La doctrina de seguridad de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) es el principal obstáculo para el logro de la paz en Ucrania, pues pretende imponerse a sangre y fuego para sacar del medio a los gobiernos y países que se perciban como amenaza para los intereses hegemónicos de los Estados Unidos, expresó Miguel Ángel Pérez Pirela en la continuación de su análisis sobre el primer año del conflicto armado.  

Para editorializar, presentó el Iguanazo, la caricatura de Iván Lira para LaIguana.TV, en la que se observa un tanque de guerra dirigido por el Tío Sam y escoltado por decenas de aviones de combate. El personaje dice: “¡Cuidado con los rusos!”. 

“Nos parece esencial destacar es que bajo el punto de vista de Washington y sus aliados, las guerras son permitidas siempre y cuando la fuerza agresora pertenezca a la OTAN o esté bajo su influencia, y es ese grupo de poder el que decide cuáles son los parámetros para definir cuándo y en qué condiciones se acaba un conflicto armado”, dijo.  

Por tales razones, “las declaraciones de Biden, Scholz y cualquier otro líder occidental sobre la guerra y la paz, antes que solo propaganda, se presentan como la justificación de una doctrina de seguridad que pretende imponerse a sangre y fuego para sacar del medio a los gobiernos y países que se perciban como amenaza para los intereses hegemónicos de los Estados Unidos”.  

Como se sabe, la OTAN no ha sido, es o será nunca un cuerpo de paz y siempre que alguno de sus miembros o aliados la invoca, el movimiento debe interpretarse en el sentido opuesto y más todavía en el marco del conflicto ucraniano, que como hemos mostrado en otras oportunidades, ha servido de pretexto para avanzar aceleradamente en la militarización de todo el Occidente colectivo. 

“Es así como leemos la propuesta de resolución de paz presentada por Ucrania en el seno de la Asamblea General de las Naciones Unidas la semana previa, tan fallida de origen que ni siquiera incluye entre sus puntos el inicio de conversaciones para poner fin al conflicto”, enfatizó.  

Aunque no se han divulgado mayores detalles sobre el contenido, trascendió que el conflicto en Ucrania se tacha de «guerra imperialista» de Rusia y se alude a un supuesto expansionismo del Kremlin hacia las fronteras de Europa, afirmaciones ampliamente rebatibles, pero que resultan útiles para justificar el incremento de la presencia militar de la Alianza en su frontera oriental. 

La semana antes del primer aniversario de la guerra, Zelenski aseveró en una entrevista con la BBC que no está dispuesto a negociar la paz con el gobierno ruso y descartó que Kiev estuviera considerando hacer concesiones territoriales, incluyendo su ya inexistente soberanía sobre Crimea, para acelerar unas eventuales conversaciones. 

Si todavía quedara alguna duda sobre la insinceridad de esta apuesta de paz presentada por el canciller de Ucrania en la ONU, bástese con recordar que uno de sus promotores es el jefe de Política Exterior y Seguridad de la UE, Josep Borrell, quien fue de los primeros en confesar que Rusia debía ser vencida en el campo de batalla.  

“Cuando Borrell dijo eso, el año pasado, comentamos que el jefe de la diplomacia europea se comporta como un general y no como un diplomático”, expresó Pérez Pirela. 

A esto se puede añadir que un día antes, Joe Biden dijo en Varsovia que «Ucrania no será una victoria para Rusia».  

Este relato no logra, sin embargo, convencer ni doblegar a China, a quien también van dirigidos los dardos. En medio de un clima de creciente confrontación, Beijing señaló nuevamente a Estados Unidos de sacar beneficios económicos de la guerra y en aras de eso, luchar «hasta el último ucraniano», como ya hizo durante dos décadas en Afganistán. 

Desde el punto de vista de las autoridades chinas, no hay manera de ocultar el papel de la OTAN en el avivamiento del conflicto y tampoco de obviar su interés en usarlo como arma para resucitar una mentalidad de Guerra Fría, en la que además está abolida toda posibilidad de negociación.  

“Es muy significativo que China esté acusando a Estados Unidos de beneficiarse de la guerra”, acotó el moderador.  

Plan de doce puntos 

Adicionalmente, a pesar de las presiones y amenazas, el gobierno chino remarcó su distancia con el así llamado Occidente colectivo, al presentar un plan de paz de 12 puntos, que incluye, entre otros aspectos, el respeto a la integridad territorial de Ucrania y el cese al fuego inmediato.   

Un titular de LaIguana.TV expone los 12 puntos clave: China difunde su propuesta de solución de la crisis ucraniana. 

En el texto de la noticia se indica que el pasado 24 de febrero, China publicó un documento en el que detalla su posición sobre la solución política de la crisis ucraniana, según informó el Ministerio de Asuntos Exteriores chino.   

