El politólogo español Juan Carlos Monedero valoró positivamente la política exterior de Luiz Inácio Lula Da Silva, que privilegia la integración latinoamericana y aúpa el retorno de Venezuela a los escenarios internacionales, pues demuestra que tiene conciencia de que los planes imperiales y de las derechas regionales procuraron convertir al país en el chivo expiatorio de la izquierda mundial y aplastar la Revolución Bolivariana para que los movimientos progresistas no levantaran de nuevo cabeza en ningún otro país de la región
Durante su tertulia en Desde Donde Sea, con el moderador del programa, Miguel Ángel Pérez Pirela, llamó a juzgar críticamente los desempeños de la izquierda en los diversos países, pero sin incurrir en una visión apocalíptica.
“Debemos tener reflexiones claras, pero no podemos conformarnos con ser catastrofistas y prever un escenario horroroso que tampoco es verdad. Andrés Manuel López Obrador ganó frente al narcoestado anterior de México, en un país con una enorme frontera con Estados Unidos. Ganó y está llevando adelante políticas que han mejorado la vida de la gente. También parecía imposible que ganara Gustavo Petro frente a un narcoestado dirigido por Iván Duque y Álvaro Uribe. Pero ganó”, dijo el especialista.
MAPP: Lo que sí es cierto es que a Petro le están haciendo la vida imposible, como era de esperarse, a unos niveles iguales a los de Venezuela. La revista Semana ya está haciendo terrorismo mediático. Veo ese proceso calcado al nuestro durante los últimos 20 años. Aquí hubo varias Vicky Dávila y todas terminaron autoexiliadas en Miami
Juan Carlos Monedero (JCM): Sí, vemos a Vicky Dávila y es como ver a las de Venezuela. Una de ellas me publicó una foto que me tomaron cuando estaba en un centro comercial en Bogotá, con una bolsa de tela. Quería comprar un cartucho de tinta para la pluma. Ella me puso: “Monedero comprando de lo lindo en el centro comercial de la oligarquía”. Yo le puse al lado otra foto, de una de las Kardashian cargada de bolsas de todas las grandes marcas y le dije: “Querida amiga, te mando una foto mía con bolsas de verdad, para que no te veas tan pendeja”. Pero quiero insistir en que es importante no hacer un discurso tan catastrofista sobre esto porque la derecha no gana todas las peleas. Y cuando ganan, cuando las oligarquías ponen de rodillas a la democracia es porque controlan tres elementos muy importantes: los medios de comunicación, los jueces y el ejército. A los empresarios se da por sentado que los tienen siempre. Pero su dominio se da en los medios, envenenando al país, bombardeando con ideas. El otro día leía un chiste que me estremeció: un tipo que entra en su casa y le dice a su mujer que lo acaban de despedir del trabajo, y la mujer le dice: “Bueno, ¿y acaso tú no votaste por los que están a favor del despido libre?”. Y él le responde con otra pregunta: “¿Y eso qué tiene que ver?”. Eso es una muestra de lo que decía Malcom X, que los medios de comunicación son capaces de lograr que tú odies a la víctima y ames al verdugo. Luego, los jueces ayudan. Muchos son del Opus Dei, de los Legionarios de Cristo y otros grupos por el estilo. En estos días leí un reportaje sobre una escuela de trabajadoras domésticas que tenía el Opus Dei en Argentina. Las enseñaban a ser esclavas. Hay gente que salió de allí diciendo que le robaron la vida y contando que, por ejemplo, si se les rompía cualquier pieza, tenían que pagarla con su trabajo. Todo estaba tarifado.
MAPP: ¿Eso ocurrió en qué época?
JCM: Hasta los años ochenta… Y es que cuando ganan los partidos de izquierda y se descubren esas cosas, las élites se molestan porque pierden bienestar, privilegios. ¿Qué pasaba si un rico le pegaba un tiro a un negro o a un pobre que entraba en su urbanización de Caracas? Nada. Entonces, cuando ganan los Chávez, los Lula, los Correa, ese privilegio se termina. En España, hace poco, un dueño de hacienda tenía contratados a unos sin-papeles. Uno de ellos se cercenó un brazo y lo único que hicieron fue lanzar al hombre en la puerta de un hospital. No podemos ser ingenuos y pensar que cuando gana la izquierda, la derecha se va a quedar tranquila. No lo hacen porque pierden unos privilegios que están basados en el malestar de millones de personas, las que ganan muy poco atendiendo en las casas, limpiando, sembrando, conduciendo vehículos. Es que se vive muy bien cuando tienes semiesclavos de cuya suerte te puedes desentender.
