Desde su primera presentación como cantante, en 1976, se convirtió en la voz más representativa y emblemática de la música afrovenezolana.
Los temas musicales: «El que cocuy alumbra» (1980), «María Paleta» (1981), «Córrela» (1981), y «Viva Venezuela «(1982), devinieron todos en himnos de la cultura popular.
Y aunque ha grabado 26 discos y ha hecho unas 6 giras mundiales, a él le gusta decir que sigue siendo sólo un Diablo Danzante de Corpus Christi.
Hoy, se sienta en El Sofá, Francisco Pacheco.
—Francisco, hermano, bienvenido … ¿Cómo estás?
—Todo bien.
—Muchas gracias por decidir acompañarnos un rato…
—Sí, bueno. Me llamó mucha gente (ambos ríen…): Cecilia Todd, Amaranta, y otras y otros.
—Desde aquí donde estamos se ve Plaza Venezuela. Uno pasa por ahí todas las tardes, y lo primero que oye es “Viva Venezuela”. Ese tema se volvió un himno ¿Se esperaban que eso ocurriera con una canción?
—No creo. Bueno, sí hay canciones emblemáticas. Tenemos El Alma Llanera o Caballo viejo, de Simón Díaz, que ha sido uno de los temas mayormente versionados de nuestra música venezolana. Ah también un tema que salió a la palestra en los 25 años de Serenata Guayanesa: “Viajera del río”. Imagínate tú. Me tocó a mí, hacer la interpretación invitado por la gente de Serenata Guayanesa, y hoy por hoy es uno de los temas que tiene más interpretaciones.
—Se ha vuelto insustituible en el repertorio de muchos cantantes…
—De hecho, te imaginas a “Francisco Pacheco y su pueblo” cantando en una tarima, las parrandas, los tambores y entonces la gente me grita: ¡Viajera del río!.. y que cantar.
—Todo el mundo te conoce como Francisco Pacheco, pero tú te llamas José Francisco Pacheco Crocker. ¿De dónde viene ese apellido?
—El Crocker. Mira… el apellido Crocker viene… yo lo tengo por mi mamá. Ella me contaba que su familia Crocker, proviene de la zona de Ocumare la Costa. Yo nací en Cata, un pueblo perteneciente al municipio de Ocumare Costa de Oro, pero en aquel momento no había tal municipio, entonces cada pueblo defendía su cuestión. Mi mamá, su apellido Crocker… Hay varios Crocker en la zona de Aragua y varios Crocker en la zona de Barlovento. Entonces, es un apellido, que no abunda tanto, pero es como un apellido más o menos regado entre la parte afro-venezolana.
—Francisco, tú naciste en una familia formada por un trabajador del campo, y una mamá folclorista, ¿cierto?
—Mi mamá era como el primer chicharrón de la cazuela, en cuanto a meterse dentro de la parte folclórica cultural del pueblo de Cata, donde está la famosa Bahía de Cata.
La gente siempre me dice ¡mira sabes que fui para tu pueblo, fui para Cata! Y yo les respondo: pero segurito que fuiste hasta la bahía… Hay un pueblo a cuatro kilómetros y medio a la derecha, cuando se llega la redomita… el pueblito se llama Cata, es muy hermoso, por cierto.
—¿Cómo fue tu infancia en Cata?
—Bueno, yo viví en una familia de mucho trabajo. Hay que hacer mucho trabajo para sostener a una familia en el campo. Hay que estar metido tanto en la parte agrícola como en las haciendas de cacao y ganarse el sustento en el trabajo del cacao.
Yo tuve que trabajar de niño con mi mamá, ayudándola, porque cuando tú vas hacia las haciendas de cacao, hay dos personas principales: la que tumba el cacao, que le dicen la vara y la que carga el cacao, que le dicen la canastera.
Se trabaja en conjunto, dos personas, y se divide lo que tú te ganas. Mucha gente creaba su fuente de trabajo de forma familiar y mi mamá fue así, primero fue como canastera, y en algunos momentos como vara, y después conformamos el trabajo mi hermana “nego-nego”, que es un poquito mayor que yo, y yo de niño. Tendríamos 10 u 8 años.
