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Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, ‘emperador’ del narco mexicano, solía confiscar los teléfonos a todos comensales de sus restaurantes favoritos y posteriormente pagaba sus cuentas al salir de ellos. Solo sus escapadas gastronómicas lo empujaban a salir de su refugio en la Sierra Madre.

El capo de la droga que escapó de una cárcel de máxima seguridad de México el sábado profesaba un amor tan grande a la comida gourmet que, antes de su detención en febrero de 2014, salía de su escondite en las montañas de la Sierra Madre solo para comer en sus restaurantes favoritos, informa Business Insider.

 

Con el paso del tiempo Guzmán se hizo cada vez más confiado, convencido de que quería gastarse su riqueza y disfrutar de la vida y no vivir como un mendigo en las montañas: «Hay un dicho en el comercio mexicano de las drogas: es mejor vivir un año bueno que diez malos»,  escribía Patrick Radden Keefe en ‘The New Yorker’.

 

«La coreografía era siempre la misma», afirmaba Keefe al relatar sus incursiones en restaurantes de lujo. «Los ‘comensales’ se sorprendían por un equipo de hombres armados, quienes amablemente, pero con firmeza, exigían sus teléfonos, con la promesa de que serían devueltos al final de la noche. ‘El Chapo’ y su séquito entraban y pasaban un rato en una fiesta con camarones y filetes. A continuación daban las gracias a los otros comensales por su paciencia, devolvían sus teléfonos, pagaban las cuentas de todos presentes y desaparecían en la noche», relataba Keefe en ‘The New Yorker’.

 

(RT)