Mucho antes de ser elegido, el presidente electo de Argentina, Javier Milei, tenía una opinión negativa del Mercosur, Mercado Común del Sur, formado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. En 2021, el político libertario señalaba con respecto a la organización: «Solo genera trabas para el correcto desarrollo de la economía».

Aquel mismo año, en una entrevista con la CNN, el futuro presidente declaró que Argentina debía ir contra el Mercosur, como había hecho el expresidente estadounidense Donald Trump con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés). No obstante, su candidata a ministra de Asuntos Exteriores, Diana Mondino, se mostró menos radical en sus apreciaciones sobre el tema, al asegurar que «el Mercosur tiene que ser revitalizado», ya que «ni el mundo ni los países del Mercosur tienen las mismas necesidades ni oportunidades que cuando se generó» el acuerdo.

Además del escepticismo argentino, se han acumulado muchas contradicciones dentro del grupo que ponen en duda su futuro.

¿Falta de flexibilidad?

Otro gran riesgo para el bloque es la posición de Uruguay, que en los últimos años ha criticado al Mercosur por su falta de flexibilidad. Debido a su comparativamente gran industria y a la cantidad de tierras disponibles, este país siempre ha reclamado ser más autónomo del Mercosur. El principal argumento de rechazo se refiere al Arancel Exterior Común (AEC) impuesto por todos los signatarios a las importaciones procedentes del exterior al bloque. La reducción unilateral de este arancel es contraria al primer artículo del Tratado de Asunción, que prevé negociaciones conjuntas para establecer un «arancel exterior común y la adopción de una política comercial común frente a terceros Estados o grupos de Estados».

El Gobierno uruguayo es partidario de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con China para ampliar las exportaciones sus productos agrícolas y ganaderos al país asiático. En 2022, Uruguay comenzó a negociar ese acuerdo, lo que provocó malestar de parte de otros miembros. Durante la visita a Uruguay, en su segundo viaje internacional después de asumir el cargo, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, intentó convencer a su homólogo uruguayo de que el acuerdo con China debía ser firmado por todos los países del bloque.

Sin embargo, el Gobierno uruguayo es consciente de que la probabilidad de un acuerdo entre China y el Mercosur sigue siendo baja. Paraguay, por su parte, reconoce la soberanía de Taiwán y no mantiene contactos gubernamentales con China. Además, un acuerdo de este tipo podría no ser tan beneficioso para Argentina y Brasil, ya que la región está atravesando una fase de desindustrialización y la competencia con productos manufacturados chinos a precios más bajos podría ser una amenaza para los productores locales.

En mayo de este año, Pou acusó a Brasil y Argentina de hacer «maniobras diplomáticas» para sabotear el TLC que Uruguay quería firmar en solitario. El malestar del Gobierno uruguayo se reflejó en la cumbre del bloque, celebrada en Argentina el 4 de julio de 2023.

En la víspera de la clausura del evento, el ahora exministro uruguayo de Asuntos Exteriores Francisco Bustillo sobre su país afirmó: «Debe analizar la posibilidad de dejar el Mercosur como Estado fundacional y pasar a ser un Estado asociado». El presidente Lacalle Pou confirmó las intenciones expresadas por el canciller. «Con respecto a China, ustedes saben cuál ha sido la posición de Uruguay –dijo el presidente–. De nuevo, juntos. Pero cuando veamos que no avanzamos juntos […] lo vamos a hacer bilateralmente. Hay un dicho en criollo en nuestro país: ‘Somos todos buenos, pero el poncho no aparece'». También sostuvo en relación con el Mercosur: «Para este Gobierno ya no es ni siquiera una zona de libre comercio imperfecta, no ha generado para Uruguay sustancialmente nada».

