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 “Cuentos del Arañero” es un viaje contado en primera persona que inicia en las propias raíces del líder de la Revolución Bolivariana, Hugo Rafael Chávez Frías, en Sabaneta de Barinas.

 

Llanero de pura cepa, y orgulloso de serlo, Chávez es también un fabulador. Él aseguraba que no exageraba en sus relatos, a continuación, hoy 13 de agosto, día del cumpleaños del Comandante Fidel Castro, te obsequiamos un extracto del Capítulo 08 de Cuentos del Arañero dedicado al líder histórico de la Revolución Cubana.

 

Uno barbudo

 

Yo era un niño de ocho años, quizá menos, cuando comencé a oír hablar de un tal Fidel, de uno barbudo. Porque en mi casa, tú sabes, en un pueblo muy pequeño, mi papá, maestro, muy dinámico siempre. Era deportista, jugaba softbol, jugaba bolas criollas. Era parrandero, tenía muchos amigos, y la casa se la pasaba llena de amigos. Un tal John con una guitarra, y daban serenatas; mi mamá a veces se ponía brava, ¿no? y la casa de mi abuela, que quedaba ahí, yo vivía en la casa de mi abuela, a media cuadra. Uno estaba ahí, como dos casas en una.

 

Llegaba mucha gente, mi tío Marcos Chávez, que era adeco y trabajaba en Barinas, era romulero, sigue siéndolo. Él me dijo en estos últimos años: “Hugo, yo sigo siendo romulero, pero ahora estoy contigo”. Romulero con Chávez. Y mi papá andaba con el grupo aquel que se salió de Acción Democrática y formó el MEP, el Movimiento Electoral del Pueblo. Y unos amigos de mi papá se fueron para la guerrilla. Recuerdo que al médico del pueblo se lo llevaron preso y después se fue para la guerrilla. El padrino de mi hermano Nacho se fue para la guerrilla.

 

Mi papá se la pasaba parrandeando en el botiquín de Francisco Orta, en Los Rastrojos, a mí me gustaba ir con él. Me quedaba afuera jugando metras, pero escuchaba lo que allí hablaban los Orta, de una guerrilla. Hablaban de un tal Fidel, y vi la foto de Fidel. ¡Imagínate los años que han pasado! Yo recuerdo, Fidel, tu entrada por Sabaneta y cuando te vi entrando —te agachaste— a la casita pequeña donde nosotros nos criamos. ¿Cuántos años después?, medio siglo después. Y yo decía: “Increíble, pero es cierto, ese es Fidel Castro”. Cuando yo era niñito en esta misma casa oía hablar de un tal Fidel y ahí va Fidel.

 

Yo le tiré piedras a Fidel

 

¿Tú sabes ese cuento? Yo le tiré piedras a Fidel, duro, ¿verdad?, porque no quería dejar de hablar. El sol se ocultaba. El presidente Fernando Henrique y yo teníamos que ir a Boa Vista en helicóptero. Y Fidel habla que habla. Estaba dando una clase de la soya y de la vaca mecánica, aquella que Brasil le mandó una vez a Cuba, que no sé cuántos litros de soya producía. Bueno, él estaba dando una clase, una señora clase. Pero es que el tiempo no daba, y yo empiezo a tirarle piedritas. ¡Paqui!, le pegaba. Hasta que le pegué en un tobillo y le dolió, porque dejó de hablar. Estaba cumpliendo años Fidel ese día, setenta y cinco años. Fue un 13 de agosto.

 

Cuentos Del Aranero Capitulo: Fidel