El gobierno de los Estados Unidos expulsó este domingo hacia México a unos 100 migrantes venezolanos que incursionaron ilegalmente en su territorio, a partir de las disposiciones consagradas en el Título 8 modificado, según se informa en un video difundido en Twitter por James Story, funcionario designado por la Casa Blanca para asuntos de Venezuela.

De acuerdo con Gloria Chávez, miembro de la Patrulla Fronteriza en el sector del Valle del Río Grande, quienes sean capturados en tentativas de ingreso sin cumplir con los procedimientos establecidos serán enviados a México u «otros países» con los que Washington tienen convenios migratorios o bien se les procesará judicialmente para deportarles.

«No lo puedo enfatizar más: para todos nosotros, lo más importante es mantener la seguridad fronteriza y seguiremos haciéndolo, continuaremos ejerciendo la autoridad del Título 8 lo mejor que podamos», advirtió Chávez.

El pasado 11 de mayo, el secretario de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, Alejandro Mayorkas, dijo en una rueda de prensa que la administración Biden trabaja codo a codo con el gobierno mexicano para expulsar a cerca de un millar de venezolanos «que no usaron las vías legales disponibles para entrar en los Estados Unidos».

Mayorkas aludió a las «medidas de seguridad muy importantes» adoptadas por el Ejecutivo mexicano, que incluyen un incremento de efectivos de la Guardia Nacional para resguardar su frontera sur y la suspensión de los permisos de tránsito a los migrantes que tengan como destino el suelo estadounidense.

Derechos socavados

Aunque el Título 8 constituye la ley migratoria básica en los Estados Unidos y es motivo de añejas críticas por parte de organizaciones y activistas de los derechos humanos, las más recientes adiciones han puesto nuevamente el tema en el ojo del huracán, pues según sus detractores, socava significativamente el derecho de los migrantes a solicitar refugio o asilo.

Sobre este tema, Blas Núñez-Neto, subsecretario de Política Fronteriza e Inmigración en el Departamento de Seguridad Nacional, sostuvo ante los medios que el gobierno de Joe Biden ha tomado nota de estos señalamientos pero advirtió que no los comparte.

En su decir, las medidas adoptadas por la Casa Blanca «son necesarias» para contener la oleada migratoria, afirmó que los migrantes «todavía tienen derecho de pedir asilo en la frontera» y sostuvo que se han «expandido los canales legales» para solicitarlo.

Pese a esta narrativa, la prensa estadounidense y agencias internacionales como EFE o AFP refieren que, a la fecha, unos dos millones de personas esperan por la respuesta a su solicitud de asilo, al tiempo que las oficinas de atención a los migrantes están completamente colapsadas y los trámites pueden demorarse varios años.

En interés de agilizar las burocracias, hace varias semanas las autoridades comenzaron a gestionar las citas de solicitud de asilo a través de la aplicación CBP One, lo que ha resultado insuficiente para aliviar la alta demanda de personas que permanece apostada en el margen inferior del río Bravo en condiciones infrahumanas.

Migrantes venezolanos utilizados por EEUU

En el caso de los venezolanos, el gobierno estadounidense cesó su política de «puertas abiertas» que simplificaba los tiempos de espera para solicitar asilo y se autorizaba la permanencia por dos años en territorio estadounidense través de un Estatuto de Protección Temporal (TSP, por sus siglas en inglés).

En sustitución de este esquema, cuyo fundamento era esencialmente político, Washington se comprometió a otorgar unos 24.000 cupos mensuales para migrantes venezolanos que ingresen por vía aérea y dispongan de un patrocinador local, residente legal en los Estados Unidos, con la suficiente solvencia económica como para correr íntegramente con los gastos del migrante durante un par de años.

En ninguno de los dos casos se ofrecían garantías de permanencia a largo plazo, pero aún así, decenas de miles de venezolanos que intentaron sin éxito probar suerte en países como Chile, Perú, Ecuador o Colombia, emprendieron travesía hacia los Estados Unidos por rutas peligrosas, con la idea falsa de que serían recibidos sin problemas en la frontera con México.

(LaIguana.TV)