El conflicto armado en Ucrania, que ha arribado a su primer año, ha hecho colapsar por completo el orden global que se había instaurado luego de la Segunda Guerra Mundial, incluyendo todo su andamiaje diplomático y jurídico internacional, señaló el comunicador y filósofo Miguel Ángel Pérez Pirela en su programa Desde Donde Sea. 

La guerra proxy entre Rusia y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que se libra en Ucrania arribó a su aniversario número uno en medio de una nueva escalada de sanciones, amenazas y provocaciones. Lejos de tener un final a la vista, el conflicto se complica, se enmaraña, se complejiza y amenaza con desembocar en un choque directo, vaticinó el presentador, quien ha lanzado esta advertencia en varias oportunidades anteriores.

Sin negociaciones en el horizonte, confesiones de líderes occidentales han dejado claro que la guerra se preparó por cerca de ocho años y que las conversaciones de paz solo se producirán cuando Kiev, según lo que piensan los líderes de Occidente, haya conseguido mejorar su posición en el terreno.  

Este es un mes de logística porque lo que viene es una guerra muy frontal en primavera, pronosticó.  

A esto sumamos que desde Washington descalificaron una iniciativa de paz para Ucrania presentada por Beijing, se atrevieron a cuestionar sus nexos con Moscú y avanzaron amenazas directas, en caso de que se comprobara que China está ayudando al Kremlin a eludir las sanciones.  

Por su parte, el gobierno de Xi Jinping acusa a la Casa Blanca de extralimitar su concepto de seguridad nacional para atacar a China por todos los medios, mientras que la administración Biden asegura que la mejor forma de no iniciar una guerra con China, es demostrando que pueden ganarla.  

“En más de una ocasión hemos planteado que esta guerra no es más que el preludio de una conflagración mayor contra China –dijo-. Este choque es como un terremoto que puede generar un gran reacomodo posterior de las placas tectónicas. Estados Unidos hará hasta lo imposible para evitar ese reacomodo geopolítico porque quiere seguir siendo el hegemón, como lo ha sido desde el fin de la Segunda Guerra Mundial”. 

“Intentaremos presentar para ustedes un balance del primer año de este conflicto geopolítico en pleno desarrollo, que ya deja como saldo, además de miles de muertos, millones de desplazados y devastación, el quiebre definitivo del orden internacional que se cimentó tras el final de la Segunda Guerra Mundial”, anunció Pérez Pirela.  

“No pretendemos ser neutrales, pero sí mostrar que en una guerra, cualesquiera que sean sus motivaciones, la pérdida aparece mucho antes que la eventual ganancia y que en tales circunstancias, repetir propaganda y discursos sobresimplificados no solo es deshonesto sino también peligroso, porque entierra la posibilidad del espíritu crítico que ha de caracterizar todo análisis político”, subrayó.  

OTAN en guerra contra Rusia «hasta el último ucraniano» 

Como punto de partida del análisis, rememoró el discurso del presidente ruso Vladímir Putin del 24 de febrero de 2022, en el que informó lo que desde tarimas y medios occidentales se daba por hecho desde finales del año anterior: la incursión militar de Rusia en el este de Ucrania.

El objetivo, dijo Putin entonces, era «desmilitarizar y desnazificar» Ucrania, así como frenar los desmanes del Ejército ucraniano y de grupos paramilitares ultranacionalistas, algunos abiertamente neonazis, contra la minoría rusa en el Donbás.  

Desde el principio –y sin que ello deba interpretarse como una justificación de la guerra– estuvo claro que si bien estos alegatos del Kremlin tenían asideros reales, el conflicto que se libraba en el campo de batalla y fuera de él era harto más complicado y no había empezado ese infausto día de febrero de 2022.  

Recordó que en 2007, Putin expuso en detalle los riesgos para la seguridad de Rusia que entrañaba una expansión de la OTAN hacia el este, pero fue completamente ignorado por sus pares occidentales.  

Este discurso del mandatario ruso, hoy considerado una pieza histórica por el lamentable carácter profético que tuvo, fue pronunciado en la Conferencia de Seguridad de Múnich, a la que no acudió en 2022, pues, ahora lo sabemos, estaba a pocos días de anunciar lo que denominó «Operación Especial» en Ucrania.