MAPP: Mira qué maravilla lo que dice uno de los usuarios, Demiurgo Arcángel: “No lo veo extraño, si las universidades están preparando a los estudiantes sólo para servir a las empresas”.
JCM: Las universidades siempre han sido escuelas para la reproducción del sistema. Por eso cuando surge Podemos, un partido que nació en la Facultad de Ciencias Políticas, genera una respuesta brutal. Se preguntaban cómo era posible que de una universidad, que lo que tiene que hacer es reproducir y legitimar el sistema, aparezca un movimiento que lo cuestione. Está bien que haya dos o tres profesores marxistas, pero si montan un partido que llega a tener cinco millones de votos, eso los desestabiliza. Ellos tienen que controlar todos los dispositivos ideológicos. Por eso es que se empeñan en tener bajo su mando los periódicos, las televisoras, la radio, pero también Hollywood, las series, los videojuegos… ¿en cuántos videojuegos los malos son ya los venezolanos?
MAPP: Controlan el deporte.
JCM: Sí, a través de la lógica de los grandes clubes. Como decía antes, lo que separa al norte del sur son los hornos crematorios. En vez de gasear judíos, matan mexicanos en el desierto, ahogan a subsaharianos en el Mediterráneo, disparan a gente del mundo oriental en Turquía. Esos asesinatos ocurren sin que nos estremezcamos. Ayer vimos imágenes de agentes del gobierno de extrema derecha griego haciendo zozobrar una barca con inmigrantes. La semana anterior, el planeta entero estuvo atento a la suerte de unos millonarios que, como tienen tanta plata, se permiten el lujo de realizar un viaje lleno de riesgos para ver el Titanic hundido. Cuando se supo que estaban en emergencia, todo el mundo prestó ayuda.
MAPP: Y ni fueron otros empresarios, sino que la ayuda vino del dinero público de Estados como Francia o Canadá.
JCM: Sí, y mientras tanto se hundieron 700 pobres que iban en una barcaza y nadie les atendió. Entonces, alguna gente se molestó porque hubo chistes sobre los muertos del submarino. Dijeron que es una tragedia, que no es para reírse, y claro que la muerte de cualquiera es una tragedia, pero por qué estar atentos a unos imbéciles que se juegan la vida pagando de 250 mil euros por un viaje que saben que podía terminar como terminó. Esa fue la portada de todos los malditos periódicos. Son construcciones que van creando imaginarios de lo que es importante y lo que no lo es. Así es como logran que alguien que gana un salario mínimo engulla apurado un sándwich para seguir trabajando en una gran torre para una empresa transnacional y se sienta parte de ese mundo.
La inteligencia de Lula
JCM: Los jueces completan el trabajo ideológico que hacen los medios. Persiguen y sancionan al que se salga de esos esquemas. Meten en prisión a alguien como Lula. A la gente de Podemos en España nos persiguen los jueces. Yo he tenido catorce juicios, o quince, ya ni me acuerdo. Eso es para que estés en las portadas, expuesto al desprecio público, para que la gente diga que todos los políticos son iguales. Y si todo eso falla, tienen el recurso del golpe de Estado. Lula es un hombre inteligente. Sabe, como lo sabía el presidente Chávez, que la democracia en un país depende de que la democracia esté presente en las otras naciones. Él aguantó sus 500 días de cárcel injusta, salió y ganó las elecciones contra todos los factores de poder: la oligarquía brasileña, la ultraderecha, Bolsonaro. Y ahora está promoviendo el retorno a la integración y convoca al presidente Nicolás Maduro.
