El candidato presidencial ultraderechista Javier Milei se presenta como una opción antisistema, pero es la esencia más acabada del peor capitalismo, dijo el prominente intelectual argentino Atilio Borón, entrevistado por Miguel Ángel Pérez Pirela, en el programa que marcó el inicio de la nueva temporada de Desde donde sea.
Borón ha sido una voz para la reflexión en el debate interno argentino, tras las elecciones primarias en las que Milei obtuvo amplia ventaja. Acaba de expresarlo en un mensaje en sus redes sociales, que fue el punto de partida de este diálogo.
Miguel Ángel Pérez Pirela (MAPP): Acabas de lanzar este mensaje: “Me pregunto: ¿ha sido tan abismal la decadencia argentina como para que un energúmeno que dice estas barbaridades esté con la mayor intención de voto (hasta ahora) para la próxima elección presidencial? La verdad: no lo creo, pero sin duda necesitamos hacernos una autocrítica”. Las barbaridades a las que te refieres son algo como esto: “Zurdos de mierda, somos superiores moralmente, productivamente y estéticamente” ¿Qué puedes decirnos al respecto?
Atilio Borón (AB): Lo que plantea este señor es casi equivalente a lo que decía Hitler. Por ejemplo, cuando habla de superioridad estética habla de que pertenece a un estamento, a una etnia superior. Es un discurso nazi, potencialmente genocida, marcado además por un anticomunismo brutal. En más de cincuenta años de profesión no había visto un personaje con una visión como esta. Estoy en Chile para la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado y sé que acá hay una derecha muy retrógrada, pero cosas como esta no las ha dicho nadie. Son parte del proceso de descomposición de la izquierda argentina, del pensamiento nacional-popular del país, que ha dado lugar a que aparezca esta clase de esperpentos, lanzando este tipo de propuesta política y captando hasta ahora una voluntad mayoritaria del pueblo argentino. Eso es lo más preocupante. Este discurso se hacía antes y tenía un impacto absolutamente marginal en pequeñas minorías. Pero en esta oportunidad, este señor va a la cabeza de las encuestas y podría llegar a ser el próximo presidente de la Argentina. Es un asunto que reviste una gravedad extraordinaria.
MAPP: Milei se presenta como antisistema, como alguien a contrapelo de toda la herencia política argentina, pero parece ser un efecto, precisamente de figuras como Carlos Menem, pues algunas afirmaciones son iguales a las que él hacía en su momento.
AB: Menem durante su presidencia de 1989 al 99, planteaba algunas de esas cosas, pero nunca llegó a hablar de superioridad racial o estética. Yo creo que es un fenómeno propio de la época, pero también de la enorme insatisfacción con el funcionamiento de la democracia en todo el mundo. En Argentina tenemos un caso en el que esa insatisfacción se expresa de la manera más clara. Acá tenemos un gobierno supuestamente progresista que ha hecho algunas cosas en el marco de un progresismo light, muy descafeinado, pero que deja muchas asignaturas pendientes. La gente está muy cansada, muy golpeada por la inflación, que es una trituradora de consensos políticos. En ese marco, la gente dice “hay que cambiar, esto no puede seguir más así”. Cuando ves a los políticos del oficialismo hablando con tono mesurado, pausado y sereno, la gente se pregunta si esas personas, con esa actitud, van a poder cambiar algo. Entonces aparece este payaso Milei, que habla a los gritos, que pone un rostro amenazante, que tiene un león como emblema de su campaña política y que promete acabar con todas las causas del sufrimiento del pueblo y mucha gente piensa que si él está realmente contra el sistema, hay que darle el voto. Pero, como tú lo dices, Milei representa la quintaesencia del capitalismo. Es un hombre que ha dicho que “si tú no tienes dinero, puedes vender un riñón o puedes vender un niño” y ha dicho que si los ríos se contaminan no hay ningún problema, ya vendrá alguien a descontaminarlos. Son expresiones que revelan al capitalismo en su expresión más bárbara y salvaje, el reino indisputado, absoluto de la mercancía, de la mercantilización de toda la vida social. Él representa al capitalismo en su forma más reconcentrada y de regresión más brutal. Paradójicamente aparece como antisistema cuando es la esencia última, profunda del sistema capitalista.
MAPP: Aparte de las cuestiones económicas, Milei también ha expresado barbaridades, como relativizar los miles de desaparecidos de la dictadura y poniéndolas al mismo nivel de eso que él llama “el terrorismo comunista”.
AB: Sí, él y también su compañera de fórmula, Victoria Villareal, son gente que están absolutamente consustanciadas con el proceso militar y con el genocidio que causó. Establecen una equiparación entre víctimas del terrorismo de Estado y las que produjeron los atentados cometidos por organizaciones armadas privadas. Nadie dice que estas últimas acciones no se realizaron, pero no tienen la misma naturaleza que los crímenes de Estado, que son de lesa humanidad. Es un intento de restauración y de replantear la imagen de los dictadores. Es algo parecido a lo que ha ocurrido en España, donde la ultraderecha dice que Franco fue “un gran gobernante español”. Esto es lo que están diciendo estos personajes: que la dictadura militar fue un buen gobierno para la Argentina. Es un fenómeno que ya se venía dando también en Chile, donde hay una ultraderecha reivindicacionista de Pinochet y negadora de sus crímenes. Y lo habíamos visto en Brasil con Bolsonaro, quien homenajeó al oficial del Ejército que torturó a Dilma Rousseff. Estamos en un contexto en el que la derecha ha soltado amarras, está diciendo cualquier cosa y es capaz de hacer cualquier cosa. Por eso nuestra gran preocupación actual es cómo detener a esta figura monstruosa que, además, dice cosas carentes de todo sentido, como que va a dinamitar el Banco Central, lo que ha provocado el estupor incluso de los economistas del establishment; o que va a dolarizar la economía argentina. No tiene cómo hacerlo, pero en el caso hipotético de que lo hiciera, marcaría el fin de la Argentina como nación independiente y soberana. Eso sería, tal como lo dijo un economista asiático (Ha-Joon Chang), igual que Argentina decidiera incorporarse a la Unión Americana como el estado número 51, pero sin ninguno de los privilegios y ventajas de serlo. Por el contrario, dejaría al país atado de pies y manos a las decisiones de la Reserva Federal, sin ninguna compensación.
(LaIguana.TV)