Si bien los países de la OTAN, sus aliados y la prensa hegemónica se aprestaron a contradecir que la guerra en Ucrania inició en 2014 como aseguraban en el Kremlin, posteriores declaraciones de personeros como la excancillera alemana Ángela Merkel o el actual secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, han dado crédito a lo argumentado por Moscú.

En diciembre de 2022, Merkel admitió que Francia y Alemania suscribieron los Acuerdos de Minsk, con el que aparentemente pretendía ponerse fin al conflicto en el este de Ucrania, solo para darle tiempo a Kiev de prepararse para una guerra directa con Rusia. 

«Todos teníamos claro que se trataba de un conflicto congelado, que el problema no se había resuelto, pero eso es precisamente lo que dio a Ucrania un tiempo valioso», expresó la exfuncionaria en una entrevista con el medio Die Zeit.  

En otras palabras: Occidente nunca tuvo interés en que se alcanzara una solución negociada con las autoridades de las entonces autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk a partir del establecimiento de un gobierno federal en Ucrania que otorgara amplia autonomía a las regiones en conflicto, una fórmula defendida por Rusia hasta febrero de 2022.  

Aunque suene difícil de creer, el propio Putin admitió en público que estaba «decepcionado» de lo revelado por Merkel y aseguró que su gobierno había sido timado en su buena fe en este pacto, porque el resto de los participantes no solo no pretendía cumplir con lo acordado, sino que trabajaban para dotar de armas a Ucrania.  

También desde el inicio de esta fase de las hostilidades fue más o menos evidente que el así llamado Occidente colectivo aprovechó el movimiento bélico de Moscú para implementar una andanada de sanciones económicas contra Rusia e impulsar la expansión de la OTAN todavía más cerca de sus fronteras.

En las últimas semanas hemos asistido en primera fila a la preparación de una escalada muy peligrosa adelantada por el así llamado Occidente colectivo en la guerra subsidiaria que libran Rusia y la OTAN en el territorio de Ucrania. 

Así, por ejemplo, este miércoles, Ucrania lanzó un ataque con drones a la península de Crimea.  

LaIguana.TV lo reseñó así: El sistema de defensa aéreo de Rusia repelió este miércoles un ataque masivo con drones ucranianos sobre Crimea, informó el Ministerio de Defensa ruso en un comunicado, en el que se asegura que no se reportaron víctimas ni daños materiales.  

En el documento se precisa que «seis drones de ataque ucranianos fueron derribados por medios de defensa antiaérea. Otros cuatro fueron inutilizados mediante guerra electrónica», a lo que se suma el derribo de otros 15 drones en las regiones de Donetsk, Lugansk, Zaporozhie y Jersón en las últimas 24 horas.

El pasado 24 de febrero, justo cuando coincidió el primer aniversario de la guerra, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, dijo en público que el Ejército de su país se preparaba para implementar «medidas militares» de cara a una eventual «desocupación» de la península, que volvió a estar bajo soberanía rusa tras un referéndum celebrado en 2014.  

Para agregar gravedad a la situación, según Moscú, en el marco de esta ofensiva, Occidente estaría suministrando material radiactivo a Ucrania cerca de la frontera con Transnitria, un Estado de reconocimiento limitado apoyado por Rusia que aparentemente estaría bajo amenaza de invasión por parte de Ucrania.  

En adenda, este jueves se comunicó que «saboteadores ucranianos» dispararon contra un vehículo civil en la región de Briansk, fronteriza con Ucrania, un acto que fue tildado por Putin como «terrorista».  

El balance preliminar ofrecido por el líder ruso indica que una persona adulta falleció y un menor resultó herido, aunque su vida no corre peligro. Del mismo modo, informes hasta ahora no confirmados por las autoridades indicaron que los «saboteadores» habrían tomado rehenes. La ONU señaló que tampoco ha podido corroborar esta especie. 

En medio de esta escalada no puede dejarse de lado que desde inicios de 2023, casi a diario se han anunciado envíos de armas de largo alcance y numerosos «paquetes de ayuda» militar, lo que ha venido acompañado de un desfile de personajes de alto nivel por la capital ucraniana, incluyendo al presidente estadounidense, Joe Biden.

