Dice Miguel Pérez Pirela que los seres humanos somos instrumentos de viento soplados desde la eternidad. Quizás sea así, o simplemente somos el viento en vez del instrumento, y tocamos la música de la vida al ritmo que se nos antoje. De la existencia y de la muerte—como muchos de los temas de Filosófica—versa el noveno tema del álbum del escritor venezolano y su entrañable amigo y compañero de batallas, Manuel Barrios. 

“La respiración” fue el primer tema que se escribió para el fonograma, y ese tópico no es fortuito, porque su letra es un radiografía musical de una de las categorías fundacionales de la filosofía. Pérez Pirela se impuso el reto como creador de comenzar Filosófica hablando de la vida y de la respiración, que, en definitiva, es el acto biológico que nos permite subsistir.

“Además de la muerte, la canción trata de una vida obligada porque como decía Jean Paul Sartre, filósofo existencialista francés, es absurdo e inútil morir, porque es absurdo nacer. Tú no lo pediste. La letra dice ‘respiro y estoy obligado a respirar’. Yo no lo escojo, no hace parte de mi libertad”, reflexiona el escritor.

El filósofo confiesa que aproximarse al saxofón y estudiarlo le abrieron un horizonte impensado: el de la respiración, el del viento que somos en términos bíblicos; un soplido de vida como dicen los italianos. “La respiración es trascendental porque nos mantiene con vida, pero al mismo tiempo es un acto efímero. Una línea tan delgada que se rompe si el elemento mecánico del corazón o los pulmones deja de funcionar”.

Tantos conceptos ineludibles recogidos en 3.58 minutos hacen de “La respiración” uno de los temas preferidos de Pérez Pirela. 

“La respiración” fue la propuesta que inicia el viaje creativo que es Filosófica. Desde el punto de vista musical, en la canción sobresale el trabajo del cuarteto de jazz, integrado por el saxofón, piano, bajo y batería. La estructura, según Manuel Barrios, está concebida en dos bloques separados por una transición con el solo del saxo soprano.  “En la introducción destaca un hermoso solo de violonchelo; además, las cuerdas van dando la sugerencia de una rítmica paralela en todo el tema”. 

El músico refiere que en esta propuesta hay varios análisis sobre cómo interpela desde la posición de ejecutante y creador la temática de la letra de Pérez Pirela. “Los instrumentistas de viento usamos lo que se llama respiración profunda, y me he pasado tanto tiempo tocando, que ya no la diferencio de la que realizan el resto de las personas. Además, ciertamente la conciencia de la respiración de alguna manera se convierte en la conciencia de la vida. Todo lo que hacemos parte de respirar, y este tema habla mucho de la idea de la vida hasta el aliento final que es la muerte. También la pandemia nos puso a respirar diferente y nos recordó la fragilidad del ser humano”.

Manuel Barrios estaba consciente de que esas mismas reflexiones tenían que proyectarse desde la música: el saxo de la transición del intermedio del interludio representa ese momento en el que todos respiramos. El clímax de la canción. “La respiración pasa inadvertida, y son pocos los momentos en los que tomamos conciencia de eso, excepto cuando estamos tocando el saxofón”, agrega. 

Precisamente, de la misma manera en que Manuel Barrios penetró y entendió lo que quería decir Pérez Pirela con la letra de “La respiración”, lo hizo con el resto de los temas de Filosófica. Si bien dice que le es difícil cuantificar su aporte real al álbum, compara su trabajo con el de un escultor en piedra que va moldeando una figura hasta que nazca.

“Como saxofonista mis aportes fueron muy discretos, comparado con otros proyectos en los que he participado. Había muchos elementos que cuidar y se impuso el músico creador por encima del instrumentista. De alguna manera me limité un poco, aun cuando hay espacios que me permitieron improvisar, pero siempre lo hice pensando en mantener un balance en las orquestaciones”.

No hay dudas de que Manuel Barrios hizo su mayor esfuerzo para que la música en el fonograma estuviese a la altura del texto. Pérez Pirela también tiene esa certeza. El compromiso está ahí; el talento también. No se pudiera hablar de Filosófica sin el saxofonista, de hecho, no existiera el disco sin él. Sucede igual con todos los que intervinieron en el proceso creativo. Este álbum es el reflejo de la cohesión, de la hermandad, del respeto, de la pasión de dos creadores que aman a la música y quieren contar su mundo a través de ella.  

(Thalía Fuentes Puebla, La Habana / LaIguana.TV)