—Entiendo que tu mamá te inició muy chamo en la tradición de los diablos danzantes…
—Sí, sabes que en las casas de los pueblos, uno vive siempre como con una fe hacia cualquier cosa. Tu familia siempre le pide a un santo. Nosotros en mi pueblo en Cata y casi toda esa zona de la costa de Aragua, somos dependientes de una religión, adoramos a ciertas imágenes, en mi pueblo por ejemplo, el santo patrono es San Francisco de Asís y al lado está San Juan Bautista… pero también los diablos danzantes que se rinden ante el Santísimo Sacramento.
Ok Día de Corpus Christi… Uno va creciendo con esa manera de aprender las tradiciones de su pueblo, y aspira formar en algún momento, parte de esa tradición.
—y… ¿qué edad tenías cuando iniciaste?
—10 años, porque primero, para poder ser diablo danzante tú tienes que haber hecho la primera comunión. Porque tienes que saber una de las cosas principales de todo diablo danzante: poder manejar el rezo, aprenderte las oraciones que son la forma de protegerte del maligno real.
—…pero rápidamente te mudaste a Caracas…
—Sí, me vine a Caracas, digamos que a los 14 años, a estudiar el sexto grado. Y ya no pude volver durante un tiempo a Cata a bailar a los Diablo, porque una de las cosas que manejaba mi familia era que si yo volvía a Cata no iba a regresar. Dejarme en Caracas era la manera de sacarme un poco ese sentimiento catense… (se ríe).
Me vengo a Caracas porque nosotros teníamos una oportunidad de estudio del primero al quinto grado en Cata. Y para poder seguir estudiando, para poder hacer el sexto grado, tenía que salir de mi pueblo y una de las cosas que siempre tiene el padre y la madre de uno es que sus hijos estudien, entonces bueno, me mandaron, primero a Puerto Cabello a casa de mi hermana, y al poco tiempo para Caracas. …y hasta el sol de hoy, porque estoy aquí ya desde los 14 años más o menos.
—¿En Caracas te graduaste en la Escuela Técnica verdad?
—Yo estudié en el sexto grado en Prados de María. El primero y segundo año lo hice en el Santiago de Loyola y el tercero lo hice en la Gran Colombia. Después, yo tenía idea de estudiar electrónica y me fui a la técnica de Coche. Pero no había cupo para electrónica, entonces me dijeron: “mira no hay cupo para electrónica, pero te puedes inscribir en mecánica”. Pero yo arranqué con mi mecánica y no me cambié. Antes de eso, fui a la Escuela Técnica de la Fuerza Aérea. Me inscribí, presenté exámenes… pero no quedé por un problema, me arrojó en ese momento en el examen médico, un soplo sistólico, entonces no pude seguir allí.
—Hermano, ¿y tú eres de arreglar cosas en tu casa?
—Sí, vale. Bueno, sabes que uno en la técnica, por ejemplo, el que estudió mecánica, nunca puedes decir “no puedo”. En la técnica te enseñan a tratar de solucionar todo lo que tú tengas que solucionar. Entonces, yo, hay un problema de agua en mi casa, de lo que sea, lo arreglo yo. A veces mi esposa me dice, tú si inventas. Así somos los mecánicos.
—Mira Francisco, en el año 1976, entiendo, se produce un evento importante en tu vida, y es que conoces a Ismael Querales. ¿Ya habías terminado el liceo?
—Ya estaba saliendo de la técnica. Yo estoy vinculado con la música desde muy pequeño porque mi mamá, Paula Elvira Crocker, era folclorista como te dije. Pero primero mi Alejandrina Pacheco, tía de mi papá, fue la capitana del San Juan de mi pueblo, organizadora de la fiesta de San Juan, y después que ella fallece, por herencia familiar eso pasó a mi mamá y mi mamá era la capitana de San Juan de Cata, la organizadora de la fiesta de San Juan, pero mi mamá además de organizadora de la fiesta de San Juan era cantadora de aguinaldos y de parranda, o sea a ella le gustaba mucho estar en la parte cultural de mi pueblo.