MAPP: Y habla de la narrativa sobre Venezuela…
JCM: Sí, y es muy importante porque él está consciente de que los ataques contra Venezuela eran para que la izquierda ya no levantara nunca más la cabeza en ninguna parte de América Latina. El planteamiento de la derecha era que si en Venezuela fue donde empezó la transformación, con la victoria de Chávez en el 98, era allí donde debían matarla para que a nadie se le ocurra eso nunca más. Y por eso Lula, que es un hombre sabio, con una edad en la que ya acumula mucha experiencia, dice que es clave que Venezuela regrese a la comunidad internacional. Y por eso se equivoca radicalmente Gabriel Boric, mete la pata, no se da cuenta de que si él pone en marcha políticas de fondo van a darle un golpe de Estado, y quienes le van a salvar la cara son los gobiernos de izquierda. No entiende cómo es que Venezuela está saliendo del agujero en el que la han metido quienes han querido convertirla en el chivo expiatorio de la izquierda mundial. Chávez hizo cosas prohibidas por el imperio. ¿Qué es eso de refundar la OPEP, crear la Unasur, querer crear el banco del sur, plantear que el intercambio de petróleo no sea sólo en dólares o darle entrada a China en Latinoamérica? Estados Unidos decreta que hay que acabar con Venezuela, pero no han podido. A mí me dio alegría ver que el Nicolás Maduro que va a Brasil llega con una cierta recuperación económica (aunque sea motivada por la guerra de Ucrania); llega con la denuncia clara del robo de Citgo, perpetrado por Juan Guaidó con el apoyo de la Unión Europea; llega en un momento muy hermoso de la normalización de las relaciones con Colombia, en la que ha tenido un papel clave el presidente Gustavo Petro, quien ha entendido la importancia de esto.
MAPP: Mientras Latinoamérica ha entendido que debe volver a la integración y a la solución de los problemas dentro de sus propios mecanismos, Europa parece ir en sentido contrario. Por eso es conveniente analizar qué relación tiene el auge de los partidos de extrema derecha en Europa y su relación con la guerra en Ucrania. Hemos visto gobiernos de izquierda, incluyendo el de España, que se han postrado ante los intereses de la OTAN, en una acción completamente suicida porque en las siguientes elecciones van para afuera, ya que los europeos terminan votando por la extrema derecha.
JCM: La respuesta es contraintuitiva. Ese auge es normal porque cuando tú tienes y dejas de tener, lo que impera es el miedo y la incertidumbre. Las sociedades que han sido muy consumistas, que desde los años 80 vienen con el discurso de que el lugar en el mundo lo marca el consumo; una sociedad neoliberal donde se han cortado todos los programas sociales y se ha dejado a la gente a la intemperie, en ese escenario del “sálvese quien pueda” es mucho más común que la gente recurra a la extrema derecha. La gente está desubicada, no sabe leer lo que va a ocurrir en el futuro. Los han despedido, no tienen ayudas, ha empeorado su nivel de vida y vienen inmigrantes que le asustan. En esas condiciones es fácil que oigan a los que les dicen “tú eres de aquí, eres estadounidense, español o francés, tienes derecho a hacer lo que te dé la gana, tienes derecho a quejarte y no tienes la culpa de nada”. El discurso de la extrema derecha es muy fácil. Te da una identidad a través de la noción de a quién odiar. Una de las cosas hermosas que ha pasado en Venezuela es que la identidad nacional la tiene la izquierda. Así pasa en México. En cambio, la izquierda no tiene la identidad nacional española. La tiene la extrema derecha.
MAPP: ¿Hay una relación entre nacionalismo y extrema derecha? ¿Cómo se explica si se están postrando ante Biden y la OTAN?
JCM: En América Latina no, en Europa sí. El nacionalismo de López Obrador es positivo, no necesita de enemigos para autoafirmarse. En cambio, el nacionalismo polaco, húngaro o español necesita enemigos y cuando no los consiguen afuera, los buscan dentro. Ese es el comienzo del fascismo. Por eso insisto en que la salida natural a la crisis del capitalismo es el fascismo, no el socialismo ni el comunismo. Y eso pasa porque el modelo consumista nos ha roto los lazos comunitarios. La gente deja de ayudarse. Estamos en una sociedad en la que tú no conoces a los vecinos del mismo edificio. Cuando la gente tiene miedo, vota por un tipo de extrema derecha que prometa solucionar los problemas con violencia. La gente vota por los Bukele. La gente más consciente sale por la izquierda, pero como en las elecciones siempre va dividida, gana la derecha con 40% de los votos o menos. Es algo que se lo hemos escuchado decir mil veces al presidente Maduro: si la izquierda va dividida, se condena y por eso es que el empeño de la derecha y del imperialismo es siempre dividir a la izquierda.
(LaIguana.TV)