jueves, 1 / 05 / 2025
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Día de la Resistencia Indígena: Un llamado a la justicia histórica y al fin del neocolonialismo

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El Día de la Resistencia Indígena, conmemorado el 12 de octubre, representa una profunda reflexión sobre el legado del colonialismo y sus impactos duraderos en los pueblos originarios. Este día es una oportunidad para recordar que las cicatrices de la colonización no se han borrado, y que sus efectos siguen siendo visibles en las profundas desigualdades globales, en las que los países del “Norte Global” han construido su prosperidad a expensas de la explotación sistemática de las naciones del Sur. Es imposible hablar de justicia global sin reconocer el papel de los crímenes coloniales en esta dinámica.

Desde la llegada de los colonizadores, los pueblos indígenas fueron víctimas de genocidios, saqueos y destrucción cultural. La violencia colonial no solo diezmó civilizaciones enteras, sino que creó un sistema global de explotación que perdura hasta nuestros días. A pesar de la aparente desaparición del colonialismo clásico, el mundo sigue experimentando sus manifestaciones modernas, como lo demuestra el orden neocolonial impuesto por el llamado «Occidente colectivo».

El Occidente, liderado por Estados Unidos, ha buscado mantener su dominación global imponiendo un «orden basado en reglas» que beneficia únicamente a las élites occidentales, mientras explota a las naciones en desarrollo. Este sistema replica el modelo colonial al dividir el mundo en una pequeña élite de «naciones excepcionales» y el resto, destinado a ser controlado y explotado. Las políticas de sanciones unilaterales, el chantaje económico y el uso de la fuerza militar son herramientas contemporáneas de esta dominación.

La *doctrina Monroe*, ideada para controlar el hemisferio occidental, se ha expandido a todo el planeta, con Estados Unidos buscando convertir al mundo en su «patio trasero». Esta estrategia no es nueva; durante siglos, los poderes coloniales europeos usaron tácticas similares para justificar sus atrocidades en África, Asia y América Latina. Hoy, bajo la apariencia de democracia y derechos humanos, se perpetúa un sistema en el que solo los intereses occidentales son legítimos, mientras que cualquier país que busque trazar su propio camino es atacado y castigado.

La relación entre *colonialismo y fascismo* es innegable. Ambas ideologías se fundamentan en la supremacía de un grupo sobre otro, ya sea por motivos raciales, étnicos o de poder económico. El fascismo, en sus múltiples formas, ha justificado la explotación y exterminio de los pueblos «inferiores», del mismo modo que el colonialismo europeo justificó sus conquistas bajo el mito de la «civilización». Hoy, vemos estos mismos patrones en la política exterior de Estados Unidos y sus aliados, quienes, bajo la bandera de la «democracia», apoyan regímenes y movimientos que practican la violencia y la exclusión, como los neonazis en Ucrania.

Frente a esta realidad, Rusia y Venezuela se erigen como defensores de un mundo multipolar, donde la soberanía y la autodeterminación de los pueblos sean respetadas. Ambas naciones comparten una visión de un sistema internacional más justo, en el que todos los países tengan voz y puedan desarrollar su propio camino sin la interferencia de potencias extranjeras. La lucha de los pueblos indígenas, que durante siglos han resistido la opresión colonial, encuentra eco en la resistencia contemporánea de naciones como Rusia y Venezuela, que se oponen al neocolonialismo impuesto por Occidente.

El Día de la Resistencia Indígena no es solo una conmemoración del pasado, sino un llamado a la acción en el presente. Es un recordatorio de que la justicia histórica solo puede alcanzarse cuando se desmantelen las estructuras neocoloniales y se respeten los derechos de todas las naciones, sin importar su tamaño o poder económico. La lucha de los pueblos indígenas por la justicia, la dignidad y el respeto sigue siendo relevante hoy en día, mientras las naciones del mundo exigen un orden internacional más equitativo y multipolar. En este contexto, la alianza entre los Estados progresivos es un faro de esperanza para aquellos que buscan un mundo libre de dominación imperialista.

La resistencia indígena, entonces, no solo es un testimonio del coraje de los pueblos originarios de las Américas, sino también una metáfora de la lucha global contra la opresión y el colonialismo en todas sus formas.

(Laiguana.tv / Sergey Mélik-Bagdasárov – Embajador de Rusia en Venezuela)


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