Yo iba desde el chamito, te estoy hablando de 4 o 5 años, a un velorio en San Juan. Y allí lo que tú escuchas son los cantos de sirena, los golpes de tambor, el sangueo y todo aquello que se da alrededor de la fiesta de San Juan. Vas creciendo con ese aprendizaje. Tuve la oportunidad de escuchar a muchas cantadoras diferentes, por ejemplo en el canto de sirena que es un canto a capela, cada quien le pone su sentido, su sentimiento, su cuestión de corazón. Yo escuché a mucha gente de esos cantos, haciendo esos cantos de sirena. Entonces yo de chamito trataba más o menos de imitar a esa gente, a cada una de la forma como se cantaba. Desde muy pequeño iba aprendiendo, quizás la música iba metiéndose dentro.
En el año 76, estando yo en mi pueblo, salí como a… No sé realmente por qué estaban ellos allí y por qué yo llegué ese día. Estaba sentado con mi cuñado, Toro, él se llama Oswaldo, pero lo dicen Toro, el Toro Rojo, porque tiene un negocio en la playa con ese nombre. Llegó Ismael Querales con su esposa Sorena Valdivieso, y pusieron a hablar con toro.
Fue toro quien les dibujo: “conozco una persona que te puede explicar un poquito de la de las manifestaciones culturales que se dan aquí, en Cata… me llamaron mira no fuimos para un para una matica y les hablé sobre el folclore de Cata. Duramos un buen rato en eso y me invitaron en la noche para la casa de unos amigos en común.
Ellos hablaron de un proyecto que ellos tenían, de una agrupación musical que se encargara de rescatar, un poco, la música tradicional venezolana y hacerla llegar a los colegios, a los liceos y a las universidades.
Volví a Los Rosales, duré unos días sin saber de ellos hasta que se acercaron allá hasta mi casa…
Bueno, me llevan a la Florida, al Callejón Ávila de la Florida, un sitio que está muy cercano a Chapellín, me reúno con los muchachos. Ahí tenían unos cassettes, tenían un tamborcito pequeñito y bueno… nos concentramos en una conversación, yo agarro el tambor porque soy percusionista, entonces les toque un poco de los tambores en la cuestión les enseñé más parte de los cantos que se hacen en mi pueblo y desde allí bueno, fueron 25 años con Un Solo Pueblo.
—En la película “Ali Primera”, hay una escena donde Alí te dice algo como: “ustedes deberían aceptar eso de trabajar con una disquera. Lo que ustedes están haciendo debe difundirse”, ¿Eso pasó de verdad?
—Sí, sí pasó. O sea, el encuentro en la disquera como tal, no lo recuerdo. Pero ese mensaje de Alí, sí, yo lo recuerdo. Alí nos decía, “ese trabajo que ustedes están haciendo no puede llegar solamente a los colegios. Ese trabajo hay que masificarlo, es muy importante que masificarlo. Porque nosotros debemos atacar al enemigo con las mismas armas con que ellos nos atacaron a nosotros”.
—¿Sirvió para convencerlos?
—Desde ahí, bueno, hicimos el contacto por primera vez con Rafael Salazar, que es un antropólogo. Yo creo que es uno de los que más conoce de la música tradicional venezolana, ha hecho muchísimos libros sobre la música nuestra. Rafael nos lleva por primera vez a un sello disquero, que es el sello Promos.
Todo lo demás es una historia de más de 25 años con Un Solo Pueblo y luego el inicio de su carrera solista con la agrupación Francisco Pacheco y su Pueblo, pero otros detalles más interesantes sobre la vida de este importante cantante venezolano, están en el podcast El Sofá, de LaIguana.tv, que puedes ver en vivo en nuestras RR.SS., y en nuestro canal de Youtube.
(Ernesto J. Navarro / Laiguana.tv)
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