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-CNN lo volvió a hacer: mintió. También esta vez su blanco fue Venezuela. La semana pasada provocó virtualmente saqueos en Maracay. Tuvo que salir el gobernador del estado Aragua, Tareck El Aissami, a desmentir a la cadena transnacional antes de que “cundiera el pánico”. Entonces, la corporación se apresuró a “reconocer su error” y pedir disculpas, no sin advertir que, asimismo, “pedirá cuenta de los errores de los demás”.

Excusarse es la coartada recurrente de los crímenes mediáticos. El golpe bajo queda, la mentira sigue horadando. Hay algo triste en todo esto: los anclas o enviados de CNN que siempre atacan a los países de América Latina son latinoamericanos. Es el malinchismo comunicacional. En el último ataque a Venezuela, la responsable no fue la corresponsal, sino la citada empresa. Mientras la reportera hablaba, CNN puso en pantalla la leyenda: “Conato de saqueos en Maracay”. Ese cintillo sería la chispa que haría arder toda la pradera, pero la sabana no ardió.

 

Los gremios periodísticos, siempre al servicio del patrono, pidieron “protección para la reportera”. Nada dijeron de CNN ni del peligro de sus mentiras. La comunicadora fue convertida en escudo humano de la transnacional de noticias. También la oposición intentó maquillar a CNN cuando en la Asamblea Nacional votó en contra del repudio a la campaña contra Venezuela. Mismo maquillaje con que matizó la intromisión de la Exxon Mobil en nuestro Esequibo. CNN se equivoca y la oposición venezolana yerra. Así andan.

 

La transnacional de “noticias” no logró sus objetivos, ni el año pasado como vocera guarimbera, ni este, como saqueadora de la verdad. Su “conato de saqueo” no prendió. Su fracaso recordó la cara grave de su corresponsal aquella madrugada del 13 de abril de 2002, cuando el comandante Chávez retornó a Miraflores. Un 27 de febrero de 1989 sí bajaron los cerros, pero enfilaron contra quienes durante años les venían saqueando la verdad. A estos, Chávez les aconsejó: no se equivoquen.

 

(Yvke Mundial)