El titular de LaIguana.TV al respecto reza: “Biden llegó a Ucrania y anunció nuevo paquete de ayuda militar para extender el conflicto”.

El cuerpo de la nota indica que el pasado 20 de febrero, el presidente estadounidense, Joe Biden, llegó sorpresivamente a Kiev para reunirse con el mandatario ucraniano, Volodímir Zelenski, contexto en el que informó el envío de un nuevo paquete de «ayuda» militar a Ucrania por el orden de los 500 millones de dólares.  

“Le siguen dando plata a uno de los gobiernos más corruptos de Europa, según lo decía antes de que estallara la guerra la propia Unión Europea… Miren cómo cambian las cosas”, puntualizó Pérez Pirela. 

El propio gobernante detalló que esta nueva cooperación bélica incluye sistemas antitanques, munición de artillería y radares de vigilancia antiaérea, todo ello bajo la justificación de una eventual arremetida rusa en las próximas semanas.

Asimismo, la Casa Blanca indicó en un comunicado que en el transcurso de la semana anunciaría «sanciones adicionales contra las élites y las empresas que intentan eludir o rellenar la maquinaria de guerra de Rusia».

Los reportes de envíos de armamento de alto calibre al frente de guerra no son en sí mismos una novedad –no incluyen aviones caza, a pesar de la insistencia del gobierno ucraniano– y es evidente que estos anuncios pudieron haberse delegado en voceros de segunda línea y en ningún caso ameritaban que Biden hiciera un viaje transoceánico a una zona de guerra.  

Así las cosas, esta visita «sorpresa» de Biden a Zelenski, justo cuando faltaban pocas jornadas para que se cumpliera el primer año del inicio de esta fase de las hostilidades en Ucrania, puede calificarse sin mayores esfuerzos como una operación de propaganda orientada a mostrar la heroicidad del autodesignado líder de Occidente, al presentarse en una zona de guerra. 

“No olvidemos que el senil, el desmemoriado Biden, torpe hasta para subir escaleras, ya ha anunciado que se lanzará a la reelección en 2024”, comentó el presentador de Desde donde sea.

En realidad, la seguridad del inquilino de la Casa Blanca fue previamente acordada con Rusia, que se abstuvo de bombardear el territorio ucraniano en esas horas. El asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, dijo a The Associated Press que que Washington notificó a Moscú sobre la visita «con fines de distensión».  

De acuerdo con la agencia estadounidense, el arribo de Biden a suelo ucraniano fue pactado para «evitar cualquier error de cálculo que pudiera llevar a los dos países nucleares a un conflicto directo».

Es evidente que Moscú cumplió, a pesar de que Ucrania escenificó un peligro de ataque aéreo sobre la capital que incluyó la activación del sistema de alerta.

Tras su paso por Ucrania, Joe Biden acudió a Varsovia para vociferar a los cuatro vientos que la OTAN está en su mejor momento –algo difícil de rebatir– y deslizar que aun cuando no había guerra en Ucrania, se permitió amenazar a Putin con la incorporación de Finlandia a las filas de la Alianza Atlántica.  

Escuchemos, pues, parte de lo que expresara en Polonia durante una rueda de prensa conjunta con el presidente Andrzej Duda:  

La muy posiblemente inadvertida confesión de Biden también echa abajo la narrativa según la cual Suecia y Finlandia, dos naciones que habían permanecido neutrales en todos los conflictos tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, iniciaron protocolos de adhesión a la OTAN tras el inicio de la guerra en Ucrania y por sentirse amenazadas ante el supuesto expansionismo ruso.  

De ahí que no sorprenda que en su discurso anual ante la Asamblea Federal de la Federación (Parlamento), Putin acusara nuevamente a Occidente de haber desencadenado la guerra en Ucrania, con independencia de que el ejército ruso haya iniciado las hostilidades en el campo de batalla.  

Advirtió asimismo que con la guerra subsidiaria en Ucrania, la OTAN y sus aliados persiguen dos propósitos: convertir un conflicto local en uno de escala global y balcanizar a la Federación Rusa.  

