En la más reciente edición de su programa Cara a Cara, el periodista Clodovaldo Hernández conversó con el economista petrolero y profesor universitario Rafael Quiroz sobre el devenir de la industria petrolera en Venezuela.

Para Quiroz, quien dirige la Cátedra de Economía Petrolera de la Escuela de Economía de la Universidad Central de Venezuela, es irrealista pensar que las licencias parciales que se otorgaron a la trasnacional estadounidense Chevron se traduzcan en ingresos fiscales en el corto plazo.

«Estamos en un plan de estancamiento, de meseta en varios aspectos. El año pasado cerramos una producción promedio anual de 687.000 barriles diarios. No se mejoró con respecto al año anterior, que marcó 669.000 barriles», apuntó.

Pese a ello, el especialista destacó que, en su opinión, habrá un «aumento moderado» en la producción a través de las alianzas con Chevron, que está produciendo 105.000 barriles diarios y podría tener un tope en los 150.000 barriles de crudo por día, según desprende de la inversión que ha hecho la compañía.

Así las cosas, asegura que en el mejor escenario, la industria petrolera venezolana podría cifrarse en aproximadamente en un millón de barriles de petróleo por día, siempre sujeto a un «esfuerzo propio» de la estatal Petróleos de Venezuela a través de compañías como Petrocedeño o Petromonagas.

«La verdad es que Pdvsa no está ahorita en condiciones para invertir. Mientras que no haya inversión en la industria, específicamente en la fase de producción petrolera, que es la segunda fase y más importante en la formación del precio, no creo que podamos llegar al millón [de barriles]. Ojalá», valoró.

Quiroz también observó que en el país operan 38 empresas trasnacionales petroleras –28 de las cuales lo hacen en la Faja Petrolífera del Orinoco–, por lo que, a su parecer, no es necesario que vengan más para aumentar la producción sino que ellas cumplan con sus contratos.

Al ser inquirido por Hernández sobre el efecto de las medidas coercitivas unilaterales sobre la operatividad de estas compañías, calificó este argumento como una «manipulación», aunque reconoció que sí han tenido algunos «efectos perversos» en tanto «han profundizado la crisis de la industria petrolera».

En su lectura, los problemas en Petróleos de Venezuela comenzaron en 2005 con la reducción sistemática en la producción de crudo, a lo que siguió la desinversión paulatina y otros asuntos no relacionados con las coerciones.

«Sancionar a un país petrolero es casi imposible, porque el petróleo es una mercancía, la más necesaria para el mundo industrializado y desarrollado. La necesita todo el mundo y la compra todo el mundo», argumentó.

Una opinión semejante le mereció el bloqueo, pues desde su punto de vista, esta situación implicaría que ninguna mercancía puede entrar o salir del país y esto, claramente, no sucede en Venezuela.

Para el académico, el Estado venezolano podría conseguir dinero rápidamente si se abocara, junto a las trasnacionales, a la reactivación de cerca de 20.000 pozos maduros y marginales que producen «crudos convencionales», mucho más rentables que el petróleo extrapesado que se extrae de la Faja.

«Lo que estimuló el abandono de estos pozos fue los bajos precios, que han sido cíclicos en diferentes épocas», porque era poco rentable la explotación en tales condiciones.

«En parte, un poquito están –el Estado– abocados, porque Petroboscán, con Chevron, opera esa clase de pozos. La Faja ayudó, contribuyó a eso, pero no es la única causa. Pusimos todos los huevos en una sola cesta (…), cuando, desde luego la Faja era una innovación (…), pero en este momento hay mejores yacimientos y de mejor crudo», relató.

De acuerdo con sus estimaciones, el crudo de la Faja tiene un alto costo de producción –27 dólares, más o menos– debido a su baja calidad, pues antes de ser enviado a ninguna refinería, se requiere someterlo a procesos de mejoramiento que incrementan todavía más el costo.

Adicionalmente, Quiroz sostiene que contrariamente a lo que se refiere, Venezuela no es el país con reservas probadas de petróleo en el mundo, pues solo un tercio de los hidrocarburos de la Faja puede calificarse como petróleo, al tiempo que los otros dos tercios corresponden a gas natural y bitumen, respectivamente.

Manifestó asimismo que es posible que el país avance en proyectos de explotación conjunta de gas con Trinidad y Tobago, pero ello sujeto al establecimiento de un convenio claro con la nación caribeña, que regule el yacimiento de gas libre, no asociado al petróleo.

«Este gas que hay con Trinidad, es un gran yacimiento de gas natural libre. No es posible que nosotros en Venezuela estemos pasando las de San Quintín y no llegue gas a los hogares porque no tenemos gas, si estamos quemando al aire libre, en mechurrios y no tenemos cómo industrializarlo (…), botamos casi el doble del consumo doméstico», explicó.

También se refirió a la posibilidad de habilitar el gasoducto Antonio Ricaute, que parte del occidente de Venezuela hacia la costa pacífica colombiana.

«Ese gasoducto está allí. Lo que tenemos que hacer es poner a producir los yacimientos que tenemos en Zulia y en Falcón para mandar gas para allá», abundó, si bien indicó que estas acciones solo podrán desarrollarse, en un escenario auspicioso hacia el final del año.

Para concluir señaló que la guerra en Ucrania ha despertado inquietud en las nuevas generaciones sobre el tema petrolero, aunque desde su punto de vista, sigue sin comprenderse cabalmente este asunto, debido en parte al descuido en la formación de expertos petroleros de alto nivel.

«Yo le digo a mis alumnos que no somos un país petrolero sino un país petrolífero, por la cantidad de reservas probadas y no probadas de petróleo, pero no somos petroleros porque tenemos un gran desconocimiento sobre el tema (…). Somos un país petrolero y vamos a seguir siéndolo por muchas décadas (…). Yo no veo la sustitución del petróleo en unas cuantas décadas», remató.

Puede disfrutar la entrevista completa haciendo clic en el video adjunto.

(LaIguana.TV)