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Entre las camisas almidonadas y bien planchadas estaba el cadáver dentro del armario de la habitación principal. El marabino David Manuel Castillo Orozco yacía muerto tendido sobre un par de zapatos. La sábana que tenía amarrada a su cuello estaba llena de sangre, la misma que corrió por sus mejillas cuando presuntamente lo mataron de un tiro en la cara.

 

Los sueños del zuliano, de 32 años, terminaron la madrugada del sábado donde comenzaron hace varios años: en Panamá. El crimen ocurrió en el hogar que lo acogió cuando decidió emigrar de Venezuela, el apartamento 32C, del edificio Terremar 200, ubicado en el corregimiento San Francisco, de la capital de Panamá.

 

Castillo compartía la vivienda con un primo y un amigo. Ninguno de ellos, al parecer, estaba en el sitio cuando ocurrió el homicidio. La madrugada del pasado sábado fue de espanto para los dos compañeros de residencia.

Al llegar, aún con la luna alumbrando la noche panameña, los dos jóvenes notaron algo raro en el apartamento que les llamó la atención: del armario del cuarto de David salía sangre que se esparcía en la alfombra.

 

El amigo quedó sorprendido al abrir la puerta de madera del clóset. Se quedó paralizado ante la escena por unos segundos y luego salió corriendo a llorar en la sala. Aún nervioso, tomó el teléfono y avisó a los agentes de la Policía Nacional sobre el hallazgo.

 

La mañana del sábado fue de impacto en el sector San Francisco. Las calles fueron acordonadas por los oficiales y las sirenas se dejaban escuchar en todos los rascacielos de la zona.

 

“David tenía una personalidad amigable y tranquila. Era muy querido por sus vecinos y siempre fue un hombre trabajador”, dijo a PANORAMA, Luis Valiente, uno de sus amigos.

 

La noticia trajo tristeza y desesperación a la vez para la madre, quien tuvo que pedir ayuda a la Embajada de Panamá para viajar a ese país apenas conoció sobre el homicidio del tercero de sus cuatro hijos.

 

Tenía estudios de contabilidad y administración realizados en una universidad privada de Maracaibo. Una de sus aspiraciones era hacer una maestría y tener su empresa en Panamá.

 

El primo y el amigo, únicos testigos del hallazgo, están detenidos bajo investigación en la comandancia de la policía. Al parecer, los jóvenes declararon que Castillo se había suicidado y dejado una carta.

 

La familia no cree en esa versión, la tildaron de “absurda”, ya que, según los parientes más cercanos, David era un hombre “feliz y sin problemas”.

 

Su hermano, Manuel Castillo, informó que el cuerpo sería cremado en Panamá, “algo exclusivamente familiar”. Oficiarán una misa en la Basílica de La Chinita, en Maracaibo, el jueves.

 

“Con mucha fe y mucha perseverancia he logrado triunfar, nadie dijo que sería fácil, pero tampoco es difícil”, escribió Víctor en su cuenta de Instagram y cinco semanas después su vida fue segada por la violencia.

 

(Panorama)