En el documento, Beijing expone 12 puntos que las partes involucradas podrían seguir para retomar las negociaciones y poner fin a las hostilidades, a saber:  

-Respetar la soberanía de todos los países. 

-Abandonar la mentalidad de la Guerra Fría. 

-Cesar las hostilidades. 

-Reanudar las conversaciones de paz. 

-Resolver la crisis humanitaria. 

-Proteger a la población civil y a los prisioneros de guerra. 

-Mantener la seguridad de las centrales nucleares. 

-Reducir los riesgos estratégicos. 

-Facilitar las exportaciones de grano. 

-Poner fin a las sanciones unilaterales. 

-Mantener estables las cadenas industriales y de suministro. 

-Promover la reconstrucción postconflicto. 

Rechazo de la OTAN 

Como cabía esperar en Washington y Bruselas rechazaron el papel de China como mediador. Aunque suene absolutamente contradictorio, el argumento es que Beijing no ha condenado «la invasión rusa de Ucrania» y eso lo inhabilita como parte no involucrada en el conflicto.  

Al ser consultado sobre la posición de Estados Unidos con respecto al plan de paz presentado por China para poner fin a la guerra en Ucrania, Jake Sullivan, asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, manifestó que el conflicto «podría terminar mañana si Rusia dejara de atacar a Ucrania y retirara sus fuerzas».  

«Mi primera reacción a esto es que podría parar en el punto uno, que es respetar la soberanía de todas las naciones (…). «Ucrania no atacaba a Rusia. La OTAN no atacaba a Rusia. Estados Unidos no atacaba a Rusia», manifestó Sullivan. 

“Los estadounidenses hablando de respeto a la soberanía de otros países: es el mundo patas arriba, como diría Eduardo Galeano”, acotó Pérez Pirela. 

Por su parte, el presidente Joe Biden dijo a la cadena ABC que no había visto en el plan nada «que pudiera indicar que hay algo que beneficie a cualquiera que no sea Rusia» y subrayó que «la idea de que China vaya a negociar el resultado de una guerra totalmente injusta para Ucrania no es racional».  

Desde China respondieron a Biden aclarando nuevamente que no son una parte beligerante del conflicto y que a diferencia de Estados Unidos, que no cesa de enviar armas al frente, el gobierno de Xi Jinping sí está comprometido con una solución diplomática a la crisis en Ucrania.  

Mao Ning, vocera de la cancillería china, expresó además que Estados Unidos no tiene ningún derecho a dictar pauta a otros países y que China nunca toleraría que se le cuestionara por sus nexos con Rusia, que jornadas antes habían sido calificados por Beijing como «sólidos como una roca».  

Por su lado, la portavoz de la cancillería rusa, María Zajárova, aseguró que Moscú valoraba «la aspiración sincera de los amigos chinos de aportar una valiosa contribución en la solución del conflicto en Ucrania por medios pacíficos» y que compartía «las consideraciones de Beijing».  

La funcionaria puntualizó que «Rusia está abierta al logro de objetivos del operativo especial militar por vía político-diplomática».  

«Esto implica el cese del suministro de armas occidentales y de mercenarios a Ucrania, el cese de las hostilidades, el regreso de Ucrania al estatus neutral fuera de bloques, el reconocimiento de las nuevas realidades territoriales que se formaron como resultado del ejercicio del derecho de los pueblos a la autodeterminación, la desmilitarización y la desnazificación de Ucrania, así como la eliminación de todas las amenazas provenientes de su territorio», abundó.  

Antes de esta reacción, Putin había expresado en su alocución anual ante la Asamblea Federal de Rusia que Occidente no desea una solución pacífica del conflicto en Ucrania y trabajó arduamente para que la guerra tuviera lugar, lo que hace suponer que pese a los esfuerzos chinos, tampoco el Kremlin está interesado en enterrar el hacha de la guerra.  

Otros factores del conflicto 

El presidente de Serbia, Aleksandar Vučić, aseguró en una entrevista televisiva que en este momento ni Rusia ni el así llamado Occidente colectivo están dispuestos a mantener la guerra de desgaste en el Donbás y otras zonas en conflicto.  

En esas circunstancias vaticinó que lo único esperable son acciones ofensivas a gran escala que permitan destrabar la situación.  

Del mismo modo Vučić sostuvo que líderes occidentales habían admitido frente a él su implicación en el conflicto y le advirtieron que Belgrado sufriría duras consecuencias, si su administración no se comportaba «como se debe», es decir, tomando partido por Ucrania.

