Rusia y China han publicado una declaración conjunta sobre la profundización de la asociación global y la cooperación estratégica, luego de la reunión de sus respectivas delegaciones este martes en el Kremlin.

El documento estipula que las relaciones ruso-chinas de asociación global e interacción estratégica están entrando «en una nueva era», alcanzando el nivel más «alto de su historia», con un desarrollo continuo gracias a los esfuerzos constantes de ambas partes.

Moscú y Pekín señalan que sus relaciones no tienen el carácter de un bloque ni de confrontación y «no están dirigidas contra terceros países». Asimismo, «no están sujetas a influencias externas y demuestran vitalidad y energía positiva». De igual forma, constatan que los intentos de sustituir los principios y normas generalmente aceptados del derecho internacional por un ‘orden basado en reglas’ «son inaceptables».

Guiándose por los acuerdos alcanzados entre el presidente ruso Vladímir Putin y su homólogo chino, Xi Jinping, las partes se proponen:

-Garantizar siempre que las relaciones bilaterales vayan por buen camino.

-Prestar un firme apoyo mutuo a los intereses fundamentales de la otra parte, especialmente la soberanía, la integridad territorial, la seguridad y el desarrollo.

-Profundizar y ampliar continuamente la cooperación práctica en el proceso de modernización para el desarrollo y la prosperidad conjuntos.

-Promover la comprensión mutua y el acercamiento entre los pueblos de los dos países, y fortalecer sin cesar la base social y cívica de la amistad intergeneracional.

-Promover un orden mundial multipolar, la globalización económica y la democratización de las relaciones internacionales, además de fomentar el desarrollo de la gobernanza mundial de manera más equitativa y racional

No hay una «democracia suprema»

Rusia y China señalan que cada Estado posee sus propias características históricas, culturales y nacionales y que «tiene el derecho a elegir su propio camino de desarrollo», sin la necesidad de una una «democracia suprema».

«Las partes se oponen a que un Estado imponga a otro sus valores, a que se tracen líneas ideológicas, a que se cree una falsa narrativa sobre la supuesta oposición entre democracias y autocracias, y a que se utilicen la democracia y la libertad como pretexto e instrumento político para ejercer presión sobre otros», resalta el texto, destacando que el Gobierno ruso concede «gran importancia» y estudiará la Iniciativa de Civilización Global china.

Moscú ha reafirmado su compromiso con el principio de «una sola China», reconociendo que Taiwán es parte integrante de China, además declaró que «se opone a la independencia de Taiwán en cualquiera de sus formas», apoyando «firmemente» las acciones de Pekín para proteger su soberanía estatal y su integridad territorial.

Las partes han acordado debatir la celebración de reuniones anuales a fin de intensificar la cooperación policial, además llevarán a cabo periódicamente patrullas marítimas y aéreas conjuntas. A su vez, profundizarán en la confianza mutua entre las fuerzas armadas de ambos países.

Asociación energética aún más estrecha

Ambas naciones seguirán consolidando una cooperación mutuamente beneficiosa en el sector financiero, «lo que incluye garantizar la fluidez de los pagos entre las entidades económicas de los dos países». En este contexto, se acordó apoyar un mayor uso de las monedas nacionales en el comercio bilateral, las inversiones, los préstamos y otras transacciones comerciales y económicas.

Igualmente, Moscú y Pekín se proponen llevar a cabo una «asociación energética aún más estrecha», apoyando a sus empresas en la ejecución de proyectos de cooperación energética en los sectores del petróleo, gas, carbón, electricidad, energía nuclear y otros.

China y Rusia protegerán conjuntamente la seguridad energética internacional (incluidas las infraestructuras transfronterizas críticas), la estabilidad de la producción de energía y las cadenas de suministro. Asimismo, se han comprometido a promover transiciones energéticas justas.

(RT)