no declarada sin que ello se traduzca siquiera en señalamientos o demandas de iniciar investigaciones creíbles.

Con todas las diferencias que pudieran mediar entre un caso y el otro, este comportamiento se asemeja al que se implementara para derribar el supuesto globo espía chino y la posterior negativa a devolver a sus dueños los restos recuperados del artefacto.

Sin sorpresas, el Pentágono dijo lo que ya se esperaba: que el objeto tenía capacidades espías, sin considerar las alegaciones de China y sin siquiera sugerir que un tercer actor avanzara una investigación independiente. Así las cosas, es su versión la que debe imponerse a toda costa.

De este hilo se colgó el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, para pronunciarse antes que el mismo gobierno estadounidense sobre la amenaza que representa para la seguridad europea la creciente cooperación sinorrusa para actividades de espionaje y avanzar su agenda de militarización.

Desde China rechazaron sus argumentos y demandaron a la Alianza Atlántica abandonar la pretensión de extenderse más allá de sus límites y hacer esfuerzos concretos para garantizar la estabilidad mundial, en lugar de echarle más leña al fuego.

Mientras tanto, la guerra subsidiaria de la OTAN con Rusia en Ucrania, sirve también de pretexto para justificar el reforzamiento de la Alianza Atlántica en su frontera oriental –es decir, Polonia, Letonia, Lituania y Estonia–, aumentar la producción de armas y municiones y garantizar que los Estados miembros incrementen su gasto militar en los próximos años.

Este martes se reunieron en Bruselas los miembros del Consejo de Defensa de la OTAN para acordar el envío de equipos de defensa antiaérea al frente ucraniano, para lo cual contarán con la colaboración de otros socios estratégicos.

Llyod Austin, secretario de Defensa de los Estados Unidos y voz cantante en el encuentro, alegó que este movimiento era necesario porque, según sus informantes, Rusia lanzará una ofensiva aérea gran escala sobre Ucrania en la primavera.

No obstante, si se analizan con atención las palabras pronunciadas por el secretario de la Alianza Atlántica antes del inicio del encuentro, queda muy claro que el creciente militarismo no obedece a una situación contingente, sino que forma parte de la estrategia a largo plazo del bloque.

Voceros de todo cuño del así llamado Occidente colectivo, han insistido largamente que Rusia ha de ser vencida a toda costa en el campo de batalla. De ser esto cierto, no tendría sentido que ese despliegue en el Este de Europa figurara como una demostración de que la OTAN tiene «las capacidades necesarias para una disuasión y una defensa creíbles», pues ya habría sacado del medio a su enemigo.

Como se desprende de lo anterior, Stoltenberg, que cursa el último año de su tercer mandato como secretario general de la OTAN, planea pasar a la historia como el dirigente que llevó a la Alianza a un nivel nunca antes visto de influencia, expansión y poder militar.

El pasado 12 de febrero, su oficina confirmó que no se presentará para un cuarto período y se espera que asumirá la posición de gobernador general del Banco Central de su natal Noruega.

“Otras informaciones señalan que Stoltenberg tratará de sacar rédito político al hecho de que, a punta de guerra, revivió a este esperpento que era la OTAN hace unos años y que ya muchos estaban pensando en echar a la basura”, finalizó su análisis Pérez Pirela.

(LaIguana.TV)