El analista financiero José Grasso Vecchio es contrario a que el país abandone su moneda nacional –el bolívar– y apueste por la dolarización, porque aunque muchos la venden como una panacea para los problemas económicos del país, lo cierto es que resta soberanía monetaria.

«No tengo la menor duda y responsablemente lo digo: no comparto para nada la dolarización (…), menos cuando se trata de venderla como una medicina, como una panacea. Eso es mentira. Ves el uso de monedas locales versus dolarización en el mundo y vas a encontrarte con que la moneda local de cada país es lo que más abunda. Más de 150 países tienen sus monedas locales. Y por algo es», argumentó el experto en una conversación con el periodista Clodovaldo Hernández para su programa Cara a Cara, producción exclusiva de LaIguana.TV.

Así, a contrapelo de la creencia popular, aseguró que «en este momento hay una clara propensión hacia el pago en bolívares«, sin que ello signifique en ningún caso el abandono absoluto de las transacciones en divisas, porque eso, a su parecer, es «una opción que cada quien tiene dentro de la libertad de cosas que puede hacer».

Para ilustrar su punto, Grasso refirió que tras el quiebre económico derivado de la pandemia, los países no dolarizados «pudieron rápidamente hacer una política monetaria expansiva para ayudar a sus economías y a sus nacionales».

«Tú no puedes hacer política monetaria con una moneda que tú no tienes, que tú no controlas y que tú no manejas; segundo, tienes que salir a buscar y traer esos billetes para acá, ¿cómo lo haces? Suma a esto que estás hablando de un país que además te tiene unas sanciones», destacó.

«Definitivamente, yo considero que hay que mantener el bolívar, porque es lo que te va a permitir hacer política monetaria de manera autónoma y que te va a permitir la libertad de atender situaciones como esa, que ocurrieron en la pandemia», completó.

En relación con los efectos que podría tener la reciente trama de corrupción revelada en la Superintendencia Nacional de Criptoactivos (Sunacrip) sobre las transacciones en petros, el especialista advirtió que no debe estigmatizarse un instrumento solo porque en un momento dado fue empleado para actos ilícitos. «Evidentemente, el problema no está en el instrumento sino en el eventual uso que se le pueda dar», alegó.

A su parecer, la respuesta de las instituciones ante situaciones como esta debe ser el establecimiento de mecanismos de control modernos, que sin interferir en las labores cotidianas, garantice la adecuada supervisión de los movimientos y transacciones.

Banca venezolana en cifras verdes

En un balance parcial del estado de la banca venezolana, José Grasso Vecchio indicó que aunque «no hay medida económica internacional que pase por debajo de la mesa [y] todas dejan o pueden dejar reacciones», las instituciones financieras locales «han aprendido las lecciones» que dejaron las crisis bancarias de 1994 y 2010 y hoy en día cuentan con una supervisión bancaria de muy alto nivel, que monitorea «al minuto de lo que está ocurriendo en cada institución».

Puntualizó asimismo que, «en este momento, el 98 % de las transacciones son digitales. Es decir, nos hemos convertido en una banca digital», gracias al esfuerzo conjunto entre la banca pública y la privada, y los organismos reguladores del Estado, al tiempo que subrayó que «hay todo el efectivo en moneda nacional que pueda requerirse».

«Esto es un buen ejemplo: nos sentamos empresas públicas, empresas privadas y el Estado, con sus organismos de control, y hay unas mesas de trabajo. Ese adelanto que se ha dado en materia de transformación digital, de modernización de todo el sistema, podríamos estar aplicándolo en muchas otras cosas para el país», ilustró.

Adicionalmente refirió «un avance muy grande en materia de bancarización», que ya alcanza el 84 %, la segunda más de América Latina, solo por detrás de Chile y en idéntico nivel que Brasil.

¿Por qué colapsaron los bancos en EEUU y Europa?

En el que acaso fue el tema central del intercambio, José Grasso Vecchio detalló las razones por las que colapsaron el Silicon Valley Bank y otras instituciones financieras en los Estados Unidos y Europa.

Además de apuntar que este colapso es el segundo más grande en la historia financiera reciente de los Estados Unidos desde el Washington Mutual, en 2008, explicó que no hay una única razón sino que convergieron varios factores, aunque en última instancia la crisis podría atribuírsele a los gerentes del banco californiano.

Entre los factores externos mencionó el alza periódica de las tasas de interés, una medida implementada por la Reserva Federal desde marzo de 2022 para controlar la inflación derivada de la guerra en Ucrania, pues esto hace que se desvaloricen los papeles del Tesoro, parte importante del capital de Silicon Valley Bank.

Otro aspecto que explica el colapso bancario es la ausencia de supervisión adecuada, pues ningún experto o institución «vio venir lo que iba a suceder» y también se desoyeron pronósticos de la propia Reserva Federal fechados en 2019 sobre el riesgo bancario que salieron publicados en medios como The Wall Street Journal o The New York Times.

A lo anterior sumó que el Silicon Valley Bank «creció demasiado rápido», al punto de cuadriplicar su tamaño en apenas cuatro años y, sin que el crecimiento acelerado sea negativo per se, es considerado casi unánimemente como una señal de alerta, que impone controles y seguimientos.

«Cuadruplicarse en cuatro años debió haber llamado la atención y es una señal de alerta en cualquier parte del mundo. ¿Hay la capacidad de gerencia para poder atender un crecimiento de ese tipo? ¿Tienes el recurso, el capital humano para poder supervisar y revisar todo aquello? (…) ¿Puedes tener los necesarios controles internos? ¿Puedes atender el área de riesgo?», indicó.

En su opinión, los directivos Silicon Valley Bank no solo descuidaron esos aspectos esenciales, sino que dejaron vacante la posición del director de Riesgo por más de ocho meses, lo que significa que no tenían quién monitoreara el riesgo de una corrida bancaria y diseñara medidas para impedirla, en un contexto donde las llamadas inversiones seguras –bonos del Tesoro– estaban perdiendo paulatinamente su valor.

«Muchas colocaciones están en papeles del Tesoro de los Estados Unidos y pierden valor al subir las tasas de interés. Y al perder valor, si tú tienes una salida de fondos, ¿cómo la vas a pagar? Pierdes plata», abundó.

En todo caso, tras anunciarse la quiebra, «el pánico se extendió» en todo el norte global e incluso echó a abajo otros bancos estadounidenses, pero a diferencia de lo que sucedió en otras oportunidades, esta vez la respuesta fue rápida y la responsabilidad del salvamento recayó fundamentalmente en la propia banca, que incluso garantizó que el público no resultara afectado.

Al ser consultado sobre las similitudes de estas quiebras bancarias en los Estados Unidos con las crisis que registraron casi en paralelo Credit Suisse y Deutsche Bank, el analista financiero aclaró que si bien «el efecto pánico internacional existe», las instituciones no están relacionadas entre sí.

En el caso de Credit Suisse advirtió una combinación entre una gerencia inapropiada, la negativa del Banco Nacional Saudí –principal accionista de la entidad– a seguir inyectando dinero y una baja cobertura de riesgo, con el agravante de que, a diferencia de Silicon Valley Bank, Credit Suisse es un banco muy grande, que maneja montos inasumibles para Berna.

«Si te pones a ver, también hay factores de alerta que son comunes (tasas de interés). Aquí también la estrategia para resolverlo fue que las autoridades y otro banco, en este caso, el UBS, que es un banco grande», comparó.

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(LaIguana.TV)