Además, la delegación uruguaya también emitió su propio comunicado porque el documento común no reflejaba las declaraciones de su país. A diferencia del texto firmado por Argentina, Brasil y Paraguay, Uruguay hace referencia a la ausencia de un arancel exterior común. «Los Estados participantes aplican diferentes aranceles nacionales en sus intercambios comerciales fuera de la zona. Esta situación, entre otras cosas, pone de manifiesto la necesidad de continuar trabajando a favor de la creación de una zona de libre comercio», reza el documento publicado en la página web de la cancillería.

Una de las estrategias de otros miembros del bloque, especialmente Brasil, para acelerar el desarrollo del Mercosur es impulsar la firma de un tratado de libre comercio con la Unión Europea, que lleva más de 20 años de negociaciones.

«Disidencia estratégica» y «falta de legitimidad»

Las conversaciones sobre la firma de un tratado con la Unión Europea se han reanudado desde que Luiz Inácio Lula da Silva volvió al poder en Brasil. Con su regreso, el presidente brasileño, firme defensor de una mayor integración regional, creó un contexto internacional favorable al acuerdo entre los dos bloques.

Por su parte, la UE ha establecido nuevos requisitos medioambientales que van más allá de los definidos por el Acuerdo de París y que ahora incluyen sanciones ante el presunto incumplimiento de los objetivos, lo que vuelve a paralizar la ratificación del tratado. La victoria del libertario Javier Milei en Argentina podría jugar un papel negativo en el proceso, ya que se opone a las restricciones medioambientales y califica el cambio climático de «mentira».

En este contexto, Luiz Inácio Lula da Silva tiene la intención de llegar a un acuerdo con la UE a la brevedad, antes de la cumbre del Mercosur del 7 de diciembre y de que Milei tome posesión del cargo. Tras la elección del presidente argentino, el mandatario brasileño discutió con la jefa de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, sobre el avance de las negociaciones. Según fuentes de Reuters en el Ministerio de Hacienda de Brasil, todavía hay dudas sobre lo que hará Milei, pero esperan que rebaje el tono de su retórica de campaña una vez en el Gobierno.

Ksenia Konovalova, experta en política exterior e integración de los países latinoamericanos, doctora en Historia y profesora de la Universidad Estatal de San Petersburgo, compartió con RT su opinión sobre el futuro del bloque de integración.

Así, sostiene que el rumbo latinoamericano de la política exterior de Milei está aún poco pensado y se irá afinando en función de la situación internacional y del consenso que el mandatario vaya formando no solo con sus compañeros de partido, sino también con la derecha sistémica argentina. Sus sonoras declaraciones sobre la irrelevancia del Mercosur se hicieron con fines electorales.

«No creo que Argentina cancele la interacción con el Mercosur. Esto no es muy sensato, como mínimo, dado que el comercio exterior de Argentina en exportaciones industriales sigue estando orientado principalmente hacia socios sudamericanos», comenta Konovalova.

Asimismo, señala que las imperfecciones del Mercosur contribuyen a reducir la importancia de los vínculos intrazonales para Argentina, pues en 1998 del total de las exportaciones argentinas un 36 % se destinó a naciones del bloque, pero solo el 18 % en 2023 (datos de junio). Con respecto a las importaciones, del total importado en 2005 un 38 % correspondía a países del bloque, mientras que en la actualidad el 24,59 %. Como señala la especialista, estas tendencias negativas y la necesidad de superarlas han sido registradas por intelectuales y políticos de izquierda, son objetivas y no dependen del factor Milei.

Por otro lado, es cierto que la llegada al poder del libertario con el telón de fondo de la presidencia de Lula da Silva en Brasil crea una situación de desacuerdo estratégico entre los dos actores principales del bloque. Esto, como en los tiempos de Jair Bolsonaro y Alberto Fernández, augura dificultades para elaborar una línea común. «Por lo tanto, el Mercosur como instrumento económico y como idea seguirá estancado, acumulando una falta de legitimidad a los ojos de políticos, empresas y sociedades», concluye la experta.

(RT)