Serbia es un aliado histórico de Moscú y aunque el gobierno de Vučić condenó la guerra, no se ha prestado a sancionar económicamente a Rusia ni tampoco ha cortado sus nexos políticos con ese país, pues es su apoyo fundamental en los reclamos por Kosovo, otro Estado de reconocimiento limitado que se separó de Belgrado con el apoyo de la OTAN.  

El líder bielorruso Aleksandr Lukashenko, otro aliado de Vladímir Putin y uno de los primeros que propició los acercamientos entre el Kremlin y el gobierno de Zelenski apenas estalló la fase abierta de la guerra en Ucrania, también ha formulado comentarios sobre la situación actual en el frente.  

En conversación con medios internacionales, Lukashenko fue cuestionado por haber prestado el territorio de su país para que Rusia avanzara su ofensiva sobre Ucrania, ante lo cual advirtió que no solo estaría dispuesto a hacerlo de nuevo, sino que incluso se involucraría militarmente en la contienda si las fuerzas ucranianas traspasaran la frontera.  

En el mismo encuentro, el mandatario avanzó nuevamente la posibilidad de que la guerra adquiera el carácter nuclear, visto que la OTAN no parece estar dispuesta a poner freno a las demandas de Ucrania.  

En ese orden sostiene que, en tal escenario, es posible que Zelenski consiga armas nucleares y se plantee realizar ataques de ese tipo contra el país que posee el mayor arsenal de ojivas en todo el mundo y se comprometa la existencia de su país, e incluso de los Estados Unidos.  

En esta comparecencia con los medios, Lukashenko insistió en la necesidad de retomar rápidamente las negociaciones de paz, un punto al que regresó a inicios de esta semana en una entrevista concedida a un medio chino, horas antes de iniciar una visita de Estado al gigante asiático.  

En su opinión, en este momento todavía hay posibilidades de alcanzar la paz porque Rusia no ha desplegado por completo su economía para ajustarla al modo «guerra», al tiempo que subrayó que si bien Putin estaba dispuesto a garantizar que no se produjeran agresiones contra Rusia desde Ucrania, también lo estaba para hacer la paz desde el primer día.  

Zelanski se envalentona 

Pero estas advertencias de Lukashenko parecen no tener ningún eco en Kiev. Cuando se cumplía el primer aniversario de la guerra, Zelenski clamó en público por más apoyo militar e incluso dijo que si Ucrania perdía porque el armamento no llegaba a tiempo o las cantidades y tipos no eran suficientes para vencer a Rusia, Estados Unidos tendría que enviar a «sus hijos» al campo de batalla.  

¿Cómo es que este enano de la geopolítica, que antes de la guerra no era respetado por nadie en Europa, ahora se permite amenazar a Estados Unidos? –se preguntó Pérez Pirela-. Zelenski es un mono armado de muchas hojillas y se convertirá en un boomerang para la OTAN”. 

Como guinda de la torta, el subsecretario de Defensa para Asuntos Políticos de los Estados Unidos, Colin Kahl, reveló este martes que aunque su país no conoce «el curso y la trayectoria del conflicto», este «puede terminar dentro de seis meses, o puede concluir dentro de dos o tres años».  

En una audiencia de la Comisión de Servicios Armados de la Cámara de Representantes dedicada a la ayuda militar que Washington brinda a Kiev, el funcionario del Pentágono aseveró que la OTAN enviará armas y municiones al campo de batalla «el tiempo que sea necesario».  

“Eso no es tan así. Estados Unidos y la Unión Europea ya saben que no pueden seguir entregando armas a Ucrania y sus vociferantes políticos”, enfatizó el presentador del programa Desde Donde Sea. 

«Nuestro objetivo a corto plazo es ayudar a Ucrania a cambiar la dinámica sobre el terreno en los próximos meses, ayudándola de modo que pueda defenderse simultáneamente mientras se prepara para avanzar en lo que esperamos sea una eventual contraofensiva», argumentó. 

De estas declaraciones se desprende que Occidente pondrá nuevamente sobre la mesa la posibilidad de negociaciones, en la medida en que Ucrania mejore su posición en el frente.  

A este respecto recordamos lo que expresara a mediados de febrero el mandatario francés, Emmanuel Macron, cuando declaró que si bien la Alianza Atlántica apostaba por la derrota de Rusia, París no estaba de acuerdo con su «aplastamiento» y en función de ello aventuraba que la guerra terminaría fuera del ámbito militar.  

«Quiero que Rusia sea derrotada en Ucrania y quiero que Ucrania pueda defender su posición, pero estoy convencido de que al final no se concluirá militarmente», dijo entonces.  

El pasado 24 de febrero, The Wall Street Journal publicó que tanto Macron como el canciller alemán, Olaf Scholz, instaron a Zelenski a volver a la mesa de negociaciones, una especie que no confirmó ninguna de las partes involucradas.   

(LaIguana.TV)