Suspensión del START III 

“Pero, sin dudas, el anuncio que más revuelo causó fue la suspensión de la participación de Rusia en el tratado START III con Estados Unidos, diseñado para el control de armas nucleares y misiles de largo alcance”, reseñó Pérez Pirela.  

LaIguana.TV tituló sobre este tema con la siguiente frase: «‘Teatro absurdo’: Rusia suspendió su participación en el Tratado START 3”. 

La nota indica que Rusia suspendió su participación en el Tratado START III (Tratado de Reducción de Armas Estratégicas), según informara el presidente ruso, Vladímir Putin, durante su discurso anual ante la Asamblea Federal, al considerar que son «absurdos» los exhortos de la OTAN para que Moscú cumpla las condiciones del acuerdo sin que Estados Unidos tenga que hacerlo.  

El Tratado START III, suscrito en Praga en 2010 por un lapso inicial de diez años y efectivo desde 2011, limita los arsenales estratégicos de Estados Unidos y Rusia a un máximo de 700 misiles desplegados, 1.550 ojivas nucleares y 800 lanzaderas desplegadas y en reserva. En 2021, las partes acordaron prorrogarlo hasta el 5 de febrero de 2026.  

El START III es el único acuerdo de armas entre Estados Unidos y Rusia, ya que la Casa Blanca rompió en 2019 el tratado INF que regulaba la producción de misiles de corto y medio alcance.  “Cada vez son más reducidas las posibilidades de controlar el arsenal nuclear”, alertó el moderador. 

Entretanto, mientras Putin hablaba, Occidente movía su aparato de propaganda con Biden a la cabeza. El gobierno polaco organizó un acto de masas con el presidente estadounidense desde los jardines del antiguo Castillo Real durante la noche del martes 21 de febrero, cuando los termómetros bajaron por debajo de cero grados.  

“Hay que tener mucho amor para escuchar a Biden con una temperatura como esa”, ironizó Pérez Pirela luego de presentar un video de la referida actividad. 

De este discurso, la agencia EFE resaltó el énfasis que otorgara Joe Biden al hecho de que Rusia no debe obtener una victoria en Ucrania. No está del todo claro hasta qué punto se planea tensar esa cuerda, pero genéricamente puede concluirse que se apunta hacia la derrota estratégica de Rusia en el terreno, gracias a la provisión de armamento por parte de la OTAN.  

Por nuestro lado, apuntamos que además de esto, Biden planteó la guerra contra Rusia como una lucha existencial para defender la libertad, la democracia y el orden establecido –es decir, el de Washington–, algo que la agencia española no omitió, pero que justificó como parte de la epopeya de resistencia de Ucrania frente a un agresor mucho más poderoso.  

De otro lado, de conformidad con lo que ya se ha hecho costumbre, en esta pieza hemos visto que el mandatario estadounidense repitió la falsa especie de que la guerra en Ucrania representa la peor guerra terrestre en el continente europeo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.  

Sin lavarle la cara a Biden, es preciso apuntar que este revisionismo histórico no es hechura de la Casa Blanca y que la narrativa existe antes del inicio de la fase de la guerra abierta en el conflicto que se libra en el este de Ucrania.   

A este respecto, recuperamos declaraciones públicas del mandatario ruso, Vladímir Putin y el canciller alemán, Olaf Scholz, correspondientes al 17 de febrero de 2022, cuando el líder alemán se encontraba de visita oficial en el Kremlin.  

Entonces, cuando ya era obvio el deterioro de la situación en el Donbás y la hostilidad entre Rusia y la OTAN era de tal magnitud que las partes habían prescindido de los eufemismos diplomáticos, Scholz aseveró con total tranquilidad que su generación nunca había tenido que padecer los rigores de una guerra europea. 

Putin le echó en cara que la Alianza Atlántica bombardeó Belgrado en el marco de las guerras yugoslavas y el canciller alemán replicó que se trataba de una situación «diferente».   

Pérez Pirela mostró el video de la rueda de prensa en la que, según su apreciación, “Putin sentó a Scholz”, preludio de la confrontación que luego ha desarrollado ante los diferentes líderes occidentales. 

(LaIguana.TV)